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György Ligeti más allá de los cánones; técnicas compositivas, influencias folcklóricas y claves sinestésicas

  • Autores: Bianca Angélica Temes
  • Directores de la Tesis: Ramón Sobrino Sánchez (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Oviedo ( España ) en 2015
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Yvan Nommick (presid.), Miriam Perandones Lozano (secret.), Francesc Cortès Mir (voc.)
  • Materias:
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • La individualidad artística de Ligeti es obvia e innegable, pero muy difícil de captar y definir. La tesis ha adoptado tres perspectivas para decodificar su personalidad creativa: el uso de la música folclórica, enfatizando su herencia rumana (faceta menos conocida hasta ahora), la influencia de las bellas artes con la asimilación de los dispositivos mecánicos en su retórica, y enfoques analíticos de su laboratorio creativo, vislumbrado a través de la lente de sus cuartetos de cuerda. El proceso analítico se centra incluso en los cuartetos de cuerda números 3 y 4, descubiertos por la autora de la presente tesis en forma de esbozos manuscritos en los archivos de la Fundación ¿Paul Sacher¿ de Basilea. Una evaluación retrospectiva muestra la obra de Ligeti como un monolito que emerge de unos pocos elementos básicos, presentes ya en su juventud, cuando Ligeti vivía en la Europa del Este.

      Vista en su globalidad, la obra de Ligeti muestra una transformación continua y orgánica, aunque no responda a ningún sistema o canon. Se puede observar cómo las técnicas compositivas han sido influidas por la música folclórica de su tierra natal, de sustancia multicultural, y por las sugerencias visuales que se han desprendido de los libros que Ligeti ha leído desde sus años vividos en Transilvania. Del fondo folclórico rumano y húngaro se quedó con el sabor de los ritmos asimétricos y las proporciones irregulares finas entre los valores rítmicos. Ligeti desarrolló una propensión hacia las afinaciones desiguales, así como por ciertas entonaciones melódicas y por tejidos de sustancia heterofónica. Entre los compositores del siglo XX, pocos han explorado de una manera tan extensa, la conexión entre sonido e imagen. Sinesteta autoproclamado, Ligeti ha sido muy receptivo a los estímulos visuales explícitos e implícitos, que han influenciado su proceso creativo a todos los niveles. El arte gráfico le ha inducido un sentido particular para el elemento decorativo, mientras las imágenes generadas por el ordenador (como los conjuntos Julia y Mandelbrot) le han puesto a disposición aún más fuentes de inspiración.

      Una de las maneras de Ligeti de evitar las reglas preestablecidas y los esquemas deterministas en sus composiciones ha derivado del uso del folclore. La música popular de Hungría, Rumanía, y también de África, del Caribe y Oceanía, han aportado los medios adecuados para un desarrollo gradual y una modalidad cada vez mas sutil de filtrar, asimilar y luego ¿camuflar¿ entonaciones exóticas en su música. Desde las citas directas y explícitas a principios de los 50, Ligeti llega a absorber en su última etapa creativa, influencias mestizas entre la música del este, del oeste y extraeuropea, desencadenando una original interacción de culturas musicales.

      Desde este punto de vista, con Bartók de modelo, el pensamiento musical de Ligeti ha evolucionado hacia un lenguaje auto-renovado y destilado de manera continua, causado por dos factores distintos: el primero, que transformó el concepto musical de Ligeti, fue su contacto con la música electrónica de Colonia a finales de los 50; y el segundo fue la revelación de la música no europea, sobre todo africana (subsahariana).

      El primer cambio radical, la afinidad natural de Ligeti con la vanguardia occidental, representó el impulso para convertirse en uno de los compositores más aclamados e innovadores de su tiempo.

      El segundo cambio, calificado por algunos musicólogos como un retroceso hacia la tradición, se produjo a finales de los años 70.

      La unidad orgánica de su obra no-canónica deriva de la materia prima básica empleada: el folclore, el contrapunto, los ostinati y las referencias intertextuales subterráneas que evocan diversas obras de varios compositores.

      La paradoja de su música se basa, por otro lado, en el contraste que nace entre el material orgánico de su obra (aunque presente tres hipóstasis distintas) y la falta de cualquier sistema, un hecho admitido por el mismo Ligeti.

      Se podría decir que la capacidad regeneradora de una manera tan orgánica convierte la obra completa del compositor en un fractal gigante, un organismo auto-similar, como en el caso de los conjuntos de Mandelbrot o del polvo de Cantor que Ligeti tanto admiraba. El mismo dibujo musical se perfila a cada escala estilística, llevada cada vez más lejos, mostrando su cada vez más complejo contorno. Esta propiedad de ¿zoom¿ tendría que considerarse la única ley que Ligeti abrazó: una metamorfosis continua, al estilo de Escher, donde el producto de cada fase cobra un nuevo aspecto, dejando la impresión de una renovación radical, a pesar de su punto de origen común. Eso es lo que otorga a su música una calidad concéntrica y una paradójica autosimilitud, pero sin que por ello pueda decirse que se replica.


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