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El drama minúsculo: Poética de flores y pájaros en el imaginario artístico japonés

  • Autores: Francisco Javier Ruiz Carrasco
  • Directores de la Tesis: Pilar García Fernández (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 2014
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 223
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Félix Ruiz de Lapuerta (presid.), Benito Sánchez-Montañés Macías (secret.), María del Pilar Cabañas Moreno (voc.), Pedro de San Ginés (voc.), Antonio Bautista-Durán (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Resumen
    • Sakai Hôitsu, uno de los grandes artistas de los que hemos hablado en este trabajo, veía pivotar su vida entre dos fenómenos; la flor y el pájaro. El propio apellido familiar no podría augurar nada distinto; Sakai significaba pozo de sake, donde la letra sake se construye sobre la idea del agua de las aves... Por otra parte, ya hablamos de su controvertida relación con su primera flor, una prostituta que además tenía nombre de ave; un pajarillo llamado Shoran, que nunca se supo demasiado bien si se ubicaba dentro del terreno de la imaginación o del mundo real.

      Parece que en Japón cualquier asunto giraba en torno a la flor y el pájaro. Estos dos elementos constituían una cosmología que lo condicionaba todo; la manera de habitar la naturaleza, de construir el hogar... se trataba de una impronta tan profunda que marcó inevitablemente la tradición artística de aquel país.

      Ante este panorama no habría nadie que hubiera podido desligarse de esta marcada tendencia. Sakai Hôitsu no era una excepción, pero tampoco Kôrin, Sôtatsu, Seitei... todos los personajes más relevantes de la cultura japonesa estaban supeditados a esta particular manera de entendimiento.

      Después de varios años recorriendo aquel archipiélago es como uno se da cuenta de que Japón podría interpretarse bajo este filtro lingüístico, el de una sinécdoque que extiende su significado hasta describir todo un país: flores y pájaros. Este es nuestro intento de atrapar toda la tradición japonesa en una palabra, en un solo concepto.

      Se trata de una conclusión muy personal, una idea que se nos ha ido presentando poco a poco desde diferentes insinuaciones. Y así es como se ha ido conformando uno a uno los diferentes capítulos; en el intento de cercar cada proposición que nos sugería el encuentro entre la flor y el pájaro. Al final cada capítulo desgrana y analiza un concepto intuído por nuestra experiencia a la vez que evocado de alguna manera por la vegetación y los animales.

      Y no solo se trata de un intento de interpretación, sino que además proyectamos esta definición de Japón como oposición a la tradición china. Quién sabe porqué, pero lo cierto es que China sí que ha sido interpretada con más claridad y precisión. Hay cierto consenso en definir China a través de su tradición paisajística; la de sus montañas y ríos. Normalmente son las Cinco Montañas Sagradas las que dan forma a la significación de todo el país, pero es en general la silueta de las interminables cordilleras las que permanecen en la cabeza de todo aquel que sueña con China. La profesora Joan Qionglin Tan, por ejemplo, describe así lo que para ella es la imagen de su tierra:

      El ideograma pictórico de 'montaña' anima a imaginar que la idea se enmarca sobre el horizonte, con una sucesión de colinas y valles que suben y bajan. Mirando un mapa de China, uno puede facilmente darse cuenta de que China es grande y montañosa, un país basado en la agricultura, sin ningún océano cerca pero con numerosos ríos. El paisaje se caracteriza por comprender cordilleras de enormes montañas que van de este a oeste y de norte a sur. Uno nunca está lejos de las montañas en China. Dentro de esta espectacular topografía, están las 'Cinco Grandes Montañas', también conocidas como las 'Cinco Montañas Sagradas del Taoísmo', que se localizan en la parte central del país, y toman el nombre de cada uno de los puntos cardinales. La mitología de la creación de China cuenta que estas montañas sagradas surgieron a partir del cuerpo del creador Pan Gu, que separó así la Tierra de los Cielos.

      Tenemos por tanto esta imensidad de montaña y agua frente a la miniatura de flores y pájaros; dos parejas de palabras que, por sus cualidades casi opuestas en cuanto a su dimensión formal, presentamos aquí como una visión bipolar de un entendimiento completo de la naturaleza.


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