La prolongación de la infancia en las crías de nuestra especie bien pronto reclamo toda la atención de las hembras, lo que dejó solos a los machos en las partidas de caza. Esta división de funciones sociales a lo largo de millones de años revolucionó sus respectivas biologías, diferenciándolas hasta el punto de que el sapiens, para poder sobrevivir, tuvo que someter también la crianza del infante macho a dominio colectivo varonil, tuvo que crear los sistemas de parentesco, de los que la familia no es sino un caso particular. Pero ahora el capitalismo va a romper con todo esto, a la larga romperá con todos los modos anteriores de relaciones heterosexual y de crianza, y el animal humano tendrá que afrontar una crisis política y linguística que no tiene parangón en su historia natural.
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