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El descubrimiento metafísico del hombre en Michel Henry

  • Autores: Daniel Ferreira Dos Santos
  • Directores de la Tesis: Miguel García-Baró López (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad Pontificia Comillas ( España ) en 2016
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Patricio Peñalver Gómez (presid.), Graciela Fainstein Lamuedra (secret.), Francisco José López Sáez (voc.), Miguel García-Baró López (voc.), Iván Ortega Rodríguez (voc.)
  • Programa de doctorado: Doctor in Philosophia por la Facultad de Filosofía Eclesiástica de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid)
  • Materias:
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      El desafío de la reflexión filosófica sobre la comunicación y relación entre los sujetos podría parecer una preocupación tardía en la obra de Michel Henry. La razón es que en sus obras principales, desde su tesis de maestría, La felicidad de Spinoza elaborada en 1942-1943, hasta los inicios de los años 90, con Fenomenología material, este tema no fue abordado explícitamente y con detenimiento. Es precisamente con esta última obra que Henry reflexiona sobre la quinta meditación husserliana e introduce el término pathos-con. Sin embargo, la interpretación de este aparente demorado interés es contradicha por el análisis a fondo de sus escritos más relevantes desde el primero hasta la publicación de la Esencia de la manifestación (EM). Nuestro estudio apunta precisamente a profundizar la Vida en Henry como autodonación siempre en acto en el sujeto encarnado que, en la medida en que es experimentada conscientemente por este, le sitúa en el descubrimiento de los demás sujetos como don y donación en esta misma Vida. Mostramos que esta visión ya está presente desde el inicio de sus escritos. La publicación póstuma de varios apuntes y notas del filósofo de Montpellier por parte del Fonds Michel Henry, ha confirmado esta línea de nuestro abordaje.

      La experiencia metafísica como herramienta de la tradición de la filosofía reflexiva, sobre todo a partir de la obra de Jean Whal con ese mismo título, es fundamental para entender la obra de Henry. Los conceptos filosófico-metafísicos de cada sistema de pensamiento se encuentran en la mayoría de los casos asociados a una experiencia en la que el pensador se basa y a partir de la cual desarrolla su visión del mundo y del hombre. Es posible argumentar la existencia de un determinada experiencia metafísica a la raíz de un edificio filosófico aunque sus mismos autores no la expliciten. En Henry la tarea es sencilla desde los albores de su obra pues La felicidad de Spinoza nos introduce en la importancia de la búsqueda de la felicidad en la confección de los conceptos spinozianos, siendo algunos arduos de entender sin una explicación de este tipo. Destaca la mención que el joven Henry hace de la categoría del deseo como guía de la investigación spinoziana y como preludio de la carne como lugar primordial de la manifestación de la esencia. No sería posible argumentar a favor de la intersubjetividad en nuestro autor sin señalar la clara distinción entre las dos regiones ontológicas de la exterioridad y del sujeto absoluto. Dicha distinción se hará aun más explicita en La esencia de la manifestación, pero está ya presente en Filosofía y fenomenología del cuerpo, inaugurando una nueva disciplina filosófica que considera la existencia de una dualidad ontológica en la que la esfera del sujeto absoluto es la primordial y originaria pues es el «donde» la Vida se manifiesta y proporciona toda manifestación. La distancia fenomenológica originaria se encuentra en esta esfera, una distancia de características radicalmente distintas a la espacial y que funda la alteridad misma a partir del Soi absoluto: la autodonación de la Vida es inmanente, en la carne, pero es a la vez otra distinta de uno mismo. La autodonación de la Vida es experiencia metafísica de roce con el absoluto que introduce precisamente en su seno la relación con los demás moi, relación que se muestra así anterior a toda exterioridad y éx-tasis.

      Llegamos así a identificar, partiendo de Henry, una tercera región ontológica que es la de la relación entre los sujetos que viven en la carne (hombre y mujeres), una región con sus canales de comunicación propios que escapan a la lógica de la exterioridad sin nunca dejar de tenerla en cuenta o pasar por ella. Edith Stein es una inspiración para continuar este descubrimiento del hombre, entendiendo la Einfühlung como prueba de las especiales características de esta tercera región ontológica en la que la confianza (o la falta de ella) impregna palabras y gestos que, sin abandonar su carácter material y exterior, son vetas también de esta otra región del pathos-con.

    • English

      In Michel Henry’s work it could seem that the communication and relationship between subjects is only a late concern of his philosophical reflection. This is understandable since in his main works, from Le Bonheur de Spinoza of 1942-43 to Material phenomenology (from the beginning of the nineties), this problem was not dealt with explicitly or in depth. It is precisely with this latter book that Henry finally offers a study of Husserl’s fifth meditation and introduces de term phatos-with. Nevertheless, the interpretation of Henry’s apparent late interest in intersubjectivity is contradicted by a thorough analysis of his most relevant writings from the very first to The Essence of Manifestation. Our investigation considers Life in Henry as a self-givenness always in act in the incarnate subject: in the measure that the subject experiences it consciously then the relationship with the others subjects is also experienced as a gift and as givenness in this same Life. We prove the presence of this view right from his earlier writings. The posthumous publications of several notes and drafts from the Montepellier philosopher by the Fonds Michel Henry, confirms the approach of our research.

      The metaphysical experience is a tool belonging to the tradition of reflexive philosophy, specially since Jean Wahl published his book with that very same title. We find this tool to be fundamental in understanding Michel Henry’s thought. The philosophical and metaphysical concepts of each system are, in their great majority, associated with a particular metaphysical experience in which their author bases his or her reasoning, and develops then his or her vision of the subject or of the world. It is possible to argue the existence of a specific metaphysical experience at the root of a philosophical scheme even when its main thinkers did not make it explicit. In Henry though this is a simple task: from his very first writing, Le Bonheur de Spinoza, we are drawn to the relation between Baruch Spinoza’s search for happiness and the concepts he uses in his line of thought. Moreover, the young Henry brilliantly points to desire as a guide for thought in Spinoza’s reasoning, making of it a prelude to his concept of flesh as the primordial place for the manifestation of essence.

      The argument in favour of intersubjectivity in our author would not be sustainable without mentioning the clear cut distinction between the two ontological regions of exteriority and the absolute subject. This distinction is emphasised in The Essence of Manifestation but is in fact already present in Philosophy and phenomenology of the Body. It gives rise to a new philosophical discipline that considers the existence of an ontological duality in which the realm of the absolute subject is the primordial and original one in which Life is manifested and enables all manifestations. The originating phenomenological distance is found in this sphere of the absolute subject: it differs radically from spatial distance and it founds otherness itself from the absolute Soi. The self-givenness of Life is immanent, in the flesh, but it is at same time other from oneself. The self-givenness of Life is also a metaphysical experience of touching the absolute, leading us to the relationship with the other and others moi, a relation that shows itself to precede all exteriority and ek-tasis.

      Inspired by Henry we have identified a third ontological region that consists precisely of the relationship between the subjects that live in their flesh (men and women). This region has its own channels of communication which escape the logic of the exteriority, even though they use it. Edith Stein’s Einfühlung assists us in the discovery of the human subject, since it becomes a proof that the third ontological region has special characteristics. Trust (or lack of it) is one of them, being imbedded in words and gestures that still belong on one hand to exteriority, but on the other hand are also pathways in the pathos-with.


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