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Resumen de Análisis de la agricultura desde la perspectiva de la Economía Industrial: El caso de Uruguay

Pedro Arbeletche Favat

  • La investigación analiza los cambios ocurridos en el Uruguay desde comienzos del siglo XXI producto de las grandes modificaciones que se dan en la organización de las empresas productoras del sector agropecuario, como consecuencia del ingreso de nuevos actores al sistema productivo agrario, con formas de producción y gestión que generaron una importante transformación del mismo. Al comienzo del siglo XXI la agricultura de granos en El Cono Sur de América Latina experimenta un proceso expansivo sin antecedentes en la historia, tanto en magnitud como en intensidad. Este proceso es consecuencia de la conjunción de tres factores que potenciaron la competitividad y la expansión del cultivo de granos, y principalmente de la soja: 1) un gran cambio tecnológico 2) el incremento de la demanda mundial de commodities y 3) un notable aumento de escala de las empresas agrícolas que ganan en eficiencia y productividad, con importantes modificaciones en su forma de gestionarse. Uruguay no escapa a esta dinámica de expansión de los cultivos de granos la cual genera un uso intensivo de las tierras, concentración de la producción y la tierra, desaparición de agricultores y una fuerte presión sobre los recursos naturales. Los referidos cambios se asocian a la aparición de una nueva forma de gestión empresarial en el sector agropecuario, con lógicas de comportamiento bien diferentes al tradicional productor agrícola, apegado a la tierra y a la obtención de una renta. Entender las causas y consecuencias de estos cambios es uno de los principales objetivos de esta investigación, analizando como los cambios introducidos en la gestión empresarial de la actividad agrícola han articulado un nuevo modelo cuya principal característica es su organización en red. Para lograr el mismo se combina el análisis de la información documental existente, con entrevistas a expertos y metodologías participativas capaces de facilitar la construcción de un modelo de simulación que permiten analizar distintos escenarios macroeconómicos, ambientales y políticos. El nuevo modelo de gestión, difiere de la visión tradicional de la agricultura empresarial, adaptada a la agricultura de exportación y que se basa en la gran explotación capitalista basada en la utilización de mano de obra asalariada, caracterizándose por concentración fundiaria, con una importante proporción de capital fijo, principalmente en tierra y maquinaria. Actualmente, de acuerdo a estudios recientes sobre la gestión empresarial de las explotaciones agrícolas, se podrían distinguir dos modelos que conviven en el mismo espacio agrario. Por un lado el modelo de gestión de la agricultura empresarial capitalista tradicional, que genera ganancias y renta a partir del proceso productivo y la acumulación patrimonial. Por otro lado, el modelo de agricultura de la firma, basada en la financiación a través de fondos de inversión, que tiene como centro de su estrategia de negocio la acumulación de ganancias generadas por la producción y la gestión financiera que se apoya en la baja asunción de riesgos mediante la toma de posiciones en los mercados de futuros y la alta flexibilidad que le permite el trabajar principalmente con capital circulante y bajo nivel de activos fijos. No se trata de inversores o gestores necesariamente de origen rural, o que se dediquen exclusivamente a actividades agrarias ya que normalmente suelen tener inversiones en otros sectores de la economía. El patrón tecnológico y productivo es otro de los elementos que permite un crecimiento sostenido de la productividad a partir de la subcontratación de servicios y la incorporación de nuevas tecnologías. Este patrón motiva que el límite entre lo agrario, lo industrial y los servicios sea impreciso, pero además desde el punto de vista de los resultados irrelevante. Este modelo tiene, en la organización y en la introducción permanente de innovaciones, sus pilares centrales. Respecto a la organización, hay una tendencia creciente a encuadrar las estrategias individuales y sus intercambios dentro de una lógica de redes. Esta forma de coordinación de los diversos actores que participan en la actividad agraria permite mejorar el logro de los objetivos individuales a través de un mecanismo de relaciones que va más allá de operaciones comerciales puntuales referidas exclusivamente a los precios y/o a la compra-venta de sus productos e insumos. Como consecuencia, la presión competitiva va en aumento y conduce, en paralelo, a la modernización de las explotaciones y al crecimiento del tamaño medio, y a la "profesionalización" de los productores. En este modelo de empresa, la búsqueda de rentabilidad máxima del capital invertido, está unida a un incremento de la rotación del mismo, entrando en contradicción con la importancia que tenían las inmovilizaciones territoriales y del capital fijo tradicionalmente ligadas a la gran explotación agrícola. La tierra en esta visión es un insumo más, sin la necesidad de estar unido a un territorio o a un espacio particular, sino que es movilizado de manera genérica arbitrando entre diferentes localizaciones. A partir del trabajo se concluye que a fines del siglo XX, se produce una ruptura en la dinámica del desarrollo de la agricultura de secano en Uruguay, que de manera paulatina se traslada al resto de las producciones del sector. Esta ruptura está motivada por cambios tecnológicos relativos a la introducción de nuevos cultivos, pero también por cambios en el modo de gestión del riesgo a consecuencia de la inversión financiera en la actividad agrícola. Cambios que condicionan e impactan en la estructura del sistema productivo agrícola, en su competitividad, en su sostenibilidad ambiental y en su capacidad para impulsar el bienestar social. Su comprensión resulta imprescindible dado el peso que representa el sector agrícola en el conjunto de la economía de Uruguay, así como para evaluar qué políticas públicas pueden incidir para que los cambios permitan un desarrollo sostenido en términos ambientales y sociales. La expansión agrícola tiene indicadores muy positivos desde el punto de vista global, pero ha provocado una disminución muy importante de los agricultores tradicionales, principalmente familiares, siendo sustituidos por un nuevo tipo de productor que gestiona la actividad agrícola con una lógica y formas de acción muy diferentes. Hay una clara concentración de la producción agrícola, que ha ido aumentado en los últimos años. Este proceso no implica necesariamente concentración de la propiedad de la tierra ya que la expansión de la producción, en general, se ha realizado sobre tierras arrendadas. La presencia de nuevos actores, con lógicas de funcionamiento diferentes a las del agricultor tradicional y con escalas productivas mayores, ha derivado en presiones al alza de los precios de la tierra y de los valores de renta, presionando sobre la competitividad de los pequeños y medianos agricultores, hasta el punto de “obligarles” a salir de la producción. En este marco, parte de los productores medianos y grandes hallan muy atractivo arrendar sus campos a los nuevos agricultores, sobre todo percibiendo por adelantado altos niveles de renta, que les permiten pasar a tener una actividad de “rentista” sin mayores riesgos económicos o financieros. Desde la perspectiva de gestión empresarial, la principal conclusión es que se trata de un modelo innovador en cuanto a la organización de la actividad agrícola. Su principal singularidad y factor de éxito es la articulación de relaciones en red de largo plazo con proveedores, contratistas y compradores. Un segundo factor de éxito, es la utilización de manera intensiva y activa de las tecnologías de la información y la comunicación. Desarrollar una cultura de empresa que genera un compromiso con la misión de la misma de sus empleados y de los otros miembros de la cadena, es el tercer factor de éxito. Por último, el cuarto factor de éxito es una composición de su capital con pocos activos fijos, lo que permite adaptarse fácilmente a cambios en la demanda, en los precios o en las condiciones de financiación, en definitiva disponer de flexibilidad. El impacto cultural de esta forma de gestión empresarial en red es el aspecto más significativo al haber introducido y consolidado en el sector agrícola de Uruguay un modelo nuevo de empresa agropecuaria. Por primera vez se da una separación entre las actividades de producción y la propiedad de los medios de producción (i.e. tierra y maquinaria). Tradicionalmente los productores locales tenían un alto nivel de activos fijos a causa de la tierra y/o las maquinarias que poseen en propiedad. En la actualidad, la producción de granos no está necesariamente vinculada a la titularidad de la tierra, son dos negocios distintos y hacen que la relación emocional con la tierra desaparezca o se debilite de manera significativa. Es un cambio de paradigma de valores, siendo uno de los cambios principales que se han dado en las últimas décadas en el ámbito agrario rural. Las empresas en red, los denominados productores “agrogestores”, han pasado a dominar la producción agrícola en Uruguay, operando en diferentes países, teniendo un epicentro común que es Argentina, funcionando como empresa madre o central y en donde las filiales mantienen una relación muy estrecha con ésta, en el área comercial y en la toma de decisiones sobre el plan de siembra. Este es un cambio notorio en la forma de gestionar la actividad agrícola, dado que las decisiones están estandarizadas, todas en torno a un mismo esquema de negocio para todos los países donde la empresa está produciendo. En cambio, cuando predomina la agricultura familiar las decisiones son del productor individual, lo que lleva a tener diversidad de estrategias al tener la posibilidad de ser distintas unas de otras. La gestión en red centralizada desde una empresa matriz y operando en diferentes países, ofrece una posibilidad mayor de negociar con inversores, proveedores, contratistas o exportadores por los grandes volúmenes que manejan. En cambio para un productor familiar, si bien antes no tenía tanta diversidad de opciones, pierde poder de negociación ya que no tiene forma de competir, ya sea por su extensión o por el volumen de producción que maneja. Las empresas en red tienen una forma de operar cuyo objetivo central es optimizar la escala del negocio agrícola en base al uso intensivo de la tierra, maquinaria y trabajo. En su negocio operan con poco o nulo activo fijo (tierras, maquinarias, silos) y el mayor componente pasa a ser el capital circulante. Para esto captan capitales tanto nacionales como extranjeros, ya sea del propio sector o de fuera del mismo. Tienen un propósito de mediano plazo con planes de siembra cuyo horizonte temporal máximo es de tres años. Para poder reflejar la organización y dinámica de la actividad agrícola descrita, se ha formulado un modelo de simulación para evaluar las posibles consecuencias futuras del proceso. El modelo permite ver cuál será la evolución esperada en distintas situaciones o escenarios, así como, de qué manera las políticas públicas pueden alterarlo con el objeto de mantener la sostenibilidad de los recursos y lograr una mejor distribución del ingreso generado por este crecimiento. Si bien los resultados del modelo son limitados o provisionales al tomar como referencia las tierras de mayor calidad, al ser un modelo abierto es posible introducir resultados diferentes según el tipo o categoría de los productores o considerar tierras de menor calidad y potencialidad productiva. En síntesis la investigación ha verificado que existen nuevas formas de uso del suelo en Uruguay, en especial agricultura continua que no estaba presente a finales del siglo pasado. Con buenos precios de soja, se puede suponer que el gestor de fondos de inversión arrienda todas las superficies útiles y hace agricultura. Si el gestor de fondos de inversión está dispuesto a pagar un valor fijo en toneladas de producto, puede darse que hacer soja sea mejor negocio que alquilar para el productor tradicional, y en este caso no alquilaría la tierra, sino que realizaría la producción el mismo pero igualmente seria producción agrícola. En el primer caso no hay concentración de la tierra; si hay concentración de la producción. El productor tradicional no vende la tierra, la alquila y no produce, transformándose en un rentista y permaneciendo como propietario de su parcela. No hay cambios en la propiedad de la tierra, pero sí de la tenencia. En el caso que los gestores de fondos salieran de la producción los productores de mayor tamaño compran tierra para hacer agricultura y existe concentración de la producción y de la tierra. Los productores más chicos tienden a desaparecer. Si el gestor de fondos de inversión no existiera, habría como uso agricultura continua y además existiría concentración de la tierra y desaparición primero de productores familiares, y medianos posteriormente. La ganadería en cualquier caso es relegada a zonas no agrícolas o de calidad menor. El modelo muestra, de forma indirecta que solo, las políticas regulatorias y de control que actualmente se está aplicando puede llevar a que el uso de la tierra sea realizado de manera sustentable con las correspondientes interacciones y complementaciones entre la ganadería y agricultura. Los resultados muestran como en caso de no existir estas políticas públicas, son los precios de los distintos productos, que se rigen por los mercados internacionales, los que determinarían, en gran medida, la decisión del productor. En definitiva, el modelo evidencia que es necesario revaluar lo que está pasando con el uso de la tierras ya que, estos cambios abren el interrogante sobre la permanencia de los productores tradicionales, y anticipan a su vez cambios económicos, ecológicos y sociales estructurales.


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