Esta Tesis doctoral retoma una vieja aspiración utópica iniciada por Rousseau, que ha alimentado los debates educativos durante los últimos 250 años y sobre la que no se ha llegado a ningún acuerdo definitivo. En los años setenta, muchos soñamos con la posibilidad de establecer una educación básica cuando llegara la democracia, que describíamos a grandes rasgos de la siguiente manera: “La educación básica debe ser una educación holística (integral: que abarque todas las dimensiones de la persona y todos sus potenciales de conocimiento y de acción) y universal (que sea deseable para todo ser humano y viable), que constituya un proceso educativo único, continuo, progresivo y cíclico, acorde con la evolución biopsicológica de cada educando, desde el nacimiento hasta los 16 años, ampliables a 18, integrando en él la Educación Infantil como etapa inicial y fundamentante, la Educación Primaria como etapa intermedia y la Educación Secundaria Obligatoria como etapa final”.
A pesar de las reformas de la educación básica iniciadas con la LGE de 1970 y continuadas por una serie de leyes, entre las que destacan la LOGSE de 1980, la LOCE de 2002 y la LOE de 2006, las dos concepciones de la educación básica actualmente vigentes y hegemónicas no satisfacen plenamente el derecho a una educación básica de calidad y al éxito educativo personal. Las dos concepciones hegemónicas de la educación básica actualmente vigentes en nuestras leyes educativas, en la Facultades de Educación y en la praxis cotidiana de las escuelas son las siguientes: a) la primera concepción considera que las tres etapas son autónomas e independientes: cada una tiene su sentido propio y su carácter terminal, exigido por el momento evolutivo biopsicológico de los educandos; b) la segunda concepción se va al extremo contrario: las tres etapas están jerárquicamente subordinadas y su carácter es esencialmente propedéutico, siendo cada una propedéutica para la siguiente y las tres propedéuticas para la formación profesional o los estudios superiores.
La educación básica y cada una de las tres etapas sufren una profunda crisis identitaria, que se manifiesta en la coexistencia dentro del sistema educativo de varios pares de paradigmas educativos antagónicos: paradigmas éticos, paradigmas teleológicos, paradigmas pedagógicos, paradigmas curriculares, paradigmas evaluativos, paradigmas convivenciales, paradigmas de control y autonomía de los centros. Estos paradigmas generan contradicciones y dilemas antagónicos. La crisis identitaria de la educación básica y de cada una de sus etapas genera la crisis de identidad profesional de los educadores de las tres etapas. Estos dos tipos de crisis de identidad se retroalimentan mutuamente.
El enunciado de la tesis menciona explícitamente las dos utopías, objeto de investigación, expresando la relación funcional esencial entre ambas: La formación inicial de un cuerpo único de educadoras y educadores para la educación básica unitaria, holística, universal y emancipadora.
La expresión la formación inicial… para la educación básica… sugiere la intencionalidad, la finalidad, el sentido y el enfoque de la investigación. La expresión cuerpo único de educadoras y educadores sugiere que todas las educadoras y educadores, que han de intervenir en el proceso de la educación básica como ciclo educativo único desde el nacimiento hasta los dieciocho años, deben constituir un colectivo colegial, en el que todos sus miembros comparten el mismo paradigma global de la educación básica, se sienten comprometidos con él y son competentes para implementarlo.
El enunciado parte de dos supuestos fundamentales que parecen evidentes a primera vista. Primer supuesto: es absolutamente inútil e ineficaz proponer y legislar reformas educativas, si no van acompañadas de un proyecto coherente y realizable de formación inicial y permanente de los educadores y educadoras. Para realizar Cambios educativos sustantivos, reformas educativas profundas y duraderas y renovaciones pedagógicas constantes de la educación básica, son imprescindibles los educadores y educadoras competentes y comprometidos con la mejora continua de la educación básica, que necesitan y desean los ciudadanos y la sociedad. Segundo supuesto: para diseñar y realizar la formación inicial y permanente de los educadores y educadoras, es imprescindible contar con un amplio consenso social sobre el paradigma global de la educación básica que necesita y desea la sociedad, o, al menos, sobre los fines generales de la misma, tanto individuales como sociales. Actualmente, existe una gran confusión sobre estas dos cuestiones entre los ciudadanos, los educadores familiares y escolares y los responsables de las políticas educativas. El consenso social y político debe ser fruto de un debate público sobre los fines individuales y sociales de la educación básica en la coyuntura actual. Teniendo claros los fines individuales y sociales, los acuerdos y consensos sobre los demás aspectos resultarán más fáciles. El paradigma global de la educación básica aceptado por todos y la formación inicial y permanente de las educadoras y los educadores son inseparables.
Cuando no existe un consenso social y político amplio sobre los fines generales, individuales y sociales, de la educación básica, los debates educativos se pierden en el laberinto de los intereses particulares y partidistas, de los prejuicios estereotipados, de los dogmatismos ideológicos y de los fundamentalismos religiosos y políticos. El enunciado de la tesis sugiere varias pistas para iniciar un debate público de gran calado sobre los fines de la educación básica.
La expresión educación básica unitaria alude a la conveniencia de concebir la educación básica como un ciclo educativo único y unitario, desde el nacimiento hasta los dieciocho años, aunque se distingan fases, etapas o períodos en el proceso. Se puede concebir como un desarrollo en espiral o en círculos concéntricos cada vez más amplios, que giran en torno al mismo núcleo básico constituido por los fines generales individuales y sociales.
La expresión educación básica holística sugiere que la educación básica se debe concebir como una educación integral de los educandos como individuos psicofísicos singulares e irrepetibles y como individuos sociales, interdependientes, comunitarios y políticos, o dicho de otra manera, es razonable que la educación básica tenga como finalidad la autoeducación de los educandos: como sujetos emocionales, que cultivan las relaciones afectivas recíprocas, las actitudes y sentimientos positivos, la sensibilidad estética y artística; como sujetos conocedores de sí mismos, del medio físico, del medio social, y del medio cultural; como sujetos políticos o ciudadanos del mundo demócratas y democratizadores; como profesionales competentes; y como ecologistas responsables comprometidos con la defensa del ecosistema planetario y de la biodiversidad. La expresión sugiere retomar el debate tradicional sobre los dos paradigmas globales de la educación básica – instruccionismo intelectualista y holismo educativo – que coexisten en los sistemas educativos y refundirlos en un solo paradigma tomando como base el holismo educativo.
La expresión educación básica universal sugiere que los fines individuales y sociales sean objetivamente valiosos para todos los educandos y, consecuentemente, que sean deseables y asequibles. La expresión educación básica emancipadora sugiere que la educación básica capacite a los educandos para autoliberarse de las esclavitudes, marginaciones, opresiones, represiones e injusticias que padecen y para ayudar a los demás a autoliberarse.
Lo primero en la intención de la tesis doctoral era presentar una propuesta sobre la formación inicial de un cuerpo único de educadores y educadoras. Pero teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, el objetivo primero en la intención se ha convertido en el objetivo último en la ejecución. Dado que la finalidad de la formación inicial de educadores es garantizar una educación básica de calidad a los educandos, era necesario partir de un paradigma global de esa educación básica de calidad. A su vez, la elaboración de ese paradigma global de la educación básica debía partir de un diagnóstico certero de la crisis permanente de la misma en los sistemas educativos de nuestro entorno y en nuestro sistema educativo, analizando los factores externos y los factores estructurales que la producen.
Desde el punto de vista de esta investigación, las manifestaciones más importantes de la crisis identitaria de la educación básica son las siguientes: a) la eliminación del legado más valioso de la Educación Nueva: el holismo educativo y las dos utopías que lo configuran; b) la apropiación de los métodos más valiosos de la Educación Nueva para fines antagónicos del holismo educativo. Llegamos así a lo que debe ser el punto de partida obligatorio para esta investigación: la génesis histórica de las dos utopías.
Por último, para abordar la problemática mencionada de modo ordenado y sistemático, es necesario partir de un marco teórico que establezca los referentes fundamentales para mantener el rumbo en la investigación y de unas metodologías adecuadas. Para encajar todas las piezas, resulta razonable la siguiente estructura:
I.-Marco teórico y metodologías de investigación.
II. Génesis histórica de las dos utopías.
III-La crisis permanente de la educación básica.
IV. La utopía de la educación básica como ciclo educativo único desde el nacimiento hasta los dieciocho años.
V. La utopía de la formación inicial de un cuerpo único de educadores y educadoras para educación básica.
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