A lo largo de la primera mitad del siglo xviii la conflictividad en torno al contrato foral fue en aumento, hasta culminar a mediados de esa centuria en un enfrentamiento abierto entre los dueños del "directo" y los diversos foreros, amenazados estos por el despojo. De la polémica de los despojos se ocupó la historiografía pasada y presente, interpretándola como un choque entre las instituciones eclesiásticas y la hidalguía intermediaria, beneficiada a la postre por la real provisión de 11 de mayo de 1763, que ordenaba paralizar las demandas que pendían ante la real audiencia del reino. El estudio, hasta ahora no acometido, de una gran masa documental, en especial de carácter judicial, le permite demostrar al autor que los campesinos participaron intensamente en el conflicto, moviendo pleitos "ruidosos" hábilmente conducidos por poder-habientes capaces de convertir un litigio ante la audiencia en un asunto con resonancia social y política. Las tenaces y bien llevadas negociaciones de la junta del reino en Madrid culminaron con la suspensión de los despojos, con ello salía beneficiada la hidalguía, pero también los miles de campesinos que temían verse convertidos en arrendatarios de los monjes benitos.
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