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Resumen de Evaluación del bienestar equino en el centro militar de cría caballar de Écija (Sevilla)

María Lourdes Sanmartín Sánchez

  • El resumen de la tesis para la base de datos Teseo debe ser una presentación de la tesis y tener la extensión suficiente para que quede explicado el argumento de la tesis doctoral. El formato debe facilitar la lectura y comprensión del texto a los usuarios que accedan a Teseo, debiendo diferenciarse las siguientes partes de la tesis:

    1. introducción o motivación de la tesis El concepto de bienestar animal ha sido tema de discusión durante los últimos 30 años debido fundamentalmente a que está anclado en cuestiones de ética social. El bienestar animal surge del convencimiento de que los animales son seres con sentimientos, que experimentan dolor y otras formas de sufrimiento o estrés y que causar sufrimiento a un animal no es moralmente aceptable, además la calidad y rendimiento de sus producciones se verán reducidos. Así pues el bienestar animal no se opone categóricamente al uso del animal por parte del hombre, pero sí implica un compromiso para asegurar una buena calidad de vida durante todo el ciclo vital del animal, desde el nacimiento hasta la muerte o el sacrificio y que éste último sea también humanitario (Sørensen, Sandøe y Halberg 2001a).

    De acuerdo con Lund (2006) el bienestar animal tiene tres dimensiones: el funcionamiento adecuado del animal, su estado emocional y la posibilidad de expresar conductas normales propias de la especie (McGlone 1993; Fraser et al. 1997). Actualmente las políticas de la Unión Europea se formulan de acuerdo a las cinco libertades (Fraser et al. 1997), utilizadas para definir estados ideales de bienestar animal: libres de hambre y sed; libres de incomodidad; libres de dolor, lesiones y enfermedad; libres para poder expresar comportamientos normales; y libres de miedo y estrés.

    La Organización Mundial de la Salud («Código Sanitario para los Animales Terrestres - 2010») considera que un animal se encuentra en un estado satisfactorio de bienestar cuando está sano, confortable y bien alimentado, puede expresar su comportamiento innato y no sufre dolor, miedo o estrés. El bienestar de los animales es un término que describe una cualidad potencialmente medible de un animal vivo en un momento determinado y por lo tanto, es un concepto científico (Pond, Bazer y Rollin 2011).

    La evaluación del bienestar de los animales requiere un enfoque multidimensional (Mason y Mendl 1993), incluyendo tanto el estado físico como mental (EFSA 2012). A menudo se basa en las experiencias negativas y/o positivas de los animales y puede ser analizado a través del comportamiento de los animales, la salud animal, el alojamiento o la gestión del manejo y la forma en la que los animales interactúan y responden (Gebhart y Bott 2013; Sandøe y Simonsen 1992; Simonsen 1996; Sørensen, Sandøe y Halberg 2001).

    La evaluación del bienestar puede clasificarse en medidas directas basadas en los animales o indirectas basadas en la evaluación de los recursos, es decir, las instalaciones y el manejo que tengan esos animales (Wood, Holder, y Main 1998; Bartussek 1999). Estos últimos indican un riesgo en lugar de una medida real del estado del bienestar del animal (Rousing, Bonde, y Sørensen 2001).

    En el “European Welfare Quality Project” se desarrolló un sistema de evaluación para diferentes especies basado en observaciones directas, centrándose principalmente en el estado del animal y en la naturaleza y calidad de sus condiciones de vida (Blokhuis et al. 2003). Este proyecto se centra en la evaluación de parámetros como la condición corporal, heridas y problemas respiratorios, además de parámetros ambientales tales como el alojamiento, la calidad de la cama y el manejo de la alimentación.

    Uno de los principales objetivos de la investigación científica relacionada con el bienestar animal es desarrollar métodos que permitan evaluarlo de una forma objetiva (Boissy et al. 2007). Ésta es una tarea compleja debido a la falta de consenso científico que sirva de punto de partida y a la dificultad para hallar una serie de indicadores válidos (Rousing, Bonde, y Sørensen 2001). Hasta ahora los indicadores utilizados estaban basados en los factores externos que afectan al bienestar animal (ambiente, espacio disponible, cama, manejo, etc.) y no en cómo responde el animal a estos factores (lesiones, comportamiento, síntomas de enfermedad, etc.). Aunque los indicadores basados en el ambiente son más fáciles de medir, la mayoría de investigadores consideran que los basados en el animal aportan información más relevante sobre el bienestar, y además tienen la ventaja de que pueden usarse independientemente del sistema o ambiente en el que se encuentren los animales (Sørensen, Sandøe y Halberg 2001a; Main et al. 2003) En los últimos años se han desarrollado diferentes sistemas de evaluación que emplean mediciones directas para evaluar el bienestar de animales de granja (Kestin et al. 1992; Leeb et al. 2001; Whay 2002). Las observaciones físicas de particular importancia en los equinos deben incluir también la calidad de cascos (Zenker, Josseck y Geyer 1995) y la turgencia de la piel (Freeman et al. 1999). Los esfuerzos académicos se han focalizado en especies de gran interés para la industria agroalimentaria, quedando otras, como la equina, en un segundo plano. Existe escasa literatura científica relativa al desarrollo de protocolos para la especie equina, así como de indicadores basados en el animal para evaluar su bienestar animal. Si bien se han desarrollado protocolos para vacuno, porcino y avicultura, comparativamente el ganado equino ha recibido menos atención (Gebhart y Bott 2013). Recientemente, se ha adaptado a la especie equina el proyecto Welfare Quality® (Wageningen UR Livestock Research 2011; Dalla Costa et al. 2014).

    La mayoría de los estudios en equinos han utilizado combinaciones de indicadores directos e indirectos, incluyendo la condición corporal, exámenes y cuestionarios para propietarios (Christie et al. 2003). Los estudios más completos se han realizado en poblaciones de équidos de trabajo (Burn, Dennison y Whay 2010b; de Aluja 1998; Márquez, Escobar y Tadich 2010; Popescu y Diugan 2013; Pritchard et al. 2005b; Swann 2006; Tadich, Escobar y Pearson 2008), mientras que en caballos de recreo o competición destacan las observaciones de salud (Ireland et al. 2012; Lesimple et al. 2012; McGowan et al. 2010; Murray et al. 2010; Visser et al. 2014; Wyse et al. 2008), así como los ensayos de protocolos de evaluación basados en indicadores de salud y comportamiento (Burn, Dennison y Whay 2010b; Pritchard et al. 2005b).

    Se estima que más de seis millones de equinos viven en Europa, donde representan un sector económico importante, gracias a la adaptabilidad de los caballos y burros para diferentes tipos de actividad (por ejemplo, la cría, el ocio y el deporte, la educación), así como el efecto de la fascinación de la gente con los équidos y su disposición a gastar dinero en ellos ya sea como negocio o afición. El bienestar equino es una causa creciente de preocupación debido a las limitaciones de la actual legislación europea, que difiere entre los países y no abarca todos los aspectos del bienestar. Actualmente hay un aumento de la conciencia y la demanda pública para mejorar el bienestar equino (Fraser 2001).

    Mantener a los caballos en un entorno estabulado y usarlos para fines como la reproducción dirigida, requiere una consideración acerca de cómo el ambiente y las actividades que desarrollan afectan a su bienestar físico y mental. Las molestias o condiciones dolorosas pueden surgir por un inadecuado alojamiento, la alimentación, o el tipo de actividades que realizan (Casey 2002). Con los diferentes usos (trabajo, recreo, deporte, escuela, reproducción etc.), los caballos tienen que adaptarse a numerosos desafíos y cambios en su entorno, que puede ser un reto en sí para salvaguardar en forma continua su bienestar, incluso para cubrir sus necesidades próximas (alimentación y reproducción).

    El Servicio de Cría Caballar de las Fuerzas Armadas se encarga tradicionalmente de la cría y conservación de las diferentes razas equinas de interés estatal, mediante el despliegue de paradas de sementales por todo el territorio nacional y venta de dosis de semen a precios razonables para el servicio de los ganaderos. Los animales de cada raza poseen un alto valor genético fruto de un riguroso proceso de selección y mejora que se remonta a 150 años atrás (Ministerio de Defensa 2015). Numerosas instituciones de otros países han desarrollado estudios en el marco del bienestar para la evaluación de poblaciones estatales o reservas de animales salvajes (Gebhart y Bott 2013) o destinados al servicio de la población (Munsters et al. 2013), poniendo de relieve la importancia de conocer los estándares mínimos en que se encuentran sus animales (Collins et al. 2010).

    Un predictor de los problemas de bienestar pueden ser las condiciones de vida de los reproductores, sin embargo, poco se sabe de la repercusión de estas diferencias en el bienestar entre sexos y consecuentemente en la reproducción. El conocimiento de las diferencias de los parámetros de salud y comportamiento según el tipo de manejo, permitirán intervenciones futuras dirigidas a problemas específicos y grupos concretos de animales (reproductores).

    Por otro lado, los potros presentan la particularidad del destete que ha sido asociado con el aumento de liberación de las hormonas del estrés y la función inmune alterada (Lefcourt and Elsaesser 1995; Erber et al. 2012; Hameister et al. 2010). En la especie equina, el destete ha sido descrito como uno de los mayores eventos estresantes en la vida del animal (Erber et al. 2012). La edad de destete en potros varía entre los cuatro y siete meses de edad (Houpt, Hintz, y Butler 1984; Heleski et al. 2002; Waran, Clarke, y Farnworth 2008) y factores como la dieta y el entorno del potro puede influir en la respuesta al destete, de esta manera, el grado de estrés puede ser reducido con un manejo adecuado y unas condiciones ambientales favorables.

    La detección precoz de situaciones que pudiesen derivar en casos estrés crónico en reproductores y potros, podría ser útil para gestionar mejor estas situaciones que no siempre son fáciles de apreciar en esta especie (Möstl y Palme 2002). Sin embargo, nunca se ha aplicado un protocolo de evaluación de bienestar animal específicamente en reproductores. Asimismo, las prioridades de intervención no son las mismas en todos los entornos y orientaciones productivas, por lo que es necesario conocer específicamente cada situación para focalizar medidas de mejora.

    Bajo este estudio se desarrolla e implementa la evaluación del bienestar de los sementales y yeguas de cría de un centro de reproducción estatal, mediante el análisis de sus condiciones de vida y su reflejo en las desviaciones de indicadores de bienestar basados en el animal 2.contenido de la investigación Bajo este estudio se desarrolla e implementa la evaluación del bienestar de los sementales y yeguas de cría de un centro de reproducción estatal, así como los potros de recría, futuros reproductores, mediante el estudio del efecto de las condiciones de manejo, para determinar cómo influyen las condiciones de vida sobre los indicadores de bienestar basados en el animal.

    Se utilizó un protocolo de evaluación según el modelo Welfare Quality® (Wageningen UR Livestock Research 2011) adaptado a la especie equina que incluye un total de 45 indicadores basados en el animal y basados en el ambiente, de una población total conformada por 196 animales del Centro Militar de Cría Caballar de Écija (Sevilla). Se evaluaron y compararon inicialmente las dos subpoblaciones de equinos adultos con aptitud reproductora constituida por 49 sementales estabulados y 43 yeguas de cría en semilibertad. Posteriormente, se realizó la evaluación de bienestar de 104 potros de recría futuros reproductores que vivían en libertad.

    Los resultados revelaron diferencias significativas en el estado de bienestar de los animales adultos sometidos a distintas condiciones de manejo. La evaluación del alojamiento y la alimentación puso de manifiesto que en los animales estabulados el área disponible para cada animal en las instalaciones era insuficiente y existía riesgo de lesión, dejaban restos de alimento y la condición corporal estaba aumentada. Se observaron sólo comportamientos anormales en los animales estabulados. También fueron más propensos a mostrar curiosidad en los test de comportamiento y también desviaciones de salud como el rascado en la crin y la cola, cojera, heridas en la región de las extremidades y problemas dentales, como los más destacados. Por el contrario, en las yeguas que vivían en semilibertad, se dieron reacciones de temor en los test de comportamiento, heridas distribuidas fundamentalmente por el cuello, tronco, grupa y regiones genitales, así como escalas de condición corporal disminuida. El análisis de los factores de riesgo usando un modelo de regresión, demostró cómo el manejo en semilibertad se asociaba a la aparición de ciertos trastornos de salud y desviaciones de comportamiento. En la población joven, destacaron las respuestas de curiosidad en los test de comportamiento, la presencia de heridas en las extremidades, descarga nasal, dolor en el dorso, pelos rotos en crin y cola y problemas generalizados de piel, entre otros.

    La metodología seguida para la evaluación del bienestar mediante la selección de un panel adecuado de indicadores permite determinar la incidencia de problemas de salud y comportamiento de la población reproductora y cómo influye el sistema de manejo, base para intervenciones futuras en la mejora del bienestar animal y su productividad como reproductores.

    De la evaluación de los factores de alimentación y alojamiento se extrae, que son dos de los pilares del bienestar que repercuten directamente en las deficiencias encontradas en los indicadores salud y comportamiento ya sea a través de las condiciones del alojamiento donde las implicaciones del confinamiento y el área insuficiente de movimiento influyen sobre la aparición de alteraciones del comportamiento y sobre los indicadores de salud (condición de los cascos, irritación de la piel de las extremidades o lesiones en salientes óseos) o a través de un sistema de manejo alimenticio diferente de las condiciones naturales de esta especie que repercute en las reacciones de comportamiento y en la salud en general (condición corporal inadecuada, consistencia de las heces alterada y presencia de restos de alimento).

    En relación a las alteraciones de comportamiento, sólo se han encontrado desviaciones en los sementales objeto de estudio, en el grupo de indicadores de comportamientos anormales. Estos resultados son coincidentes con los encontrados por otros autores, en lo referente a las respuestas de comportamiento naturales de esta especie al ser sometidos a condiciones de estabulación individual y confinamiento en una nave (Harewood y McGowan 2005).

    La concordancia encontrada entre la desviación de los indicadores de salud y de comportamiento, están en la línea con la encontrada en otros trabajos, donde se permite obtener una medida directa del bienestar del propio animal y se observa un paralelismo significativo entre grupos de indicadores (Burn, Dennison y Whay 2010b; Popescu y Diugan 2013). Los resultados obtenidos en los indicadores basados en el animal fueron un fiel reflejo del manejo alimenticio y su sistema de alojamiento, en consecuencia, la salud de los caballos y su comportamiento son indicadores de su adaptación a su sistema productivo (Sørensen, Sandøe y Halberg 2001b).

    3. conclusión Las conclusiones son las siguientes:

    1. Se ha diseñado un protocolo de evaluación del bienestar basado en la tipificación de una batería de 45 indicadores que contemplan aspectos ambientales, de salud y de comportamiento.

    2. La aplicación de un protocolo que atiende a los cuatro pilares de bienestar ha demostrado ser una herramienta eficaz para revelar las desviaciones del bienestar en una población adulta de reproductores y potros futuros reproductores.

    3. La diversidad de hallazgos encontrados mostró que los sementales estabulados presentaban más comprometido su bienestar con desviaciones en su comportamiento natural. En el caso de las yeguas de cría y potros, mantenidos en cercados, los mayores desafíos estuvieron relacionados con la competencia por el alimento, la integridad física y la convivencia en grupo.

    4. Los resultados del presente estudio sugieren el tipo de manejo como factor de riesgo significativamente asociado a estados de bienestar insuficiente, Además, se han puesto de relieve las complejas y múltiples interrelaciones entre el sistema de manejo y su influencia. En concreto, se han podido asociar desviaciones en tres indicadores de comportamiento y salud al sistema de manejo en semilibertad en grupo y ninguna al sistema de manejo en estabulación individual.

    5. Se establece un primer paso para la prevención, donde las intervenciones futuras deberían dirigirse a la gestión adecuada y al óptimo manejo enfocado en sus condiciones de vida (alojamiento y alimentación), que tendrán repercusión directa en la salud y en el comportamiento de los animales.


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