Términos tan espectaculares como “el fin de la Geografía” o “la muerte de la distancia”, opuestos a otros como “la venganza de la distancia” o “el retorno de la Geografía”, no hacen sino llamar la atención sobre una intrigante cuestión: el efecto de la sociedad de la información sobre la Geografía.
Tres son los interrogantes principales a los que es necesario responder:
1) ¿Cómo van a afectar a la Geografía las nuevas tecnologías? Al indudable impacto que ya están ejerciendo estas últimas sobre la disciplina cabe añadir nuevos interrogantes: ¿cómo se va a desenvolver la Geografía, y especialmente la Geografía Social, en el ciberespacio? ¿va a contribuir internet a acreditarla o a desacreditarla? Profesores, investigadores, estudiantes y usuarios de la Geografía van a tener que responder a esa pregunta en los próximos años.
2) ¿Tiene la Geografía algo que aportar a esta nueva sociedad de la información? Desde siempre la Geografía Social se ha interesado por el impacto social de los adelantos tecnológicos y sus repercusiones espaciales. Por tanto, si desde la Geografía se considera el espacio como determinante en el carácter de las actividades que en él se desarrollan, ¿por qué no estudiar el impacto de las nuevas tecnologías con métodos geográficos, en este caso desde la óptica de la Geografía Social? Ahora bien, si este nuevo espacio en el que nos movemos es también virtual, las herramientas con las cuáles estudiar el fenómeno pue-den tener que ser distintas.
3) ¿Será la Geografía capaz de renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos? La Geografía se encuentra, de nuevo y al igual que el resto de ciencias sociales, ante el reto de responder adecuadamente a los novedosos planteamientos de todo tipo (sociológicos, epistemológicos y ontológicos) que la sociedad de la información plantea.
Conclusiones - La sociedad de la información es un hecho revolucionario al que la Geografía debe prestar atención. La sociedad de la información es un hecho histórico de primera magnitud. No se puede saber todavía qué nombre recibirá, pero en el futuro, cuando haya pasado el tiempo suficiente para que los historiadores juzguen los hechos desde la distancia, se situará en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI el advenimiento de una nueva época histórica. En términos históricos la Edad Contemporánea, la de la Revolución Francesa, la Revolución Industrial, el movimiento obrero, el colonialismo, las dos grandes guerras y la Guerra Fría, ya ha finalizado. La sociedad de la información ha producido un salto cualitativo en nuestra manera de vivir, y ha cambiado radicalmente nuestra manera de hacer las cosas. Aplicado a los hechos emblemáticos de la Edad Contemporánea citados, por ejemplo, dicho salto cualitativo supone que ya existen formas sustancialmente distintas de hacer política, relacionarse económicamente, movilizarse para defender derechos, hacer la guerra o concebir el mundo.
Todo ello es así debido a múltiples razones, agrupadas en lo que se denomina Revolución Científica y Tecnológica (RCT), desde la ingeniería genética a la conquista espacial, pasando por las telecomunicaciones de última generación o internet. De entre todas ellas quizás sean las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs), y muy especialmente su asociación con internet, lo que más haya contribuido a generar este nuevo estadio de la evolución humana. Las TICs e internet han dado lugar a la aparición de una realidad alternativa, el ciberespacio, un mundo virtual que, sin embargo, está cada vez más presente y es cada vez más real en nuestras vidas diarias.
Este ciberespacio tiene un doble interés para la Geografía : - Por un lado es espacio, y como tal de importancia para el geógrafo Si el espacio físico y material es un producto social, el ciberespacio no lo es menos, así que la Geografía tendrá que algo que decir sobre él. La Geografía se halla frente a una nueva Terra Incógnita que explorar, cartografiar e interpretar. No hay prueba más evidente del carácter eminentemente geográfico del ciberespacio que la profusión de metáforas espaciales y territoriales que lo inundan, y sin las cuales cualquiera se puede extraviar en él. En el ciberespacio se “navega” utilizando “exploradores” y se visitan “sitios” (websites); además en dichos sitios la gente interactúa y se relaciona. El ciberespacio es un espacio social, más incluso que el mundo real. A fin de cuentas el mundo real ya existía antes que la humanidad, pero el mundo virtual es un constructo humano, no tangible y esencialmente relacional.
- Esto último nos lleva al segundo punto de interés para la Geografía. Si se trata de un ciberespacio social, entonces la Geografía Social necesariamente habrá de analizarlo, estudiarlo e interpretarlo. Los primeros en explorar el ciberespacio han sido los usuarios, gente de todo tipo que lo ha ido colonizando, y fundando primero sitios, luego comunidades, después ciudades, y finalmente mundos alternativos. De entre toda esta amalgama de usuarios, algunos grupos se han especializado en aquellas herramientas de carácter principalmente geográfico que permiten explorarlo y relacionarse en él (cartografía digital, fotografía, GPS, etc,), y a dicha actividad la han bautizado con el nombre de neogeografía. Siempre ha sido así, el mundo académico nunca es el primero en llegar a los sitios, pero ya ha llegado el momento de que en este caso los geógrafos, además de utilizar, como el resto de usuarios, el ciberespacio para relacionarse (compartiendo investígación, en labores docentes, etc.) también lo interpreten en tanto que producto social - La neogeografía es un fenómeno emergente que ha venido para quedarse. Si algo tiene precisamente la neogeografía es una indudable impronta de fenómeno social. Se produce así la interesante paradoja de que dicho fenómeno pone en evidencia ciertas carencias de la Geografía al tiempo que se ofrece como una extraordinaria oportunidad para empezar a solventarlas. Si toda Geografía es finalmente Geografía Social ¿qué mejor oportunidad para esta ciencia que la de estudiar y analizar las recientes manifestaciones sociales que suponen la utilización masiva de las nuevas herramientas geográficas, puestas a disposición de la población por las nuevas tecnologías para todo tipo de actividades, desde la política a las compras online? Al hacerlo así estará tendiendo el puente que quizás permita restañar la creciente desafección de la población hacia la Geografía tal y como ha sido enfocada hasta ahora.
Sin ser plenamente conscientes de ello, gracias a las nuevas tecnologías, millones de personas utilizan vocabulario y herramientas geográficas en sus actividades diarias. Gracias a ellas se desplazan a través del mundo material y virtual utilizan-do la Geografía. Y sin embargo, no todos perciben el extraordinario cambio que ello supone respecto a la situación de hace tan sólo unas décadas.
En cualquier caso es un hecho a saludar. La neogeografía no es más que una de las múltiples manifestaciones de la sociedad de la información, bien es verdad que, precisamente por su componente geográfico, es de las más vistosas y espectaculares; aunque no se debería quedar exclusivamente en esa vistosidad. También posee enormes posibilidades de transformación y cambio social. Y es sin duda a través de esa dimensión mediante la cual la Geografía Social puede reconducir este reciente fenómeno hacia posiciones más comprometidas socialmente.
Ello pasa necesariamente por luchar por proveer de acceso universal a la sociedad de la información a todos los habitantes del planeta, sin ciberexclusión y sin ciber-marginación. Pero dicho escenario, como se ha demostrado en detalle, está muy lejos de cumplirse en la actualidad.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados