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El poblamiento protohistórico del occidente de La Meseta (Sistema Central y Campo Charro): Estudio de las culturas indígenas a través de su hábitat

  • Autores: Cristina María Mateos Leal
  • Directores de la Tesis: Luis Berrocal Rangel (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad Autónoma de Madrid ( España ) en 2016
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 747
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Gonzalo Ruiz Zapatero (presid.), Gregorio Ramón Manglano Varcárcel (secret.), Jesús R. Álvarez Sanchís (voc.), Raquel Castelo Ruano (voc.), Isabel Baquedano Beltrán (voc.)
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  • Resumen
    • La cronología que abarca este trabajo de investigación comprende desde el siglo IX/VIII a. C. al II d. C., incluyéndose algunos yacimientos del Bronce Final porque algunos de estos yacimientos o sus características perduren en el territorio durante los primeros siglos de la Edad del Hierro.

      Los primeros apartados abordados han sido la documentación, donde se explica que tipo de fuentes documentales se han empleado y se realiza unos comentarios sobre ellas, y la metodología, donde se presenta cómo se ha llevado a cabo la investigación y se explican los campos de la ficha que se ha utilizado.

      A continuación, se ha desarrollado un capítulo dedicado a la arqueología del paisaje, en donde se aborda, primeramente, una descripción geográfica somera del territorio, fundamental para entender el motivo de la elección del emplazamiento de los asentamientos. Seguidamente, se realiza una clasificación tipológica de los yacimientos, basada en la publicada por Martín Valls en 1997, si bien con algunas modificaciones propias. La siguiente tipología se basa en la situación geográfica del yacimiento y en unas características arqueológicas comunes que se ha observado por zonas. Cada grupo se ha dividido en dos partes; la primera englobaría los yacimientos del Hierro I y la segunda los de La II Edad del Hierro. A continuación se aborda el estudio de la caracterización económica del territorio, ya que existen una serie de factores que influyeron en la elección de los lugares de hábitat por parte de las poblaciones protohistóricas como son los motivos relacionados con la ganadería y la agricultura, las razones vinculadas con las actividades mineras, el dominio de vías de comunicación o las cuestiones defensivas. Por último, se acomete un estudio de las vías de comunicación, tanto terrestres como fluviales. La presencia de estás para la elección de un emplazamiento es importante porque abriría el asentamiento a otros poblados, al comercio y a las relaciones culturales y demográficas. Primero se ha centrado en las vías de comunicación en sí y después se expondrán los resultados del estudio de visibilidad de los castros respecto a ellas. Este estudio también aborda una serie de aspectos como son el paisaje de los accesos, el paisaje del dominio visual y el paisaje del horizonte.

      El siguiente capítulo describe y analiza los elementos que consideramos que componen los yacimientos en estudio, empezando por los estructuras extramuros, como las defensivas; centrándonos a continuación en las situadas intramuros de los que se tenían alguna noticia y para terminar se ha hecho referencia a la cultura material que ha deparado los yacimientos, bien mediante prospecciones o bien mediante su excavación. Vestigios de la cultura material como los verracos y las estelas se han analizado de forma individual en sendos capítulos. Así mismo, también se han estudiado los santuarios rupestres, no sólo sus características sino también las relaciones que pudieron haber existido con determinados poblados, analizando en este apartado la religiosidad de los pueblos de La Edad del Hierro. Por último, se han elaborado una serie de conclusiones a las que se ha llegado tras analizar todos los datos obtenidos.

      Uno de los objetivos de la tesis era intentar hacer un compilación actual de todos los yacimientos de los que se tienen noticia, ya que los publicados datan de varias décadas atrás como la Carta arqueológica de la provincia de Salamanca realizada por Maluquer en 1956, el Catálogo Monumental de España, Provincia de Salamanca llevado a cabo por Gómez Moreno en 1967 y Los Vettones, escrito por Álvarez Sanchís en 1999. Un cuarto compendio sería el Inventario Arqueológico de Castilla y León, una carta arqueológica digital muy actualizada y bastante completa, documento inédito donde hemos encontrado algunas lagunas.

      Las dos primeras publicaciones son dos obras magníficas, y las más completas que existen sobre la arqueología en nuestro territorio, ya que hacen referencia a yacimientos que actualmente no se consideran como tal, bien porque se han llevado a cabo prospecciones y no se ha encontrado nada o bien porque se han realizado nuevas prospecciones y se ha modificado la cronología inicial. Este es el caso del Castro del Castillo de Valero, que el padre Morán (1926) y, después, Maluquer (1956) consideraron como tal, y unas excavaciones posteriores dieron como resultado que un asentamiento defensivo correspondiente a los momentos de inestabilidad militar entre los siglo VIII y XII d. C. El problema reside en que, al ser publicaciones viejas, algunos de sus datos están desfasados, aunque hay que decir que otros son muy válidos y, en muchos casos, los únicos existentes sobre algunos yacimientos que posteriormente no han dado una información fiable. El tercer libro es más reciente que los anteriores, por tanto los datos y la bibliografía están más actualizados. El problema es que es más general y se centra en todo el territorio que ocuparon los vettones, con muchísima información sobre Ávila y Extremadura, que es donde se han llevado a cabo más excavaciones y por ende son los territorios que más información aportan. El cuarto, que a partir de ahora se referirá a él con las siglas IACyL, consiste en una base de datos reciente y que se va actualizando conforme se van realizando excavaciones; el problema es que no toda la información es fiable, como se ha podido comprobar sobre el terreno. Por tanto, creemos que juntando y analizando todos los datos que nos ofrecen estos documentos, más los recogidos en campo y los obtenidos en otros libros o artículos se ha conseguido un compendio suficientemente actualizado sobre los yacimientos de nuestro territorio.

      Esto era fundamental para los siguientes objetivos: la realización de una ficha de cada yacimiento, el análisis de la organización territorial y el estudio del paisaje y la evolución del poblamiento durante la etapa prerromana. Teniendo en cuenta las limitaciones de información, pensamos que las fichas están lo más completas posibles. No obstante, hay que matizar que algunos datos como las distancias tanto entre los distintos yacimientos, como a los recursos hídricos y a los recursos estratégicos, son subjetivos y están sujetos a modificaciones, según sea el criterio de otros investigadores interesados por el tema. Otro matiz es que existen fichas cuyos datos han resultado imposibles de obtener debido a la incapacidad de localizar exactamente el yacimiento.

      El objetivo final de todo estos es realizar un análisis de la organización territorial que hubo en la territorio durante época prerromana y si ciertos elementos como el control de las vías pecuarias o zonas de paso, la proximidad de los recursos hidrológicos, la cercanía de los recursos susceptibles de explotación como los pastos, los campos de cultivos, las vetas minerales… condicionaban la elección de los asentamientos. El resultado es que todos estos elementos eran tenidos en cuenta a la hora de elegir un lugar u otro para asentarse y que, por tanto, sí influyeron en la organización y caracterización jerárquica del territorio.

      Respecto a la evolución del poblamiento, con el estudio y análisis tanto de los yacimientos como del material arqueológico, se quería comprobar si existía un patrón de jerarquización territorial, que reflejaría esa estructura social que se da a lo largo de la Edad del Hierro, culminando a finales de la misma, y que se observa en el resto de La Meseta. Creemos haber demostrado que existe una subordinación de los hábitats, aunque el modelo que aquí se propone hay que “cogerlo con pinzas”, ya que es probable que futuras excavaciones aporten información nueva que pueda modificarlo o mejorarlo.

      Asimismo se quería aportar una opinión, apoyándola con argumentos sólidos en los que se ha tenido en cuenta tanto los “pros” como los “contras”, sobre algunos temas como los verracos o si algunos yacimientos que se supone que aparecen de ex-novo en la Segunda Edad del Hierro como Yecla de Yeltes, entroncan o no con poblados de la Primera.

      Otro punto que se ha tratado es si se produjo un arraigo de la cultura romana desde el primer momento o si, por el contrario, la tradiciones y las costumbres indígenas continuaron teniendo un peso mayor durante los primeros siglos de dominación itálica (S. I a. C.-I d. C.). Los restos materiales como los verracos, la cerámica, el trazado urbano, las murallas, las inscripciones funerarias,… muestran una influencia de la cultura romana en ciertos aspectos; pero no es muy profunda; es más, la romanización completa del territorio no se producirá hasta el siglo II d. C.

      No menos importante entre los objetivo de este estudio ha sido la profundización en los valores funcionales de los sistemas defensivos. Es decir, se quería demostrar que las murallas, las piedras hincadas, los fosos y otros elementos naturales, no sólo tenían un carácter defensivo, sino que cumplían otras funciones dentro de las comunidades prerromanas, como pueden ser valores sociales, políticos, económicos y emblemáticos. Creemos que esto ha quedado demostrado y que las murallas son un elemento más que manifiesta que las sociedades prerromanas eran complejas y tenían una serie de valores e ideas que las cohesionaban; es decir que antes de la llegada de los romanos ya existía una sociedad organizada, con un entramado cultural en el que hay que incluir un intercambio de productos con el resto de la Península, unas costumbres y una organización social por las que se podrían considerar como sociedades de jefaturas complejas.

      De igual manera nos interesaba comprobar si había una homogeneidad cultural en el territorio.

      El estudio del material arqueológico dio como resultado que este espacio durante el Hierro I, por lo menos la zona noreste, estuvo bajo la influencia de la Cultura del Soto. Sin embargo, durante la II Edad del Hierro, los vestigios muestran un mismo sustrato cultural, con algunas diferencias según las características geológicas del terreno, pudiendo dividir el territorio en tres zonas, tanto por los rasgos de los yacimientos como por el aprovechamiento del suelo y el sustrato geológico. Así mismo, se ha identificado unos niveles vettones similares a los hallados en otros yacimientos meseteños a partir del siglo III a. C.

      Por último y para terminar con esta introducción quiero agradecer a Luis Berrocal Rangel, la ayuda prestada para la realización de esta investigación y la posibilidad de hacerla bajo su tutela. Así mismo, se agradece a la Universidad Autónoma de Madrid, en especial al Departamento de Prehistoria y Arqueología, que hayan hecho posible su realización.

      También hay que agradecer a Rosario Pérez Martín y Alberto Bescós Corral, directores del Museo de Bellas Artes de Salamanca, las facilidades que nos ha dado para acceder a la biblioteca del museo y a todo el personal del mismo que nos ha facilitado todas aquellas publicaciones e informes de excavaciones y prospecciones que se han necesitado y que tenían disponibles para la elaboración de este trabajo. El agradecimiento se extiende a tres profesores de la Universidad de Salamanca, por una parte a Jesús Liz Guiral, Catedrático de Arqueología, fallecido poco antes de que concluyera la redacción de estas páginas y al que siempre recordaré como uno de los mejores arqueólogos que tuve la suerte de conocer durante mis estudios, y Ángel Esparza Arroyo, Catedrático de Prehistoria, porque me enseñaron la metodología arqueológica de forma excepcional, tanto la teoría como la práctica. Sin ellos no se habría podido realizar el trabajo de campo para esta investigación. Por otra parte a Manuel Salinas, Catedrático de Historia Antigua, que me enseñó a mirar con ojos muy críticos las fuentes escritas, sobre cualquier soporte, y también a analizar piezas arqueológicas desde muchos puntos de vista y sacarles la máxima información posible.

      Tengo que agradecer a mis padres, Begoña Leal Sánchez y Bienvenido Mateos Payán, su apoyo incondicional y su ayuda. Sin su “beca” permanente no habría podido cumplir ni mi sueño de estudiar Historia ni dedicarme, aunque sea por unos años, a lo que me gusta: la arqueología. También tengo que agradecer a David Sánchez Nicolás que me acompañara y me transportara pacientemente en coche a todos los castros que nos ha dado tiempo a ir a visitar. Sin su ayuda no habría podido realizar el trabajo de campo. A mi hermana, Marina Mateos Leal, que tanta paciencia ha tenido conmigo y que siempre ha estado a mi lado. Tanto a mi familia como a mi novio, tengo que agradecerles que me apoyaran y me animaran en los momentos en los creía que iba a ser incapaz de terminar mi tesis. Otra persona que me ha ayudado en este trabajo es José Luís Sánchez Iglesias, que quien me introdujo en el manejo del SIGPAC, que tanto me ha facilitado el trabajo.

      También quiero mencionar a un grupo de amigos que me han acompañado en mis salidas al campo y que gracias a su ayuda he visto mucho más que si hubiera ido yo sola. Gracias a Raúl González Panchuelo, Helena Gutiérrez García, Javier Recio García y Patricia Cárdenas de Bernardi.

      Para terminar, quiero agradecer a dos amigos muy especiales, Gustavo González Garrido y a Óscar Rodríguez Monterrubio, su ayuda a lo largo de toda la carrera, del doctorado y sobre todo su compañía en las numerosas excavaciones a las que hemos asistido juntos. Gracias a las conversaciones que hemos tenido sobre muchos temas de arqueología, he visto con claridad aspectos de muchos trabajos, incluido éste, que no tenía muy claras o que no terminaba de enfocar.


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