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Resumen de Alteraciones morfofuncionales de la mucosa gástrica de rata tras la ingesta de bebidas alcohólicas durante distintos periodos de tiempo y condiciones de alimentación

José Torreblanca López

  • La relación de los animales con el medio conlleva la tarea de obtener energía de las sustancias dadas por éste y su conservación en materiales de desecho. Esto obliga a la ingestión de alimentos.

    Virtualmente todos los alimentos, tanto los de origen animal como los de origen vegetal, no pueden ser incorporados al organismo ni utilizados como fuente energética sin ser degradados antes a compuestos más simples (Schmidt-Nielsen, 1976) (125). El paso de estas sustancias complejas a materias más simples que son susceptibles de ser absorbidas por el organismo, viene dado por un proceso denominado digestión. Este proceso es efectuado por el tubo digestivo, que tiene su origen en el arquénteron o parte de él, que está tapizado por la capa endodérmica del embrión. El orificio del arquénteron, el blastoporo, en cordados dará lugar a la abertura anal, formándose después la boca a partir de una perforación independiente de la pared del cuerpo.

    El ectodermo puede invaginarse secundariamente en una o las dos aberturas, dando lugar al estomodeo y al proctodeo (Balinsky, 1965) (2).

    En el caso particular de los mamíferos, este aparato está representado de una manera esquemática por un tubo que del interior hacia el exterior presenta las siguientes capas:

    1.- Una capa mucosa formada por epitelio endodérmico, en la cual hay glándulas y se suele producir moco.

    2.- Una capa submucosa de tejido conjuntivo muy vascularizado.

    3.- Una capa muscular que comprende dos láminas de músculo liso, la interior circular y la exterior longitudinal.

    4.- Todo esto queda envuelto en una capa serosa de epitelio celómico, soportado por tejido conjuntivo (Romer y Parsons, 1981) (114).

    Este tubo digestivo tiene como función principal la de proporcionar al organismo agua, electrolitos y sustancias nutritivas (Guyton, 1981) (44).

    El tubo digestivo comienza en la boca, donde los alimentos comienzan a ser degradados mecánica y químicamente. A continuación se encuentra el esófago, y desde aquí hasta el ano su composición es similar en toda su longitud. Cada zona de este recorrido tiene una función característica.

    El esófago posee un epitelio pavimentoso estratificado que es continuación de la faringe, terminando en el cardias donde se ve una brusca transición del epitelio pavimentoso estractificado a epitelio cilíndrico simple (Bloom y Fawcett, 1978) (9), excepto en roedores como la rata, donde este epitelio pluriestratificado penetra profundamente en el estómago, dando lugar al estómago gaseoso. El esófago sólo tiene una secreción de moco, de efecto lubrificante y que facilita la digestión. Su labor es la de transporte del alimento desde la boca hasta el estómago.

    La configuración del estómago, en general, está influenciada por la forma del cuerpo. Tomando como ejemplo el estómago del hombre, lo podemos considerar como una porción dilatada del intestino inferior del embrión (Testut, 1923), (Orts-Llorca, 1978) (149) (99). Se encuentra entre el esófago y el intestino delgado, y en él se acumulan los alimentos para sufrir las modificaciones que dan como resultado su transformación en quimo (Testut, 1923) (149). Su situación en el hombre ocupa la parte superior de la cavidad abdominal, por debajo del hígado y del diafragma y por encima del colon transverso y mescolon (Testut, 1923), (Rouviere, 1930) (149) (116).

    La forma del estómago es descrita de diversas maneras por muchos autores: forma de gaita (Testu, 1923) (149), de jota (Rouviere, 1930), (Orts-Llorca, 1978) (116) (99), de cornamusa (Rouviere, 1930) (116), etc.

    El estómago comunica con el esófago por el cardias, y con el intestino por el píloro. De uno a otro orificio presenta dos curvaturas, la menor es cóncava y mira hacia arriba y la derecha (Testut, 1923), (Rouviere, 1930) (149) (116); la mayor es convexa y en su zona superior forma la tuberosidad mayor (Rouviere, 1930) (116), o fundus del estómago.

    Describiendo con mayor detalle las distintas capas que conforman el estómago, diremos que la mucosa del estómago es, en vida, de color grisáceo, excepto en el cardias y en el píloro donde es más pálida. Cuando está lleno, su superficie interior es lisa y uniforme, mientras que cuando está vacío hay gran cantidad de pliegues longitudinales que discurren desde el cardias al píloro, debido a la consistencia laxa de la submucosa y a la contracción de la muscularis mucosae. Aparte de estos pliegues mayores hay otras irregularidades en la mucosa, más finas y orientadas en sentido inverso, que van desde la pequeña a la gran curvatura y se entrecruzan con los primeros en ángulos diversos, descomponiendo la superficie interna del estómago en numerosas depresiones muy irregulares, que son más pronunciadas cuanto más reducida se halla la cavidad del estómago.

    La superficie libre de la mucosa tiene también unos surcos circulares muy superficiales cuyo efecto es dividir esta superficie en una multitud de pequeños departamentos, más o menos irregulares, que debido a su aspecto saliente reciben el nombre de mamelones. Con una lente se puede observar que su superficie está acribillada de agujeros que se conocen con el nombre de criptas, que son pequeñas fositas infundibuliformes, en el fondo de las cuales desembocan cierto número de tubos glandulares (Testut, 1923) (149). En roedores como la rata, sólo desemboca un tubo glandular por cripta o foveola gástrica (Moreno, 1982) (92). Esto hace que todo el espesor de la mucosa esté ocupado por gran cantidad de glándulas que son conductos epiteliales en los que se localizan elementos glandulares. La proporción de éstos y la morfología de la propia glándula dará lugar a diferentes zonas en el estómago. Estas se distribuyen de distinta manera de unas especies a otras.

    La capa más interna de la mucosa es un epitelio cilíndrico simple que recubre uniformemente todo el estómago. La siguiente sería la que se obtendría de quitar a la mucosa todos sus elementos glandulares, quedando entonces un corión de tejido conjuntivo laxo que contiene algunas fibras junto con elementos conjuntivos. Este tejido es poco abundante debido a la presencia de los elementos glandulares, pero ocupa el espacio existente entre los conductos y por debajo del adenómero glandular donde forma una fina pero continua capa. Esta descansa sobre otra constituida por fibras musculares lisas, constituyendo, la muscularis mucosae; de ella salen prolongaciones delgadas, aplanadas y laminares que atraviesan la capa conjuntiva subglandular, se introducen en los intersticios y llegan casi hasta el epitelio. En el trayecto envían prolongaciones que rodean los tubos glandulares. Estas prolongaciones son conocidas clásicamente como hojas musculares de Renaut (Testut, 1923) (149).

    Como ya dijimos anteriormente hay diversos tipos de glándulas dependiendo de su localización y de la proporción de elementos celulares que la formen. En general, podemos distinguir tres tipos:

    1.- Glándula cardiaca.

    2.- Glándula fundida u oxíntica.

    3.- Glándula pilórica.

    Las cardiacas y las pilóricas son muy parecidas. Las dos presentan una composición similar, pues están constituidas por células de tipo mucoso, de citoplasma pálido, con granulación indistinta y el núcleo aplanado contra la base celular. Las glándulas pilóricas presentan fosetas más profundas (Bloom y Fawcett, 1978) (9). La de tipo fúndico tiene mayor importancia fisiológica estando constituida, como describe Testut (1923) (149) por:

    1.- Un conducto excretor que es la cripta, foveola o fosita infundibuliforme antes mencionada.

    2.- Tubos secretorios. En el hombre son varios por cripta, en la rata sólo uno. El tubo secretorio se divide en tres zonas:

    a) Cuello o porción superior.

    b) Cuerpo o zona media, que ocupa la mayor parte de la glándula.

    c) Fondo o parte inferior.

    En un reciente trabajo debemos fijarnos en el epitelio superior, que recubre las foveolas gástricas y las crestas entre ellas. Como ya dijimos es un epitelio cilíndrico simple, de 20 a 40 um de alto, con microvellosidades superficiales.

    En posición supranuclear tiene gran cantidad de gránulos de moco, que se tiñen con mucicarmín y técnica del PAS, pero no con otros colorantes para mucosustancias (Bloom y Fawcett, 1978) (9), (Leeson y Leeson, 1977) (74). La posición del aparato de Golgi es supanuclear o paranuclear. Estas células se continúan en el cuello de las glándulas gástricas, tienen poco retículo endoplasmático y gran cantidad de mitocondrias. Su tasa de recambio es muy rápida. Según Bloom y Fawcett (1978) (9) se renueva la población cada tres días siendo reemplazadas por otras células menos diferenciadas, que se encuentran en zonas más profundas de las fositas y en el cuello de la glándula. En esta zona se observan muchas mitosis de células mucosas, aunque en ellas la cantidad de moco es poca.

    En un reciente trabajo (Suganuma y cols., 1981) (140) se diferencia entre las células mucosas superficiales, que tienen gran cantidad de mucosubstancias neutras con o sin traza de mucosubstancias ácidas y las células mucosas de la foveola y del inicio de la glándula, es decir, el istmo, que ambas producen sulfomucinas y sialomucinas.

    Nuestra atención se va a fijar en las glándulas fúndicas u oxínticas. Varios autores (Leeson y Leeson, 1977) (Bloom y Fawcett, 1978) (74) (9) diferencian cuatro tipos celulares:

    1.- Células mucosas del cuello.

    2.- Parietales u oxínticas.

    3.- Células principales o cimógenas 4.- Células endocrinas.


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