Impacto del ejercicio fisico en pacientes infectados por el virus de la hepatitis c
- Autores: Marta Rivas Rivas
- Directores de la Tesis: Manuel Romero-Gómez (dir. tes.), Claudio Rodríguez Ramos (codir. tes.)
- Lectura: En la Universidad de Cádiz ( España ) en 2015
- Idioma: español
- Tribunal Calificador de la Tesis: Francisco Gómez Rodríguez (presid.), Manuel Rodríguez Téllez (secret.), Joan Carles March Cerdà (voc.)
- Materias:
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- Resumen
Actualmente, la infección crónica por el virus de la hepatitis C es un problema de salud pública importante por la alta prevalencia de personas infectadas a nivel mundial.
A pesar de los grandes avances en los últimos años de la terapia antiviral, el tratamiento no deja de ser largo, costoso, no exento de graves efectos secundarios y no consiguiendo una respuesta viral sostenida en el 100% de los pacientes que tratamos. La respuesta viral sostenida depende no solo del tratamiento sino también de factores del huésped y factores del propio virus lo que aumenta la complejidad de curación de la enfermedad.
Para abordar mejor las líneas de tratamiento es preciso conocer la patogénesis de la infección del virus de la hepatitis C, a día de hoy poco aclarada. El estrés oxidativo juega un papel fundamental en el desarrollo de daño hepático en pacientes infectados por VHC, pudiendo ser diana terapéutica de futuros tratamientos antioxidantes. Además en los últimos años se ha relacionado la infección del virus de la hepatitis C con disturbios metabólicos, como la resistencia a la insulina y el estrés oxidativo, ambas entidades factores predictores de mala respuesta a tratamiento antiviral y ambas producidas por el propio virus. Por otra parte, el ejercicio físico tiene propiedades antiinflamatorias, el deporte es capaz de producir adaptaciones en el metabolismo del tejido adiposo, hepático, musculo esquelético y proceso inflamatorio. Por todo ello, parece razonable establecer la actividad física en esta línea de investigación.
El ejercicio físico o deporte, definido como cualquier actividad que mejore o mantenga la aptitud física, la salud y el bienestar de la persona, mejora las defensas antioxidantes en poblaciones que tienen aumentado el estrés oxidativo. También el deporte en la gestión de enfermedades hepáticas relacionadas con la obesidad, ha mejorado el estatus pro inflamatorio independientemente a la reducción de masa grasa o pérdida de peso, además el deporte en la población general disminuye la resistencia a la insulina y la esteatosis hepática.
El musculo esquelético desempeña un papel destacado durante el ejercicio como el órgano más directamente afectado, sin embargo, el ejercicio es un gran reto también para otros órganos, como el estómago el cerebro y en particular para el hígado debido a su papel central en el mantenimiento de la glucosa, homeostasis de los lípidos y su función como proveedor de energía para el músculo de trabajo. Las investigaciones recientes sobre la efectividad del entrenamiento muestran alteraciones del contenido hepático de lípidos y sugiere una adaptación significativa del metabolismo hepático a la actividad física regular.
Es necesario conocer estas adaptaciones y modificaciones del ejercicio sobre los diferentes sistemas orgánicos, que serán beneficiosas en la mayoría de los casos, siempre y cuando se realicen dentro de un régimen pautado de actividad física y adecuada a las necesidades y a la situación del individuo al que se dirigen. En los últimos años y desde diversos estudios clínicos y meta-análisis se han establecido recomendaciones para promocionar la práctica de actividad física regular por los múltiples beneficios que ello supone para la salud.
Es por esto que el concepto de prescripción de ejercicio ha empezado a primar, sobre todo en el ámbito médico, como un proceso por el cual a una persona sana o enferma, se le recomienda un régimen de actividad física individualizado y adecuado a sus necesidades, a diferencia del concepto clásico de prescribir o recetar un fármaco, un tratamiento o un procedimiento.
Hasta hace pocos años se mantenía la idea tradicional de que la persona con una hepatitis aguda tenía prohibido estrictamente la realización de cualquier tipo de ejercicio físico, a pesar de que hace más de 30 años que se publicaron las primeras comunicaciones sobre la no influencia de la misma sobre el curso de la enfermedad. Está errónea recomendación está basada sobre algunos casos de fatales fallecimientos por hepatitis fulminantes después de realizar ejercicio extenuante en el periodo de incubación. Además la restricción de la actividad física también ha sido ampliamente practicada en pacientes con trastornos hepáticos crónicos. Los trabajos de Frreborn y Repsher, con personas con hepatitis viral, concluyen que la actividad física vigorosa NO parece tener ningún efecto adverso en el curso agudo de hepatitis infecciosas en hombres y mujeres jóvenes, previamente sanas.
Los pacientes con hepatitis crónica estudiados hasta el momento parecen tolerar la actividad física bien sin deterioro de la función hepática, y el entrenamiento regular en estos pacientes aumenta del consumo de oxígeno y mejora de la capacidad de trabajo El ejercicio físico es fuente natural de radicales libres de oxígeno, cuando la producción de radicales libres excede la capacidad antioxidante del organismo, se genera un desequilibrio que provoca estrés oxidativo y daño celular, por tanto la intensidad y duración del ejercicio serán factores importantes relacionados con la producción de estos radicales libres a tener en cuenta.
Seria interesante valorar el efecto del ejercicio físico aeróbico en pacientes infectados por el virus C, con el objetivo de obtener beneficios que pudieran tener un efecto sinérgico a la terapia antiviral, precisamente para consolidar la idoneidad del ejercicio en el manejo de estos pacientes sería necesaria una mayor atención en la literatura que en el momento actual no existe.
Parece evidente que un programa de entrenamiento bien diseñado resultará eficaz mientras otro improvisado podría asociarse a lesiones que distorsionarían la imagen saludable del deporte. Sin embargo, en la literatura existente, parámetros de gran importancia como la duración, número de sesiones, tipo de ejercicio e intensidad de las cargas de trabajo requeridas para conseguir tal efecto no siempre se establecen con la suficiente claridad como para facilitar su reproducibilidad. Y entre los datos que si aportan estos estudios, destaca la larga duración de los programas de entrenamiento (anuales, semestrales, etc.) lo que dificulta la adhesión y el cumplimiento por parte de unos pacientes con un marcado hábito sedentario.
Por todas las razones anteriormente expuestas, seria justificado y de suficiente interés seguir avanzando en esta línea de trabajo.
En la revisión de la literatura especializada no se encuentran estudios realizados que demuestren la implicación clínica que el deporte puede llegar a tener en los pacientes infectados por el VHC.
El ejercicio físico tiene propiedades antinflamatorias es capaz de disminuir el daño oxidativo, lo que podría reducir significativamente los productos derivados de la oxidación de lípidos, proteínas y DNA en sujetos infectados por el virus de la hepatitis C, el ejercicio es capaz de producir adaptaciones en el metabolismo del tejido adiposo lo que podría modificar las alteraciones metabólicas producidas por el propio virus.
El ejercicio físico, podría actuar como efecto sinérgico a la terapia antiviral y podría ayudar a la erradicación del virus y/o progresión de la enfermedad hepática. Así mismo, se aumentaría la motivación personal, consciencia de responsabilidad y lucha para el cumplimiento de la larga y difícil terapia antiviral que muchos pacientes abandonan. Pudiendo a través del deporte físico, modificar factores predictores de mala respuesta al tratamiento antiviral.
