Existe una creciente evidencia de estudios epidemiológicos en adultos que sugieren que es estado de salud autopercibido es un fuerte predictor de índice de morbilidad y mortalidad. Los hábitos de vida, a través de los comportamientos positivos y negativos, influyen directamente en la salud individual y colectiva. Además, la infancia y la adolescencia son etapas fundamentales en las que se afianzan este tipo de comportamientos saludables. Por ello, vemos de vital importancia profundizar en el estudio de cómo los niveles de actividad física, hábitos sedentarios y condición física determinan los niveles de estado de salud autopercibido tanto en niños como en adolescentes.
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