Resumen de El estallido de la violencia en México durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012)
Resumen tesis doctoral: “El Estallido de la violencia en México durante el Sexenio de Felipe Calderón (2006-2012)”. Autor: Jacobo Pombo García El 2 de julio de 2006 Felipe Calderón Hinojosa (Partido Acción Nacional) ganó las elecciones presidenciales y se convirtió en el segundo presidente panista en la historia de México. Dos semanas después de su toma de posesión, alarmado por el clima de violencia registrado en el país, declaró la “Guerra contra el Narcotráfico” en su natal Michoacán.
A lo largo de esta investigación doctoral he tratado de analizar en profundidad tanto el fenómeno del narcotráfico y la violencia que azota a México desde hace décadas como la respuesta impulsada por el Presidente Felipe Calderón y su gobierno con el objetivo de garantizar el cumplimiento de la ley en la República Mexicana. Para ello, estudié la historia política del país, la situación estratégica de México en el contexto mundial y la evolución interna del Partido Acción Nacional, que, tras sesenta años de oposición, llegó a Los Pinos en el año 2000 tratando de consolidar la incipiente democracia mexicana. Por otro lado, abordé el estudio en profundidad de la trayectoria política del Presidente Calderón, así como la evolución y reacomodo que ha sufrido el mapa del narcotráfico a lo largo de estos seis años (2006-2012) dentro de sus fronteras.
Igualmente relevante se mostró el análisis de la actitud de los Estados Unidos en el combate contra el tráfico de drogas. El reconocimiento por parte de la entonces Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, de su corresponsabilidad en el problema del narcotráfico y la violencia, se presentó como un paso fundamental para encontrar una solución. Sin embargo, las medidas adoptadas por la primera potencia del mundo y principal mercado de consumo y distribución de drogas han resultado claramente insuficientes: la laxitud en el control de operaciones financieras derivadas de actividades ilícitas, la venta de armas de alto poder en armerías norteamericanas o la falta de cooperación, sumadas a una patente opacidad en operaciones como la Rápido y Furioso, ponen de manifiesto que todavía quedan muchos pasos por dar en el trabajo conjunto.
Este Sexenio, caracterizado por duros golpes a las organizaciones delictivas, podríamos definirlo, desde el punto de vista delincuencial, como el de la ruptura del Cártel de Sinaloa con los hermanos Beltrán-Leyva, el de la consolidación de Los Zetas como cártel independiente tras la fractura con sus antiguos aliados del Cártel del Golfo, y el del surgimiento de La Familia Michoacana (hoy Caballeros Templarios). Así mismo debemos recordar, por una parte, la consolidación de Joaquín el Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, como el capo de las drogas en todo el mundo (llegó a ser la persona más buscada por el gobierno de Estados Unidos tras la muerte de Osama Bin Laden hasta su detención en febrero de 2014) y, por otro, el de la adopción, por parte de las organizaciones criminales, de técnicas militares nunca antes vistas en el país que consiguieron elevar los niveles de violencia y brutalidad a unas cotas difícilmente soportables por la sociedad, sin olvidar la incursión de los cárteles en otros ámbitos delictivos como la extorsión, el secuestro o el tráfico de personas como vías adicionales de financiación.
Por todo ello, considero la estrategia de lucha contra el narcotráfico implementada por el Presidente Calderón un fenómeno apasionante ya que, en mi opinión, trata de encauzar, a partir de hechos y estrategias, una serie de convicciones políticas y morales muy arraigadas. La conclusión lógica, a partir del análisis de su política, es que México y sus instituciones democráticas no pueden ni deben estar sometidas al poder corrupto y corruptor del crimen organizado.
Las firmes convicciones políticas del Presidente Calderón propiciaron la puesta en marcha de una Estrategia Nacional de Seguridad orientada a combatir de manera frontal a los cárteles del narcotráfico y garantizar el imperio de la ley en todo el territorio mexicano. Para ello, la estrategia militar se unió al esfuerzo de depuración institucional y lucha contra la corrupción; y a la reconstrucción del maltrecho tejido social, como única vía para revertir una situación insostenible que había carcomido las instituciones y la paz social del país.
