La intención con la que me he acercado al tema de la fotografía es reflexionar sobre la irrupción y proliferación de la invención fotográfica, y las nuevas formas de representar, concebir, conceptualizar e identificarse, que conlleva; así como la alteración de algunos discursos y su repercusión en nuestras estrategias cognitivas, comunicativas, políticas y sociales.
Para el desarrollo del presente trabajo utilicé principalmente obras escritas por fiósofos, sociologos, historiadores y fotógrafos, como por ejemplo los trabajos de Batchen, Dubois, Fontcuberta Tagg, Belting, Sontag, Benjamin, Bourdieu, Freund, Krauss o Soulages, sin dejar de lado los textos de Barthes y Flusser que tiene un evidente carácter seminal.
A lo largo de la tesis se hablará de cómo la fotografía ha transformado la manera en la que el hombre se relaciona, define al mundo y a él mismo, como individuo y grupo, constituyendo una identidad y un modelo que pretende ser correlato emanado del mundo que describe y comenta la imagen fotográfica misma.
Aunque en durante el siglo XIX se entendía la imagen fotográfica como una imagen veraz por sus propias caracerísticas formales y su obligado realismo tecnológico, la necesidad de estabilizar los criterios de la fotografía científica -dictando normas que produjeran un estilo adecuado para las imágenes y los contenidos que serían objeto de análisis- deja claro que el realismo racional, o tecnológico, de la fotografía es una estrategia retórica al igual que el pictorialismo, la fotografía moderna, o cualquier otro estilo artístico de la fotografía.
A pesar de que el realismo fotográfico se fundamente en una conveción social, no hemos dejado de considerar la imagen fotográfica como fiel, objetiva o neutral; pero el verdadero problema, no es considerar la fotografía como una representación real del mundo, sino convertirla en el parámetro de realidad, considerándola más real que la experiencia directa y dándole la autoridad para aniquilar el valor de la experiencia subjetiva si en algún momento la contradice: ya sea que se esté hablando de mi propia experiencia emocional o de una revolución civil.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, la fotografía se dejó de entender como un método de representación y se pensó como un método de percepción, pero el uso que se le dio a la fotografía no se quedó en ser un bastón visual; eso tan solo ha posibilitado que en la cotidianidad contemporánea el acto de fotografiar sea un acto de memorizar. En el ámbito de la óptica no tenemos probleas con el uso de gafas, lentes, microscopios o telescopios; la dificultad parece presentarse en cuanto la imagen que resulta de un dispositivo óptico queda fijada. Las características fotográficas entran en crisis a partir de que generan una imagen visual que podría ser de una forma o de otra. Estas características se derivan del tipo de gestación de la imagen fotográfica, y en menos grado del aparato que otorga lo registable: óptica, obturación, diafragma, iluminación, etc. No dudamos de la fotografía como prótesis visual, dudamos de la foto como prótesis de la memoria; qué esto es lo que incomoda queda demostrado con que la fotografía trabaja a gran velocidad por desarrollar mayor sensibilidad, mejor contraste, gama, nitidez, color más real, o inclusive haciendo un soporte capaz de simular la 3D; y a un ritmo muchos mas lento, trabaja por conseguir una mejor óptica.
El aparato fotográfico funciona como una máquina de percibir memorias, de representar memorias, y sobre todo, de seleccionar memorias. Una máquina que construye nuestra identidad, y en útimo término una máuina que la destruye. Parecería que utilizando nuestra memoria como referente tratamos de organizar las fotos, como si tratáramos de reconstruir un rompecabezas en el tiempo y en el espacio; pero simultáneamente, las fotografias también van haciendo que nuestras impresiones vayan cambiando -entonces reorganizamos nuestra memoria a partir de las imágenes fotográficas. El mundo que v
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