Hipótesis: El terrorismo suicida estuvo planeado y puesto en marcha por parte de ciertas organizaciones terroristas para causar graves pérdidas y malestar en Israel, para debilitar a la Autoridad Nacional Palestina y a Arafat (o más tarde a Abbas) y para mejorar la valoración de las organizaciones terroristas entre el pueblo palestino. La creación de un Estado palestino libre e independiente no figuraba en un lugar prioritario e inmediato. Conclusiones alcanzadas: El terrorismo suicida palestino no sirvió para avanzar en la creación de un diálogo palestino-israelí ni para avanzar en la creación de un Estado palestino. Israel percibió que los dirigentes palestinos no cumplían los compromisos adquiridos con el Estado judío. El pueblo palestino, al contrario que el pueblo judío, valoró positivamente la actividad terrorista palestina. La Autoridad Nacional Palestina, acusada de entreguismo, perdió mucho en la valoración de su propio pueblo. Las organizaciones terroristas palestinas ganaron en su valoración y quedaron reforzadas para realizar su actividad política. En su mediación, Estados Unidos siempre se decantó a favor de Israel. Uno tras otro, fracasaron todos los planes formulados por la comunidad internacional para encauzar e intentar solucionar el conflicto palestino-israelí. Las medidas tomadas por Ariel Sharon -entre las que destacaron los "asesinatos selectivos" y la construcción del Muro de Cisjordania- para combatir el terrorismo tuvieron éxito, al menos relativo. Estas medidas no garantizan una paz perpetua a Israel. El diálogo entre palestinos e israelíes se limitó a temas de procedimiento, no a temas de fondo. Se realizó en secreto y de forma extraoficial. No consiguió ningún resultado.
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