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Resumen de Cruzar un río: modificaciones territoriales y paisajísticas en el Guadalquivir

José Peral López

  • Los primeros desplazamientos forman parte casi exclusiva del ámbito de la percepción, donde no hay conciencia de la relación entre esta y una realidad por conocer. Es aquí, donde el puente como primer elemento, común a ellos, se podría presentar como un hilo conductor de la acción de cruzar en la validación de la experiencia como conocimiento, no ya de la compleja relación entre sujeto y objeto, sino la del propio territorio como construcción histórica de la interacción entre ambos. Si el pensamiento y el sentimiento personal se deben al entramado de la experiencia vital, adoptar los propios desplazamientos como una forma de conocimiento deja en evidencia la compleja relación entre el sujeto que conoce a través de la percepción, y el objeto conocido. La construcción de imágenes, y en concreto la imagen de un territorio, se convierte en la apropiación personal y colectiva de su significado, y su representación, en la transmisión de ese conocimiento. Analizar este proceso en el marco de la arquitectura, parte de la incorporación y uso de sus herramientas específicas; la noción de escala y el dibujo. Por ellas nos vamos a acercar a un ámbito concreto que siempre vendrá determinado por la acción de cruzar. La permanencia de los trazados de los dos elementos que configuran la acción, el camino y el río, nos lleva a un tramo concreto del Guadalquivir y de la antigua Vía Augusta, convertida ahora en autovía. La proximidad entre ambos y sus cruces, plantea la hipótesis de ser esa relación pieza clave en la construcción de ese territorio. La identificación de éste con un objeto, término y fin de las acciones, viene favorecido por una parte por la arquitectura, y por otra, por la teoría y la crítica. Desde ambas se considera la doble condición del objeto; la que lo considera bajo los criterios disciplinares y la que lo valora como un acto creativo Partiendo de esta identificación nos vamos a apoyar en la representación de las imágenes del territorio para formalizar la imagen personal. Considerando la función analítica en la observación primero y, unido a la doble condición del objeto, se incorporan la descriptiva desde las disciplinas y la creativa desde la expresión artística. Desde cada una de ellas se llegará a las propuestas reflejadas en el plano y en la maqueta del ámbito, identificado como modelo. En un recorrido que nos lleva del mapa al plano y del mapa a la maqueta, situamos al observador en una posición alejada y con una relación unívoca primero, para que después y, a través de sus miradas, interactúe con el territorio como si de un viajero más se tratase Exteriorizado o no, el viaje siempre tiene su representación; en el imaginario individual y en su recuerdo, dejando constancia de ello en documentos o bien describiendo el mundo del visitado desde los hábitos del visitante. La representación es al fin y al cabo la imagen del objeto recorrido, y mediado por el viaje en todas las posibilidades del sujeto. Ante esta multiplicidad y, para poder abarcar todos sus significados, hemos situado algunos conceptos y herramientas en los límites de sus definiciones convencionales con la intención de hacer lo más objetivo posible el conjunto de miradas individuales. Proponer esos extremos como lugar de encuentro en el que poder explicar desde la mirada individual y en su contexto social y cultural, la construcción histórica de una acción, el desplazarse y cruzar, la cual se desarrolla y determina el carácter del ámbito. Para ello hemos usado el término limes en varios de los significados en que ha evolucionado; refiriéndonos a los límites disciplinares, a los de la cartografía, pero también, con el trasfondo del ámbito como frontera, en su significado de línea separadora o en el de umbral -liminar- que se convierte en espacio propio, como si un puente fuera aumentando su dimensión más corta hasta hacerla mayor que la longitudinal y pudiéramos caminar en la dirección del río. En un intento de caracterizar el viaje y los viajeros, más allá de una relación cronológica, se ha pretendido su división entre práctica social, la representación escrita o dibujada y concluir con el propio viaje como práctica estética. Tan sólo resta proponer una representación individual y coherente del ámbito, la imagen propia construida tras el proceso de investigación expositivo y propositivo. La representación de los desplazamientos que iniciaban el trabajo y que se incorporan al resto como una imagen más en la imagen global del ámbito: incorporar la experiencia personal al resto de experiencias.


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