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Espacios domésticos de gran escala: la vivienda máxima: estudio de tipologías residenciales de gran superficie en el eje Plaza de Cuba - Avenida de la República Argentina: Sevilla: 1954-1966

  • Autores: Rodrigo Carbajal Ballell
  • Directores de la Tesis: Francisco Javier Montero Fernandez (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 2016
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 515
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Jaime Navarro Casas (presid.), Víctor Pérez Escolano (secret.), Josefina González Cubero (voc.), Carmen Jordá Such (voc.), Juan Antonio Calatrava Escobar (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Resumen
    • INTENCIONES.

      Cuando paseo por la ciudad me gusta observar los edificios que me rodean, contemplar sus fachadas como si de una gran escenografía se tratara; grandes lienzos que conforman una escena urbana, ocultando complejas tramoyas de pequeños mundos privados.

      Me gusta imaginar esos mundos. Conjeturar sobre los posibles espacios que se esconden más allá de los cerramientos. Intento deducir cómo se ordenan esos espacios y comprender qué visiones de la ciudad enmarcan las ventanas, balcones y terrazas que salpican, decoran y componen los alzados.

      Me entretengo mirando las fachadas, intentando escapar de la cambiante imagen del comercio, buscando referencias estables que hablen de los espacios que esconden, intento imaginarlos y juego. Juego a recrear posibles plantas capaces de sustentar con cierta lógica la volumetría de los edificios y la composición de sus fachadas.

      Intento comprobar si he acertado, por lo que suelo asomarme a los zaguanes y portales para localizar algún elemento que confirme mis hipótesis: quizás una traza de luz dibujada sobre lejanas sombras con la que poder inferir la existencia de un patio, o bien la silueta de un peldaño que delate la presencia de una escalera, vacíos, luces y sombras, núcleos de comunicación, etc¿, elementos, en fin, decisivos en la estructura de la planta.

      Creo que en esta afición ha jugado un papel decisivo el hecho de ser hijo de arquitecto. Probablemente el haber crecido rodeado de planos haya dirigido mi atención hacia la planta de los edificios. Recuerdo las visitas de niño al estudio de mi padre, José Antonio Carbajal Navarro, recuerdo cómo aquellos precisos dibujos a lápiz se trasformaban en hermosas maquetas blancas y cómo, poco a poco, aquellas representaciones abstractas tomaban forma y escala para erigirse en edificios que podía visitar y recorrer. Por aquel entonces, sin ser consciente, aprendí los códigos encerrados en aquella manera de representar la realidad y ésta se ha convertido en la manera natural de comprenderla.

      Recuerdo que en muchas ocasiones, de niños, mi hermano y yo dibujamos nuestra casa, y cómo nuestros dibujos, lejos de representar una magnífica fachada de proporciones rectangulares salpicada de innumerables ventanas cuadradas asomando por encima de una amable calle arbolada, imagen icónica que se repetía entre nuestros compañeros de aula; nuestros dibujos, como decía, resultaban ser plantas. Plantas relativamente proporcionadas de un pequeño piso situado en el número 49 de la calle Virgen de Luján, en el barrio de Los Remedios de Sevilla, que más tarde descubrí que había sido proyectado, casualidades de la vida, por Ricardo Abaurre y Luis Díaz del Río, arquitectos presentes en esta tesis que ahora presento. Plantas, por cierto, en las que nunca conseguimos encajar aquella pequeña habitación que se asomaba al patio interior, resultando siempre un espléndido ¿tabique gordo¿ con el que se resolvían penosamente los desajustes dimensionales, entre la descomunal interpretación que hacíamos del salón y del dormitorio que ocupábamos, y aquella otra zona de la casa que quedaba fuera de nuestros dominios: una pequeña cocina con despensa, un diminuto aseo y ese misterioso cuarto de servicio que no acertábamos a cuadrar.

      Tras algunos años de formación y trabajo profesional este pequeño juego de acertijos sobre la planta se ha simplificado enormemente. El conocimiento adquirido en la práctica con algunas tipologías me permite imaginar con cierta facilidad una planta que pudiera dar sentido a una determinada fachada. No obstante, debo reconocer que en ocasiones no alcanzo a entender qué ocurre en el interior de muchos edificios. Generalmente sucede con edificios sobre los que se han producido procesos de rehabilitación que han relegado la fachada a un mero elemento decorativo y en los cuales las sorprendentes alteraciones realizadas sobre los tipos tradicionales, lógicamente, dejan fuera de juego cualquier teoría racional sobre su planta. En estos casos, en los que una primera lectura de la fachada permite aproximarse de manera certera al uso de la edificación y por tanto a los tipos arquitectónicos, resulta claro que el error proviene de la distancia compositiva existente entre alzados y planta. Pues aquellos únicamente evidencian de manera expresa los diversos planos internos, mientras construyen simetrías que no tienen necesariamente que responder a estructuras espaciales internas, y dejan ocultas las nuevas intervenciones realizadas que no pueden ser mostradas, dadas las normativas urbanísticas y patrimoniales actuales que congelan la imagen de la ciudad histórica.

      Dentro del ámbito de la arquitectura contemporánea existe una tipología que siempre quedó fuera del alcance de mi imaginación y ello pese a que, en principio, la lectura de la planta a partir de la fachada en arquitecturas del siglo XX resultaría más sencilla, dada la capacidad expresiva que ésta había adquirido al quedar libre de su función estructural. Me refiero a las edificaciones de vivienda plurifamiliar de gran superficie, una tipología que caracterizó cierta producción arquitectónica española de los años sesenta.

      Así pues, probablemente el motivo principal que justifique esta tesis sea satisfacer este interés personal por descubrir el interior de estas viviendas. Entender cómo se ordenan plantas con una superficie útil de más de trescientos metros cuadrados, estudiar qué programas funcionales contienen, cómo se organizan sus circulaciones, cómo se relacionan sus estancias con el espacio público, analizar y recopilar, en definitiva, soluciones del repertorio proyectual que han quedado en desuso dentro del panorama actual de la producción de viviendas.

      OBJETIVOS Si este deseo personal enunciado anteriormente por descubrir y comprender el funcionamiento interno de estas viviendas, la relación de espacios que las componen y su relación con la ciudad pudiera resultar insuficiente para justificar la elaboración de una tesis, quisiera ahora exponer otros argumentos que permitan motivar de manera suficiente el título de esta investigación y alcanzar cierto grado de interés general o al menos disciplinar dentro del área de conocimientos del Departamento de Proyectos Arquitectónicos.

      Así los objetivos generales que se pretenden alcanzar en el desarrollo de esta investigación serán los siguientes: En primer lugar, el desarrollo de un trabajo de análisis de los tipos residenciales presentes en el ámbito de estudio, en el intento de preservar un conocimiento práctico de soluciones formales y tipológicas que ha desaparecido de la docencia universitaria y que en gran medida han sido ya olvidadas pues se trata de una tipología con un desarrollo muy escaso en la actualidad.

      Tras el análisis anterior, proceder a la ordenación y catalogación en su caso de las distintas variantes tipológicas presentes en el área de estudio.

      De manera colateral se pretende estudiar la obra sevillana de Luis Gutiérrez Soto, máximo exponente de esta tipología residencial, y su posterior influencia en los tipos desarrollados en la ciudad.

      Como objetivo final, esta tesis pretende la divulgación del trabajo de profesionales lamentablemente olvidados por la historia de la arquitectura que desarrollaron una gran labor dentro de este ámbito tipológico en la ciudad de Sevilla. Pretende no sólo revisitar el trabajo de autores locales como Fernando Barquín y Barón o José Galnares Sagastizábal, profesionales que afortunadamente van siendo redescubiertos a través de investigaciones particulares o bien mediante acciones como las que desarrolló en años precedentes el Colegio de Arquitectos de Sevilla a través de la Fundación para la Investigación y Difusión de la Arquitectura de Sevilla (FIDAS) analizando ahora su trabajo en el ámbito concreto de esta tipología residencial, sino reivindicar al equipo formado por Ricardo Abaurre y Luis Díaz del Río como un equipo que, centrando gran parte de su extensa actividad profesional en este tipo residencial, alcanzó, a juicio de este investigador, una excelente precisión en su desarrollo tipológico, proyectando alguno de los mejores ejemplos estudiados y que, a pesar de su calidad, han sido objeto de escaso interés de la crítica y permanecen inéditos.

      Si bien el primero de los objetivos enunciados, el análisis de los tipos, coincide plenamente con la idea fundacional o emocional que dirigía este trabajo, consideramos que con ello no sólo se da respuesta a una necesidad particular sino que, elaborado con un cierto rigor metodológico y publicados sus resultados, podría tornarse general y colaborar en que este conocimiento perdurara, pues es claramente constatable que el estudio de estas tipologías ha quedado fuera de cualquier desarrollo dentro de los actuales y futuros planes de estudio, pese a ser una tipología en la que se presentan soluciones proyectuales de gran interés.

      Un estudio, como decíamos, que pretende profundizar en la compresión de su organización interna en lo relativo a sus extensos programas funcionales y en el análisis de las relaciones con el tejido urbano sobre el que se asientan y la repercusión de este en la solución tipológica. En el estudio de las circulaciones internas y sus núcleos de conexión vertical, y la incorporación de manera natural del comercio y la oficina en sus plantas inferiores, así como de las peculiaridades de los espacios de relación público-privados. En el estudio, en definitiva, de aquellas situaciones y soluciones de proyecto ensayadas y desarrolladas en estas tipologías, que siendo frecuentes en otra época no sólo en estos sino en tipos de menor dimensión, en gran medida han desaparecido ya del panorama actual de la vivienda colectiva, determinado por un extenso y restrictivo catálogo de medidas y condiciones de orden normativo y presupuestario que dificultan enormemente su evolución.

      Unas soluciones que entendemos deben ser reivindicadas y valoradas en los trabajos de reforma o rehabilitación a los que estos inmuebles están siendo sometidos y que consideramos, quizás si son tomadas de manera aislada, pueden ser incorporadas con naturalidad en arquitecturas actuales y futuras pertenecientes a tipologías similares o diversas.

      Creemos pues, que un trabajo de análisis específico de los tipos desarrollados en esta ciudad vendría a aumentar el escaso número de publicaciones que abordan este ámbito tipológico. Si bien es cierto que podemos encontrar con cierta facilidad este tipo residencial en las diversas monografías dedicadas a aquellos autores que participaron en su desarrollo, autores como Luis Gutiérrez Soto, Secundino Zuazo, Fernando García Mercadal, Francisco Cabrero, Antonio Lamela, Julio Cano Lasso, Rafael de la Hoz, Francesc Mitjans, José Antonio Coderch, Javier Carvajal Ferrer o Francisco Javier Sáenz de Oiza entre otros, no es menos cierto que son muy escasas aquellas dedicadas de manera particular al estudio de este campo específico de la vivienda y ninguna la centrada en ciudades periféricas, alejadas de Madrid o Barcelona.

      El objeto de la tesis es la vivienda proyectada para un nuevo grupo social que sería soporte del régimen político: la clase media alta. Funcionarios, comerciantes, empresarios y profesionales liberales con estudios universitarios, que habían alcanzado niveles de renta altos y que aspiraban a construir su propio entorno urbano, edificios y urbanizaciones en los que se alcanzarán nuevos y altos estándares de confort. Viviendas de gran dimensión altamente equipadas que se convertirán en el principal elemento de ostentación de su nuevo estatus social, todo ello en un contexto político que fomentaba la propiedad frente al alquiler. Así mientras las sucesivas leyes de arrendamiento urbano promulgadas en 1946, 1955 y 1964 destruían la alternativa de la vivienda en alquiler, se creaba un marco legal sólido dirigido al fomento de la producción privada de viviendas en propiedad que de otro lado vendría a garantizar y mantener un nivel adecuado de actividad y empleo en el sector. Lamentablemente la lógica aversión hacia el régimen político dictatorial y en general la desafección hacia aquella clase social que lo había sustentado, han provocado en gran medida que se mantenga cierto desinterés o rechazo hacia esta arquitectura hasta fechas muy recientes.

      Así son abundantes los trabajos de investigación relacionados con la vivienda mínima, la vivienda social o sobre los poblados de colonización, y muy pocas las referencias y publicaciones sobre estas otras tipologías que podremos encontrar más allá las monografías antes mencionadas, artículos concretos o análisis específicos sobre edificios singulares. Tesis doctorales como la elaborada por Daniel Rincón de la Vega dentro de este mismo Departamento en 2010 y titulada Una Inflexión en la arquitectura de posguerra. Madrid 1955-1970. Vivienda colectiva de lujo comienzan a llenar el vacío en torno a estas tipologías residenciales.

      Trabajos como decíamos que han acotado su ámbito de investigación en los dos grandes focos de la producción arquitectónica de la España de mediados de siglo: Madrid y Barcelona, pues en ambas ciudades estas tipologías alcanzaron una importante presencia y un cierto recorrido histórico. Sin embargo son muy pocas las referencias a otras ciudades que, en un contexto histórico muy concreto y sin contar con esa tradición tipológica, incorporaron de manera espontánea tipos foráneos, adaptándolos y produciendo ejemplos que estimamos podrían resultar de interés. De manera generalizada en todo el territorio nacional estos tipos aparecerán en los nuevos ensanches que se desarrollan en torno a la década de 1960, coincidiendo con el denominado ¿Milagro Económico Español¿. Una década de transición económica y relativa apertura exterior del régimen franquista, asentada sobre el reconocimiento internacional que le otorgó en 1953 la firma el Concordato con la Santa Sede, la alianza estratégico financiera con Estados Unidos y las nuevas políticas dirigidas por los llamados Gobiernos Tecnócratas, que impulsarían el Plan de Estabilización de 1959 y los posteriores Planes de Desarrollo, superando así la fase autárquica que había presidido el período comprendido entre 1939 y 1957.

      Aunque es fundamental la componente social en la Arquitectura, es necesario desde un punto de vista académico y disciplinar, continuar el estudio de estas otras tipologías que marcaron una etapa significativa de la producción arquitectónica española, ampliando ahora el ámbito de estudio a estas ciudades periféricas. Ciudades como Sevilla en la que trabajaron profesionales de reconocido prestigio y otros que, sin participar de esa atención generalizada, realizaron un trabajo de gran calidad.

      En este sentido tendrán su desarrollo los siguientes objetivos de esta tesis.

      De un lado la detección, el análisis y la catalogación de las posibles variantes tipológicas, considerando el trabajo de Luis Gutiérrez Soto como paradigma sobre el que establecer la comparación. Un trabajo en esta ciudad de Sevilla, cuya influencia estimamos no ha sido estudiada suficientemente y que sin embargo, tal y como pretendemos demostrar, sentaría las bases esenciales en cuanto a la definición programática de la vivienda, su organización en torno a un único núcleo de circulaciones verticales, la sistematización de las diversas áreas funcionales, la ordenación de las circulaciones, e incluso la definición de la relación que se establecería entre el interior de la vivienda y la ciudad.

      Y de otro, la reivindicación de un trabajo ¿periférico¿, elaborado por arquitectos locales, inédito en su mayoría y que se desarrollaría sobre estas bases, dando como resultado variantes de notable interés.

      HIPÓTESIS Y ESTABLECIMIENTO DEL OBJETO DE ESTUDIO La tesis pretende iniciar el estudio de los diversos tipos de residencia plurifamiliar de gran superficie desarrollados en la ciudad de Sevilla en torno a la década de 1960. Por tratarse de un análisis tipológico, entendemos que la elección de un objeto, o mejor dicho, de un área de estudio adecuada constituye, en si misma la hipótesis inicial que determinará el alcance de los resultados obtenidos en el ensayo. El presente estudio aventura en su subtítulo una hipótesis esencial que marcará su futuro desarrollo: el eje Plaza de Cuba - Avenida de la República Argentina puede considerarse un caso paradigmático en la ciudad de Sevilla para el estudio de esta tipología. Es decir, define un ámbito espacial concreto en el que llevar a cabo la investigación, en la convicción de que dentro de este eje urbano se localizan ejemplos notables y suficientes que permitan elaborar un catálogo representativo de estos tipos residenciales en la ciudad de Sevilla.

      Pese a que es obligado reconocer que fuera de este eje urbano existen otras edificaciones que deben ampliar en el futuro este catálogo, consideramos que, como primer acercamiento al tema de estudio, la posibilidad de hallar un área como esta, que presente una elevada densidad del tipo estudiado y una alta homogeneidad en cuanto a las condiciones externas que inciden en el proyecto, facilitará la comparación entre las diferentes soluciones propuestas y por tanto, permitirá una mejor catalogación de estas.

      La investigación propuesta se presenta como un primer acercamiento a estas tipologías, sin pretender agotar el campo de investigación, y por ello deja abierto el estudio sobre otros inmuebles destacados en la ciudad, entre los que no podemos dejar de señalar los situados en el nº1 de la Glorieta de las Cigarreras, obra de Luis Díaz del Río en 1976, y en el nº24 de la calle Virgen de Luján, proyectado igualmente por Díaz del Río en colaboración con Ricardo Abaurre en 1960, ambos dentro del barrio de Los Remedios, así como algunas de las edificaciones proyectadas en otras operaciones de ensanche exterior de la ciudad, como las realizadas en la Huerta del Rey o en el Prado de San Sebastian, o aquellas otras proyectadas en actuaciones de apertura del casco histórico, como las realizadas sobre la calle Canalejas o la calle Imagen. Edificaciones, todas ellas, en las que se desarrollan propuestas que, a juicio de este investigador, representan ejemplos notables de este tipo residencial y son fiel reflejo de una época concreta de nuestra história.

      Establecida esta premisa o hipótesis quisiéramos ahora definir el concepto ¿gran superficie¿, pues sin duda se trata de un concepto puramente subjetivo sin correspondencia con una clasificación, de algún modo, homologada que permita acotar un rango a partir del cual una vivienda puede ser considerada dentro de esta tipología.

      En este sentido consideramos que la sistematización más cercana y de otro lado, vinculada al contexto histórico en el que fueron ejecutadas estas viviendas, podría ser la establecida en la Ley de 15 de Julio de 1954 sobre Viviendas de Renta Limitada. Esta Ley establecía dos grupos básicos de viviendas. Un primer grupo, constituido por aquellas ¿viviendas de renta limitada¿ para cuya construcción no se solicitaban auxilios económicos directos del Estado y un segundo grupo, constituido por aquellas otras para las que si de solicitaban dichos auxilios. Este segundo grupo, a su vez, se dividía en tres categorías en función de su superficie y presupuesto por metro cuadrado de edificación. Así la Primera Categoría la formaban aquellas viviendas cuya superficie construida no era inferior a 80 ni superior a 200 metros cuadrados, siempre que el coste de ejecución material por metro cuadrado excediera del módulo establecido sin rebasar el 125 % del mismo. La Segunda Categoría, estaba formada por aquel grupo de viviendas con una superficie construida comprendida entre 65 y 150 metros cuadrado, siempre que el coste de ejecución material por metro cuadrado no excediera del módulo ni bajara del 75 % del mismo. Y finalmente la Tercera Categoría de viviendas la formaban aquellas otras cuya superficie construida no era inferior a 50 ni superior a 80 metros cuadrados, siempre que el coste de ejecución material por metro cuadrado fuera inferior al 75 % del módulo. Sobre aquellas viviendas pertenecientes a la segunda y tercera categoría que eran destinadas a familias numerosas la Ley establecía una salvedad en cuanto a sus superficies máximas, consistente a la autorización a su ampliación en unidades de doce metros cuadrados por cada dos familiares que excedieran de cinco, siempre y cuando se proyectaran con un mínimo de cuatro dormitorios.

      Una vez enunciadas estas distintas categorías establecidas en la Ley, cabría definir como pertenecientes a esta otra categoría de ¿Vivienda de Gran Dimensión¿: todas aquellas viviendas que superasen los máximos establecidos por la Ley, es decir, los doscientos metros cuadrados de superficie construida. Enunciada esta nueva clasificación y a partir de los datos obtenidos en la Sede Electrónica del Catastro sobre la superficie construida de cada una de las viviendas presentes en cada uno de los inmuebles pertenecientes al área de estudio, se ha elaborado el gráfico representado en la página siguiente, al objeto de localizar aquellos inmuebles en los que existen viviendas tipo de mayor dimensión y observar su distribución a lo largo del eje.

      El criterio empleado para el diseño de este gráfico ha sido la aplicación de un único color a cada inmueble en función del rango de superficie al que pertenece alguna de sus viviendas.

      Los datos ofrecidos y representados en él podrían resumirse de la siguiente forma: El eje urbano definido por la Avenida de la República Argentina y la Plaza de Cuba se compone de cincuenta y siete inmuebles, uno de ellos, el conocido como Torre de Los Remedios, está dedicado en exclusiva al uso oficina. Los cincuenta y seis restantes se distribuyen de la siguiente manera:

      ¿Doce de ellos (21,4%) contienen viviendas cuya superficie construida no alcanza los doscientos metros cuadrados.

      ¿Seis (10,7%) contienen viviendas con una superficie construida comprendida entre doscientos y doscientos cincuenta metros cuadrados.

      ¿Dieciséis (28,6%) contienen viviendas con una superficie construida comprendida entre doscientos cincuenta y trescientos metros cuadrados.

      ¿Nueve (16,1%) contienen viviendas con una superficie construida comprendida entre los trescientos y trescientos cincuenta metros cuadrados.

      ¿Cinco (8,9%) contienen viviendas con una superficie construida comprendida entre trescientos cincuenta y cuatrocientos metros cuadrados.

      ¿Finalmente, ocho inmuebles (14,3%) contienen viviendas con una superficie construida que supera los cuatrocientos metros cuadrados.

      Es decir, un 78,6% de los inmuebles localizados a lo largo del eje contienen alguna vivienda con una superficie construida mayor de doscientos metros cuadrados, mientras que la distribución de este tipo de viviendas dentro del barrio, excluida el área de estudio, representa únicamente el 2%, es decir diecisiete inmuebles de un total de ochocientos cincuenta y cinco.

      Pese a que la simple constatación de esta elevadísima densidad del tipo estudiado podría entenderse suficiente como para considerar el área adecuada para este estudio, estimamos importante destacar que esta tesis valora de manera relevante otras dos cualidades singulares presentes en este eje urbano y cuya trascendencia será tratada en capítulos posteriores. Nos referimos de un lado al valor simbólico del trazado como nueva vía de acceso a la ciudad, su vínculo histórico con la celebración de la Exposición Ibero-Americana y el posterior traslado del Ferial, elementos que devienen en factores determinantes en la posterior implantación de esta tipología residencial en esta área de la ciudad y no otra, y de otro lado, a la singular sección del espacio urbano, que consideramos especialmente interesante por su influencia en la solución del tipo residencial. Una sección caracterizada por la presencia del soportal, elemento de la tradición mediterránea, muy presente en la ciudad hasta el s.XIX cuando fueron prohibidos por las Ordenanzas promulgadas por el Asistente Arjona y que serán recuperados en la década de 1950 en actuaciones puntuales, proyectadas por actores principales de la arquitectura moderna en la ciudad, como José Galnares Sagastizábal, Fernando Barquín y Barón o Ricardo Espiau. Proyectos realizados para la propia Avenida de la República Argentina o la calle López de Gomara en el ensanche de Los Remedios y la avenida de la Reina Mercedes en el sector Sur de la ciudad, ambas realizadas sobre los entonces nuevos territorios de crecimiento de la ciudad, y una tercera, de apertura y ensanche del caso histórico, que construirá la actual calle Imagen.

      Actuaciones, de otro lado, que serán los únicos ejemplos en la ciudad hasta finales de la década de 1980, momento en el que se realizará una nueva operación, dirigida esta vez desde el planeamiento general, sobre la extensión oriental de la ciudad, denominada Sevilla Este, concretamente en la Avenida de la Ciencia y su entorno.

      Así pues esta tesis quiere presentar un eje singular en la ciudad de Sevilla. Un eje que enlaza la ciudad histórica con su extensión sobre la margen derecha, prolongando su influencia sobre la Vega de Triana, una influencia hoy día evidenciada en la elección de este eje como vía de penetración y enlace de la única línea de metro construida en la ciudad que conecta el territorio cercano con el centro. Un trazado en el que intervinieron soñadores como Miguel Sánchez Dalp y grandes urbanistas de su tiempo como Secundino Zuazo Ugalde o Fernando García Mercadal. Una avenida abierta como ninguna otra, a una relación directa con el río. Una avenida, finalmente sobre la que se edificó un magnífico catálogo de arquitectura residencial, en el que trabajaron figuras relevantes del panorama arquitectónico español como Luis Gutiérrez Soto, Rafael de La-Hoz y Gerardo Olivares, y arquitectos locales como Fernando Barquín, Ricardo Espiau, José Galnares, Luis Recasens, Ricardo Abaurre o Luis Díaz del Río entre otros.

      MÉTODO Recopilar la bibliografía específica sobre este eje urbano y las diversas edificaciones que se pretenden estudiar ha sido la tarea inicial, descubrir que era muy escasa, la consecuencia. Por ello ha sido necesario acudir a las fuentes originales, al estudio y análisis de documentos urbanísticos de la época conservados en el Archivo Histórico Municipal, y como no, a los proyectos edificatorios, cuyos expedientes originales se conservan en el Archivo de Visado del Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla y en la Fundación FIDAS, Fundación para la Investigación y Difusión de la Arquitectura de Sevilla, que conserva entre sus fondos, los Archivos Privados de arquitectos como Fernando y Joaquín Barquín y Barón y Luis Díaz del Río Martínez, implicados de manera decisiva en este proceso edificatorio.

      La consulta de estos archivos ha permitido el acceso a gran cantidad de documentación administrativa generada por el propio Municipio y por los interesados, documentos, expedientes, cartas, comunicaciones y solicitudes administrativas, actas plenarias etc¿ Documentos todos ellos que han ayudado a interpretar, no sólo la actividad constructiva o urbanística propiamente dicha, sino también el contexto cultural, económico y social en el que se tomaron determinadas decisiones.

      Esta labor de consulta documental ha sido complementada con trabajos de campo, toma de datos gráficos, dimensionales y fotográficos de los inmuebles, entrevistas con algunos de los autores o personas cercanas y con los usuarios de las viviendas, entrevistas que han aportado visiones singulares de muchos de los aspectos estudiados.

      Finalmente un trabajo de síntesis y reelaboración de planimetrías de todos los ejemplos estudiados, ha permitido unificar los criterios de representación, dar unidad formal y escalar a la lectura y facilitar el análisis, la comparación y la comprensión espacial de los distintos tipos estudiados. Planimetrías que, en ocasiones acompañadas de esquemas, condensan los resultados, exponiendo de manera comprensible las teorías enunciadas.

      Será posible detectar incongruencias entre la documentación gráfica reelaborada y la documentación fotográfica presentada, en este sentido es importante aclarar que, en gran número de ocasiones, se ha podido constatar que efectivamente existen variaciones entre el proyecto original conservado en el Archivo de Visado y el realmente ejecutado. Efectivamente la documentación que compone estos archivos se reduce frecuentemente a una breve memoria, una hoja resumen de presupuesto y una planimetría básica que suele comprender, plano de situación o emplazamiento, planos de distribución de planta, planos de alzados y sección, y en muy pocas ocasiones un breve desarrollo de planos de estructura y cimentación. Sin embargo en estos expedientes, como decimos, no se conservan planos que reflejen las modificaciones llevadas a cabo durante el proceso de obra, una práctica que resultaba muy frecuente y que permitía la elaboración y desarrollo de múltiples detalles del proyecto.

      Para acceder a estos documentos suele ser necesario acceder a los archivos privados de los autores en los que estos planos de detalles resultan prolijos y permiten comprender en toda su complejidad el trabajo de la dirección de obra que constituía una verdadera fase de elaboración e ideación del proyecto.

      Se pueden apreciar así divergencias entre el proyecto dibujado y las fotografías del estado actual que pueden haber sido realizadas por el autor o autores con el objetivo de afinar detalles o mejorar algún elemento singular del proyecto o bien llevadas a cabo por los propios usuarios, generalmente centradas en la redistribución de algunos espacios internos que no han modificado en lo esencial el concepto de las viviendas, y otras ciertamente desafortunadas, que han alterando irreversiblemente la fachada de algunas de estas edificaciones. Efectivamente la incomprensible invasión de las magníficas terrazas de algunos inmuebles, en un afán por ampliar los ya de por si magníficos salones de estas viviendas, han transformado de manera notable el concepto espacial de estas y la relación que se establecía entre la vivienda y la ciudad.

      Así pues, como criterio práctico para llevar a cabo el estudio tipológico, y a los efectos de la elaboración de la documentación gráfica, se ha tomado la decisión de trabajar sobre la planimetría original de los proyectos visados, incorporando, en la medida de lo posible, anotaciones y aclaraciones sobre estas modificaciones.

      Para determinar diversas claves relativas a la edificación y con el objetivo de verificar las hipótesis enunciadas con anterioridad se realizará un recorrido a lo largo de los proyectos de ensanche de la ciudad que incidieron en la formalización de esta avenida, dibujando una línea proyectual que tendrá su origen en el trazado de 1912 elaborado por Miguel Sánchez Dalp y se extenderá a lo largo de los proyectos de ensanche de Juan Talavera y Heredia (1917 a 1923), y de Secundino Zuazo y Ugalde (1922 a 1928) para concluir en los trazados de 1929 a 1931 proyectados por Fernando García Mercadal y las modificaciones realizadas por Luis Recanses Méndez-Queipo de Llano y José Galnares Sagastizabal.

      Una vez concluido este recorrido inicial, la investigación profundizará en el estudio tipológico del tejido edificado, comenzando por el análisis de las primeras propuestas nunca ejecutadas de Fernando García Mercadal para la Plaza de Cuba hasta los magníficos ejemplos finalmente construidos en torno a 1960.

      Dadas las características del trazado urbano, en general se abordará el estudio de soluciones edificatorias entre medianeras y en esquina. No obstante se estudiarán algunos casos concretos de edificación exenta, que si bien son en esencia edificaciones aisladas rodeadas de viario, a juicio de este investigador no deben entenderse como tales, pues pertenecen a estructuras compositivas de mayor entidad. Estructuras a las que se supeditan abandonando cualquier voluntad de significación o autonomía respecto de su entono, en un gesto voluntario de modestia, serenidad y razón, un acto, de otro lado, sumamente extraño en el contexto actual de la arquitectura que no podemos dejar de agradecer. Nos referimos, en este caso, a edificios como los proyectados por Luis Gutiérrez Soto para presidir la Plaza de Cuba en el arranque de la Avenida, cuya composición, como veremos, responden a una voluntad clara de conformar el espacio de la plaza: la puerta del nuevo barrio.

      Pretendemos abordar el estudio de los tipos desde dos ámbitos clásicos: la organización de la vivienda y su implantación urbana. De un lado el espacio propio de la vivienda y de otro la relación que establecen con su entorno.

      Así el análisis de la vivienda se centrará en definir su organización y estructura, clasificando los espacios en tres categorías: De acceso y representación, denominadas así pues en ella se volcarán todas las estrategias de ostentación del nivel social de la vivienda, serán aquellas estancias dedicadas a usos públicos y de relación. De descanso en las que el grado de intimidad será el elemento esencial que ordene las estancias, su jerarquía y posición dentro de la vivienda, y finalmente aquellas otras dependencias dedicadas a tareas de Servicio. Nos interesa pues conocer la disposición, uso y tamaño de estos espacios así como las relaciones que se establecen entre ellos. Especial importancia tendrá el estudio de las circulaciones verticales, pues en su posición y número determinan en gran medida la planta de la vivienda, y más aun, cuando en la mayoría de los edificios estudiados existen, en sus plantas bajas, otros usos como el comercio y la oficina.

      En cuanto a la implantación urbana, nos interesa en gran medida la sección que se establece en sus plantas inferiores, una sección que involucra al espacio urbano y al edificio, determinando la aparición del soportal; un ámbito espacial definido y cualificado por la arquitectura del inmueble que, sin embargo, pertenece al territorio de lo urbano, a estructuras mayores, más extensas que, en su desarrollo, caracterizan singularmente este eje urbano. Pero igualmente interesante se estima la composición de las fachadas y la solución de los portales, elementos ambos claramente expresivos del carácter de la vivienda, donde se define y se presenta al visitante el estatus social del usuario. Siendo también este último, un espacio altamente especializado en el que se han de resolver las diversas circulaciones de acceso.

      Finalmente se analizarán aquellos espacios que vendrían a trasformar definitivamente el concepto de fachada, permitiéndole pasar de aquellos pesados lienzos que delimitaban el espacio urbano a un complejo entramado volumétrico de luces y sombras, donde el interior de la vivienda se confunde con el exterior, habitación y ciudad en una única estancia, la terraza, extensión de la vida intima hacia la calle, penetración del espacio público en la vivienda. Espacios en su día revolucionarios, que si bien fueron promovidos desde los inicios del Movimiento Moderno vinculados a las posibilidades que otorgaban las nuevas técnicas constructivas, tras la reinterpretación realizada por Luis Gutiérrez Soto se transformarían en elementos característicos e identificativos de este tipo residencial. Una reinterpretación centrada de un lado en la definición del plano límite del voladizo, un plano continuo y terso, donde las fábricas desaparecen para ser sustituidas por un filtro definido por livianas barandillas metálicas, maceteros corridos y protecciones solares, y de otro en la incorporación de una secuencia de retranqueos aplicada sobre el plano interior del cerramiento que amplía notablemente sus superficies y los convierte en verdaderas estancias.

      ¿La terraza de Gutiérrez Soto se convierte en un espacio intermedio con vida propia, una pieza más de la vivienda, como una zona de estar intermedia que ofrece a su vez un paisaje apacible e íntimo perteneciente a las zonas principales. No es ni interior ni exterior, y es las dos cosas a la vez.

      La antigua función de mirar hacia la calle, y en cierto sentido ¿enseñarse¿ desde la casa desempeñada por el balcón tradicional, que ya la galería acristalada subrayó como ¿mirador¿ y ¿enfilade¿, la terraza de Gutiérrez Soto la modifica radicalmente convirtiéndola en zona de estar.¿ Espacios amables, frescos y luminosos, hermosos en definitiva, que no obstante, de manera incomprensible y sistemática, están siendo maltratados y eliminados por sus propietarios y que estimamos sería necesario salvaguardar o al menos enseñar a valorar.

      CONCLUSIONES La arquitectura contemporánea, embebida del optimismo que caracteriza la civilización actual, prescinde de cualquier referente histórico; al ser un arte de expresión desprecia su componente estética y reniega de cualquier codificación.

      La creación arquitectónica se ha convertido en un proceso personal, indescriptible y difícil de catalogar; evidencia la imposibilidad de enunciar principios que guíen el proceso proyectivo, al no reconocer principios que la caractericen. Frente al arquitecto sensato, racional y disciplinado se impone la libertad del genio cuya imaginación desafía los presupuestos precedentes.

      [...] El mundo de disimilitudes de la arquitectura contemporánea provocará la recuperación de la razón como medio de reestablecer el orden, dotando a la arquitectura de nuevas directrices éticas y estéticas, y devolviéndole su componente social. Quizá sea bueno recordar que la Ilustración tuvo un denominador común: que la virtud reside en el conocimiento; será en éste en el que el futuro encontrará su vía de escape a la situación actual y, probablemente esa vía vuelva a recuperar aquellos referentes que históricamente fueron elogiados y rechazados alternativamente; y entre estos, se encuentra el tipo.

      Lilia Maure Rubio. ¿La superación del concepto de `tipo¿ en la arquitectura contemporánea¿. Cuaderno de Notas nº12. 2009 A lo largo de este estudio hemos conocido la historia del trazado de uno de los ejes más singulares de la ciudad se Sevilla y algunos de los ejemplos de la arquitectura levantada a lo largo de él. Un eje inserto en el barrio de Los Remedios, barrio llamado a convertirse en el gran ensanche de la ciudad sobre los terrenos dibujados por el meandro de Los Gordales frente al casco histórico. Un ensanche imaginado desde principios de siglo, como extensión natural del viejo barrio de Triana, en el intento por recrear un entorno saludable y de alto confort, muy alejado de las incomodidades del viejo y húmedo caserío cercano.

      El estudio ha propuesto una lectura conjunta y encadenada de los sucesivos proyectos elaborados para el nuevo ensanche hasta que adquirió su configuración actual, intentando reconocer la idea de proyecto que subyace en todos ellos. Una idea que esta tesis considera vinculada de manera constante con el trazado de este eje urbano. Un eje, no obstante que, en su largo proceso de ideación, trazado y construcción, llegaría a adquirir autonomía propia, constituyendo un espacio urbano ajeno al barrio del que fue soporte estructural y al barrio que le dio origen. Un espacio fronterizo entre Los Remedios y Triana.

      Se ha analizado la serie completa de proyectos en los que participaron ilustres soñadores como Miguel Sánchez Dalp, arquitectos locales, como Juan Talavera y Heredia, Luis Recanséns Méndez-Quiepo de Llano y José Galnares Sagastizábal, y grandes urbanistas de la época como Secundino Zuazo Ugalde y Fernando García Mercadal, y se ha descubierto un trazado cuya historia aparece vinculada, de manera indisoluble, a la historia de esta ciudad, a sus grandes procesos de transformación y a sus grandes anhelos.

      Transformaciones, como la celebración de la Exposición Ibero-Americana de 1929 y la apertura del Canal de Alfonso XIII, o las obras de defensa del flanco occidental de la ciudad contra las inundaciones, que serían concluidas en 1950 con el desvío del cauce histórico, la eliminación del meandro natural, llamado de Los Gordales y la conversión del río en dársena cerrada.

      Y anhelos, como los constantes intentos por trasladar el Ferial desde el Prado de San Sebastián al nuevo ensanche, logrado finalmente en 1973, o la siempre deseada conexión territorial entre el casco histórico y la Cornisa del Aljarafe. Idea ésta que, enunciada por Miguel Sánchez Dalp en 1912, daría origen al trazado de nuestro eje.

      Un eje urbano constituido por la Avenida de la República Argentina y su extensión natural en la Plaza de Cuba. Caracterizado por su alto significado simbólico, en la medida que fue la gran conexión territorial hacia el Oeste, la puerta del nuevo ensanche, la gran escenografía de la vida moderna, salubre, soleada y abierta al río y el vínculo inicial entre el casco histórico y el Ferial.

      Cualidades todas estas que lo identificaron como el lugar ideal en el que establecer un tejido residencial que tenía, en la imagen y la representación, una de sus más singulares características.

      Viviendas, muchas de ellas, que esta tesis considera poseedoras de un gran valor histórico, no sólo por ser representantes casi exclusivos en la ciudad de Sevilla de la implantación de una tipología, que hemos denominado de gran dimensión que marcaría una etapa importante en la arquitectura residencial de la España del Desarrollismo, sino también, por haber sido proyectadas por importantes figuras del panorama arquitectónico español de la época, como Luis Gutiérrez Soto, Rafael de La-Hoz Arderius y Gerardo Olivares James, y por arquitectos locales, como el propio José Galnares Sagastizabal, Fernando Barquín y Barón, Ricardo Espiau Suárez de Viesca, Manuel Benjumea Vázquez, Ricardo Abaurre Herreros de Tejada y Luis Díaz del Río Martínez entre otros. Arquitectos, todos ellos, que desarrollaron en esta ciudad un trabajo que, hoy en día, permanece, en gran medida, inédito y desconocido, pues, lamentablemente, la historia de la arquitectura española del s.XX se ha escrito siempre desde los dos grandes núcleos de producción, tanto arquitectónica como editorial, Madrid y Barcelona, y en ausencia de estudiosos capaces de componer una crónica completa y objetiva, en muchas ocasiones, a través de la imagen recreada por las revistas especializadas.

      Publicaciones éstas que, lejos de realizar una crítica pausada, serena, y necesariamente distante del propio contexto en el que se editan, construyen, tanto hoy como ayer, un reflejo deformado, en ocasiones interesado o al menos sesgado, de una realidad mucho más compleja y variada. Un reflejo en el que aparecen destacadas determinadas experiencias individuales o colectivas, más o menos efímeras, mientras que otras, no menos interesantes, se ven relegadas al olvido.

      Cabría entonces preguntarse, cuáles son los motivos o procesos que llevan a excluir de la memoria colectiva a estas otras arquitecturas que, sin duda, han colaborado, en igual medida, en la construcción de un sustrato sólido sobre el que ha florecido nuestra elogiada arquitectura actual.

      Quizás se podría argumentar que todo deriva de la falta de interés por figurar en aquellos medios, mostrada por los propios profesionales que, ensimismados en su propia disciplina, prefirieron no dedicar esfuerzos espurios en pos de lograr un pretendido reconocimiento público, porque, no cabe duda, que la publicidad es, y seguirá siendo, un gran mercado con sus propias reglas y agentes, cuyo objetivo nos es otro que gestionar la venta de productos, independientemente de su calidad.

      En este sentido es esencial la labor de investigación realizada en torno a nuestra historia reciente, llevada a cabo en las últimas décadas por numerosos profesionales, en su mayoría arquitectos e historiadores vinculados a nuestras universidades, y no sólo por la calidad de su exposición y publicación sino, en palabras de José Manuel Pozo ¿por la voluntad que muestran de construcción e interpretación de la historia desde la objetividad, apoyada en la recuperación y ordenación sistemática de la documentación relativa a los hechos que se desean analizar.¿ Una afirmación que el mismo autor enfatizaba al expresarse en los siguientes términos:

      ¿Tal vez pueda parecer superfluo defender algo tan obvio, pero se trata de una actitud verdaderamente novedosa en relación a la historia de la arquitectura española contemporánea; que está permitiendo por una parte, como primer beneficio, salvar muchos documentos, en papel y en piedra, cuya conservación estaba en peligro, en ocasiones por pura ignorancia. Pero sobre todo, es algo que va a permitir que, poco a poco, vaya vislumbrándose la posibilidad de llegar a disponer de la historia de lo realmente sucedido con la arquitectura española del siglo veinte, partiendo de los hechos verdaderamente acontecidos, sin injustas interpretaciones apriorísticas; que pueden proporcionarnos una esperanza cierta de poder hacer de la tradición un trampolín hacia el progreso.¿ Sobre el territorio andaluz, periférico a los grandes núcleos de producción y difusión de la arquitectura, se ha mantenido, hasta épocas muy recientes, una ignorancia sistemática que ha relegado al anonimato el trabajo desarrollado por muchos profesionales. Una obra y unos nombres que sólo, en muy contadas y excepcionales ocasiones, han entrado a formar parte de la memoria publicada.

      Así hubo que esperar hasta los años setenta para que se iniciara el reconocimiento de la arquitectura andaluza, con aportaciones realizadas por historiadores como Alberto Villar Movellán y arquitectos como Víctor Pérez Escolano. Autor que en 1973 realizaría la primera monografía, documentada y rigurosa, sobre Aníbal González153. Igualmente decisiva serían las aportaciones, realizadas años más tarde, por Eduardo Mosquera Adell y Teresa Pérez Cano, reivindicando la existencia en Andalucía de una Vanguardia Imposible154, o por José María Jiménez Ramón155 cuya investigación sobre la obra de un adelantado Gabriel Lupiañez Gely, junto a Aurelio Gómez Millán, vendría a descomponer el triunvirato del primer racionalismo español definido por la crítica establecida como el Rincón de Goya de Mercadal, la Gasolinera Porto Pi de Fernández Shaw y la Casa del Marqués de Villora de Rafael Bergamín, proponiendo al Mercado de la Carne de Sevilla (1927-1929) como una obra anterior y plenamente inserta en este nuevo lenguaje.

      Trabajos que, junto a las publicaciones promovidas por el Colegio de Arquitectos y la Fundación para la Difusión de la Arquitectura de Sevilla156 (FIDAS), han significado el reconocimiento público a muchos profesionales que construyeron obras esenciales en nuestro territorio. Un reconocimiento que, lamentablemente, llega tarde, cuando muchos de ellos y algunas de ellas han desaparecido o se encuentran en un precario estado de conservación.

      En este proceso de reivindicación de un trabajo periférico y prácticamente inédito, de calidad y fiel reflejo de una época, se sitúa esta tesis.

      Una tesis que ha pretendido revisitar detenidamente el trabajo en Sevilla de autores ya consagrados en la historia de la arquitectura española y que, precisamente por situarse en estas ciudades periféricas, pasaron desapercibidos en los estudios de sus obra, como es el caso de los inmuebles de la Plaza de Cuba proyectados por Luis Gutiérrez Soto, en los que se puede apreciar la evolución estética y formal del autor así como el nacimiento de determinadas soluciones organizativas de la planta que posteriormente serían empleadas en múltiples ocasiones157.

      Un estudio, en el que se ha recopilado, analizado y redibujado la planimetría original de una serie de edificaciones nunca antes publicadas, algunas de ellas ya transformadas por el paso del tiempo y la acción del hombre, en la esperanza que su conocimiento favorezca su conservación y valoración, y con el objetivo de que este trabajo preserve un conocimiento práctico, de soluciones formales y tipológicas, que ha sido olvidado en la docencia universitaria actual y que, en gran medida, ha desaparecido de la práctica profesional, pues aparecía fundamentalmente en tipos residenciales que, hoy en día, presentan un escaso desarrollo.

      En este sentido, la elaboración de una planimetría detallada de cada uno de los inmuebles estudiados, homogeneizando el criterio y la escala de representación, ha sido el soporte elegido para realizar el análisis detallado y comparativo de las diferentes soluciones. Se han reproducido las plantas bajas, tipo y de ático, originales. En ocasiones se han reproducido también las plantas de sótano y, cuando la información contenida en los proyectos era suficiente, las diversas variantes surgidas en el desarrollo de las obras. Por último se han dibujado, de forma aislada, todas las variantes de viviendas presentes en los inmuebles constituyendo el archivo singular de todas ellas que permitirá establecer los parámetros sobre los que se construye esta tipología edificatoria.

      No se ha realizado una reflexión específica en torno a los áticos de los inmuebles estudiados, salvo la mera inclusión de la planimetría general. Este hecho se debe a que el análisis de los proyectos ha permitido constatar que en ninguno de ellos se produce una atención especializada a esta variante singular de las viviendas. Por el contrario surgen de la reducción directa del tipo elaborado para las plantas inferiores, con el único objetivo de lograr un aprovechamiento máximo de la edificabilidad, sin atender a cuestiones relacionadas con la privacidad y el confort que, una variante nueva y única extendida sobre toda la planta, podría haber alcanzado.

      El ático se presenta entonces como una oportunidad perdida, una oportunidad para elaborar un tipo diverso, adaptado a su perímetro singular, aterrazado y en posesión de unas excepcionales vistas sobre el entorno y la ciudad. Una actitud, de otro lado, natural en esta ciudad que históricamente se ha olvidado de sus cubiertas. Unas cubiertas deterioradas y frecuentemente pobladas por precarias construcciones auxiliares que, sólo en los últimos años, los procesos de reconstrucción del centro histórico comienzan a valorar desde un interés puramente especulativo.

      Volviendo al catálogo de plantas de inmuebles estudiados, resulta evidente que cualquier taxonomía puede llegar a establecer múltiples variantes, familias, clases, géneros, grupos o subgrupos en función del parámetro, elemento o criterio que opere en la clasificación, resultando una serie más o menos extensa y compleja que, difícilmente, ayudaría a un entendimiento global del tipo arquitectónico que pretendemos estudiar.

      Clasificaciones basadas en el estudio de la estructura organizativa de la planta, su implantación en el solar, el número de patios o fachadas de que dispone el inmueble, o el número y posición relativa de los núcleos de comunicación vertical respecto de los accesos, difícilmente nos permitirán definir un tipo propio y diferenciado del resto de edificaciones residenciales, que abarque, única y exclusivamente, esta tipología de viviendas.

      Más bien, estos parámetros, junto a las diversas posibilidades de organización interna de las áreas funcionales, podrán aplicarse en fases posteriores, una vez definido el tipo, para establecer diferentes variantes o soluciones dentro del tipo básico.

      Por ello, resulta esencial definir cuál es la estructura interna, el sistema o el concepto que subyace en la forma que adoptan estas viviendas, cuáles fueron las bases comunes a todos los proyectos. Bases que nos permitan asimilar sus diferentes configuraciones de forma y espacio, a un único tipo elemental. En definitiva qué elementos definen esta tipología residencial.

      En este sentido, creemos haber sido afortunados al detectar un tejido urbano tan compacto y uniforme para este estudio, pues ha permitido establecer un entorno homogéneo para todos los tipos estudiados, de manera que se puede afirmar que, las diferentes respuestas estudiadas no responden tanto a las condiciones de orden físico o programático, ni a un catálogo de soluciones prediseñadas, sino que resultan de la revisión constante y evolutiva de una estructura básica, definida como tipo, mediante procesos puramente proyectuales de orden creativo y simbólico. Así, en palabras de Carlos Martí158 , frente a posturas que puedan ¿considerar el tipo como expresión de fórmulas preconcebidas y soluciones codificadas que, necesariamente, han de dañar y condicionar ¿la libertad creadora del artista¿¿ Estimamos, al igual que este autor, que:

      ¿la Arquitectura se alinea con todas aquellas formas de la actividad humana basadas en la transmisibilidad del conocimiento y en la posibilidad de ejercer sobre la experiencia precedente una reflexión que la prolongue y renueve.¿[¿] ¿La idea de tipo se nos presenta, pues, como un procedimiento cognoscitivo por medio del cual, la realidad de la Arquitectura revela su contenido esencial y, al mismo tiempo, como un método operativo que constituye la base misma del acto de proyectar.¿ Consideramos que si algo identifica al tipo estudiado y sus variaciones, no es tanto la diferente estructura organizativa y espacial que adoptan las funciones y los elementos dentro de su amplia superficie, como la posibilidad que ésta otorga de construir un espacio de uso residencial cualificado por tres conceptos de índole inmaterial, difícilmente cuantificables, que Daniel Rincón de la Vega vino a identificar con el lujo: en primer lugar, su gran capacidad para definir una imagen representativa del estatus social, en segundo, su capacidad para crear ámbitos de aislamiento y privacidad a la vez que espacios de gran exposición pública, y finalmente la capacidad de articulación de todos ellos para crear un entorno altamente confortable.

      De esta forma se podrán establecer categorías, o variantes tipológicas, en función de las diferentes estrategias de proyecto empleadas en relación a cada uno de los tres soportes sobre los que orbita el tipo: la representación, la privacidad y el confort.

      Sobre la representación.

      Representar, hacer presente, ser imagen o símbolo del estatus social es una de las cualidades esenciales de esta tipología residencial. Podemos afirmar que todos los proyectos analizados comparten un mismo objetivo, representar, construir una imagen como significante, capaz de trasladar al espectador un mensaje indicativo del alto nivel social de los residentes.

      No obstante no podemos identificar forma con imagen o signo, es decir no existe una forma unívoca de representar o construir esa imagen capaz de evocar en el espectador un mensaje concreto, por el contrario la forma es capaz de transformarse y adoptar múltiples construcciones sintácticas de manera que el sujeto espectador interprete un posible mensaje. En este sentido podríamos establecer una primera clasificación basada, no en la forma, sino en la sintaxis empleada en el proyecto, es decir en la diversa articulación de las partes.

      La imagen se mostrará así según una sintaxis estática, atendiendo a los modelos clásicos de composición de la forma y el espacio, o bien dinámica, es decir siguiendo los postulados introducidos a principios de siglo por el Movimiento Moderno, que impondrían una nueva manera de componer y contemplar la arquitectura, en la que el sujeto, el tiempo y el movimiento cobraban especial relevancia.

      Esta diversa manera de trasladar un mismo mensaje, reflejada en la composición de las fachadas, en la estructura de recorridos y secuencias espaciales de los accesos, así como en la propia organización del espacio doméstico, constituirá la primera clasificación propuesta para nuestra tipología.

      Dentro del primer grupo, caracterizado por mostrar su imagen de forma estática, se podrían encuadrar todos aquellos proyectos que utilizan en sus fachadas composiciones en las que predomina una estructura simétrica, fachadas en las que suelen emplearse lenguajes historicistas encaminados a trasladar un mensaje de estabilidad y permanencia.

      Se trata de una imagen destinada, no al espectador pasivo, sino al futuro consumidor de estas viviendas, a las clases más altas, aquellas que trasladarán su céntrica residencia hasta la nueva ciudad en construcción. Una imagen en la que poder reconocerse como clase. Capaz de recrear la idea de una ciudad consolidada en los nuevos territorios del ensanche, territorios alejados de los centros históricos y levantados en el vacío de la periferia.

      El proyecto recurre entonces, no sólo a la composición, sino también a la escala como concepto formal y espacial, para crear un signo de distinción del inmueble frente al resto del tejido edificado. Así aparecen potentes cornisas y balaustradas sobredimensionadas, amplísimas terrazas o vuelos que se extienden hasta alcanzar el límite de resistencia de los materiales. Materiales que serán nobles y tratados con el repertorio formal del clasicismo, en un intento por recrear una escenografía acorde al mensaje, o bien a través de posiciones estéticas renovadoras, intermedias entre el clasicismo y la modernidad, en las que se explorarán simplificaciones formales para aligerar las composiciones, incorporando, en muchos casos, elementos o técnicas extraídas de la tradición artesanal, como vínculos con la historia, en la medida que evocan la memoria del pasado.

      Pese a esta evolución estética, las estructuras espaciales internas de los inmuebles mantendrán una expresión estática de la imagen y el significado. Así, en sus accesos, presentarán secuencias espaciales construidas a través de la yuxtaposición de espacios, que estarán asociados a funciones y mensajes diferenciados. Secuencias que componen un recorrido, no continuo sino ritual, en el que cada espacio, cada sala, se percibe independiente y perfectamente delimitada. Vinculada a un mensaje concreto y una función. Ordenada dentro de una jerarquía que establece su posición entre el espacio público y el espacio privado.

      Se suceden desde lo público; la portada de acceso, que en estos proyectos aparece destacada sobre los locales comerciales que ocupan el frente de fachada interior de los soportales, mediante elementos como potentes jambeados de piedra o incluso murales cerámicos. Portada que anuncia el estatus del inmueble, y de sus ocupantes. Una vez atravesado el umbral, se proyecta un primer ámbito, común a todos los tránsitos, en el que se produce el ingreso al inmueble, un acceso que es inmediatamente controlado y dirigido, según el tipo de usuario, hacia diferentes recorridos. Desde este primer espacio, habitualmente abierto al exterior, las circulaciones del servicio se separan de las principales mediante el empleo de una estrategia común a la práctica totalidad de los proyectos analizados: mientras que la circulación de servicio se desplaza de la secuencia principal, para alcanzar los núcleos de comunicación manteniendo su cota o incluso descendiendo al sótano, las circulaciones principales ascienden, uno, dos, incluso tres peldaños para acceder al espacio de estancia y espera. Será éste segundo espacio, la sala de espera, un espacio amplio, amueblado y decorado, en el que se exhibe nuevamente la nobleza del inmueble. Un último ámbito espacial, previo a los núcleos de ascensores, completa la secuencia y culmina el recorrido horizontal para acceder a la vivienda.

      En todos los casos, se trata de un recorrido establecido, ordenado y secuenciado en sus espacios, no fluye, no es variable, de alguna manera, el ritual del acceso, su imagen, está escrita y formalizada, independientemente del usuario.

      Esta misma percepción del espacio, medido, acotado y rígido, se hará presente en la vivienda. Amplios salones, grandes despachos, espaciosos comedores, el área de representación de la vivienda se ordenará mediante yuxtaposición de múltiples piezas. Piezas que aparecerán siempre conectadas por las omnipresentes puertas correderas, pero siempre reconocibles en sus contornos, siempre estancas.

      En el extremo opuesto aparecerá un segundo grupo de proyectos, que presentan su imagen de forma dinámica, es decir que requieren del espectador, de su movimiento y su interpretación, para lograr transmitir el mensaje. Aparecen nuevas composiciones, volúmenes limpios, carentes de ornamentación, en los que la luz, la sombra y el movimiento, juegan un papel decisivo. Composiciones en las que domina la estética de la función como imagen de la nueva sociedad española.

      Los usuarios de esta arquitectura no se reconocen en la historia, sino en la imagen de un tiempo nuevo, de apertura política y expansión económica. Son una elite, la clase media alta, nacida del esfuerzo y el trabajo personal. Su imaginario es foráneo, EE.UU será el referente estético de la vida moderna y confortable.

      La composición de las fachadas se hace más libre, asimétrica y compleja. La pureza de la forma simple sustituye al detalle ornamental. Es la arquitectura del prisma, del plano, del pliegue, del deslizamiento y de la curva, de la geometría racional y limpia de los materiales, y de la construcción.

      Se podría destacar en este punto la influencia que tendrían el establecimiento de las Bases Áreas Militares160 que permitieron el contacto directo con unos estilos de vida, un mobiliario y una arquitectura solo vista a través del cine, las revistas y algunos viajes. No menos importante será la presencia que tendrían figuras como Richard Neutra y Alvar Aalto en la arquitectura española de esta época, una influencia visible en las publicaciones y en el propio acercamiento de los maestros a nuestro país.

      Igualmente destacable sería la influencia del nuevo racionalismo italiano de posguerra, con figuras como Luigi Moretti, Mario Ridolfi, Amadeo y Ugo Luccichenti, Vicenzo Monaco o Luigi Picinato, y obras tan destacadas y cercanas a estas tipologías como, la palazzina Parioli de 1957, la de San Maurio de 1962, la del Largo Nicola Spinelli de 1954, o las de las vía de San Valentino de 1950 y San Crescenziano de 1952, la Casa-Albergo in vía Luigi Nicotera de 1943, el edifico Corso Italia en Milán de 1956 o la Casa Il Giralose de 1950. Obras todas ellas en las que las estructuras compositivas clásicas se analizan, se estudian detenidamente, para luego transformarse, reinterpretarse, creando nuevos lenguajes que hablan del movimiento, de estructuras espaciales que deben ser recorridas y ocupadas para poder ser comprendidas.

      La imagen, la representación del estatus social, no se muestra terminada, fija y asentada, como en el tipo precedente, por el contrario se muestra variable, mutable y en ella la participación del usuario y el espectador resultan esenciales para poder transmitir el mensaje.

      Las secuencias espaciales se diluyen, ya no son espacios estancos, yuxtapuestos o conectados a lo largo de un recorrido, sino que el espacio es único, y dentro de él, el usuario o el espectador definen los recorridos y los diferentes ámbitos.

      En los accesos a los inmuebles se destruye la antigua jerarquía de privacidad de las piezas, los diferentes ámbitos se proyectan dentro de un único espacio, que será expuesto a la mirada pública. Un espacio sólo matizado por la presencia de la luz y las texturas, el mobiliario y algún elemento de decoración.

      Los tránsitos principal y de servicio siguen diferenciándose pero el cambio de plano es más sutil, llegando en ocasiones a desaparecer, se trata de una segregación funcional de los recorridos no de una representación de clases.

      En el interior de la vivienda se opera la transformación más importante. Las estancias en las que se representa la vida pública de la casa, los salones, los comedores, los despachos y las terrazas, se unifican. Aparece el espacio fluido, el espacio en el que todo se hace visible, el espacio de gran escala.

      Frente a la articulación de múltiples salas asociadas a diferentes funciones, el área de representación de estas viviendas se hace unitaria, amplia, diáfana y su uso, pasa a ser definido por el propio residente.

      En esta nueva forma de espacio, el mobiliario ocupará una posición esencial en la comprensión y uso a través del proceso de conformación de diversos ámbitos. Los planos de proyecto comienzan a incluir, de manera sistemática, representaciones del mobiliario que indican cómo pueden ocuparse los dilatados e irregulares espacios destinados a salones. El aumento de la escala del espacio requiere que aquel abandone su posición tradicional asociada a los bordes, al perímetro de las estancias, para ocupar el área central de la sala.

      De otro lado, la chimenea, que hasta ahora había jugado un papel puramente decorativo, consustancial al tipo como símbolo de prestigio social, pero con una presencia meramente testimonial o figurativa, incapaz de articular un espacio propio, se convierte ahora en imagen de alto confort, verdadero signo de distinción de estas viviendas. Objeto de diseño y especial atención en el proyecto, quizás debido a la influencia de los maestros americanos, pasa a ocupar una posición principal dentro de espacio, constituyendo un hito en torno al cual el espacio se articula.

      Ambos elementos, mobiliario y chimenea, se convierten en núcleos capaces de concentrar la actividad y ordenar las circulaciones, nodos estructurantes del espacio fluido con capacidad para definir ámbitos diferentes, cuyos límites difusos, ambiguos y variables se oponen a aquellos otros, precisos y estables, que presentaban las estructuras cuantificadas del espacio estático.

      La acción del usuario, se torna entonces decisiva. La manera diversa en que disponga el mobiliario determinará, en gran medida, la imagen final del espacio habitado.

      En nuestro ámbito de estudio los ejemplos característicos que responderían a esta primera clasificación serían, de un lado y como representante del tipo que hemos denominado de imagen estática, el proyecto de Manuel Benjumea Vázquez para el inmueble número 9 y 11 de la Avenida de la República Argentina, en el extremo opuesto podríamos encontrar el proyecto de Rafael de La-Hoz y Gerardo Olivares para la Plaza de Cuba nº1 y los proyectos de Ricardo Abaurre y Luis Díaz del Río para los números 2, 3 y 4 de la Plaza de Cuba y los inmuebles números 7 y 15 de la Avenida de la República Argentina.

      Entre estos puntos extremos existen múltiples variaciones o interpretaciones, situaciones intermedias que operan de manera compleja, de forma que los espacios de las viviendas responden a un concepto espacial, mientras que los espacios de ingreso al inmueble responden a la estructura opuesta, o bien presentan fachadas en las que domina el movimiento y la asimetría, mientras que los salones de la vivienda se articulan en múltiples salas yuxtapuestas siguiendo modelos clásicos que hemos definido como estáticos. Así pues esta primera clasificación no debería aplicarse sobre el inmueble en su conjunto, sino de manera independiente sobre cada uno de los espacios o elementos que ayudan a construir la imagen del edificio, es decir, los salones y vestíbulos de la vivienda, los espacios de acceso y las fachadas.

      Fachadas estas últimas que contarán con las terrazas como uno de los elementos más característicos y singulares de esta tipología durante las décadas de 1950 y 1960. Gracias de un lado, a la incorporación de nuevos sistemas y materiales en la construcción, que permitían la ejecución de vuelos importantes y la liberación de los cerramientos respecto de su componente estructural, y de otro, a la acción particular de Luis Gutiérrez Soto, que vendría a redefinir el concepto y fomentar su uso en España, la terraza pasó a convertirse en una de las estancias más amplias y atractivas de la vivienda de gran dimensión.

      Espacios significantes del ideal de una vida confortable, relajada y saludable, abierta y soleada, en contacto con la ciudad. Símbolos, por tanto, de una posición acomodada, de viviendas en la que la disponibilidad de superficie y longitud de fachadas nos hablan de sus dimensiones y escalas internas. Las terrazas se proyectan como el escaparate, el objeto de deseo, de la residencia moderna. Con formas muy diversas: planos volados o vacios tallados en el prisma edificado, tableros ligeros o pesados volúmenes, con planta quebrada o perfectamente regular, las terrazas son la imagen icónica de esta tipología residencial. No obstante, como espacio vinculado necesariamente a la estructura compositiva de la fachada y por tanto a su expresión de la imagen, nos parece más adecuado posponer su análisis vinculándolo al concepto de privacidad, de tal forma que se puedan estudiar las diferentes configuraciones que adoptan sus límites, en la medida que actúan de filtro en la exposición pública de la vida íntima.

      Por último debemos señalar un hecho singular que se produce en nuestra área de estudio en relación a la carga simbólica que ostentan la terraza y la chimenea en esta tipología.

      Si bien ambos elementos se conciben como símbolos de alto confort y estatus social, la posición que ocupan en la vivienda resulta muy diferente. Mientras que la terraza construye el espacio exterior, la imagen de la vivienda percibida por el transeúnte, la chimenea ocupa posiciones internas, cualifica la imagen privada de la vivienda. No obstante esta dualidad del mensaje se ve modificada en la obra de Ricardo Abaurre y Luis Díaz del Río, en la que podemos observar cómo, desde los primeros proyectos, las amplias y generosas terrazas van disminuyendo su tamaño a la vez que la chimenea adquiere una presencia cada vez más relevante hasta el punto de hacerse visible en la fachada como hito compositivo, relevando a la terraza de su papel simbólico.

      Así el proyecto de 1960 para el número 24 de la calle Virgen de Luján, proyecto que inaugura la serie de trabajos realizados en torno a esta tipología residencial en el barrio de Los Remedios, se caracteriza esencialmente por una fachada formalizada por imponentes terrazas que se extiende a lo largo los cuarenta y cinco metros que construyen su frente a la calle, mientras que las chimeneas adoptan una posición reservada y casi testimonial en los espacios interiores de la vivienda. Sin embargo en el inmueble número 13 de la Avenida de la República Argentina, proyectado en 1964, la chimenea ocupa una posición principal en la composición de la fachada hasta el punto de convertirse en hito singular que identifica al inmueble en la Avenida, una operación que, de forma más sutil pero a la vez más determinante, se repite en el inmueble proyectado en 1976, esta vez en solitario, por Luis Díaz del Río en la Glorieta de las Cigarreras. En el que las terrazas se presentan con muy reducidas dimensiones mientras que cuatro chimeneas, dispuestas junto a amplios ventanales en fachada actúan como ejes sobres los que pivota la composición de la fachada y la estructura de planta del inmueble. La chimenea pasa entonces de mero objeto decorativo a elemento clave del proyecto e imagen pública del estatus social.

      Sobre la privacidad.

      Si la representación y la ostentación pública del estatus social poseído o alcanzado es una de las características que identifica a esta tipología residencial frente a otras, la postura opuesta también lo es, es decir, la gran capacidad de aislamiento, la privacidad y los diferentes grados con los que se presenta ésta en la vivienda.

      Esta tipología está ideada y proyectada para garantizar la privacidad de las personas, las acciones desarrolladas y las propias estancias de la vivienda y al tiempo resolver el acceso, el tránsito, la estancia y la relación de un variado número de usuarios. Usuarios ordenados en las memorias de los proyectos en cuatro categorías diferentes; padres, hijos, servicio y visitas, caracterizadas, cada una de ellas, por un grado de privacidad y penetración en la vivienda diferente. Una lista a la que estimamos debería sumarse un quinto elemento, identificado como el sujeto espectador, aquel transeúnte que observa la vivienda desde la calle con mayor o menor interés, y que, en la medida que es receptor del mensaje representado, participa de la escena y su mirada es atendida y valorada.

      Se trata entonces de una tipología de vivienda que, mientras se muestra, debe ser intima y reservada, pues pretender alcanzar altos niveles de confort.

      Bajo esta premisa, el concepto de privacidad se convierte en uno de los temas más complejos que debe atender el proyecto arquitectónico pues afecta, tanto a la organización del sistema de circulaciones del edificio y la vivienda, como a la distribución detallada del programa funcional y a la solución formal de muchos de los elementos constructivos.

      El proyecto se centrará, de un lado en la organización de las estancias, de manera que se consiga la independencia espacial de las diferentes áreas y funciones desarrolladas dentro de la vivienda, y de otro en el establecimiento de límites161, entendidos como fronteras y conexiones entre espacios, piezas de transición o elementos de filtro que permita amortiguar el paso, controlar el acceso, restringir la mirada o atenuar el sonido.

      Tres ámbitos serán estudiados con especial atención en el proyecto: en primer lugar el sistema de circulaciones, en la medida que es utilizado por diferentes usuarios para acceder a la vivienda y desplazarse en su interior. En segundo lugar, el área de descanso, siendo esta área la más reservada de la vivienda y por tanto sobre la que se establezcan con mayor claridad los límites. Finalmente, el área de representación, en cuanto que área especialmente expuesta de la vivienda, y en concreto las piezas de vestíbulo y terrazas como espacio de transición entre la vivienda y el espacio público.

      La privacidad y el sistema de circulaciones.

      El concepto de privacidad aplicado sobre el sistema de circulaciones define claramente esta tipología residencial frente a otras en las que puedan existir recursos como la doble circulación. La necesidad de privatizar las circulaciones impone el establecimiento, no de una doble circulación que puede ser utilizada indistintamente por los usuarios, sino circulaciones diferenciadas y separadas que serán utilizadas por usuarios diferentes y que llegarán a conectarse sólo en puntos concretos de sus recorridos.

      Atendiendo a esta premisa, se puede establecer como pauta tipológica esencial de estas viviendas la existencia de dos accesos independientes denominados, en las memorias de proyecto, como acceso ¿principal¿ o ¿de señores¿ y acceso ¿de servicio¿, que se corresponden, a su vez, con circuitos independientes dentro del inmueble.

      No obstante esta uniformidad tipológica no implica una solución formal u organizativa homogénea, por el contrario se traduce en uno de los aspectos más variables y propositivos del proyecto.

      Podemos encontrar múltiples soluciones a este problema, desde la total separación y duplicación de elementos, es decir, la existencia de dos núcleos completos de comunicaciones verticales dotados de escaleras y ascensores, hasta la agrupación total en un único núcleo de ascensores y montacargas que permita el uso compartido de la escalera. Pasando por esquemas en los que se proyectan núcleos de ascensores y escaleras principales que dejan a los montacargas de servicio aislados, de forma que pueden acceder directamente a las cocinas, o bien, ascensores principales que suben de forma aislada hasta las áreas de representación de cada una de las viviendas, mientras que los montacargas y escaleras quedan de uso exclusivo para el servicio y la evacuación. En definitiva, múltiples soluciones organizativas que deben además completarse con las diversas configuraciones que adoptan los elementos dentro del propio núcleo, constituyendo un amplio abanico de posibilidades de las cuales esta tesis ha pretendido recoger un pequeño y variado catálogo. No obstante, es importante señalar que el estudio realizado ha puesto de manifiesto que la diversa solución adoptada para resolver los accesos verticales incide únicamente en la medida que determina la posición relativa de los puntos de acceso a la vivienda, pudiendo adoptar soluciones de planta prácticamente idénticas viviendas que presenten uno o dos núcleos verticales.

      Se ha podido comprobar que resultan elementos más determinantes que la propia duplicidad, la distancia que se establezca entre los puntos de acceso en relación a la forma de la planta y la disposición de los patios dentro del inmueble, pues éstos sí determinarán la posición del área de servicio respecto del conjunto de áreas que componen la vivienda y por tanto, inciden en mayor medida sobre el resto del organigrama funcional.

      De esta forma, las plantas elaboradas por Fernando Barquín y Ricardo Espiau para los inmuebles 16, 18 y 20 de la Avenida de la República Argentina, aun disponiendo de dobles núcleos de comunicación vertical, se encuentran más próximas en su organización interna a cualquiera de las proyectadas por Ricardo Abaurre y Luis Díaz del Río, que cuentan con un único núcleo, que a las proyectadas por Manuel Benjumea para los inmuebles 9 y 11 de la misma Avenida, a pesar de que estas últimas presentan también dos núcleos de comunicación separados.

      Volviendo al sistema de circulaciones de la vivienda, es clara la influencia que la zonificación de áreas y asociación de funciones tendrá a la hora de garantizar la privacidad. Así hemos podido comprobar cómo en aquellos tipos de viviendas organizados según esquemas funcionales más antiguos162 aparecen situaciones que hoy en día reconoceríamos como conflictivas desde el punto de vista de la privacidad, mientras que el resto de tipos estudiados responden una misma estructura tripartita; representación, descanso y servicio, que si bien no podemos describir como propia o exclusiva de esta tipología residencial, si tiene en España y en la obra de Luis Gutiérrez Soto en torno a la vivienda máxima, su gran referente y transformador.

      ¿¿ creo que fui el primero que cambié el concepto distributivo de la vivienda, al diferenciar claramente sus diferentes zonas de uso, es decir, partes de recibo, de dormitorio y de servicio, dando a estas zonas el debido aislamiento y adecuada superficie en planta.¿162 Una vez establecida la zonificación el sistema de circulaciones deberá adecuarse en dimensión y forma a las características de los diferentes tránsitos. Así, generalmente, dentro del área de ¿recibo¿ los pasos son amplios, apropiados a su función representativa, vestíbulos grandes, puertas dobles para el paso entre las distintas salas, bien abatibles o bien correderas, incluso pasos directos en aquellas configuraciones del espacio que hemos definimos como dinámico o fluido en el que el filtro toma forma de paño acristalado, mampara o incluso mobiliario fijo, como estanterías, o simplemente se proyectan vestíbulo y salas desplazadas para provocar un acceso en recodo.

      Por su parte el acceso hacia las áreas de descanso se realizará siempre desde el vestíbulo general de la vivienda y siempre a través de corredores, que con el tiempo tenderán a incorporar sectorizaciones, para transformarse en una sucesión de distribuidores o vestíbulos previos que agruparán o aislarán los distintos tipos de dormitorios.

      Las áreas de servicio, proyectadas de forma muy compacta, resuelven la relación entre sus piezas mediante circulaciones internas, presentando generalmente un único punto de contacto con el resto de la vivienda. Punto que se sitúa en una posición próxima al vestíbulo de ingreso y al comedor, y siempre vinculado al oficio. En ocasiones puede aparecer un segundo punto, esta vez asociado al área de descanso, que reduce notablemente las circulaciones del servicio por el interior de la vivienda y eventualmente permite la aparición de recorridos alternativos. No obstante no serán recorridos diseñados para el usuario principal de la vivienda sino únicamente previstos para facilitar las tareas del servicio. No se trata por tanto de una doble circulación propiamente dicha, es decir de un recorrido alternativo dentro de la vivienda que facilita el uso principal y garantiza la privacidad de las piezas de salón, como suele proyectarse con frecuencia en viviendas de menor dimensión, sino de circulaciones diferenciadas en todo momento y utilizadas por usuarios distintos.

      Por último, el visitante, cuyo acceso se produce a través del núcleo principal de comunicaciones del inmueble, tendrá su grado de penetración limitado al área de representación, vestíbulo, salas de espera, salitas, salones, despacho y comedor. No obstante será determinante la existencia o no de de una pieza de aseo vinculada a estos espacios. Este aseo, denominado de cortesía suele contar únicamente con lavabo e inodoro, marca el punto de mayor penetración en la vivienda por parte de una visita, por lo que debe situarse próximo al vestíbulo o en el primer tramo del corredor de dormitorios para evitar que se traslade hacia el interior de la vivienda causando posibles interferencias o incomodidades a otros usuarios.

      En el análisis realizado se ha podido constatar que este aseo no es una pieza que aparezca frecuentemente163 por lo que esta pieza es suplida por uno de los aseos del área de dormitorios. En estos casos, y en general a partir de la década de los sesenta, este baño suele presentar una separación interna entre el ámbito de lavabos y el ámbito reservado para el inodoro, el bidé y la bañera con el fin de favorecer la privacidad de los usuarios.

      La privacidad en relación al area de descanso.

      Tanto en la estructura de seis zonas como en la más contemporánea de tres, el área de descanso siempre ha sido tratada como la más reservada de la vivienda. Del mismo modo en ambas estructuras organizativas se ha mantenido y desarrollado la diferenciación de una de las piezas, el que será denominado ¿dormitorio de padres¿, respecto del resto de estancias que componen el área. Esta pieza dotada en general de mayor dimensión, será en esta tipología de viviendas proyectada también con un mayor aislamiento y un mayor número de piezas de apoyo, tanto de almacenamiento como de aseo, siendo generalmente tratada como unidad independiente, como si de un pequeño apartamento se tratara.

      Los dormitorios de padres se proyectan aislados del resto, llegando incluso a segregarse completamente del área de descanso para ocupar posiciones en planta próximas a las fachadas y por tanto, contiguas a las áreas de representación. Sus piezas de apoyo son propias y exclusivas, articuladas de manera que actúan como espacios previos de filtro, permitiendo el tránsito y garantizando la intimidad a la vez que el aislamiento acústico. Estas piezas, habitualmente dos: espacio vestidor, más o menos extenso y baño propio, pueden, en ocasiones, acompañarse de una tercera estancia dedicada a despacho o como antesala privada. El resto de dormitorios se ordenan en un área compacta que generalmente ocupa una superficie muy similar a la de las áreas de representación, por lo que su posición tiende a equilibrar la distribución de la planta. Así mientras las primeras se disponen en el entorno de las fachadas principales del inmueble, los dormitorios suelen ocupar las fachadas secundarias que, de otro lado, serán las que soporten menor carga de ruido.

      El análisis realizado en los diversos inmuebles estudiados ha puesto de manifiesto un continuo proceso de evolución hacia una mayor privacidad dentro de esta área. Los primeros tipos estudiados, ejecutados en el tránsito de los años 50 a los sesenta, presentaban esta área como una batería de estancias asociadas a lo largo de un pasillo, más o menos, extenso en el que no se proyectan espacios previos que los independicen de la circulación general. Por el contrario, se han estudiado tipos de viviendas en los que llegan a ocupar posiciones en planta que se ven hipotecadas por la servidumbre de paso entre las áreas de servicio y las áreas de representación. No obstante, los tipos finales, más evolucionados en este aspecto, presentan multitud de espacios de transición a lo largo del recorrido, que vienen a favorecen el aislamiento de las piezas a la vez que introducen nuevas categorías de dormitorios.

      En este proceso de asilamiento y categorización de los dormitorios el ¿cuarto de juegos¿ ocupará un papel destacado. Sala de juegos, estudio y estancia para los más pequeños de la casa, esta pieza, generalizada a partir de los años sesenta, se proyecta como núcleo infantil y espacio de articulación de los dormitorios, permitiendo que los hijos dispongan de espacios de esparcimiento, dentro de la vivienda, propios y alejados de las estancias y salones utilizados por los padres, independizando, aun más, las actividades desarrolladas en el interior de la vivienda al provocar una verdadera zonificación no ya de usos sino de los propios usuarios, de tal modo que la vivienda llega a permitir la total independencia entre padres e hijos. Estas nuevas piezas permiten, al tiempo, diferenciar una tercera categoría de dormitorios destinados a los hijos mayores o a los familiares de mayor edad que ocuparán aquellos dormitorios situados en posiciones intermedias en la distribución de la planta, previas al ingreso en el núcleo infantil propiamente dicho.

      La privacidad frente a la representación.

      Desde los balcones y cierros tradicionales de la arquitectura mediterránea, hasta las amplias terrazas voladas presentes en muchos de los ejemplos más destacados de arquitectura moderna del s. XX. el espacio ambiguo contenido entre los pliegues del cerramiento, filtro entre la calle y la casa, resulta ser uno de los elementos más expresivos de la arquitectura residencial.

      Los grandes balcones, los magníficos cierros han sido siempre icono de la casa palacio, las grandes residencias o los más amplios pisos de un inmueble.

      En relación a la tipología estudiada, la identidad entre la vivienda destinada a una nueva clase social acomodada y las amplias terrazas de fondos quebrados será obra de Luis Gutiérrez Soto, y se convertirá en imagen de marca y símbolo ineludible de la vivienda de altas prestaciones. No obstante, la exposición pública de la vida íntima propuesta por las terrazas conlleva una disminución de la privacidad, y por tanto del confort, proporcional al grado de permeabilidad de los cerramientos que conforman sus límites.

      Será en este punto, en la definición del límite y su grado de permeabilidad, en el que el concepto de intimidad afecte decisivamente a la solución formal de la fachada y la terraza, que se percibe entonces como espacio de transición, filtro entre el interior de la vivienda y la calle, lugar en el que debe resolverse la posible perturbación producida por la mirada ajena.

      Aparecen entonces dos opciones, una primera, vinculada generalmente a aquellas arquitecturas cuyas composiciones trasladan una imagen de estabilidad, en las que la terraza se proyecta en franca relación con el exterior, como único espacio de la vivienda abierto a la calle. Se trata de proyectos en los que los espacios internos aparecen delimitados, perfectamente contenidos y por tanto, sus cerramientos definen límites precisos. La terraza entonces aparece yuxtapuesta a la vivienda, anexa a ella, conectada pero perfectamente delimitada. La relación entre el espacio interior y el exterior se produce sólo a través de perforaciones en el cerramiento, ventanas y ventanales, mas o menos permeables, que serán las encargadas de garantizar la privacidad de la vivienda, pues los bordes exteriores de la terraza se construyen ligeros, livianos y prácticamente transparentes.

      Una segunda opción se perfila cuando el espacio interno se proyecta abierto, fluido y continuo. Entonces el cerramiento se descompone, llega incluso a desaparecer entre la terraza y los salones, logrando una completa integración y continuidad espacial. En estos casos, los bordes, el perímetro exterior de la terraza se hace más complejo, se proyectan toldos, celosías, lamas móviles, petos de fábrica cada vez más altos, en los que se intercalan vidrios armados y traslúcidos, maceteros y vegetación, todo ello, en un proceso que tiende a defender la intimidad de la casa frente a la mirada ajena a la vez que permite que el paisaje se incorpore a los salones como extensión de la vivienda.

      En la parte interna de la vivienda también aparece un espacio en el que la representación y la privacidad se enfrentan. Si la pieza de transición de la vivienda con la ciudad es la terraza, el vestíbulo lo es con respecto al inmueble y en relación a las diferentes áreas internas de la vivienda. En la serie de proyectos analizados hemos podido comprobar cómo esta pieza, manteniendo su carácter principal de punto de acceso a la vivienda, lugar de recepción y espera, ha modificado su forma, dimensión y posición relativa para llegar a convertirse en nodo de las circulaciones internas de la vivienda y conexión entre el área pública, o de representación, y el área privada o de descanso de la vivienda.

      Hemos visto que en todos los caso estudiados el vestíbulo necesariamente articula el paso desde el exterior de la vivienda hacia el área de representación y el área de descanso, siendo habitual que ocupe una posición tangencial respecto a ambas, es decir, que la relación entre ellas se establezca también a través de otras conexiones, permitiendo al vestíbulo presentarse como una pieza exclusivamente dedicada a la recepción.

      No obstante en los proyectos elaborados por los equipos Rafael de La-Hoz Gerardo Olivares y Ricardo Abaurre - Luis Díaz del Río, hemos podido comprobar que, no sólo construyen esta articulación entre las distintas áreas de la vivienda, sino que representan el único paso posible entre ellas, salvo aquel que pudiera realizarse a través de las áreas de servicio, situación que, cómo se comentó anteriormente, no parece frecuente. Este hecho altera considerablemente el carácter del vestíbulo y sus condiciones. No se trata ahora de un espacio de llegada, cuya imagen se conserva intacta para la recepción, perfectamente inalterable, espacio sólo utilizado por las visitas y garante de la privacidad de toda la vivienda, sino que resulta ser un espacio muy transitado, utilizado y alterado por los propios usuarios, un espacio en el que la privacidad y la representación entran en discreto conflicto.

      Sobre el confort.

      La privacidad frente a la representación se constituye en un factor importante de comodidad y confort en la vivienda, pero no resulta el único. Esta tipología de vivienda se caracteriza por contemplar múltiples soluciones destinadas a aumentar el confort del usuario, es decir, a producir el bienestar y mejorar la comodidad.

      Términos difícilmente cuantificables por subjetivos, pero sobre los que el proyecto arquitectónico incide de manera notable a través de la conformación del espacio, tanto desde consideraciones puramente formales, distributivas y dimensionales, como sensoriales, relacionadas con la luz, la sombra, la escala, la composición, las texturas, el color, el sonido, etc¿, pero también desde aspectos funcionales, constructivos y de equipamiento, es decir a través de un extenso abanico de elementos que participan en la definición del espacio habitado.

      Desde el punto de vista del análisis tipológico de la estructura organizativa de estas viviendas, difícilmente podremos alcanzar a comprender o percibir todos los aspectos vinculados a factores sensoriales, como el cuidado y la atención en la elección de las texturas del pavimento, el propio sonido que produce éste en función del material elegido, la calidez que aporta el color y el tratamiento de la iluminación en techos y paramentos, o la incorporación de sistemas de calefacción y climatización así como el aislamiento acústico alcanzado por la aplicación de determinadas soluciones constructivas.

      Se trata de elementos que estos proyectos contemplan para alcanzar altas cotas de confort pero que resultan, en su mayoría, independientes de la estructura organizativa o configuración del espacio de la vivienda. Sin embargo existen otros elementos diseñados o proyectados parar obtener un mayor confort que se hallan íntimamente relacionados con la planta de la vivienda por lo que resultan de mayor interés para nuestro estudio.

      En este sentido creemos importante destacar como aclaración previa, que la simple disponibilidad de superficie, no implica necesariamente una garantía de confort, por el contrario, el exceso de tamaño de las piezas de estancia o la simple multiplicación de dormitorios a lo largo de extensos corredores, así como la propia organización de los usos dentro de la planta, pueden acarrear situaciones de cierta incomodidad asociadas a desplazamientos excesivamente largos o servidumbres constantes de paso. Así pues, estimamos que la correcta definición y organización del programa funcional, así como su adecuado dimensionado, suponen el primer y más importante paso en el proceso proyectual a la hora de diseñar este tipo de viviendas.

      En gran medida el acierto de estas tipologías se halla en lograr espacios amplios, pero abarcables, amables y cómodos, bien iluminados y ventilados, espacios en los que disfrutar del aislamiento o la compañía, la contemplación de vistas o la introspección. La contención en el dimensionado de las piezas resulta absolutamente importante, de tal forma que el exceso de superficie se destinará a nuevos espacios de apoyo que revertirán en un mayor confort para el usuario.

      Así podemos reconocer una serie de espacios que ostentan un papel decisivo en la mejora del confort y que, en gran medida, sin ser exclusivos de estas tipologías, representan, por la escala que adquieren, uno de los elementos en los que se puede apreciar la especificidad del tipo respecto a otros modelos residenciales. Nos referimos básicamente a tres espacios: el espacio de almacenamiento, el espacio de aseo y el espacio de cocina.

      El espacio de almacenamiento.

      El primero de ellos, el espacio de almacenamiento, constituye uno de los tipos de espacios más deseados y añorados en la vivienda contemporánea. La casa como espacio íntimo ¿contiene los objetos propios, -testimonios de la memoria-, a los que otorga valor y significado. Los objetos hablan de nuestra historia, del pasado, cargados de evocaciones sobre los recuerdos. Esconden significados que sólo nosotros conocemos y que no siempre se corresponden con lo evidente¿164 Pero estos objetos no son únicamente los expuestos, son también los conservados, los guardados. Aquellos objetos que nuestra memoria se niega a desechar, que deben ser conservados para mantener el vínculo con nuestra propia vida. En un mundo en continuo cambio, en el que el consumo es norma, la necesidad íntima de conservar nuestros objetos preciosos, nuestra memoria, se hace presente poniendo de manifiesto el valor precioso del espacio de almacenaje. En estas tipologías, el almacenamiento forma parte del programa funcional, sin ocupar una posición relevante en la estructura espacial de la vivienda, su presencia es continua en los dormitorios, y variable en distribuidores, pasillos y vestíbulos.

      En los primeros ejemplos estudiados aparecen con frecuencia empleados para resolver distorsiones del espacio producidas por la aparición de elementos estructurales y en ocasiones asociados a los pasillos y corredores. En los tipos más evolucionados son frecuentemente utilizados como elementos que refuerzan el aislamiento acústico.

      Probablemente vinculado a la importación de tipologías foráneas en el desarrollo hotelero de la Costa del Sol165 a partir de la década de 1960 se hace frecuente la aparición de espacios de vestidor que operan a la vez de filtros y articulaciones entre baños, dormitorios y zonas comunes.

      El espacio de almacenaje no sólo aparece en forma de armarios, se presenta también en forma de alacenas, despensas y trasteros, habitualmente situados, estos últimos, en las plantas sótano o sobreáticos del inmueble y, siempre que las dimensiones y la accesibilidad del solar lo permitan, aparecerá el espacio de estacionamiento, la cochera en planta baja, el garaje en sótano. La posibilidad de introducir el vehículo en el inmueble aumentará notablemente el confort del residente.

      El espacio de aseo.

      El segundo grupo de espacios vinculados claramente a la ida de confort, serán los núcleos húmedos, aseos y baños en los que podemos observar un continuo desarrollo hacia una especialización del espacio y por tanto una mayor implicación del proyecto en la atención hacia estos espacios de apoyo.

      En la serie de obras analizadas podemos observar cómo los espacios dedicados al aseo son tratados inicialmente como piezas de segundo orden, hasta el punto que, en muchas ocasiones, la distribución de aparatos no aparece reflejada en las plantas y cuando lo hace, aparentemente es el resultado de una adaptación forzada por la disponibilidad de espacio o por los requerimientos derivados de las instalaciones de evacuación, de tal forma que la bañera suele disponerse en primer término, apoyando su lado mayor en la pared longitudinal del baño y enfrentada a la posición que ocupa el lavabo, de tal manera que el fondo de la pieza pasa a estar ocupado por el inodoro y el bidé, dispuestos, en muchas ocasiones, en posición diagonal, sobre la bisectriz de las esquinas, posición que parece responder más a la necesidad de realizar un entronque directo con el bajante que a la falta de espacio. No obstante, a partir de los años sesenta y probablemente relacionado, al igual que en el caso anterior, con las propuestas diseñadas para los establecimientos hoteleros, los espacios de aseo pasan a ser objeto de especial atención por parte del proyectista.

      Se multiplican en número dentro de la vivienda y aparecen planimetrías detalladas de cada uno de ellos, en las que se reflejan, no sólo las plantas y secciones, sino numerosos detalles constructivos de mamparas, encimeras, aparatos, paños de espejo y luminarias.

      En relación a la forma del espacio, si los primeros baños se diseñaban como elementos residuales en la planta, con formas más o menos rectangulares pero frecuentemente distorsionadas para lograr su encaje entre otras piezas más regulares, el proceso de transformación y valoración de estos espacios provocará que rápidamente adquieran formas totalmente regulares y adaptadas a las dimensiones de los aparatos.

      Se percibe ahora una clara intencionalidad en la elección de su posición al ser utilizados, por ejemplo, como elementos de separación y articulación de los dormitorios o bien formando núcleos compactos de varias unidades en las que se agrupan tanto los aseos principales como los de servicio en torno a pequeños patios de ventilación y tránsito de instalaciones.

      El baño pasa de ser una pieza, en ocasiones excesivamente amplia, tanto que llega a resultar incómoda por fría y desarticulada, a convertirse en un compacto núcleo perfectamente dimensionado y ajustado a las dimensiones del cuerpo.

      Un proceso de especialización que provoca frecuentemente la aparición de compartimentaciones internas que segregarán ámbitos diferentes dedicados a funciones distintas.

      Una solución que habitualmente dispone los lavabos, en número de dos, en primer término, dejando una cabina separada con mamparas para el bidé, el inodoro y la bañera en caso de no haberse situado ésta en el primer ámbito, pero que puede llegar a presentarse de formas mucho más complejas, como la proyectada por Ricardo Abaurre y Luis Díaz del Río para el número 5 de la Avenida de la República Argentina, en el que se proyectan dos cabinas separadas con mamparas de vidrio y madera, ocupadas por el inodoro y el bidé la primera y dos lavabos, ducha y bañera la segunda, cabinas que, situadas en paralelo a la fachada y con acceso directo entre ellas e independiente desde el espacio de vestidor, construyen un núcleo perfectamente compacto y funcional que resuelve y filtra además, la circulación entre el dormitorio de padres, el despacho y el pasillo de dormitorios.

      El espacio de cocina.

      Finalmente los espacios de cocina también resultan ser espacios característicos de estas tipologías, no tanto por su dimensión, como por la multiplicidad y especificidad de las piezas que las componen.

      Frente a la cocina multifuncional y compacta que proponía Fernando García Mercadal en su proyecto para La Nueva Plaza de Cuba de Sevilla, como extrapolación de la cocina Frankfurt diseñada por Margarete Schütte-Lihotzky para la vivienda mínima, las cocinas presentes en estas viviendas podrían definirse como cocinas multiespaciales. Núcleos conformados por distintos espacios entre los que se encuentran el destinado a cocina propiamente dicha y otros dedicados a despensa, preparación, planchado, lavado y tendido.

      Las despensas, en forma de armarios y alacenas distribuidos en torno a la cocina, pero también en forma de pequeñas habitaciones independientes, situadas a caballo entre cocina y sala de preparación, y próximas a los accesos.

      Las salas de preparación u oficios son los espacios en los que se culmina la presentación de los alimentos antes de ser trasladados al comedor, y en los que se organiza la recogida, evitan la extensión de olores y humos hacia el resto de la casa, en un momento en el que los sistemas de extracción forzada aun no habían hecho su aparición y únicamente se empleaban sistemas de ventilación directa a través del tiro de chimeneas y ventanas, pero sobre todo serán piezas clave en la relación entre el área de servicio y el resto de la casa, pues generalmente, sólo a través de ellos, se produce la conexión y en muy contadas ocasiones aparece un segundo punto de relación.

      Las piezas dedicadas a las tareas de planchado, lavado y tendido suelen ser dos, una sala también utilizada como espacio de estancia para el personal de servicio y una pequeña terraza, habitualmente abierta hacia un patio interior.

      Sobre estos espacios y las diferentes configuraciones que adoptan dentro de esta tipología estimamos existen dos aspectos importantes que, a su vez, se relacionan claramente con la diferente percepción y concepción de la idea de confort a lo largo del tiempo.

      Nos referimos en primer lugar a la posición relativa que ocupa el área dentro de la vivienda y en segundo a la disposición de piezas en su interior.

      Los tipos más antiguos, aquellos que responden a un sistema distributivo de seis zonas, disponen sus áreas de servicio en las partes más profundas de la planta, aquellas más alejadas del acceso y salones principales.

      La planta de la vivienda se adecúa a una sociedad en la que existe una estricta división por clases, por ello los espacios dedicados al servicio se sitúan lejos de los dedicados a ¿los señores¿ sin atender a condicionantes derivados de la funcionalidad, como la longitud de los recorridos o la servidumbre de paso del servicio a través del corredor en el que se distribuyen los dormitorios. Aquellas estancias de cocina, que siempre dispondrán de un acceso secundario, se disponen como compartimentos estancos dedicados, cada uno de ellos, a labores diferentes y se proyectarán articulados a lo largo de un poco iluminado corredor.

      La transformación de la vivienda hacia una estructura tripartita conllevaría también una transformación importante en la ubicación de las áreas dedicadas al servicio y las cocinas. En una época en la que permanece la distinción de clases, la vivienda se transforma para ser más eficiente, más funcional, y sobre todo confortable.

      Las áreas de servicio, manteniendo su acceso propio e independiente, tienden a ocupar el centro de gravedad de la vivienda de forma que se logre un rápido contacto con cualquiera de las otras áreas. Esta nueva posición, lejos de perturbar al resto de la vivienda, vendrá a aumenta la independencia y el aislamiento del servicio y por tanto el confort del residente. Se tenderá a evitar cualquier tipo de servidumbre de paso, los recorridos se reducirán, el contacto con la pieza de comedor se proyectará directo a través del oficio, para evitar los extensos recorridos a través de toda la vivienda que aparecían anteriormente, y en ocasiones surgirán segundos puntos de contacto entre el área de servicio y la vivienda que serán directos hacia el área de descanso, evitando así el paso a través de pasillos o estancias principales.

      En relación a la disposición de las piezas dentro del área, en general se pasa de una estructura desmembrada, correspondiente a las tipologías más antiguas, en la que cada pieza era autónoma y se encontraba conectada a un pasillo de servicio, a agrupaciones cada vez más compactas, en las que las estancias aparecen separan mediante ligeras tabiquerías, frecuentemente sustituidas por mamparas de vidrio o pavés, que permiten el paso de la luz a la vez que evitan el paso de humos y olores.

      La incorporación de los electrodomésticos de forma masiva a partir de la década de 1960 traerá consigo una transformación en la concepción de las distintas dependencias que componían el paquete de servicio.

      Mientras las despensas y el oficio se mantienen en general, la pieza de lavadero tiende a desaparecer por la incorporación de lavadoras y secadoras, y la estancia dedicada al planchado y la costura, frecuentemente concebida como estancia separada de la cocina y más ligada a los dormitorios de servicio, tenderá a vincularse, cada vez más, al espacio de cocina. Será la introducción de la campana extractora en las cocinas el elemento de equipamiento que más trascendencia tenga en el proceso de concentración de estancias, provocando la eliminación de las barreras que separaban el espacio de cocina del resto de dependencias.

      Aparecerá así, en los tipos desarrollados a mediados de los años sesenta, un amplio espacio continuo en el se reconocen dos ámbitos principales; la cocina, que albergará todo el equipamiento de electrodomésticos y la sala para el servicio, utilizada como estancia y comedor.

      La incorporación del electrodoméstico a la vivienda resulta ser el elemento principal en la transformación espacial interna del área de servicio.

      Podemos entonces afirmar que la idea del confort, aplicada sobre los espacios de cocina y servicio de la vivienda, no sólo en relación al vínculo que establecen estas áreas y actividades con el usuario principal de la vivienda, sino también aplicado sobre el desarrollo interno de las funciones propias, resulta ser el motor fundamental que ha desencadenado los procesos de desarrollo y evolución tipológica de este sector de la vivienda.

      Nota final.

      Con este estudio queda satisfecha la curiosidad y el anhelo personal por conocer el funcionamiento interno de estas viviendas, deseo que fue promotor esencial de esta tesis y estímulo, desde hace mucho tiempo, de la elaboración de múltiples conjeturas sobre la forma de aquellas tramoyas y bastidores, posibles configuraciones de planta, que siempre han acompañado mis paseos por la ciudad. Curiosidad, deseos y conjeturas que ahora aparecen cristalizadas en este catálogo de plantas redibujadas y un análisis, quizás interesado, pero sin duda emocionado, realizado tras conocer y estudiar la documentación original de estos proyectos.

      Pese a que el presente estudio abarca un arco temporal breve, de apenas diez años, estimamos que en él se hacen presentes variantes del tipo residencial analizado que nos permiten, no sólo conocer aspectos concretos de un momento histórico, sino reconocer una parte del proceso evolutivo que sufrió esta tipología de viviendas. Un proceso que estimamos debería seguir siendo estudiado en sucesivos trabajos de investigación que podrían, quizás, desarrollarse sobre algunos de los ejemplos citados a lo largo del estudio. Inmuebles éstos que, por quedar fuera del ámbito definido para esta tesis, no han sido analizados en profundidad y sin embargo, estimamos resultan de gran interés para conocer el desarrollo de esta tipología en la ciudad de Sevilla.

      De otro lado, deseamos que las soluciones de proyecto, que hasta ahora habían permanecido inéditas y se encuentran encerradas en este breve catálogo, resulten suficientes e interesantes, no sólo para nuestra disciplina arquitectónica, sino para aquellas otras dedicadas al estudio de las relaciones sociales y la historia de nuestra cultura.

      Finalmente, concluimos con el deseo de que este estudio pueda, de alguna manera, saldar la deuda que esta ciudad tiene contraída con algunos de sus mayores, en este caso, arquitectos, profesionales entregados a un trabajo riguroso y preciso, que esperamos sea, desde ahora, conservado, apreciado y valorado con mayor interés y respeto.


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