La exposición a radiación ionizante es un tema que actualmente está muy controvertido, por los riesgos biológicos que conlleva, pudiendo llegarse a considerar negligente la realización de radiografías innecesarias. Diariamente los profesionales realizan multitud de exploraciones radiológicas como complemento a la exploración clínica del paciente para el diagnóstico de patologías orales. Sin embargo en muchas ocasiones desconocen cuál es la prueba radiológica más indicada para un paciente en concreto, ya que no existen guías específicas que regulen estas prescripción. Actualmente nos regimos por unas guías generales desarrolladas por FDA y unas guías basadas en la evidencia, ambas más detallada en niños y adolescentes y más pobre en adultos. El principal problema es que existen pocas investigaciones sobre exploración radiológica en el adulto: por ello los protocolos se desarrollan extrapolando los resultados de la población infantil. A pesar de que existen distintos protocolos radiológicos para las distintas enfermedades orales, se nos plantea una gran duda a la hora de decidir que exploración radiológica es la más adecuada para los pacientes adultos susceptibles a distintas patologías que solicitan un tratamiento integrado. Continuamente se realizan exploraciones radiológicas adicionales que no aportan más información que la obtenida en exploraciones previas. Por todo ello, se ha desarrollado el estudio aquí presente, con la finalidad de valorar las pruebas radiológicas más frecuentemente utilizadas en odontología para el diagnóstico del paciente adulto. Se realizó una complete y exhaustiva exploración clínica y radiológica (serie periapical completa, dos aletas de mordida posteriores y una radiografía panorámica digital) a una población de 86 pacientes adultos que acuden por primera vez a la Facultad de Odontología de Sevilla demandado tratamiento. Las radiografías fueron visualizadas por tres observadores de forma independiente y aleatoria, visualizándose la ortopantomografía en dos modalidades: directamente en monitor mediante el programa Dimaxis o impresas en papel brillante. En primer lugar se procedió a la identificación de los dientes y las zonas que se podían valorar y posteriormente se analizaron las lesiones cariosas y el estado periapicall. Una base de datos determinó la discordancia entre los observadores que en una posterior reunión llegaron a un consenso. Según los resultados obtenidos en la presente investigación, la serie periapical completa es la prueba radiológica que mayor número de zonas y diente permite valorar, por lo que de entrada parecería ser la prueba indicada para la valoración integrada del paciente. Es la ortopantomografía la radiografía que mayor porcentaje de no valorabilidad ha presentado, aunque por el contrario la que mejor permite visualizar los molares, especialmente, los cordales, siendo en este sentido la aleta de mordida una prueba prácticamente nula. Los modelos de regresión logística mostraron que tanto el tipo de zona (oclusal e interproximal) como el tipo de arcada influye en la valoración de las radiografías, siendo en todas las pruebas radiológicas las zonas interproximales y la arcada superior la que peor se visualizan. A pesar de que muchas investigaciones afirman que no existe diferencia en la precisión diagnóstica de las ortopantomografías visualizadas directamente en el monitor o impresas en papel, los resultados obtenidos muestran que en conjunto es preferible la imagen digital en monitor que en papel, ya que permite una mejor valoración de las superficies y dientes, sobre todo a nivel del grupo anterior. Parece ser que el monitor mejora la definición de la imagen y además el programa informático de visualización permite una serie de herramientas (zoom, contraste/brillo, sustracción, etc) que puede mejorar la calidad de la radiografía panorámica e incluso solventar los posibles errores de la técnica. Todas las pruebas radiológicas aportan información adicional a la exploración clínica, detectándose caries que habían pasado desapercibidas, sobre todo a nivel de las superficies interproximales, siendo en oclusal donde menos caries nuevas se detectan con la radiología. Es a nivel de las caries que afectan a la pulpa dentaria donde menos nos aporta la radiología, siendo especialmente útil para caries incipientes y sobre todo para lesiones dentinarias clínicamente no cavitadas. Por lo tanto, la radiología es un complemento diagnóstico eficaz, siendo la aleta de mordida la que más caries radiológica detecta a pesar del alto porcentaje de no valorabilidad que presentan, sobre todo a nivel del grupo anterior. Todo ello presupone que ante un paciente que requiera la realización de una serie periapical completa por su patología periodontal, no se puede suprimir la realización adicional de aletas de mordida, al menos posteriores, porque los resultados obtenidos demuestran que se puede pasar por alto lesiones cariosas, sobre todo a nivel de dentina, con la realización únicamente de las periapicales. Todas las técnicas han mostrado una baja sensibilidad y alta especificidad cuando se las comparan con la exploración clínica. Esto demuestra que ni la clínica ni la radiología son pruebas diagnósticas eficaces por si solas, porque cuando se complementan mejoran enormemente su sensibilidad, fundamentalmente en el diagnóstico de caries. La realización rutinaria de una radiografía panorámica a todo paciente adulto no estaría justificada, ya que es la prueba que peor permite valorar los dientes y que menos lesiones cariosas detecta. Por el contrario su principal indicación sería para la valoración de cordales, aunque consideramos que en ausencia de signos o síntomas clínicos, su realización sería una sobreexposición del paciente a radiaciones ionizantes. Además, la ortopantomografía, no aporta información suficiente para el establecimiento de un plan de tratamiento en aquellos pacientes que requieran la realización de una serie periapical completa, resultado incluso ser un examen redundante en este sentido. En conclusión, la disponibilidad de una ortopantomografía no disminuye la necesidad de realizar otras radiografías intraorales para el desarrollo del plan de tratamiento final, por lo que se debe ser cauteloso a la hora de prescribir una radiografía panorámica.
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