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Resumen de Efectos del ejercicio físico en el perfil esteroideo urinario femenino: tras una actividad física intensa de corta duración, y tras un programa de entrenamiento de fuerza donde se valoran las fases del ciclo menstrual

Manuela Corvillo Rodríguez

  • español

    El ejercicio físico constituye un modelo de estrés científicamente demostrado en multitud de estudios; estrés que abarca al plano fisiológico, y que se pone de manifiesto por una alteración en el sistema endocrino, que puede ser transitoria ante ejercicio físico intenso, o más o menos permanente ante ejercicio crónico. Una de estas alteraciones transitorias es la elevación de las hormonas de estrés, los glucocorticoides, pero si el ejercicio se realiza de forma continuada, con cierta intensidad y, sobre todo, a nivel competitivo, se han descrito alteraciones en la producción de hormonas sexuales que, en la mujer, pueden conducir a irregularidades menstruales transitorias de mayor o menor relevancia, siendo habitual los casos de oligomenorrea y menos frecuentes los casos de infertilidad. Así pues, el estrés físico y emocional asociado tanto al ejercicio intenso como a las competiciones puede alterar el eje hipotálamo-pituitario-adrenal y/u ovárico.

    Pero no todos los tipos de ejercicio físico y programas de entrenamiento producen las mismas alteraciones del sistema hormonal endocrino, concluyendo muchos autores que las adaptaciones crónicas, y las variables en el diseño del programa de entrenamiento, son altamente específicas del tipo de ejercicio realizado. Por ello, hemos realizado un estudio del efecto de dos tipos diferentes de ejercicio físico sobre la excreción urinaria de hormonas esteroideas en mujeres jóvenes y deportistas, una es un partido de competición de balonmano, y otra es un entrenamiento de fuerza de intensidad submáxima, durante 3 días a la semana, y durante 3 ciclos menstruales consecutivos, y se ha comparado con la excreción urinaria de mujeres sedentarias del mismo grupo de edad. Hemos valorado la excreción urinaria durante 3 fases del ciclo menstrual, la fase folicular temprana, o fase de menstruación, la fase folicular media, y la fase lútea media. La técnica analítica utilizada ha sido la cromatografía de gases-espectrometría de masas (GC/MS). También creemos que es innovador el estudio realizado en la excreción de un grupo de hormonas esteroideas hasta ahora poco valoradas en la práctica deportiva, como son los metabolitos de la progesterona, hormona sexual importantísima para mantener los ciclos menstruales normales.

    Los resultados obtenidos sugieren que la competición deportiva produce, en mujeres jóvenes, una respuesta diferente en la excreción urinaria de hormonas esteroideas, manifestada por un incremento muy significativo de las hormonas catabólicas, a la que produce un entrenamiento de fuerza de intensidad submáxima durante 3 ciclos menstruales consecutivos. También que el perfil urinario esteroideo de mujeres deportistas puede ser más anabólico que el de mujeres no deportistas, ya que hemos comprobado un incremento en las relaciones entre hormonas anabólicas y catabólicas, pero sólo en una fase menstrual este incremento ha resultado significativo. Otro aspecto relevante ha sido que el entrenamiento de fuerza realizado condujo a las participantes a un incremento de la fuerza máxima, y este incremento estuvo acompañado de un balance claramente más anabólico que catabólico en las distintas fases de su ciclo menstrual.

  • English

    A vast number of scientific studies have demonstrated that physical exercise constitutes a model of stress: stress on a physiological level, which is highlighted by an alteration of the endocrine system, which may be transitory before intense physical exercise, or more or less permanent before chronic exercise. One of these transitory alterations is the rise in stress hormones, glucocorticoids, but if the exercise is continuous, and at a certain intensity, and, especially, at a competitive level, alterations in the production of sex hormones have been observed which, in women, may lead to temporary menstrual irregularities to a greater or lesser degree, and cases of oligomenorrhea and less frequently cases of infertility. Therefore, physical and emotional stress associated with both intense exercise and competitions may alter the hypothalamic-pituitary-adrenal axis and/or the hypothalamic-pituitary-ovarian axis.

    Nevertheless not all kinds of physical exercise and training programmes produce the same alterations in the endocrine hormonal system, many authors having concluded that chronic adaptations, and the design variables of the training programme, are highly specific according to the type of exercise carried out. For this reason, we carried out a study of the effect of two different kinds of physical exercise on the urinary excretion of steroid hormones in young sportswomen, one is a competitive handball match, and the other one is sub-maximal intensity strength training, 3 days a week, and during 3 consecutive menstrual cycles, and the results were compared to the urinary excretion of sedentary women of the same age group. We assessed the urinary excretion during 3 phases of the menstrual cycle, the early follicular phase, or menstrual phase, the mid-follicular phase, and the mid-luteal phase. The analytic technique used was gas chromatography coupled to mass spectrometry (GC/MS). We believe that the study carried out of the excretion of a group of steroid hormones which have not been assessed much in sports practice until now, such as progesterone metabolites, a sex hormone of upmost importance to maintain normal menstrual cycles, is innovative.

    The results obtained suggest that sports competition produces, in young women, a different response in the urinary excretion of steroid hormones, shown by a very significant increase in catabolic hormones, when compared to the response produced by sub-maximal intensity strength training during 3 consecutive menstrual cycles. Also, the urinary steroid hormone profile of sportswomen may be more anabolic than in non-sportswomen, since we observed an increase in the anabolic and catabolic hormone ratios, but this increase was only significant during one of the phases of the menstrual cycle. Another relevant fact is that the strength training carried out led to an increase in the participants' maximum strength, and this increase was accompanied by a clear hormonal balance that was more anabolic than catabolic during the menstrual phase of their menstrual cycles.


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