El ictus representa la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa de discapacidad en las personas adultas y la segunda causa de demencia. Además, ocupa el segundo lugar en cuanto a carga de enfermedad en Europa y representa el 6,8 por de los años de vida ajustados a la discapacidad.
Se considera que el ictus tiene un efecto especialmente devastador en la mujer, por lo que se está convirtiendo en un problema de salud pública de primer orden en el sexo femenino. Estudios previos muestran que la mujer presenta peor recuperación tras un infarto cerebral y se ha sugerido que es debido a la mayor edad de las mujeres en el momento del ictus y a la mayor frecuencia de IC cardioembólicos en éstas, por lo que tienen mayor gravedad. Sin embargo algunos estudios apuntan que es debido a un efecto específico del sexo femenino, si bien existen pocos estudios con tamaños muestrales grandes que analicen en profundidad esta cuestión.
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