La psicología lleva mucho tiempo ocupándose de la naturaleza social de los procesos psicológicos. De tal forma que cualquier área de trabajo de esta disciplina ha ido integrando en su devenir histórico los condicionantes sociales como variables sin las cuales el conocimiento psicológico estaría incompleto. En este sentido, existe un amplio consenso en postular que el desarrollo y el comportamiento humano no pueden entenderse al margen de los entornos o contextos sociales en los que ocurren. Desde el reconocimiento de la naturaleza social del hombre iniciamos este trabajo; nacemos en grupos sociales, vivimos en ellos y terminamos nuestro ciclo vital inmersos en dichos grupos. De hecho, el curso de nuestro desarrollo social y personal depende, en buena parte, de la calidad de esos grupos, o sea, de la forma en que la inclusión en los diversos entornos sociales ha ido abriendo diferentes posibilidades de desarrollo a cada uno de nosotros y nosotras. Los entornos sociales por los que vamos pasando conforme crecemos son muy dispares, y van multiplicándose ofreciendo nuevas e inquietantes posibilidades. El que esas posibilidades se conviertan en resultados óptimos o en nuevos progresos de nuestro proceso de desarrollo dependen de un sinfín de variables a las que la Psicología Evolutiva intenta acercarse cada vez con mayor rigor científico.
La participación en los grupos sociales, entre otras muchas funciones, previene del aislamiento, facilita la supervivencia, permite compartir experiencias, ayuda al definición de comportamientos y compromisos mutuos, ofrece elementos de referencia y resistencia para el afrontamiento de las experiencias por las que vamos pasando y, sobre todo, constituye un sistema en el que se fortalecen e incrementan las capacidades personales de los participantes, promoviendo el logro de sus metas vitales.
De todos los contextos en los que participamos la familia constituye, sin lugar a dudas, uno de los más significativos a lo largo del ciclo vital y, en concreto, el más determinante de cara al desarrollo y la socialización de los miembros más jóvenes de la especie. L familia como contexto de desarrollo, como grupo social, como organización cultural, como entorno educativo ha sido y es objeto de estudio de prácticamente todas las áreas de la Psicología.
En concreto, como psicólogas evolutivas nosotras estamos especialmente interesadas en acercarnos a la familia desde la perspectiva del desarrollo y la educación, esto es, estudiar el contexto familiar como principal entorno en el que los niños y las niñas crecen. Pero como decíamos antes y es destacado por Palacios (1999a), la familia no es solo un contexto de desarrollo y socialización para los hijos, sino que desde la perspectiva de los padres supone también un lugar de crecimiento y realización personal. Tanto los padres como los hijos estarían participando mutuamente en sus procesos respectivos de crecimiento. Las capacidades, compromisos, responsabilidades y taras evolutivas son diferentes para unos y otros, pero las relaciones entre ambos tienen un carácter bidireccional, tal y como sugería Bronfenbrenner (1979), lo que significa que la realidad psicológica y social de cada miembro de la familia afecta a todos los demás.
Con el interés de conocer más los procesos de crecimiento y desarrollo de los niños y de sus familias, el grupo de investigación al que pertenecemos ha realizado diversos trabajos con muestras variadas y con características metodológicas diferentes. El trabajo que aquí se presenta, en concreto, es fruto de nuestro intento de responder a algunas preguntas que surgieron en el marco de un estudio longitudinal de importante envergadura realizado en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla.
El proyecto de investigación al que nos referimos constituye el seguimiento longitudinal de un grupo de familias a lo largo de trece años (desde 1989 a 20029. El trabajo, en concreto, comenzó con el estudio de la transición a la paternidad y la maternidad de un grupo de hombres y mujeres, desde el principio del embarazo de las madres hasta que los bebés cumplieron su primer año de vida (Hidalgo, 19949. Cuando nos planteamos la realización de este trabajo el estudio ya había pasado por siete fases diferentes a lo largo de los trece años del seguimiento tanto de los niños de la muestra, como de sus padres y madres y de los procesos de cambio y desarrollo que ocurrían en los sistemas familiares a lo largo del tiempo. Así, disponíamos de mucha información acerca de los contextos familiares en los que estaban creciendo los niños del estudio. Conocíamos bastante acerca de las ideas y de las prácticas educativas mantenidas por sus padres antes incluso de convertirse en padres y madres, de los cambios que estos habían experimentado en las relaciones de pareja a lo largo de los trece años de duración del estudio, de las distintas redes de apoyo con las que habían contado, del apoyo que habían necesitado en cada momento del crecimiento de sus hijos, de algunos rasgos de su personalidad, etc. Además, disponíamos de información sobre los procesos de desarrollo de sus hijos e hijas y de la relación entre éstos y los aspectos que acabamos de mencionar.
Cuando los niños y niñas del estudio tenían doce años nos planteamos diseñar un nueva fase en la investigación con dos retos bastante bien definidos. Por un lado, continuar analizando los procesos de cambio y desarrollo que iban ocurriendo, centrándonos fundamentalmente en lo que la llegada de los hijos a la adolescencia supondría para las familias. El segundo de los retos, relacionado con el estudio de las redes y sistemas de apoyo social de las familias, surgió como consecuencia de los resultados hallados en fases anteriores. A lo largo de los años de duración del estudio los hombres y mujeres nos enseñaron, entre otras muchas cosas, que hablar de lo que para ellos suponía ser padres y madres, que compartir sus preocupaciones y tareas, era un factor importante para el desempeño de su paternidad y maternidad. La familia constituye paras sus miembros una red de apoyo social, un lugar donde aparecen problemas, pero donde también se resuelven. Sin embargo, que la familia sea un contexto de desarrollo eficaz y a la vez una fuente de apoyo para sus integrantes exige, como los propios padres y madres señalan, poder contar con otras personas, disponer y poder hacer uso de diferentes fuentes de recursos que apoyen y faciliten la complejísima labor que social y culturalmente se le ha asignado al contexto familiar.
Con este trabajo pretendemos dar respuesta al segundo de los retos planteados. En este sentido, el primer objetivo con el que empezamos a trabajar fue el de analizar los cambios que se habían producido a nivel longitudinal en los sistemas de apoyo social de las familias que formaban parte del estudio. Para el análisis de los diferentes entornos de desarrollo, desde nuestro punto de vista, resulta especialmente útil la perspectiva ecológica descrita inicialmente por U. Bronfenbrenner (1979). Este es un enfoque muy consensuado y defendido a nivel teórico, sin embargo, a nivel empírico es difícil de seguir puesto que requiere analizar todos los contextos de socialización en los que un sujeto participa, especialmente complicado cuando se trata de estudios con carácter longitudinal. Fieles a estos planteamientos, a lo largo de los trece años de duración del proyecto hemos intentado recoger información procedente de niveles contextuales diversos: desde el propio hogar y los compañeros de clase de os niños hasta el trabajo de los padres y las relaciones sociales que estos mantienen fuera del hogar. Todo ello ha exigido bastante esfuerzo investigador y hace que la muestra estudiada no pueda ser demasiado grande pero, sin duda, la información obtenida es sumamente rica y útil de cara al conocimiento de los procesos de cambio y desarrollo de las familias a lo largo del tiempo.
Por tanto, desde los planteamientos teóricos que lo sustentan, los objetivos planteados en esta investigación van más allá de considerar a la familia como un mero espacio donde transcurre la vida de las personas. Al ocuparnos de la familia no nos estamos refiriendo a unos espacios físicos limitados. Los escenarios sociales, los entornos existen en ausencia de las personas, pero los contextos de desarrollo carecen de sentido sin los individuos que los hacen posible y los habitan. De esta manera, siguiendo a Hidalgo (1997), la familia es una realidad esencialmente cultural que incluye a las personas, sus creencias, sus metas, las actividades que realizan y sus relaciones con otros entornos. El estudio de la persona se hace así inseparable del contexto y al revés; no es posible acercarse al estudio de un determinado contexto sin incluir a sus integrantes.
Pero de nada serviría el conocimiento teórico sobre las familias si este no se traduce en un trabajo directo de intervención con ellas y para ellas. Nuestro compromiso como investigadores ha sido siempre la optimización y la mejora de la calidad de los entornos de desarrollo de cara a facilitar procesos de socialización eficaces. Analizar cuáles son las condiciones más optimizadoras de los procesos evolutivos debe ser objeto de estudio tanto para la Psicología Evolutiva como para la Psicología de la Educación (Palacios, 1990).
En este sentido, en paralelo a la puesta en marcha de esta nueva fase del proyecto longitudinal que nuestro equipo llevaba a cabo desde hacía trece años, iniciamos una nueva línea de trabajo vinculada al diseño, implantación y evaluación de un programa de educación de padres en colaboración con los Servicios Sociales Comunitarios del Ayuntamiento de Sevilla. En los últimos años, hemos asistido desde la intervención comunitaria a una preocupación y una atención dirigida a la familia cada vez mayor, conforme se ha ido tomando conciencia desde las diferentes instituciones y administraciones de las importantes necesidades de apoyo de diverso tipo que experimentan la gran mayoría de las familias y, en especial, las familias usuarias de los Servicios Sociales Comunitarios, de cara a un desempeño competente de sus funciones educativas y socializadoras de niños y jóvenes. No obstante aunque han aumentado considerablemente las iniciativas de formación y apoyo a los progenitores, muchas de estas intervenciones no se han fundamentado en un conocimiento real y empírico de las necesidades de las familias, ni de los padres ni de las características de los hogares. Tal y como ha puesto claramente de manifiesto la literatura sobre programas de intervención, cuando no se exploran ni analizan las necesidades reales de las personas implicadas, se corre el riesgo de que muchas actuaciones e intervenciones no sean todo lo efectivas que se esperaba.
El trabajo que estamos llevando a cabo, mediante un Convenio de colaboración con los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Sevilla, se sitúa precisamente en esta línea. Ante la clara necesidad de elaborar programas efectivos de intervención psicosocial para apoyar a las familias usuarias de Servicio Sociales Comunitarios, nos planteamos desarrollar un estudio que explora en profundidad las necesidades de estos padres y madres en relación con la organización y rutinas cotidianas que plantean en su hogar como entorno educativo para sus hijos e hijas. Creemos que un análisis minucioso de las características de estas familias y de los recursos de que disponen para afrontar sus responsabilidades educativas hacia los más pequeños, puede permitirnos obtener importantes conocimientos acerca de qué tipo de apoyo necesitan estos padres y estas madres para que en sus familias transcurran más satisfactoriamente las relaciones que mantienen cotidianamente con sus hijos e hijas. De los diferentes contenidos abordados en el trabajo con las familias el apoyo social ocupó un lugar privilegiado, puesto que precisamente eran importantes dosis de apoyo para afrontar las diversas tareas como padres y madres lo que pretendíamos ofrecer a las familias.
La Tesis Doctoral que vamos a presentar se centra en el análisis del apoyo social de los dos grupos de sujetos que se han descrito: de un lado, los padres y las madres del estudio longitudinal y, de otro lado, un grupo de familia usuarias de los Servicios Sociales Comunitarios. De manera que el trabajo incluye dos estudios diferentes que se corresponden con cada una de las muestras señaladas, tal y como se describirá con detalle en el capítulo de metodología. Ambos estudios se sustentan en un marco teórico común y comparten el mismo interés por acercarse al estudio de la familia y de aquellas variables que pueden facilitar a los hombres y a las mujeres el desempeño de sus tareas como padres y madres. En concreto, en las dos investigaciones una de las variables centrales de análisis es el apoyo social, en cuanto a que ésta constituye una dimensión relevante dentro de la dinámica familiar, como tendremos oportunidad de desarrollar más adelante en las páginas del capítulo dedicado a la revisión teórica.
Contar con dos proyectos de investigación diferentes e intentar integrarlos en un único trabajo supone una dificultad añadida a la realización de cualquier investigación de la envergadura de la que aquí estamos presentando. Ello ha supuesto para nosotras un gran reto, fundamentalmente a nivel metodológico pero, sobre todo, ha permitido el enriquecimiento y ampliación aún más de nuestros intereses como investigadoras del ámbito evolutivo-social.
En el Capítulo dedicado a la revisión teórica se detallarán los objetivos del trabajo, no obstante, queremos adelantar que en esta Tesis Doctoral hay un interés general por conocer cuáles son las principales necesidades y demandas de apoyo que tienen los padres y las madres tanto en el desempeño de su paternidad como en relación con su propio crecimiento personal. Ello nos ha llevado desde el principio del trabajo a abrir nuestra visión de la familia a otras parcelas de la psicología, que tradicionalmente se han ocupado de la familia y que con sus formulaciones y contribuciones no han llevado a ir más allá de lo que inicialmente nos planteábamos.
En concreto, con mucha prudencia pero con gran entusiasmo e inquietud, nos hemos adentrado en las aportaciones que desde la Psicología Social se han hecho al estudio de la familia y, sobre todo, hemos aprendido de esta área de conocimiento mucho de l referente al apoyo social. No siempre nos ha resultado fácil movernos entre la Psicología Evolutiva y la Psicología Social, sobre todo, porque no queríamos hacer interpretaciones centradas en la primera de ellas dada nuestra mayor cercanía y afinidad. Así, que hemos intentado movernos entre ambas disciplinas estableciendo relaciones y conexiones bidireccionales que nos han facilitado un mejor acercamiento al estudio de las características del apoyo social de la familia. El análisis realizado del contexto familiar nos ha conducido a caminar entre lo evolutivo y lo social, intentado situar nuestro objetivo como lo que es, un aspecto psicosocial de la familia. Aunque no hayamos perdido de vista esta cuestión en ningún momento, es en la discusión donde nos ocupamos más detenidamente de ella: al concluir acerca de las características del apoyo social de las familias estudiadas en función de las diferentes realidades sociales en que están inmersas. Sin perder de vista que todo ello, además, nos interesa de cara potenciar y facilitar los procesos de desarrollo y socialización de la familia como sistema, así como de cada uno de sus integrantes, especialmente, de los miembros más jóvenes del contexto familiar.
El trabajo que presentamos a lo largo de estas páginas está dividido en dos bloques claramente diferenciados. En la primera parte se describen las referencias y las aportaciones más interesantes recogidas en la literatura sobre el tema. Comenzamos con una descripción de la familia desde diferentes enfoques teóricos evolutivos, sociales e incluso sociológicos, dedicándonos con algo más de profundidad a la perspectiva ecológica. A continuación nos ocupamos del concepto de apoyo social y de las aportaciones que desde la Psicología Social se han hecho para una mejor comprensión y análisis del mismo. Al final de este primer bloque se realiza un repaso a la intervención en el ámbito familiar desde los programas de apoyo para padres, tanto desde un punto de vista evolutivo-educativo como desde una perspectiva más social y comunitaria.
El segundo gran bloque de contenidos del trabajo se refiere a la parte empírica de nuestro estudio, donde se describen el método, el procedimiento y los resultados obtenidos. En el último capítulo del trabajo se retomarán estos resultados y se discutirán a la luz de la información recogida en la literatura sobre el tema. Finalmente, concluimos con la presentación de las principales conclusiones derivadas del trabajo, así como de algunas limitaciones halladas tras la realización del mismo y de posibles vías de investigación que se nos han planteado mientras el trabajo cobraba forma. Por último, hemos incluido varios anexos en los que aparecen los instrumentos utilizados para recabar la información de cada uno de los contenidos evaluados en las dos muestras estudiadas.
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