En la primera década del siglo XXI han tenido lugar dos procesos de enorme importancia en España, uno demográfico y otro económico. En primer lugar hay que destacar la enorme magnitud de la llegada de inmigrantes a nuestro país. Su cuantía es sobresaliente no sólo a nivel nacional sino también internacional. De lo primero da cuenta el hecho de que en sólo la primera década de este siglo la población extranjera residente en España ha pasado de representar un 3,6% a alcanzar un 14%. La escala internacional del fenómeno, por otra parte, la muestra el hecho de que según datos de la OCDE España es el tercer país del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos y Alemania, que más extranjeros ha recibido en toda la primera década del siglo XXI. El segundo proceso tiene que ver con el cambio de la fase del ciclo económico. Tras la recesión sufrida a principios de la década de los noventa, el ritmo de creación de empleo vivido en los años posteriores alcanzó unos niveles extraordinarios, pasando de algo más de 12 millones de ocupados en 1994 a unos 20,5 millones en 2007. El periodo de bonanza se vio interrumpido a finales de 2007, momento en el que la economía global comenzó a dar signos de estancamiento. La llegada de la Gran Recesión ha generado en España, entre otros efectos, la destrucción de 3,7 millones de puestos de trabajo y una tasa de paro superior al 27% en 2013, cifras nunca alcanzadas en anteriores crisis. El nivel de ocupación ha caído fuertemente en los primeros cinco años desde 2008, pero con mayor fuerza entre el colectivo extranjero, especialmente entre los varones.El objetivo principal de la tesis doctoral es estudiar la participación laboral de la población extranjera en España a lo largo de la primera década del siglo XXI. En primer lugar, se quiere saber si los trabajadores inmigrantes experimentan algún tipo de desventaja respecto a nativos, y si fuera así, averiguar las principales causas. Y en segundo lugar, comprobar el impacto neto que ha tenido la Gran Recesión iniciada en 2008 sobre la posible brecha entre ambos colectivos. Para responder a estas preguntas se ha escogido la desocupación como índice básico de la situación laboral de la población inmigrante y autóctona. La utilidad de estudiar el empleo radica en que el rendimiento de la educación en el mercado de trabajo español se plasma, fundamentalmente, en la probabilidad de estar o no ocupado. De forma más específica, este trabajo de investigación consiste en el estudio de tres procesos asociados a las dinámicas del empleo: i) el riesgo de que el individuo pierda su puesto de trabajo; ii) la probabilidad de volver a trabajar para quien se encuentra desocupado; y iii) para aquellos que consiguen abandonar la desocupación, conocer el tipo de empleo al que acceden. Las tres principales conclusiones de esta tesis doctoral son las siguientes. En primer lugar, aunque algunas diferencias relacionadas con características socio-demográficas explican buena parte de la brecha entre extranjeros y españoles, el estatus profesional así como la trayectoria laboral previa tienen una influencia considerable en las oportunidades laborales. Es decir, la posición en la que uno se encuentra en el mercado de trabajo es esencial a la hora de determinar la probabilidad de estar ocupado. En segundo lugar, la crisis económica tiene un efecto neto mayor sobre la situación laboral de la población extranjera que sobre la de la autóctona. Es decir, la desigualdad entre ambos grupos se incrementa a partir de 2008, y en el caso de que los extranjeros estuvieran mejor posicionados inicialmente, su ventaja se reduce en favor de los españoles. Y por último, una vez controlados diversos factores relacionados tanto con las características personales como con la posición en el mercado laboral de los individuos, la nacionalidad continúa siendo un factor relevante a la hora de determinar las oportunidades de trabajo de las personas, lo cual pone en duda la tesis de la asimilación.
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