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Discursos de la sombra: tesis doctoral sobra la naturaleza del espacio arquitectónico

  • Autores: Lino Álvarez Reguillo
  • Directores de la Tesis: Antonio González Cordón (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 2007
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 305
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Resumen
    • El episteme de la cultura occidental ��campo epistemológico� en palabras de Foucault-, asigna a la sombra una valoración negativa. Son diversas las contradicciones que refleja la presencia de una idea nefasta de sombra, o desconsiderada, como en los textos sobre arquitectura en los que se ignora su existencia. Pero, los individuos piensan, conocen y valoran dentro de los esquemas del conocimiento vigente en el tiempo en que les toca vivir. Sus prácticas discursivas pueden parecer libres, pero se hallan fuertemente condicionadas por las estructuras epistémicas. Así, decir que las formulaciones sobre el concepto de sombra forman parte del campo epistemológico �significa tan sólo que su positividad está enraizada en él, que allí encuentran su condición de existencia, que, por tanto, no son únicamente ilusiones, quimeras seudocientíficas, motivadas en el nivel de las opiniones, de los interés, de las creencias, que no son lo que otros llaman, usando u n nombre caprichoso, �ideología�. Pero, a pesar de todo, esto no quiere decir que sean ciencias�.

      No obstantes estas tranquilizadoras palabras de Foucault, me parecía enigmático que los arquitectos al hablar de arquitectura se refiriesen casi exclusivamente a la luz, ignorando la sombra �efecto primordial de delimitar un fragmento del espacio al que se añade la condición de habitable. ¿Puede entenderse este hecho como efecto represor de nuestra cultura sobre el pensamiento que impidiera a la disciplina arquitectónica la declaración escrita de un reconocimiento de la sombra, pese a ser evidente su presencia en la obra construida, en los proyectos arquitectónicos no ejecutados?.

      La Ciencia moderna desmontó a mediados del pasado siglo la idea de sombra como negación de la Luz, como la no_luz, formulando el concepto de campo lumínico en cuanto manifestación de la materia. No obstante, incluso en los textos recientes sobre el espacio arquitectónico �materia sustancial de la arquitectura- no se hace mención de este nuevo conocimiento, ignorando sus consecuencias para la práctica de la arquitectura.

      De modo análogo ocurre con la consideración de la dimensión tiempo en los textos teóricos que tratan del espacio arquitectónico, aunque algunos autores han propuesto ya diferentes aproximaciones, todavía insuficientes, a la idea del espacio_tiempo.

      Propongo en esta Tesis Doctoral entender la sombra como manifestación del espacio_tiempo construida por la arquitectura, que funciona al respecto como reloj espaciotemporal. Trataré de desarrollar esta idea que se expresa sutilmente materializada por Borromini en su gallería perspectiva del Palacio Spada de Roma.

      Con esta investigación he tratado de aproximarme a la naturaleza del espacio arquitectónico desde distintos ángulos, todos ellos coincidentes en diversos momentos, ya que todo conocimiento es poliédrico, complejo en su genealogía y profundamente interrelacionado con el resto de los saberes que sustentan una cultura. Como no podía ser de otra forma, el resultado es este texto de discursos interrumpidos y miradas transversales. No es un texto cerrado. Aquí se encuentran reflexiones, derivas y dudas que se interrogan entre si, todas ellas abiertas a quien mejor pueda iluminar la sombra.

      En toda la obra de Le Corbusier he encontrado siempre referentes que ofrecen �la mano donde reposa el ala� de la imaginación, como su Vers une Architecture que he tomado como modelo para estructurar esta Tesis. Una tarea imposible para mi sin la experiencia formativa del ejercicio docente y profesional, el arbotante de mi esposa y la dirección del Catedrático de Proyectos Arquitectónicos D. Antonio González Cordón.

      Se reconoce a Le Corbusier como el único arquitecto que se ha anticipado con sus textos a su arquitectura, definiendo en ellos conceptos después paradigmáticos en su obra construida. Se olvidan quienes así piensan de su proceso de formación en los Ateliers d�Art de La Chaux_de_Fonts dirigido por L¡Eplanttenier; en sus viajes de estudio de la arquitectura clásica del Mediterráneo y los Balcanes, o la contemporánea de Centroeuropa. Cinco años separan la villa Fallet (1906_1907) de la villa Jeanneret_Perret (1912), pero la diferencia conceptual entre estas dos obras refleja, además de la medida de la rapidez de asimilación y de cambio del joven Ed, el conocimiento teórico por él adquirido resultado de sus análisis vertido en su práctica de la arquitectura, su incesante proceso de interacción entre el pensamiento y la teoría que cristaliza en el proyecto arquitectónico.

      Una investigación arquitectónica explícita podría fundamentarse a condición que sea establecidos los conceptos y los axiomas de partida de una �arquitecturología� o �epistemología arquitectural�. Pero, si no es posible definir con precisión en que consistiría esta labor, si puede proponerse una crítica al estado del conocimiento sobre el espacio, el tiempo y la sombra abrazados por la arquitectura.

      Así, me propuse investigar desde esa posición crítica necesaria para servir al proceso de construcción del pensamiento arquitectónico.

      Este libro tiene su introducción en mi Primer Libro de la Sombra, trabajo de investigación que realicé para obtener el Certificado de Estudios Avanzados. Está organizad en dos capítulos �Proposiciones sobre la arquitectura y Proposiciones sobre la sombra- y un epílogo �Derivadas finales. Cada Capítulo comienza y se estructura formulando unas proposiciones y recurriendo a varios axiomas, a los que siguen demostraciones, escolios y corolarios que se entrelazan hasta la conclusión final, mezclándose e incrustándose, emanando interferencias y evocaciones.

      Para situar inicialmente el texto que sigue, paso a explicar brevemente ahora las cosas que han debido seguirse de la acción del hombre sobre el escenario de la vida en el que se distribuye especialmente un grupo homogéneo de individuos.

      Los modos de actuar del hombre sobre la Naturaleza pretenden principalmente beneficiar su vida, expresar su poder y reproducir su religión. La actuación humana sobre el territorio refleja la concepción el mundo en cada momento. Particularmente, la arquitectura es clara expresión del pensamiento, del sentir. �Tomar posesión del espacio es el primer gesto de lo viviente, de los hombres y los animales, de las plantas y de las nubes, es manifestación fundamental de equilibrio y de duración. La primera prueba de existencia es ocupar el espacio�.

      Las implantaciones megalíticas de la Prehistoria, las pirámides de los faraones egipcios, la Gran Muralla china, la acumulación de templos en la Acrópolis de Atenas, las torres_vigía musulmanas, los caseríos organizados alrededor del castillo feudal, los distritos financieros de las ciudades modernas o las �grandes superficies� comerciales, constituyen para cada civilización, en cada momento, la expresión de sus valores y creencias. Reside en la cualidad simbólica de la arquitectura su capacidad de reflejar el pensamiento, su condición de medio de comunicación no verbal.

      En una situación previa a la ascensión del capitalismo, �el arte no estaba separado de la dimensión ético_política, sino que era uno de sus medios principales�. Más tarde, con el ascenso de las clases medias, el sistema cultural se separó del sistema económico y del político para convertirse en un fin en sí mismo. Y la arquitectura pasó a actuar como �una sublimación de esas extensiones de la psique que de otro modo serían peligrosas�: estamos en la Modernidad, cuando el arte se independiza de lo cognitivo, lo ético y lo político.

      La Naturaleza ofrece al hombre modelos de protección frente a las inclemencias. En su apropiación del territorio los seres humanos arrastraron un conocimiento ancestral de los recursos naturales.

      El homo sapiens sapiens, supervivió al resto de las ramas de los homínidos pro su eficacia en gestionar dichos recursos. El proceso de interacción de humanos y Naturaleza tiene su expresión en la cultura � conocimientos sobre el Medio surgidos de la observación, resultado de pruebas y errores. Pero también la cultura se configura al margen del Medio. La civilización se extiende mediante vectores humanos, a pesar de la existencia o del desafío de las barreras medioambientales. Esta circunstancia puramente humana se superpone a los efectos de la dialéctica del hombre y la Naturaleza. La historia de la civilización está condicionada pero no determinada por el Medio, aunque su influencia sea �penetrante y tienda a favorecer unos resultados más que otros�.

      Todavía en algunos textos contemporáneos se presenta al ser humano como descubridor de la funcionalidad de la cueva, pero para los primeros individuos de nuestra especie se trataba de un tipo de refugio que venía siendo explotado desde miles de años antes por sus antecesores y otros habitantes. Afirmaciones como �la cueva es símbolo del especio habitable, el árbol es un modelo tectónico� deben interpretarse a partir de la existencia de la ciudad, cuando estos refugios ya han perdido mayoritariamente su función de habitabilidad. Hasta entonces, la cueva o el árbol son recursos de la Naturaleza que gestionan algunos animales y más tarde los homínidos en un segundo estadio del proceso de antropización del territorio.

      No obstante, existen pruebas del valor de la cueva como tipo edilicio. Iniciada hacia el año 3000 antes de nuestra era y posiblemente destinada a unos funerario_religiosos, se conserva prácticamente intacta una construcción en New_Grange, cerca de Dublín, que reproduce la configuración de una cueva. Consta de un pasadizo de entrada que conduce a la cámara, abovedada y en �transepto�. La orientación del túnel de acceso permitía que, en el solsticio de invierno los rayos de sol penetraran hasta el espacio principal situado al fondo. Aquí se funde la experiencia de habitar la cueva como espacio protegido y como control de las luces y las sombras.

      Pero. Aún subyaciendo al pensamiento el simbolismo primigenio de la Naturaleza, la arquitectura en cada momento ha dado una respuesta propia a las necesidades de los seres humanos. Relata Leland M. Roth cómo �la vida romana estaba centrada en la consecución de comodidades y placeres temporales, de la que son ilustración sus termas. Sin embargo, este énfasis romano en el aquí y el ahora, en el presente, fue reemplazado gradualmente por una nueva preocupación por el más allá, influencia de una nueva religión que remodeló el pensamiento de los romanos acerca del mundo y que sí mismos. En consecuencia surgieron nuevas necesidades que precisaban de nuevos tipos de edificios. La nueva arquitectura, con sus interiores de luz trémula revestidos de mosaicos e incrustaciones doradas, debía servir para desviar la mente de sus preocupaciones más cotidianas y dirigirla hacia el más allá�. De esa nueva arquitectura se conserva en Roma un edificio paradigmático �el Panteón de Agripa, el recinto para todos los dioses- que expresa, en el discurrir de la sombra por su interior, la esencia constante de la materia arquitectónica.

      Habitar la cueva implica una experiencia de la oscuridad y de la sombra. La luz natural del exterior se va debilitando a medida que penetramos en la cueva, aparecen las sombras y finalmente todo es oscuridad. La primera sombra que surge en la cueva es la propia del cuerpo que avanza, perfilada o difusa según la posición relativa del sol, dialogando con las sombras de las protuberancias naturales esculpidas en las superficies que definen los límites de la cavidad.

      El espacio de la cueva es un refugio frente a las inclemencias del exterior. Para ocupar la cueva el hombre ha tenido, quizás en algún momento, que desalojarla de los mismos animales que le habían guiado hasta su emplazamiento.

      Avanzando hacia el fondo de la cueva la intensidad del campo lumínico se hace menor, las luces y las sombras comienzan a fundirse en oscuridad, se confunden las formas.

      Ese mundo natural, protegido de la inclemencia del exterior sirvió de modelo en Derinkuyu o en Meziköy a las laberínticas ciudades subterráneas de la Capadocia, descubiertas en 1963 que pueden albergar más de un millón de personas ¿una civilización de la sombra?


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