A partir de los resultados de la investigación podemos afirmar que la familia no sufre un proceso de desinstitucionalización. La familia es el principal valor para las familias debido a las irremplazables funciones que cumple para sus miembros. Las familias, simultáneamente, frente al cambio tienen la habilidad de adaptarse y combatirlo con el objetivo de garantizar la estabilidad y viabilidad de las familias y sus miembros.
Entre las singularidades de las formas de vida familiar, aparecen algunas variables recurrentes y determinantes que afectan a la hora de la forma de vida familiar: tener o no tener hijos, tener o no tener trabajo, el hábitat urbano o rural, la edad de los hijos, el sexo de los cónyuges, la voluntad o no de la vida en solitario (impar), el estado de salud de los abuelos y su autonomía o dependencia de la familia donde se integre. Las funciones clave de la familia son: reconocimiento, respeto y recuperación.
Las jóvenes parejas y las jóvenes familias definen su vivencia de la familia de manera muy diferente a la que vivieron la generación de sus padres. Se mantiene en las narrativas la diferencia entre un antes y un ahora de la familia. Dos ejes definen este grupo generacional: el retraso del momento de vivir en pareja, que no coincide con el matrimonio; y la persistente idea de la necesidad de tener una vivienda en propiedad. El momento de la emancipación, el acceso al trabajo, el disfrute (ocio y consumo), la posesión de una vivienda y el momento -último- de tener hijos encuadran la imagen del mundo de esta generación. Este grupo se segmenta por la variable tener o no tener hijos. El estar casado o no, apenas transforma las pautas actitudinales de este grupo.
Las características definitorias de las jóvenes parejas son: a) hiperactividad como una lucha contra el tiempo, b) la pareja como espacio emocional para disfrutar plenamente del otro, c) la constante necesidad de movilidad para el aprovechamiento del ocio, d) la ambición de crecimiento profesional como vía de mejoras materiales y experienciales, e) el dominio del tener frente a ahorrar, el dinero es un medio no un fin en sí mismo, se busca la posesión para el disfrute, f) es una generación que, frente al cambio social, se siente frágil, que desea conservar y mantener lo conseguido.
Las jóvenes familias se reconocen y definen como: realistas, pragmáticas, responsables, preocupadas por el futuro, obligadas a planificar, algo pasivas e introvertidas, más volcadas hacia dentro del hogar, donde el eje gravitacional son los hijos y a través de ellos se crean nuevos círculos de relación. Los hijos representan una frontera de pérdida para la pareja, porque significan una reorganización del mundo de la pareja de forma radical. El hecho cultural de la fuerte valorización de la juventud hace que el tiempo para ser padres sea menor que en épocas pasadas. El matrimonio ya no es comprendido como el lugar exclusivo para la vida en pareja, ni para la sexualidad, ni para la reproducción, ni es un rito de paso obligatorio. Una pareja casada se reconoce como una familia pero la familia no se construye en exclusiva dentro del matrimonio. Son los hijos quienes construyen la identidad de la familia de forma irreversible, sobre todo entre aquellos que no han contraído matrimonio.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados