La magnitud de la desesperación de la humanidad en el mundo actual es asombrosa, con millones de personas en todo el mundo soportando las penalidades y las consecuencias negativas de diversas crisis que, a menudo, se solapan unas con otras. En las últimas décadas, estas crisis se han convertido en una realidad innegable y su frecuencia y gravedad han aumentado rápidamente, ya sea debido a acciones humanas, catástrofes naturales o emergencias relacionadas con la salud. Los datos de Acción Humanitaria (2024) indican que aproximadamente 300 millones de personas necesitan actualmente ayuda humanitaria. En particular, los conflictos armados destacan por ser la causa predominante de estas crisis. En los últimos años, se ha producido un aumento significativo en el número de conflictos armados. Los informes del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR, 2024) revelan que actualmente existen más de 120 conflictos armados en todo el mundo, involucrando a más de 60 Estados y 120 grupos armados no estatales.
Esta tesis se centra en la población afectada por conflictos en Irak. Resulta importante destacar la compleja historia de este país, marcada por distintas crisis humanitarias impulsadas principalmente por conflictos armados. Uno de los conflictos más recientes, que provocó un desplazamiento generalizado de personas, fue el ascenso del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL, por sus siglas en inglés). En su campaña, el ISIL atacó a los yazidíes, una antigua minoría religiosa con una fe sincrética, que se concentra especialmente en la región de Sinjar, en el norte de Irak (Grimm, 2014). Durante este periodo, los yazidíes sufrieron terribles atrocidades, como ejecuciones masivas, esclavitud sexual y conversiones forzadas. Entre los numerosos retos que plantean las crisis humanitarias (p.e., exposición a la violencia, presenciar actos violentos, pérdida de familiares, desplazamiento forzado, escasez de alimentos, mayor vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas, acceso reducido a los servicios sanitarios y diversas dificultades socioeconómicas (Hill, 2004; National Research Council, 2004), los problemas psicosociales y de salud mental son especialmente significativos (Charlson et al., 2019). La investigación se ha centrado tradicionalmente en las reacciones psicopatológicas individuales, especialmente en afecciones como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), el trastorno depresivo mayor y el duelo complicado (Bonanno y Mancini, 2010; Bonanno et al., 2011). Los actores y agentes humanitarios, incluido el personal de respuesta ante emergencias, a menudo se ven influidos por el enfoque convencional centrado en el trauma, que asume que todas las personas expuestas a conflictos armados quedan traumatizadas y requieren apoyo de salud mental (Hendrickx et al., 2020; Satinsky et al., 2019). Sin embargo, es importante reconocer que los eventos potencialmente traumáticos en contextos humanitarios no desembocan uniformemente en TEPT u otros trastornos psicológicos. Bonanno et al. (2011) destacan que las respuestas más comunes a los eventos potencialmente traumáticos se caracterizan por un funcionamiento normalizado y resiliente. Además, Goodman et al. (2017) sugiere que los individuos a menudo demuestran fortalezas únicas, resiliencia y mecanismos de afrontamiento después de tales eventos.
Es necesario aclarar que estos argumentos no excluyen el hecho de que la guerra y las crisis pueden provocar traumas y trastornos psicológicos. Los datos disponibles confirman que el predominio de trastornos psicológicos entre las poblaciones afectadas por conflictos es muy elevado (Charlson et al., 2019). Sin embargo, las investigaciones también indican que solo un pequeño porcentaje (entre el 4% y el 6%) de las personas que experimentan un trauma a lo largo de su vida desarrollan un TEPT (Blanco et al., 2013; Kessler et al., 1995). Y aunque parte de la población afectada requeriría tratamiento especializado de salud mental, las respuestas al trauma son diversas, y muchos individuos mantienen un funcionamiento saludable, libre de síntomas, y muestran resiliencia (Bonanno, 2004; Bonanno et al., 2006, 2011).
Por lo tanto, el principal objetivo de esta tesis es examinar la resiliencia subjetiva (es decir, la evaluación personal de la propia capacidad para afrontar y recuperarse de la adversidad o de experiencias vitales desafiantes), algunos procesos relacionados con la identidad social y el apoyo social, así como investigar las relaciones entre estas variables y su asociación con el bienestar psicológico entre la población afectada por crisis humanitarias en el contexto altamente vulnerable de Irak. Para alcanzar este objetivo, analizamos los fundamentos teóricos de estos procesos psicosociales y llevamos a cabo tres estudios para recabar pruebas empíricas que respaldasen nuestras hipótesis. Para garantizar la coherencia y la estructura, la tesis se organiza en cuatro secciones: Marco Teórico, Objetivos y Plan de Investigación, Investigación Empírica y Conclusiones, que abarcan un total de ocho capítulos que integran tanto el marco teórico como la investigación empírica.
El Marco Teórico está compuesto por tres capítulos iniciales que establecen las bases conceptuales y contextuales de la tesis. El Capítulo 1 introduce el tema a través de una visión general de las crisis humanitarias, sus tendencias y repercusiones sobre las poblaciones afectadas, haciendo especial énfasis en su impacto en el bienestar psicológico. Se presta particular atención al caso de Irak y, dentro de este, a la comunidad yazidí, la cual ha sido profundamente afectada por los ataques del ISIL. El capítulo también presenta una crítica al enfoque convencional centrado en el trauma, que ha dominado los abordajes psicológicos en contextos humanitarios, señalando sus limitaciones al enfocarse excesivamente en los trastornos y no en las fortalezas humanas. Por su parte, el Capítulo 2 profundiza en los conceptos de bienestar psicológico y resiliencia. Se revisan modelos teóricos clave propuestos por Bonanno et al. (2011), Huppert (2009), Rutter (2006), Ryff (1989), Seligman (2011), Southwick et al. (2014) y Masten (2011, 2021). Aunque este campo ha avanzado significativamente, también ha sido objeto de críticas por su énfasis en los factores individuales, ignorando influencias sociales y ambientales. El capítulo subraya cómo en contextos humanitarios el bienestar psicológico ha sido frecuentemente relegado por un enfoque centrado en la psicopatología. Frente a esto, la resiliencia es abordada como un componente esencial para comprender el bienestar, pese a las críticas que ha recibido. Finalmente, el Capítulo 3 introduce un enfoque más contemporáneo: la aplicación del marco de la identidad social al bienestar psicológico. Se analizan la Teoría de la Identidad Social (TIS), la Teoría de la Autocategorización (TSC) y otros modelos relacionados, que permiten comprender el comportamiento grupal, la cooperación y la respuesta colectiva en situaciones de crisis (Drury et al., 2019; Haslam et al., 2018; Turner y Reynolds, 2004). Se examina también el Modelo de Amortiguación del Estrés (Cohen, 2004; Cohen y Wills, 1985), el cual resalta el papel del apoyo social en la mitigación del estrés y en la promoción del bienestar. Estos marcos teóricos permiten abordar de manera crítica las dinámicas sociales durante las emergencias y fundamentan conceptualmente la investigación empírica posterior.
El Capítulo 4, correspondiente al Plan de Investigación, presenta la justificación, los objetivos y el diseño metodológico. Se destaca la relevancia de la investigación empírica sobre el impacto psicológico de las crisis humanitarias, particularmente de los conflictos armados, así como el contexto de los estudios, las características de los participantes, las consideraciones éticas y los métodos utilizados. Esta sección da paso a tres capítulos que componen la sección de Investigación Empírica, cada uno dedicado a un estudio específico.
El Capítulo 5 presenta el primer estudio titulado "Withstanding psychological distress among internally displaced Yazidis in Iraq: 6 years after the attack by the Islamic State of Iraq and the Levant". Este estudio examina el malestar psicológico y su relación con la resiliencia subjetiva entre desplazados internos yazidies que residen en campos del Kurdistán iraquí. Se reportaron niveles elevados de malestar psicológico, afectando a cerca del 65% de los encuestados. Las mujeres mostraron niveles más altos de malestar y una resiliencia subjetiva ligeramente más baja en comparación con los hombres. El estudio revela una asociación negativa entre resiliencia subjetiva y malestar, y señala la importancia de factores como el género y las condiciones de vida. Se destacan implicaciones relevantes para las intervenciones humanitarias diferenciadas según ubicación y género.
El Capítulo 6 recoge el segundo estudio titulado "A community seam: Social identity, expected support, and subjective resilience in understanding providing support during the COVID-19 crisis in Iraq". Este estudio analiza el comportamiento y las actitudes de las personas en Irak durante la pandemia de COVID-19, empleando el enfoque de la identidad social para entender la solidaridad en tiempos de crisis. Se evalúan tres conjuntos de variables: creencias y experiencias relacionadas con la pandemia, procesos de identidad social y resiliencia subjetiva. Los resultados muestran que la expectativa de apoyo social y la resiliencia subjetiva fueron los predictores más sólidos del apoyo emocional y coordinado. Estos hallazgos se mantienen incluso tras controlar por las variables sociodemográficas y las relacionadas con la pandemia, subrayando la relevancia de los procesos sociales y psicológicos en la respuesta comunitaria ante las emergencias.
El Capítulo 7 presenta el tercer estudio titulado "Psychological well-being of internally displaced Yazidis in Iraq: The role of subjective resilience, social identity, and social support". Mediante un enfoque de métodos mixtos, se investigan los factores que afectan al bienestar psicológico de las personas yazidíes en campos de desplazados internos. Las entrevistas cualitativas revelan que los principales mecanismos de afrontamiento incluyen la socialización con familiares y amigos, el uso de fortalezas personales y la participación laboral. El análisis cuantitativo muestra que el bienestar psicológico se asocia positivamente con la resiliencia subjetiva positiva (entendida como la capacidad de recuperarse de experiencias difíciles centrándose en elementos positivos) y negativamente con la resiliencia subjetiva negativa (entendida como la dificultad manifestada para recuperarse de acontecimientos estresantes centrándose en elementos negativos). También se identificaron altos niveles de identificación social, percepción de destino común y expectativas de apoyo social. Los análisis de regresión destacan que la resiliencia subjetiva y el apoyo coordinado son los principales predictores del bienestar psicológico de los yazidíes.
Finalmente, el Capítulo 8 expone las conclusiones de la tesis. Se ofrece una discusión crítica de los resultados empíricos en relación con los marcos teóricos previamente presentados. Se sintetizan los hallazgos, se reconsideran los objetivos y se identifican las contribuciones de la tesis a la literatura sobre bienestar psicológico en contextos humanitarios. El capítulo también reconoce limitaciones metodológicas y propone líneas de investigación futuras. Se destacan las implicaciones prácticas para el diseño de intervenciones, destacando la interrelación entre resiliencia subjetiva, identidad social, apoyo social y bienestar psicológico. La tesis concluye enfatizando la importancia de adoptar una visión holística del bienestar psicológico, que trascienda la ausencia de enfermedad y promueva una comprensión más integral de las personas en situaciones de crisis humanitarias.
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