El aneurisma de aorta abdominal (AAA) es una patología multifactorial con una prevalencia cercana al 5% en los mayores de 60 años. La proteólisis de los componentes estructurales de la pared aórtica, el infiltrado inflamatorio y la alteración de las fuerzas biomecánicas de la misma son las principales alteraciones fisiopatológicas que tienen lugar.
El objetivo del tratamiento quirúrgico es prevenir la rotura del AAA, en los últimos años está ganando relevancia la reparación endovascular (EVAR) frente a la reparación abierta, esto es debido a que presenta menores tasas de morbimortalidad perioperatoria. La endofuga es la persistencia de flujo sanguíneo dentro del saco aneurismático y por fuera de la endoprótesis, llega a estar presente hasta en el 25% de los pacientes sometidos a EVAR y es la principal causa de reingreso y reintervención. La mayor parte de las endofugas presentan un comportamiento benigno y no precisan ser reparadas, pero aquellas asociadas a crecimiento del saco aneurismático o sellado o solapamiento insuficientes es necesario repararlas ante el riesgo de rotura del AAA.
Los pacientes intervenidos mediante EVAR deben ser seguidos de manera indefinida con el objetivo de identificar posibles complicaciones que precisen de tratamiento quirúrgico. La prueba de imagen más fiable para la detección de complicaciones es la angiotomografía computarizada (CTA).
Nuestro objetivo es definir un modelo predictivo de complicaciones tras EVAR a corto y medio plazo mediante el análisis de diversas citocinas implicadas en la fisiopatología del AAA.
Se diseñó un estudio de cohortes prospectivo en el que se analizaron 50 pacientes intervenidos de AAA asintomático mediante endoprótesis bifurcada en el Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Clínico Universitario de Valladolid entre junio de 2015 y junio de 2016.
Se recogieron las características demográficas, comorbilidades y el tamaño máximo del saco aneurismático en el preoperatorio, así como la presencia o no de endofugas a los 6 y 12 meses en los correspondientes CTA de control. Se determinaron los valores analíticos de interleucina (IL) 1ß, IL-2, IL-6, IL-8, proteína quimioatrayente de monocitos tipo 1 (MCP-1), factor de necrosis tumoral (TNF)-alfa, proteína C reactiva (PCR), apolipoproteínas A-I (apo A-I) y B (apo B), homocisteína, dímero D y fibrinógeno en el preoperatorio, a los 7 días, a los 6 y a los 12 meses de la intervención.
Se realizó un análisis estadístico en el que se estudió la evolución de los diferentes biomarcadores tras EVAR, así como su relación con la aparición de endofugas, también se determinó la capacidad de las concentraciones postoperatorias de los marcadores que resultaron estadísticamente significativos para identificar aquellos individuos con endofuga. Se efectuó un análisis de regresión logística para evaluar los factores de riesgo relacionados con el desarrollo de endofugas. La totalidad de los pacientes estudiados eran varones, con una edad media de 72,2 años y las principales comorbilidades fueron hipertensión arterial (HTA), dislipemia y tabaquismo. La edad avanzada y la cardiopatía isquémica se asociaron de manera significativa a la aparición de endofugas (OR de 1,64 y 2,15 respectivamente), mientras que el tabaquismo activo actuó de factor protector (OR de 0,001). Se estableció una correlación estadísticamente significativa entre la presencia de endofugas y niveles plasmáticos elevados a los 12 meses de IL-1ß, IL-8, MCP-1 y dímero D y una correlación también estadísticamente significativa entre una correcta exclusión del AAA y niveles plasmáticos elevados de apo B y fibrinógeno a los 12 meses de la intervención.
A la vista de los resultados obtenidos, podemos concluir que la medición plasmática al año de IL-1ß, IL-8, MCP-1, dímero D apo-B, y fibrinógeno constituye una herramienta útil en la predicción de una incorrecta exclusión endovascular del AAA.
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