García Morente es un intelectual singular, que condensa en su biografía los trágicos acontecimientos de la España de la primera mitad del siglo XX. Su vida presenta dos etapas nítidamente diferenciadas, separadas entre sí por un drástico hiato como consecuencia de la Guerra Civil. Su primera etapa es la de un magnífico profesor, un buen gestor universitario, y en el terreno intelectual, un filósofo que se mueve dentro de la órbita de Ortega y Gasset, el raciovitalismo y el historicismo. Morente perteneció a la hornada de intelectuales que trató de europeizar España desde una perspectiva política liberal, inspirando la reforma social en el modelo educativo de la Institución Libre de Enseñanza. Su segunda etapa es la que hemos analizado en esta tesis, comienza con la Guerra Civil española y finaliza con su muerte, en 1942. En los primeros compases de la guerra Morente sufrió una serie de episodios personales que probablemente le desequilibraron emocionalmente, llevándole a una experiencia mística y a abrazar el sacerdocio. El salto desde el liberalismo y la Institución Libre de Enseñanza a la sotana, en plena Guerra Civil, fue objeto de incredulidad e ironías corrosivas, aderezado con el crudo revanchismo de las retaguardias y la posguerra. Durante los últimos cinco años de su vida, entre 1937 y 1942 creó una filosofía de la historia de España, una obra que trata de justificar la Guerra Civil española y al bando franquista enlazando la contienda con los hitos históricos más significativos de nuestra historia. La obra de Morente es un ataque contra la modernidad europea y sus dos vástagos políticos, el liberalismo y el socialismo. La causa de la Guerra Civil no la sitúa Morente en los acontecimientos vividos durante la República, sino en 1931, es decir, en la aparición en España de un régimen parlamentario, con división de poderes, laico o aconfesional, con una Constitución equiparable a los regímenes democráticos europeos. Morente defiende la idea de una España tradicionalista, católica, en permanente contienda con el resto del planeta, con la misión de evangelizar al mundo, y cuando las fuerzas flaquearan, una España tibetanizada, alejada del pensamiento moderno europeo para evitar la contaminación por ideas foráneas. Por ello, como alternativa al pensamiento moderno propuso una vuelta al tomismo escolástico medieval. La II República era un hecho anómalo en la historia española y debía ser extirpada como si una planta exótica hubiere germinado en la biota equivocada. En conclusión, la obra del último Morente, escrita entre 1937 y 1942, nos muestra la utilidad de la filosofía de la historia para introducir subliminalmente un componente ideológico. Bajo la apariencia de la búsqueda de un sentido trascendente a dramas colectivos se hallan ideas políticas que, en contextos como nuestra Guerra Civil, suponen una labor de legitimación y justificación de un bando político. Por todo lo expuesto podemos afirmar que la idea de nación española del último Morente responde a una concepción tradicionalista del nacionalismo, y desde el punto de vista filosófico, supuso una reacción contra toda la herencia de la modernidad europea.
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