La crisis político institucional que transitó Argentina durante los últimos años de la década del noventa y que culminó con la quiebra económica acaecida entre fines de 2001 y 2002 introdujo al país en un escenario de gravedad inusitada caracterizado por la profunda degradación de las dimensiones fundamentales de la vida humana y colectiva. En 2002, más de la mitad de sus habitantes eran pobres por ingresos y una cuarta parte, indigentes. Específicamente, en el Área Metropolitana de Buenos Aires el porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza llegó a 54,3 por ciento y por debajo de la línea de indigencia a 25,3 por ciento. A partir de entonces comenzaron a disminuir estos valores aunque la recuperación del crecimiento económico del país no fue acompañada en igual medida por un mayor aumento del bienestar o calidad de vida de toda la población. Esta crisis generalizada agravó el proceso de segmentación económico-ocupacional, teniendo un efecto regresivo en la distribución de los ingresos, que estructuró la existencia de un gran grupo de personas y familias sin posibilidades de inclusión en la sociedad de bienestar o de acceso a los bienes y servicios básicos. La pobreza por ingresos bajos no sólo persistió sino que se profundizó hasta 2002 surgiendo nuevos focos de vulnerabilidad que perduran, a pesar de las mejoras de los últimos años. Lo que justifica en gran medida este trabajo de investigación es la necesidad de conocer estas situaciones de privación y desigualdad, y desentrañar la estructura social subyacente.
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