El año 2011 en Chile los estudiantes, tanto escolares, como técnicos y universitarios, salieron a las calles para exigir lo que ellos creían justo: Educación Gratuita y de Calidad. Cacerolazos, ocupaciones ilegales de establecimientos gubernamentales, educacionales y partidarios, daños a la propiedad pública y privada, miles de detenidos por disturbios, cientos de heridos y al menos tres muertos, un plebiscito ciudadano con más de un millón de participantes a favor de la gratuidad y calidad en la educación, decenas de estudiantes en huelgas de hambre y mesas de diálogo formales quebradas, entre otras, fueron el resultado inmediato de las múltiples acciones colectivas ocurridas en aquel año. Poco a poco fuimos testigos de cómo el Movimiento Estudiantil iba tomando fuerza a nivel nacional e internacional, y a la vez, vimos como se transformada en una causa de lucha transversal, la cual empezó a hacerse evidente cuando comienzan a recibir el apoyo de diversas organizaciones como la Central Unitaria de Trabajadores de Chile, el Colegio de Profesores, organizaciones católicas, ambientalistas, el pueblo mapuche y el gremio artístico chileno, entre otras, reflejando en las encuestas hasta un 81,9%1 de apoyo a las demandas estudiantiles por parte de la ciudadanía. Mientras que, por otra parte, veíamos cómo el gobierno descendía en sus índices de aprobación de manera constante, transformándose Sebastián Piñera en el mandatario con mayor porcentaje de rechazo histórico del país.
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