Históricamente el pensamiento económico se ha dividido en dos grandes vertientes. Una asociada a la teoría neoclásica y cuya característica principal es la de expresar las relaciones económicas sobre la base de la formalización de modelos y funciones de carácter lógico y matemático. Y otra centrada en la conducta humana y que analiza interrelaciones de índole económica, con matices institucionalistas, sociológicos, antropológicos y psicológicos. Esta disociación ha restado riqueza conceptual al análisis económico y ha mermado la capacidad predictiva de la mayoría de las teorías económicas. En tal contexto, surge la necesidad de reconciliar ambas esferas, partiendo de la premisa de que tal separación existe únicamente en el nivel del pensamiento económico y no así en los procesos cotidianos que dan vida a las relaciones económicas. De este modo, es propósito de este trabajo demostrar la ingente cantidad de formas explícitas e implícitas en que ambas vertientes están conectadas en la realidad. Para tal efecto, se elige una variable macroeconómica de vital importancia: la tasa de inflación. Y acto seguido se realiza el ejercicio de encontrar analítica y empíricamente innumerables lazos entre las teorías de inflación de la primera vertiente y los conceptos de la nueva economía institucional de la segunda.
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