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La violencia de la Guerra Civil en el decir y el hacer. El problema de la violencia en los discursos de los intelectuales de la generación de 1870.

  • Autores: Jesús Pinto Freyre
  • Directores de la Tesis: Diego S. Garrocho Salcedo (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad Autónoma de Madrid ( España ) en 2024
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 466
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  • Resumen
    • A la hora de dar cuenta de forma sumaria del contenido de esta tesis es importante tratar de explicar su propio título. «La violencia de la Guerra Civil entre el decir y el hacer. El problema de la violencia en los discursos de los intelectuales de la generación de 1870» muestra que la tesis, en principio, va a tratar el problema de la violencia a la hora de dar cuenta de forma sumaria del contenido de esta tesis es importante tratar de explicar su propio título. «La violencia de la Guerra Civil entre el decir y el hacer. El problema de la violencia en los discursos de los intelectuales de la generación de 1870» muestra que la tesis, en principio, va a tratar el problema de la violencia, pero no de cualquier clase, sino, en particular, la de la Guerra Civil española. Se parte, entonces, de una noción de violencia que implica su referencia a un fenómeno particular desde el que estudiarla, habida cuenta de su forma inevitablemente idiosincrásica de manifestarse. Si se elige la Guerra Civil, es por la relativa escasez de abordajes contemporáneos a la cuestión. Ahora bien, la particularización del fenómeno de la violencia dibuja en esta tesis con cierta claridad la necesidad de remitirla, dentro del contexto de la Guerra Civil, a una de sus posibilidades concretas. La Guerra Civil, entonces, como otros conflictos, tiene una dimensión total que invita a un estudio de sus manifestaciones particulares. Aquí interesa, pues, el estudio de la manifestación de la violencia en la dimensión intelectual y literaria de la Guerra Civil. En principio, esto habría de suponer el estudio de qué dicen los intelectuales y literatos sobre ella, pero se apuesta en esta tesis por atender también a qué hacen los discursos de estos en relación con la violencia. De todos los intelectuales y literatos disponibles que han dado cuenta del conflicto, además, se opta por reducir la muestra a los que nacieron en la década de los setenta del siglo XIX, que, a diferencia de la de los sesenta, sí que hubieron de ser testigos de forma mayoritaria de la guerra e incluso participar de ella. A la hora de abordar lo que hacen los discursos de los intelectuales y literatos de esta generación, se plantean dos grandes posibilidades: ver cómo dan objeto a la violencia y ver cómo la justifican. Así, en lo relativo a lo primero, se da cuenta del objeto que dan a la Guerra Civil que no es otro que el de la cuestión nacional, esto es, la resolución de la pregunta por la identidad española. A este respecto, entonces, se elude, de entrada, una caracterización del debate sobre la cuestión nacional que pretenda organizarlo en torno a convicciones ideológicas más o menos fijas, tales como la izquierda o la derecha, y se establece, por eso, un estudio que parte, más bien, de la consideración de la nación española como una sola realidad o como una pluralidad. De esta manera, los diferentes discursos son agrupados en una opción o la otra independientemente de su adscripción ideológica, ilustrando, por eso, cómo, a pesar de que la Guerra Civil, utilizando como motivo la cuestión nacional, ordene el debate sobre ella entre modernizadores y conservadores, la realidad es que existen diferencias que la violencia no puede disipar al interior de un mismo bando. Por eso, el contraste entre cómo dotan dichos discursos de motivo al conflicto, y al mismo tiempo cómo este distorsiona la forma misma en que aquellos se relacionan, es algo que se estudia a la hora de ver qué hacen en relación con la Guerra Civil. De la misma forma, en un segundo momento, se atiende a cómo justifican o no la violencia esos discursos. Aquí se encuentra que los términos que para el estudio de una cuestión similar propusiera Laín Entralgo, son útiles, de nuevo, para desdibujar una noción de bando que no permite atender del todo a la complejidad de la cuestión. Así, se toma el término «pontifical» para describir al intelectual cuyo discurso se orienta hacia el mantenimiento de su propia práctica en un contexto de disenso, pero no de violencia. Junto a él, el término «heretical» se aplicará a aquellos intelectuales que con sus discursos justifican la sumisión del trabajo del intelectual a la violencia, ya sea por la vía de la homogeneización, ya por la de la supresión del que piensa distinto. Esta distinción constatará el triunfo, en un bando y en otro, de los discursos hereticales, y mostrará cómo facultan y posibilitan la práctica de la guerra, cómo embellecen y hacen deseable la violencia. Todo lo que los discursos hacen se habrá de poner en relación con lo que dicen sobre la Guerra Civil. Así, corresponde a este momento estudiar cómo se da cuenta de las causas de la contienda (si es o no la República su causa principal y cómo, si es un problema general de España…), cómo se define (como revolución o cruzada, como guerra internacional, como guerra de exterminio…) y cómo se piensan sus consecuencias (sobre todo el exilio). Con ello se habrá ilustrado cómo la violencia de la Guerra Civil homogeneiza lo que sobre ella se dice, y cómo produce, efectivamente, un consenso que, pese a la división en bandos de los intelectuales (o su negación de toda implicación personal), provoca interpretaciones similares. De la misma forma, esto ilustra cómo la violencia también se vuelve sobre los discursos que la dotaban de sentido o la justificaban o negaban. Por esa razón, se habrá dado cuenta de una forma de funcionar de la violencia en la guerra en lo relativo al ámbito literario e intelectuallencia, pero no de cualquier clase, sino, en particular, la de la Guerra Civil española. Se parte, entonces, de una noción de violencia que implica su referencia a un fenómeno particular desde el que estudiarla, habida cuenta de su forma inevitablemente idiosincrásica de manifestarse. Si se elige la Guerra Civil, es por la relativa escasez de abordajes contemporáneos a la cuestión. Ahora bien, la particularización del fenómeno de la violencia dibuja en esta tesis con cierta claridad la necesidad de remitirla, dentro del contexto de la Guerra Civil, a una de sus posibilidades concretas. La Guerra Civil, entonces, como otros conflictos, tiene una dimensión total que invita a un estudio de sus manifestaciones particulares. Aquí interesa, pues, el estudio de la manifestación de la violencia en la dimensión intelectual y literaria de la Guerra Civil. En principio, esto habría de suponer el estudio de qué dicen los intelectuales y literatos sobre ella, pero se apuesta en esta tesis por atender también a qué hacen los discursos de estos en relación con la violencia. De todos los intelectuales y literatos disponibles que han dado cuenta del conflicto, además, se opta por reducir la muestra a los que nacieron en la década de los setenta del siglo XIX, que, a diferencia de la de los sesenta, sí que hubieron de ser testigos de forma mayoritaria de la guerra e incluso participar de ella. A la hora de abordar lo que hacen los discursos de los intelectuales y literatos de esta generación, se plantean dos grandes posibilidades: ver cómo dan objeto a la violencia y ver cómo la justifican. Así, en lo relativo a lo primero, se da cuenta del objeto que dan a la Guerra Civil que no es otro que el de la cuestión nacional, esto es, la resolución de la pregunta por la identidad española. A este respecto, entonces, se elude, de entrada, una caracterización del debate sobre la cuestión nacional que pretenda organizarlo en torno a convicciones ideológicas más o menos fijas, tales como la izquierda o la derecha, y se establece, por eso, un estudio que parte, más bien, de la consideración de la nación española como una sola realidad o como una pluralidad. De esta manera, los diferentes discursos son agrupados en una opción o la otra independientemente de su adscripción ideológica, ilustrando, por eso, cómo, a pesar de que la Guerra Civil, utilizando como motivo la cuestión nacional, ordene el debate sobre ella entre modernizadores y conservadores, la realidad es que existen diferencias que la violencia no puede disipar al interior de un mismo bando. Por eso, el contraste entre cómo dotan dichos discursos de motivo al conflicto, y al mismo tiempo cómo este distorsiona la forma misma en que aquellos se relacionan, es algo que se estudia a la hora de ver qué hacen en relación con la Guerra Civil. De la misma forma, en un segundo momento, se atiende a cómo justifican o no la violencia esos discursos. Aquí se encuentra que los términos que para el estudio de una cuestión similar propusiera Laín Entralgo, son útiles, de nuevo, para desdibujar una noción de bando que no permite atender del todo a la complejidad de la cuestión. Así, se toma el término «pontifical» para describir al intelectual cuyo discurso se orienta hacia el mantenimiento de su propia práctica en un contexto de disenso, pero no de violencia. Junto a él, el término «heretical» se aplicará a aquellos intelectuales que con sus discursos justifican la sumisión del trabajo del intelectual a la violencia, ya sea por la vía de la homogeneización, ya por la de la supresión del que piensa distinto. Esta distinción constatará el triunfo, en un bando y en otro, de los discursos hereticales, y mostrará cómo facultan y posibilitan la práctica de la guerra, cómo embellecen y hacen deseable la violencia. Todo lo que los discursos hacen se habrá de poner en relación con lo que dicen sobre la Guerra Civil. Así, corresponde a este momento estudiar cómo se da cuenta de las causas de la contienda (si es o no la República su causa principal y cómo, si es un problema general de España…), cómo se define (como revolución o cruzada, como guerra internacional, como guerra de exterminio…) y cómo se piensan sus consecuencias (sobre todo el exilio). Con ello se habrá ilustrado cómo la violencia de la Guerra Civil homogeneiza lo que sobre ella se dice, y cómo produce, efectivamente, un consenso que, pese a la división en bandos de los intelectuales (o su negación de toda implicación personal), provoca interpretaciones similares. De la misma forma, esto ilustra cómo la violencia también se vuelve sobre los discursos que la dotaban de sentido o la justificaban o negaban. Por esa razón, se habrá dado cuenta de una forma de funcionar de la violencia en la guerra en lo relativo al ámbito literario e intelectual


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