Es posible caracterizar el contexto actual como un momento donde el cambio tecnológico acelerado está provocando alteraciones profundas en diferentes esferas de lo social. Centrados específicamente en la dimensión laboral, una serie de desarrollos tecnológicos han permitido modificar los patrones establecidos en el pacto de posguerra, consiguiendo acelerar tendencias transformadoras que ya venían desplegándose desde el último tercio del siglo XX (Alonso, 2000).
En este sentido, el término de uberización actúa como significante vacío usado para referirse a la concatenación de numerosos procesos complejos en los que se entrelazan las transformaciones provocadas por el uso de la tecnología en el lugar de trabajo, un incremento de la flexibilización de las relaciones laborales o nuevos modelos de comercialización de servicios en los que el trabajo humano tiende a invisibilizarse. Sin embargo, concretamente en el contexto español, apenas existen estudios que aborden en profundidad este tipo de fenómenos incorporando a la investigación la perspectiva de las personas directamente afectadas por su implantación, aquellas que trabajan en el sector del transporte privado urbano bajo demanda, donde compañías como Uber lanzaron su oferta inicialmente, actuando como punta de lanza de esto que ha venido a denominarse uberización en el contexto español.
Así, el objetivo principal que orienta el trabajo de investigación contenido en esta tesis doctoral es contribuir a cerrar esta brecha existente en el panorama de la investigación social en el contexto español. La cuestión central sería de tipo exploratorio y se podría resumir en proporcionar información para conocer e identificar las experiencias subjetivas, así como las interpretaciones de la realidad a la que dan lugar dichas experiencias las personas que desarrollan su actividad laboral en entornos laborales regidos por aplicaciones digitales como las de Uber y compañías similares.
Marco teórico.
Para contextualizar adecuadamente esta cuestión es necesario, en primer lugar, delinear un marco teórico que facilite la comprensión del fenómeno gracias a la identificación de los elementos esenciales de tipo estructural que lo moldea. Solo a partir de entonces es posible interpretar de una manera más sólida las fuerzas sociales que tensionan el espacio en el que surge, determinan el tipo de experiencias de los actores implicados y permiten su crecimiento.
Este marco teórico se construye a partir de dos cuerpos de conocimiento que son ensamblados para dotar de sentido al material producido en el trabajo de campo, además de guiar su propio despliegue. Por un lado, se toma el conjunto de evidencias y teorías elaboradas bajo la denominación de "capitalismo de plataforma" (Srnicek, 2018). Este enfoque permite identificar una tendencia de fondo dominante que empuja a trasladar una gran parte de las actividades sociales a un espacio social de nueva creación surgido como resultado de la aparición y expansión del uso de infraestructuras tecnológicas de nuevo cuño, concretamente las plataformas tecnológicas. A la dimensión tecnológica se ha de sumar la transformación y readaptación de las relaciones sociales que son impulsadas por dichas plataformas, articulando un ensamblaje socio-técnico en el que la tecnología constituye un elemento delimitador de los modos de interacción, mientras, simultáneamente, proporciona nuevos espacios propicios para la articulación de todo tipo de intercambios, entendidos en su sentido más amplio (van Dijk, 2021).
En esencia, el capitalismo de plataforma puede ser entendido como un nuevo modo de capitalismo caracterizado por lógicas propias que permiten considerarlo como un factor impulsor de un cambio social acelerado de gran alcance. Este nuevo modo de capitalismo se expande gracias a la apropiación del común (Zuboff, 2020), fenómeno que es posible considerar como la creación de un nuevo ciclo de acumulación por desposesión (Harvey, 2004), basado en la creación de procedimientos dirigidos a la extracción de los datos y su conversión en un capital propio sobre el que es posible sostener su propia expansión (Sadowski, 2019). Este proceso implica la aparición de un imperativo propio: la extracción de datos de innumerables aspectos referidos a la vida social y al entorno físico. Al desplegarse y extenderse acaba por alterar profundamente todas aquellas esferas de lo social sobre las que ejerce influencia, introduciendo nuevos mecanismos de dominación (Sadowski, 2020). En esta línea, una gran parte del modo en que entendemos el trabajo humano es transformado en la medida que se incorpora a los procesos de generación de valor el resultado de actividades que previamente se han venido prestando de manera desinteresada y sin una traducción inmediata en términos monetarios (Terranova, 2000). La extracción y acumulación de datos para su posterior conversión en capital supone un ejercicio de alienación racionalizadora de la que cada vez escapan menos actividades humanas.
Centrado específicamente en una visión más específica del empleo, es necesario considerar la aparición de una serie de plataformas de segunda generación que incorporan estas lógicas a la vez que, de manera simultánea, ofrecen la prestación de servicios personalizados a precios muy competitivos (Shapiro, 2023). Este grupo de plataformas se caracterizan por el incremento de la precarización del empleo, la negación de los derechos laborales a quienes prestan servicios en sus aplicaciones y el intento de desaparición de la figura del empleador bajo el argumento de tan solo prestar un espacio para el intercambio (Collier et al., 2018). Para entender completamente las implicaciones derivadas de esta innovación es necesario contemplar la noción de "valor dual del trabajo" (Van Doorn y Badger, 2020), entendida como la capacidad de extraer valor de los datos obtenidos como resultado de la actividad de los propios trabajadores, proporcionando la posibilidad para que estas compañías lleguen a adquirir un valor de mercado mucho mayor del que cabría esperar a la luz de los ingresos obtenidos por el pago del servicio ofrecido a los clientes.
El segundo anclaje teórico fundamental que nos permite completar el cuadro para poder comprender todas las implicaciones del fenómeno sometido a observación procede del campo de la sociología del trabajo, de manera más concreta de la escuela de la Teoría del Proceso Laboral. Surgida inicialmente en la tradición anglosajona, se caracteriza por situar el control en el proceso de trabajo como el punto central sobre el que fijar la observación, permitiendo comprender las implicaciones derivadas de la organización del trabajo en el modo de producción capitalista (Thompson y O'Doherty, 2009). Bajo esta mirada, el control se convierte en un elemento esencial, en la medida que su conservación se convierte en el elemento organizador de las relaciones entre la gerencia y los empleados en cualquier tipo de relación laboral, además de ser el punto de fricción y conflicto estructural entre las posiciones estructuralmente antagónicas de gerencia y mano de obra (Edwards, 1979).
Así, el estudio de las distintas estrategias empleadas para ir refinando y sofisticando los procedimientos de control, desborda el marco del trabajo industrial donde se origina, proporcionando un punto de convergencia entre los estudios clásicos de la sociología del trabajo y el capitalismo de plataforma que se hace patente en los procedimientos de control algorítmico de la fuerza de trabajo (Kellogg et al., 2020), un campo de estudio con estatus propio en el que se encuentran diferentes corrientes, en constante expansión y en el que cabe situar a esta investigación.
Metodología.
La metodología principal empleada para producir el material que constituye el cuerpo central de la tesis se sitúa en el campo de los estudios de tipo cualitativo. El objetivo específico consistía en ser capaz de reunir un número suficientemente amplio y variado de testimonios procedentes de personas que trabajasen utilizando aplicaciones como Uber, o Cabify, una aplicación española con profundas similitudes en lo que se refiere a su forma de organizar el trabajo. La recogida de información inicialmente se realizó a través de la realización de entrevistas abiertas en profundidad, muy cercanas a lo que Bertaux (2005) denomina "historias de vida", si bien, centradas específicamente en la propia trayectoria laboral de las personas entrevistadas. Esto permitió llevar a cabo entrevistas en profundidad a cuarenta y dos personas que trabajaban o habían trabajado recientemente conduciendo bajo el control algorítmico de estas aplicaciones.
Si bien, el trabajo de campo se amplió mejorando la "impregnación" (Olivier de Sardan, 2018), gracias a la confianza adquirida con algunos de estos trabajadores y trabajadoras, pasando a ocupar una posición respecto a la investigación de porteros que facilitaron el acceso a espacios propios de socialización e intercambio, tanto en lo que podemos considerar un formato clásico, permitiendo acudir a asambleas, reuniones informales o a los propios centros de trabajo, como en lo que se pueden considerar ámbitos virtuales de interacción, siendo introducido en grupos cerrados de debate e intercambio alojados en plataformas tecnológicas como Telegram o WhatsApp.
Finalmente, comprobar la importancia creciente que había cobrado la acción sindical a la hora de configurar el contexto laboral supuso un estímulo para incorporar a la investigación un total de cuatro entrevistas más realizadas a líderes sindicales integrados en la estructura orgánica de los sindicatos de clase ya implantados en España, un abogado laboralista especializado en el sector, así como un inversor que poseía una cantidad no revelada de las autorizaciones legalmente exigidas para operar en el sector. Con ello se obtuvo un retrato más completo de la evolución del sector y de sus problemáticas en el ámbito laboral, si bien esbozado desde una visión periférica, pudiendo enriquecer el enfoque al incorporar la perspectiva de personas que desarrollan su actividad sindical cotidiana en otros sectores diferentes al del trabajo de plataforma.
Resultados.
Los resultados de la investigación recogida en la tesis se exponen yendo desde lo general a lo particular. Así, al observar el fenómeno Uber, desde un enfoque amplio es posible identificar claramente a esta compañía como uno de los máximos exponentes de la combinación de financiarización y plataformización digitalizada, pues solo de este modo es posible sostener un continuo incremento de la valoración de mercado, y su capacidad de influencia, sin ofrecer resultados operativos como contrapartida. Las pérdidas continuadas hasta al menos el año 2022 han supuesto quemar una importante cantidad de capital empleado en financiar el crecimiento. La única expectativa de poder obtener un rendimiento a toda esta inversión pasa por alcanzar la aspiración de convertirse en una compañía cuasi monopolística.
Del mismo modo, es necesario describir las estrategias empleadas, tanto en el contexto internacional, como en el territorio español, para lograr introducirse y tratar de convertirse en el modelo hegemónico de desplazamiento urbano bajo demanda. Además de las implicaciones en términos políticos, en el sentido de incidir en la formulación de políticas públicas, en el proyecto Uber podemos localizar una aspiración, expresada por Kalanick, fundador y CEO de la compañía, consistente en proporcionar una herramienta para facilitar una economía de la gratificación instantánea, destinada a satisfacer los caprichos y deseos de aquellas clases sociales para las que el tiempo es un activo esencial, a cambio de disponer del tiempo, menos valioso en términos de mercado, de aquellos que han de acudir prestos a satisfacer esa gratificación instantánea. Esto permite afirmar que Uber es un exponente de un determinado proyecto de clase pensado para satisfacer la necesidad de ciertas clases acomodadas, realizado a costa de incrementar la capacidad de control sobre los integrantes de aquellas clases que se ven obligados a aceptar esa posición subordinada.
De este modo, se hace patente que el mundo ideal de Uber es un lugar en el que todas las personas estén circulando sin parar, ya sea conduciendo o viajando en el asiento de atrás, mercantilizando estos desplazamientos a través del espacio sociotécnico proporcionado por la plataforma, sobre el que la compañía ostenta todo el control, produciendo datos sobre infinidad de variables que permitan refinar los propios procedimientos de control. Así también será posible obtener una comisión por cada una de estas interacciones. Por ello, cualquier límite, ya sea respecto al número de vehículos autorizados en circulación, ya sean las molestas leyes laborales, son un obstáculo al libre desarrollo de un mercado totalmente controlado por su tecnología. Una especie particular de mercantilización digitalizada sobre la que la compañía mantiene el control.
Este simulacro de mercado recreado a partir del control asimétrico y arbitrario de la información puede ser entendido como una manifestación de la acumulación de agencia de cálculo ejercida constantemente hacia todos los participantes en los intercambios, tanto clientes como trabajadores. A partir de ahí se está en condiciones de seguir extendiendo y profundizando estos mecanismos mercantilizadores recurriendo a procedimientos sistemáticos de discriminación. La capacidad de decidir acerca de los criterios empleados para la distribución de recursos es ostentada en régimen de monopolio interior por parte de la plataforma, sus participantes quedan expuestos a la información sesgada que administra la aplicación, condicionando por completo los procedimientos implicados en la toma de decisiones. Su influencia es mayor cuanto mayor es la dependencia de la plataforma y cuanto menor es el rango de elecciones fuera de ella. A consecuencia de ello los trabajadores quedan en una posición más vulnerable que facilita este control asimétrico de la agencia de cálculo (Shapiro, 2020), expuestos a las posibles decisiones discriminatorias (Dubal, 2023) y a cualquier ejercicio que tenga como objetivo expandir, o simplemente medir, los límites del consentimiento y la aceptación. Podría entonces afirmase que el objetivo final está relacionado con la necesidad organizativa de articular un sistema cuya capacidad de control sea lo más intensa posible, a la vez que consigue pasar desapercibido. Esto sucede mediante el control de los resortes que dan forma al simulacro de mercado que permite fiscalizar y refinar todos los estímulos encaminados a reducir al máximo cualquier tipo de aleatoriedad.
Sin embargo, los testimonios de los trabajadores muestran que estos son plenamente conscientes de la presencia de estos mecanismos de control, etiquetando las anomalías percibidas como intentos de manipulación dirigidos a condicionar su percepción. Para protegerse desarrollan estrategias, acumulan evidencias y comparten impresiones con sus pares, en un ejercicio constante de compañerismo y cierta conciencia de clase, a pesar de que la posición estructural que ocupan invitaría a conceptualizarles como competidores entre sí. Si bien, en muchas ocasiones estas anomalías también provocan fatalismo, desconfianza y frustración.
Centrado en las condiciones laborales, podemos identificar una serie de patrones encaminados a incrementar la explotación de la fuerza laboral. Así, la realización de largas jornadas de trabajo, en ocasiones por encima de las setenta horas semanales, se convierte en la norma implantada con el consentimiento de los propios trabajadores, obtenido gracias a introducir una fuerte vinculación de los salarios con las facturaciones. Estos trabajadores se ven sometidos a un control exhaustivo en lo que respecta a un gran número de aspectos relacionados con su desempeño ejercido por los algoritmos de emparejamiento. Situados en el corazón de la organización del lugar de trabajo, los algoritmos cuentan con la potestad de decidir sobre infinidad de detalles que determinan los salarios percibidos y la duración de las jornadas. Si bien, durante lo que hemos definido como el pasado glorioso, un periodo que podemos circunscribir a la fase inicial de introducción de las plataformas, los incentivos se alcanzan con relativa facilidad pues la presión competitiva es inferior y las campañas publicitarias y de captura de clientes de las plataformas cubrían una parte de los costes. En aquellos momentos se logran establecer unas condiciones laborales que son aceptadas en buena medida por una masa laboral que se había visto expulsada del mercado de trabajo, pero cuyo cumplimiento se vinculaba directamente a las condiciones de mercado.
Por ello, la situación de estos trabajadores se puede calificar como de "falso asalariado", en la medida que estamos ante un tipo de trabajador o trabajadora que reúne rasgos propios de la relación salarial, si bien, devaluados hasta lograr desplazar su posición de facto a un punto en el que sus condiciones se asemejan a las de un trabajador por cuenta propia. El jefe real, quien organiza de facto cada minuto del trabajo, permanece oculto a una enorme distancia, quizá se podría decir, en otro plano de la realidad, un plano virtual y despersonalizado. De él tan solo se reciben órdenes en forma de instrucciones, claras, simples, concretas, puede que a veces contradictorias, porque los algoritmos también "se equivocan", pero que en todo caso interpelan directamente a una dimensión extremadamente ejecutiva de la personalidad humana. A la vez que ausente, o en otro plano de la realidad, el jefe tiene tics autoritarios y tanto el lenguaje como el canal utilizado para transmitir sus decisiones no admiten negociación posible.
Por tanto, la figura del falso asalariado se mueve en una tensión entre un marco legal que le otorga derechos formales como trabajador por cuenta ajena y unas condiciones reales que le dejan fuertemente expuesto a la situación de un mercado fuertemente inestable. Esta figura es el producto derivado del abandono efectivo de la obligación por velar por el cumplimiento de la legislación laboral que ha reinado durante los años de la austeridad, pero también del marco discursivo que fue especialmente impulsado durante ese mismo periodo, promocionando aspectos como la cultura del esfuerzo y la individualización, todo ello en un contexto de recortes de políticas de protección social y de fuertes incrementos del desempleo. La quiebra de los fundamentos del pacto keynesiano de posguerra crea un marco cultural propicio para la aparición de este tipo de fenómenos al empujar a quienes integran los sectores más desfavorecidos por la quiebra de este pacto a buscar soluciones individuales, quedando desprotegidos y altamente expuestos a la precariedad.
Pero también es el resultado material de la contradicción estructural que supone el intento de plataformizar un sector laboralizado. La plataformización proporciona herramientas de cálculo personalizado que permiten medir el rendimiento específico de cada uno de los trabajadores. Con ello se impulsan lógicas impregnadas de un fuerte individualismo, el trabajador cree identificar en las posibilidades de cálculo sobre su rendimiento la presencia de un indicador válido que lo evalúa y refleja su esfuerzo, al menos inicialmente. Sin embargo, el deterioro de las condiciones de mercado supone el inicio de un proceso colectivo de cierta deslegitimación de estos procedimientos, una parte importante de estos trabajadores comienzan a percibir que se interpone una fuerza, que escapa a su control, entre su esfuerzo o sus capacidades y el resultado obtenido. A diferencia de lo que sucede en infinidad de tareas donde la relación establecida entre los conocimientos o las destrezas del trabajador y sus resultados es mucho más directa, en el sector plataformizado emerge una agencia mediadora que está en condiciones de decidir acerca de sus resultados sin que esas destrezas o conocimientos aplicados sobre el proceso de trabajo sean el único factor determinante.
Por tanto, el falso asalariado es la figura característica que también se da como resultado de introducir la lógica de las plataformas en sectores económicos y laborales formalmente regidos por el régimen salarial, desvirtuando los fundamentos de ese régimen salarial.
Resultan también muy interesantes las explicaciones acerca de una cierta capacidad de ejercer un tipo de atracción adictiva que se hace evidente en algunos de los aspectos insertos en la manera de organizar el trabajo. Aparecen entonces testimonios evocando en cierto modo un tipo particular de cultura de taller que recuerda a la identificada por Burawoy (1989), caracterizada por la atracción casi hipnótica que él mismo experimenta inmerso en el "juego de arreglárselas" que describe. Podemos considerar estos procedimientos destinados a fomentar el consentimiento con las reglas de juego impuestas, si bien, es posible señalar que también operan en un espacio anterior de la conciencia, en la medida de que casi consiguen generar un estímulo en términos puramente conductuales que despiertan algo visceral, casi de tipo orgánico, que arrastra a los sujetos a participar en competiciones con los compañeros por alcanzar los objetivos, o a alargar la duración de la jornada laboral mucho más lejos de lo que sería recomendable en la búsqueda del siguiente servicio. Estas situaciones quizá remiten a una especie de sensación subjetiva de empoderamiento personal y de autoafirmación del yo, lo que en definitiva sirve para reforzar la fragmentación estructural de intereses que va indisolublemente asociada a la naturaleza propia de la actividad tal y como es organizada tras la aparición de las plataformas, pues en definitiva sitúa a unos contra otros, compitiendo en un marco geográfico concreto por obtener los mejores servicios.
El mapa de las posiciones discursivas que se presenta en el cuerpo de la investigación nos permite organizar los discursos respecto al nivel de consentimiento, lo que sería una manifestación de la máxima expresión del control alcanzado por las plataformas, pues en cierto modo el consentimiento conduce a la interiorización de las reglas del control y a su traducción en forma de autocontrol. En este sentido se ha podido comprobar como el autocontrol es reforzado gracias los estímulos internos, los incentivos y, en forma negativa, las presiones procedentes de las tres fuentes de presión: plataformas, empresas y clientes. Pero también es necesario resaltar el papel jugado para lograr el consentimiento por situaciones externas al lugar de trabajo. Así, la elevada dependencia se convierte en un elemento principal para forjar los procesos de autodisciplinamiento y autocontrol. Esto también emerge en los discursos en muchos casos, especialmente en lo que respecta a la narración de las experiencias anteriores y al sentimiento de cierto conformismo, influidos también por la falta de alternativas que se percibe por parte de cualquier intento de llevar a cabo acciones colectivas.
En definitiva, la indeterminación acerca de las reglas claras que rigen el proceso de asignación de servicios tiene potentes efectos disciplinadores, amplificados en el caso español por la confusión acerca de la verdadera capacidad de agencia de cada uno de los actores que actúan a los mandos, tanto empresas como plataformas. A esto hay que añadir un último efecto disciplinador procedente de la falta de alternativas laborales viables para una parte importante de las personas que integran estas plantillas debido a la posición de debilidad en la que se sitúan en un mercado laboral que prácticamente las expulsó durante la Gran Recesión.
Y, sin embargo, a pesar de todas estas circunstancias, también ha sido posible encontrar discursos que narran el desarrollo de un abanico de acciones encaminadas a articular procedimientos de resistencia de distinto tipo, en primer lugar, en el nivel individual de la acción. Estos iban desde ignorar determinadas señales procedentes de las aplicaciones a llevar a cabo estrategias para eludir los servicios que no se consideran rentables sin quedar registrados como rechazos explícitos. Todos los ejemplos en este sentido que se han desgranado a lo largo de la presentación de los resultados pueden ser considerados como estrategias reactivas. Son pequeñas desobediencias que apenas cuestionarían el orden jerárquico ni las instrucciones recibidas, sino que tan solo ignoran una parte de ellas, aquellas consideradas como más perjudiciales.
En segundo lugar, también han sido identificadas una serie de estrategias individuales que sí comienzan a poner en peligro algunos fundamentos en los que se sostiene el orden establecido. Estas serían de tipo más activo, aunque aún reactivas, es decir, se despliegan en respuesta a los abusos y los excesos de presión que ejercen las compañías intermediarias y consistirían en acudir a los tribunales a reclamar el cumplimiento de detalles como la duración de las jornadas o la ilegalidad patente de muchas de las sanciones que se llegan a aplicar a estos trabajadores que no cumplen con los criterios numéricos que se les asigna por parte de las empresas o se comportan de una manera que las empresas no considera adecuada. Es necesario señalar que los resultados favorables obtenidos por muchas de estas denuncias fueron un elemento fundamental a la hora de elaborar estrategias de tipo colectivo, especialmente a la hora de hacer valer los resultados de estas sentencias en los procesos de negociación colectiva. Por ello, este tipo de situaciones, aunque estén formuladas desde el nivel individual de la acción, tienen la consecuencia indirecta de que afectan al nivel colectivo, señalando un posible camino que otros estarían en condiciones de seguir.
Este tipo de soluciones fueron posibles gracias a lo que podemos considerar como una consecuencia indeseable de los mecanismos legales para lograr la implantación del modelo. Gracias a ello no fue necesario librar la batalla legal por la laboralidad que se dio en otros contextos nacionales. En este caso solo fue necesario que el consentimiento se resquebrajase y las presiones creciesen para que algunos de estos trabajadores decidiesen romper con algunos de los aspectos presentes en el corsé que les había sido impuesto a través de la figura del falso asalariado. Esta misma laboralidad por defecto también ofreció la posibilidad de prestar una vía legal para conseguir establecer procedimientos de resistencia colectiva por medio de la implantación sindical que se hizo obligatoria debido al aumento del tamaño de las flotas.
Sin embargo, en la presentación de resultados hemos visto cómo se impulsa desde arriba, con la participación activa de las empresas, un primer movimiento con el objetivo claro de tratar de controlar el proceso de implantación sindical y eliminar todos los posibles efectos reivindicativos que pudiera albergar. Para ello se recurrió a las estructuras institucionales de un sindicato que ya existía en el sector del transporte y que veía así un beneficio propio derivado de la posibilidad de expandirse, siendo este su objetivo principal. Por el contrario, los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, especialmente la primera central sindical, perdieron un tiempo precioso debido, principalmente, a su incomprensión del fenómeno.
A su vez, el contexto de creciente pérdida de legitimidad de los procedimientos propios de organización del trabajo insertos en el modelo propició un acercamiento a los sindicatos realizado por parte de grupos de trabajadores y trabajadoras, inicialmente por su cuenta. Eran ellos y ellas quienes se acercaban inicialmente a las estructuras organizativas sindicales que habían dejado que creciese un sector sin apenas haber constatado este crecimiento. De hecho, esta relativa autonomía fue clave en algunos momentos para poder contrarrestar el efecto de ciertas estrategias llevadas a cabo por las empresas destinadas a eliminar cualquier rival posible en los procesos de elecciones sindicales.
Conclusiones.
El capitalismo de plataforma constituye un nuevo contexto particular para la interacción social, fuertemente orientado al incremento del control de las actividades humanas, tanto individuales como colectivas, así como al entorno físico y natural en el que se produce la interacción. El control se manifiesta a través del desarrollo de múltiples procedimientos regidos por la lógica de la datificación y la mercantilización de infinidad de aspectos que van desde aquellos cada vez más íntimos y personales hasta actividades sociales de distinto tipo, como serían las de índole laboral. El objetivo no es el control por el control, o no exclusivamente, sino que el control puede ser considerado un medio para estar en condiciones de incrementar la mercantilización de todos estos aspectos. Esto conduce a lo que hemos denominado alienación racionalizadora, una tendencia creciente que se exacerba específicamente en algunos ámbitos laborales como en el caso estudiado.
En concreto, respecto a la relación laboral que se establece en el caso del objeto de estudio, cabe destacar también la emergencia de la figura del falso asalariado, lo que puede ser interpretado como la síntesis más refinada del proyecto del capitalismo de plataforma respecto a la reorganización de las relaciones laborales. Esta figura recoge tendencias previas caracterizadas por la externalización y desregulación del empleo, pero que se termina de potenciar gracias a las posibilidades de calculabilidad personalizada que introducen las herramientas digitales propias del capitalismo de plataformas.
Los discursos de las personas insertas en este espacio revelan un cierto fatalismo y conformismo con la situación, pero también es posible encontrar en ellos los materiales argumentales y discursivos que permitieron desarrollar estrategias de resistencia que van desde lo individual hasta la articulación de estrategias colectivas, llevadas a cabo aprovechando las estructuras proporcionadas por las organizaciones sindicales de clase. Si bien estas estrategias no consiguen acabar con todos los efectos perniciosos derivados del capitalismo de plataforma y el control algorítmico, sí consiguen limitarlos en parte, proporcionado unas mejores condiciones laborales.
Por último, respecto a los posibles desarrollos de la investigación, es posible comprobar que muchas de las lógicas presentes en el modelo Uber se van extendiendo con el paso del tiempo a cada vez más sectores laborales amenazados por procedimientos encubiertos de plataformización y algocracia. Cuestiones como la medición personalizada del rendimiento, el incremento del control ejercido mediante criterios opacos y automatizados o la introducción de un conjunto de estímulos orientados a limitar el margen de acción y a manipular la percepción con el objetivo de obtener el consentimiento, serían tan solo algunos ejemplos de los mecanismos introducidos en este sector, pero que alcanzan cada vez más ámbitos laborales. Por ello, además de la posibilidad de profundizar en este mismo campo, en el que esta investigación tan solo consigue adentrase y marcar los primeros hitos exploratorios, sería útil seguir comprobando los efectos de este tipo de procedimientos y su capacidad de penetración en otras profesiones susceptibles de ser plataformizadas.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados