INTRODUCCIÓN La supervivencia de los niños con nacimiento prematuro (NPT) ha aumentado considerablemente en los últimos años. No obstante, el riesgo de morbilidad continúa siendo elevado, incluso años después del nacimiento. Las alteraciones en la alimentación y/o retrasos en el crecimiento pueden estar presentes en los NPT en edad preescolar, siendo además un aspecto preocupante para las familias. Asimismo, el nacimiento pretérmino puede estar relacionado con diversos problemas de salud que pueden repercutir en la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS).
OBJETIVOS - El objetivo general fue determinar si existen diferencias a los 3-4 años de vida entre NPT y niños con nacimiento a término (NAT) en: el patrón de alimentación (considerando las conductas y habilidades en torno a la alimentación, la calidad de la dieta y el afrontamiento de los padres), así como en el crecimiento ponderal y la CVRS.
- El objetivo específico fue comparar si existen diferencias en el patrón de alimentación, el crecimiento ponderal y la CVRS según la edad gestacional (EG).
SUJETOS Y MÉTODOS Se realizó un estudio de cohortes retrospectivo con una muestra de 89 NPT (cohorte expuesta) emparejados por fecha de nacimiento y sexo con 178 NAT (cohorte no expuesta) nacidos en el Hospital Universitario Central de Asturias en 2016. Entre 2019 y 2020, las familias cumplimentaron un cuestionario autoadministrado que incluía la escala Behavioral Pediatrics Feeding Assessment Scale sobre conductas y problemas relacionados con la alimentación, así como un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos. También aportaron información sobre el estado de salud del niño y medidas antropométricas. La calidad de la dieta se evaluó mediante el Índice KIDMED y la CVRS se valoró mediante el cuestionario TNO-AZL Preschool Children Quality of Life. Las variables relacionadas con el embarazo, el parto y el periodo neonatal se obtuvieron de la historia clínica electrónica.
RESULTADOS En relación con las conductas alimentarias de los niños, las puntuaciones no mostraron diferencias estadísticamente significativas entre NPT y NAT (p=0,478). El 6,7% de los NPT y el 7,9% de los NAT presentaron un patrón de conducta alterado (p=0,742). El 59,6% de los NPT y el 69,7% de los NAT mantenían una adherencia media a la dieta mediterránea (p=0,176). El afrontamiento de la alimentación por parte de los padres fue similar en ambas cohortes, ya que el 20,2% de las familias de NPT y el 19,1% en los NAT presentaron conductas alteradas (p=0,827). No se observaron diferencias estadísticamente significativas en el crecimiento ponderal entre NPT y NAT. Los NPT mostraron menos riesgo de tener una CVRS baja respecto al sueño [OR=0,45 (IC95%: 0,22-0,90)] y la conducta [OR=0,42 (IC95%: 0,22-0,81)]. Por el contrario, los NPT presentaron el doble de probabilidades de tener peor CVRS en relación con la comunicación [OR=1,92 (IC95%:1,01-3,68)].
Globalmente, no se detectaron diferencias según la EG en las conductas alimentarias de los niños (p=0,276), ni en la calidad de la dieta (p=0,066) o en las conductas de los padres (p=0,788). Sin embargo, los niños muy prematuros (<32 semanas) comían más comida basura sin querer comer posteriormente (p=0,048), vomitaban más (0,040) y se levantaban más de la mesa durante las comidas (p=0,010). Además, presentaron las cifras más bajas de crecimiento ponderal. Los niños con una EG menor obtuvieron puntuaciones significativamente más bajas en las escalas de digestivo (p=0,020), motriz (p=0,021), social (p=0,017) y comunicación (p=0,008).
CONCLUSIONES El patrón de alimentación, la calidad de la dieta, el afrontamiento de los padres y el crecimiento ponderal fueron similares entre NPT y NAT a los 3-4 años de vida. Los NPT presentaron más problemas relacionados con la comunicación, mientras que la CVRS respecto al sueño y la conducta fue mejor. La EG no condicionó las conductas alimentarias, la calidad de la dieta ni el afrontamiento de los padres. Sin embargo, en los niños muy prematuros fueron más frecuentes algunas conductas específicas consideradas negativas en relación con la alimentación, así como unos peores resultados de crecimiento ponderal. Además, una menor EG se asoció con una peor CVRS a nivel digestivo, motriz, social y de comunicación.
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