El trasplante renal se destaca como el enfoque más eficaz para abordar la enfermedad renal terminal. A pesar de esto, la discrepancia entre la oferta y la demanda de órganos persiste como un desafío significativo. En respuesta a esta problemática, se han implementado diversas estrategias, como el estímulo a los programas de donantes vivos, la promoción de la donación en asistolia y la selección de donantes con criterios ampliados. En el espectro de injertos de donante cadáver, aquellos derivados de donación en muerte encefálica con criterios estándar se consideran de elección. Sin embargo, debido a cambios demográficos, estilo de vida y cuidados en pacientes críticos, la disponibilidad de estos injertos es reducida. En la actualidad, cerca de la mitad de los donantes en España superan los 60 años y se clasifican como donantes de criterios expandidos. Estos injertos presentan un riesgo relativo de fallo del injerto aproximadamente entre 1.3 a 1.7 veces superior con respecto a los injertos estándar. No obstante, las mejoras en el manejo del donante, terapias inmunológicas, técnicas quirúrgicas y avances en la compatibilidad donante-receptor han demostrado tasas de supervivencia equivalentes entre ambos grupos. La donación en asistolia se configura como la segunda fuente de injertos. Aproximadamente el 36% de los trasplantes renales en nuestro contexto provienen de donantes en asistolia. Dado que los criterios iniciales han sido insuficientes para satisfacer las necesidades de la población con enfermedad renal terminal, se ha sugerido la inclusión de donantes en asistolia con criterios expandidos como una fuente viable de injertos. Aunque la evidencia es limitada, algunos estudios han mostrado tasas de supervivencia de injertos similares entre los donantes en muerte encefálica y los donantes en asistolia, tanto con criterios estándar como expandidos. Sin embargo, los donantes en asistolia han exhibido una menor tasa estimada de filtración glomerular y una mayor incidencia de retraso en la función del injerto. El retraso en la función del injerto, parece ser un factor de riesgo para la pérdida del injerto, especialmente en casos de injertos con capacidad funcional limitada. Este efecto difiere en relación a los injertos estándar. En consecuencia, parece imperativo implementar estrategias para diagnosticar, pronosticar y prevenir el daño renal irreversible. Estas estrategias pueden involucrar el uso de técnicas como la gammagrafía renal y la perfusión regional normotérmica en la extracción y preservación del injerto. El propósito de este estudio es examinar la supervivencia y la función del injerto en relación al tipo de donación y el perfil clínico del donante fallecido. Además, se pretende analizar el impacto del retraso en la función del injerto en la supervivencia del mismo, empleando un enfoque que incluye el perfil del injerto, el uso de gammagrafía como método de diagnóstico y pronóstico, y la utilización de perfusión regional normotérmica.
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