El trasplante renal es, a día de hoy, el tratamiento de elección para la enfermedad renal terminal, suponiendo grandes ventajas en términos de supervivencia y calidad de vida con respecto a la diálisis. El cáncer cutáneo no melanoma (CCNM) y, particularmente, el carcinoma epidermoide cutáneo (CEC), representa un problema de salud cada vez más prevalente en la población trasplantada de órgano sólido. Comparado con la población general, el CCNM es hasta 65-250 veces más frecuente en la población trasplantada. Los factores de riesgo que más se han relacionado con la carcinogénesis son la exposición a la radiación ultravioleta (RUV) de forma acumulativa y la inmunosupresión durante largo tiempo. En Canarias predomina un clima soleado durante todo el año, conllevando ello a una alta exposición solar que, en combinación con un alto número de pacientes trasplantados, hacen de esta población una de alto riesgo en el ámbito dermatológico. El Hospital Universitario de Canarias es unidad de referencia autonómica de Trasplante Renal de donante vivo y cadáver, así como reno-pancreático. Actualmente se carece de protocolo de derivación a Dermatología para el abordaje y diagnóstico precoz de las lesiones cutáneas.
El objetivo principal del estudio fue determinar cuáles son las lesiones tumorales cutáneas diagnosticadas en pacientes portadores de trasplante renal realizados en el Hospital Universitario de Canarias. Como objetivos secundarios se plantearon: conocer, en función del tiempo transcurrido desde la intervención quirúrgica y el tratamiento recibido, el número y características de las lesiones cutáneas desarrolladas; identificar en muestras cutáneas la presencia de virus de papiloma humano (VPH) y su clasificación según serotipos y, valorar posibles relaciones causales entre la presencia de determinados serotipos y el desarrollo de CEC.
Material y métodos: Se realizó un estudio observacional descriptivo de los pacientes vivos sometidos a trasplante renal antes de 2018 y seguidos en un hospital de tercer nivel. Para el estudio del HPV, se analizó la presencia de ADN de VPH en muestras cutáneas ya extirpadas entre 2010 y 2019, usando para ello el cebador MY09/11.
Resultados: Se incluyeron 338 pacientes. El 75,1% de los pacientes de nuestro estudio desarrolló alguna lesión cutánea tras el trasplante, siendo las lesiones tumorales benignas (37,6%) las más frecuentes. El CEC se presentó en el 15,1% de los pacientes, cuando se tuvo en cuenta el carcinoma intraepidérmico (CI), con un tiempo medio de aparición de 8,3 años. El 49,8% de los pacientes reconocía no hacer una fotoprotección regular a diario y el 56,7% refería una exposición solar frecuente. El tacrólimus actuó, en nuestra serie, como protector frente al cáncer cutáneo, mientras que azatioprina y ciclosporina se presentaron como factores de riesgo. Sólo una muestra fue positiva para VPH tipo 16 (género alfa), correspondiente a un CI localizado en la zona de periné. No se pudo demostrar la presencia de VPH del género beta en ninguna de las muestras.
Discusión y conclusiones: De forma similar a otras series publicadas, la incidencia de lesiones cutáneas en nuestra población tras el trasplante es importante, acumulando, además, diferentes factores de riesgo para el desarrollo de cáncer cutáneo. El cambio de ciclosporina por tacrólimus podría ser beneficioso en los pacientes de alto riesgo. Además, aquellos pacientes mayores de 50 años, fumadores, con fototipos I-III y/o con antecedentes de verrugas víricas (VV) o CEC previos al trasplante deberían ser priorizados y derivados a Dermatología de forma precoz, en los primeros 2 años tras el trasplante.
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