El acuífero de la Mancha Occidental es un caso paradigmático a nivel mundial en la gestión de recursos hídricos. El uso intensivo del agua subterránea para la agricultura de regadío ha sido uno de los motores principales de desarrollo económico en la zona, pero ha hecho descender el nivel del acuífero, provocando la desaparición o la degradación de importantes humedales, como las Tablas de Daimiel. Esto ha provocado conflictos sociales entre los grupos implicados en la gestión del agua (a grandes rasgos, agricultores, ecologistas y administraciones).
Hasta ahora, la gestión del agua en esta zona se ha realizado sin una amplia participación social de todos los interesados, si no que las decisiones se han tomado mediante contactos bilaterales entre los representantes de los grupos interesados, igual que en el resto de España. También ha faltado una visión de conjunto, que integre todos los temas relacionados con la gestión del agua en el acuífero. Además, en enero de 2008 se aprobó el Plan Especial del Alto Guadiana, un plan muy ambicioso (con un presupuesto de 5.500 millones de euros hasta 2027) para conseguir el uso sostenible del acuífero.
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