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Resumen de Los labs de medios de comunicación como agentes catalizadores de la innovación periodística: Concepto, situación en españa y visión de los expertos

Christian Camilo Satizábal Idárraga

  • El objeto de estudio de esta investigación se centra en los laboratorios de innovación, entendidos -en una primera aproximación sencilla- como unidades de las que se dotan algunos medios para experimentar y dar con nuevas fórmulas, productos y servicios que aporten valor a los consumidores. En este sentido, los labs nacen como una respuesta estratégica de algunos medios ante la necesidad y la urgencia de innovar para generar fórmulas con las que estar en mejores condiciones de atravesar la grave crisis que atraviesan desde hace tres décadas los medios y el periodismo.

    El objetivo general es:

    Analizar los labs de medios como agentes catalizadores de la innovación periodística prestando una especial atención a la situación de los labs en medios españoles.

    De una manera más concreta, los objetivos específicos son:

    1) Justificar la necesidad y la importancia de innovar en periodismo 2) Describir las principales características que definen a los labs de medios como agentes catalizadores de la innovación periodística 3) Explorar la actividad que llevan a cabo los labs de medios españoles para ver hasta qué punto contribuyen a la innovación 4) Conocer la visión de los expertos en labs de medios en España sobre la razón de ser, las ventajas, inconvenientes y qué buenas prácticas resulten más eficaces para que una institución innove, para que un lab funcione bien y para que extienda la innovación que genera al conjunto del medio.

    Hemos dividido la estructura general de la investigación en un total de 3 capítulos. En el primero, abordamos el concepto de lab de medios con la intención de ubicar el marco teórico de nuestro objeto de estudio. Para ello hemos recogido de manera previa el concepto de innovación, al ser éste el eje central de los labs. Después nos adentramos en el concepto, en su historia y en aquellos labs de medios que han sido de referencia, tanto en América como en Europa que son los dos continentes que concentran el mayor número de labs. Presentamos los resultados de la investigación en una tabla comparativa. Tras el análisis, completamos la caracterización de los labs de medios con una sistematización de sus principales similitudes y diferencias con ejemplos concretos extraídos del análisis.

    Para ello, hemos llevado a cabo una revisión de la literatura académica y profesional sobre el tema recopilando y evaluando las definiciones, caracterizaciones y conceptualizaciones que se han propuesto hasta la fecha. Para examinar la actividad que llevan a cabo los labs, hemos consultado directamente sus páginas webs y cuentas en redes sociales para conocer con más detalle en qué narrativas digitales se especializan y cuáles han sido hasta la fecha algunas de sus producciones más destacadas.

    En este primer capítulo, las fuentes empleadas han sido autores clásicos que han abordado la innovación en el ámbito de la economía y otros sectores. Es el caso de Schumpeter (1934), Fagerber (2003) o Kotsemir & Abroskin (2013). Para conocer más sobre la cuestión concreta de las metodologías ágiles a las que recurren muchos de estos labs para estimular la innovación, catalizarla y extenderla al conjunto del medio nos han resultado muy útiles las contribuciones de Moultrie et al. (2008) sobre el design thinking, los aportes de Ries (2011) y Carvajal (2015) sobre la metodología lean startup y los de Maximini (2015), Green (2016) y Schwaber & Sutherland (2017) sobre la metodología scrum. Por el objeto de estudio de esta investigación, también nos han resultado del mayor interés los trabajos del catedrático de Periodismo José Alberto García-Avilés que ha abordado la innovación periodística en numerosas ocasiones y desde diferentes enfoques (2011, 2015, 2017, 2018 y 2020). Incluimos también en este apartado las contribuciones de Küng (2015 y 2017), Salaverría (2015), Carvajal (2015), Carvajal, Arias Negredo & Amoedo (2015), Valero (2015), De-Lara, Arias, Carvajal y García-Avilés (2015), Cabrera (2016), Carvajal (2017), González Alba & Rojas Torrijos (2017), Rojas Torrijos (2018), Valero & García Ortega (2017), Schmitz-Weiss & Domingo (2010: 1158) y Valero y Carvajal (2019), Carvajal, Mondéjar, Valero, De Lara, García-Avilés & Arias (2022). En la conceptualización de los labs de medios, nos han resultado muy útiles los aportes de Ortega & Villar (2014), Salaverría (2015), López Hidalgo y Ufarte (2016), Palomo y Palau (2016), Sádaba y Salaverría (2016), Carvajal (2017), González Alba (2017), Del Campo y Zaragoza (2017), Cordobés (2017), González Alba (2017), Ivars & Zaragoza (2018) y Valero (2020). Mención especial merece la tesis doctoral de José María Valero Pastor defendida en 2020 en la Universidad Miguel Hernández de Elche bajo la dirección de los profesores García Avilés y Carvajal Prieto. Además de proporcionar información muy valiosa sobre cómo se trabaja en los labs de Quartz y de El Confidencial, la lectura de su trabajo ha resultado de gran utilidad para entender mejor cuestiones teóricas y prácticas relativas a la innovación periodística.

    En el segundo capítulo, realizamos una investigación exhaustiva sobre los cinco labs que han estado activos en el momento en el que llevamos a cabo la investigación. Nos referimos a los labs de RTVE, El Confidencial, Vocento, El País y -más recientemente- a Expansión. En cada caso, presentamos algunos de los principales hitos a lo largo de su historia y describimos parte de la actividad que han llevado a cabo en este tiempo en función de que hayan producido, por ejemplo, infografías interactivas, narrativas scroll, fotogalerías, podcasts, visualizaciones creativas de datos, especiales interactivos, documentales interactivos, newsgames y narrativas gamificadas, reportajes inmersivos con vídeo en 360º o reportajes nativos para las redes sociales, por citar algunas de las narrativas digitales más habituales. Concluimos esta parte con un análisis comparativo de los labs de medios en España a partir del establecimiento de sus principales similitudes y diferencias.

    Para redactar este segundo capítulo, hemos llevado a cabo una revisión de la literatura profesional sobre el tema que después hemos completado con la revisión de las páginas web de cada uno de estos labs para conocer en detalle su actividad. En un segundo momento completamos esta búsqueda con la revisión de sus perfiles en redes sociales y con la realización de entrevistas en profundidad con directivos y profesionales de cada uno de estos labs para interrogar por aspectos concretos de su forma de trabajo.

    Entre las fuentes que han resultado de especial interés para este capítulo podemos citar las contribuciones de Valero (2010), Gómez (2015), Arias (2016), Sainz (2016), Muñoz (2017) y Rojas Torrijos (2021) así como las ya mencionadas de García Avilés, Carvajal, Salaverría o González Alba.

    Finalmente, en el tercer capítulo nos centramos en el estudio de caso para acometer el último de los objetivos específicos de esta investigación: conocer la visión de los expertos de labs de medios en España sobre cuáles son los rasgos centrales de un lab, sus ventajas, inconvenientes y qué buenas prácticas resultan más eficaces para que una institución innove, para que un lab funcione bien y para que extienda la innovación que genera al conjunto del medio Para ello hemos llevado a cabo entrevistas en profundidad con 18 expertos a quienes hemos interrogado por todas estas cuestiones y también por otras relativas a cuáles consideran que son los principales referentes de los labs tanto desde una perspectiva nacional como internacional, cómo consideran que se deberían financiar los labs y cuál creen que es el futuro de estas unidades de innovación. Con el propósito de tener una visión más completa estos expertos pertenecen a tres ámbitos: académico, profesional vinculado a la innovación periodística y profesional vinculado a alguno de los medios analizados en el capítulo anterior En este caso las fuentes han consistido en cada uno de estos 18 expertos (García Avilés, Carvajal, Noguera, Pedrero, Rojas, Zaragoza, Velar, Larrondo, Hernanz, Del Ser, Espona, Peña, Laso, Badia, González Alba, Casares, Cancela, 2021 y García Fernández, 2022).

    Como conclusión central de toda la investigación podemos avanzar que, en la actual encrucijada que atraviesan los medios y el periodismo, la innovación surge no como un “nice to have” sino como una necesidad urgente y perentoria. Dentro de ese compromiso, los labs se presentan como un espacio estructurado y privilegiado para hacerlo, pero tampoco resultan condición necesaria ni suficiente, su configuración misma admite diversas fórmulas y no están ciertamente por encima de la insustituible voluntad de la alta dirección para decidir hasta qué punto se innova y de qué maneras se hace. De dotarse de un lab, parece conveniente que éste cuente con un equipo pequeño pero multidisciplinar, que pueda trabajar con metodologías ágiles y cierto grado de autonomía respecto a la redacción y, al mismo tiempo, que cuente con recursos técnicos y humanos para diseñar fórmulas estables y variadas de manera que la innovación que se genera en el lab se vaya extendiendo de forma progresiva al conjunto del medio.

    Desde una perspectiva más concreta, apreciamos que la denominación de lab corresponde también a un boom comercial. Los labs son “unidades o departamentos dedicados a la investigación, experimentación, desarrollo e implementación de innovaciones tecnológicas y editoriales en sus organizaciones” (Salaverría, 2015: 398). Se trata de fórmulas muy innovadoras de gestión interna que en varios casos comenzaron como espacios de creación de nuevas narrativas y que, con el paso del tiempo, se han ido transformando en laboratorios de desarrollo de producto. En otras ocasiones siguen siendo departamentos volcados en la exploración y generación de narrativas digitales aprovechando las posibilidades que genera la propia evolución de Internet. Al mismo tiempo, los labs son lugares de experimentación que surgen como una respuesta estratégica a la situación actual que experimentan hoy muchos medios, aquejados por una grave crisis multicausal que hace urgente dar con nuevas narrativas, productos y servicios que satisfagan las necesidades informativas de un consumidor que ha desconectado con el sistema de medios tradicional y que ha escogido otros modos de informarse. En este contexto, parece acertado dotarse de espacios independientes en los que pensar, analizar, probar, pero sobre todo en los que disponer del tiempo y la perspectiva suficientes para diseñar distintas soluciones, una necesidad imposible de alcanzar en el ritmo frenético de la operativa del día a día.

    En el ámbito de los medios, el primer lab fue el desarrollado por el grupo norteamericano de prensa Knight Ridder en Boulder, Colorado. Estuvo dirigido por Roger Fidler, quien contó con un equipo multidisciplinar compuesto por periodistas, diseñadores, tecnólogos e investigadores. Su proyecto más destacado fue la tablet newspaper, un prototipo anterior a las actuales tabletas. A partir de 2010, se inicia un boom internacional de estos espacios tras la apuesta de medios de referencia como The New York Times, el Washington Post, The Boston Globe, la BBC, AFP, The Huffington Post o The Guardian que comenzaron a liderar su desarrollo.

    En Europa, el ranking de labs está liderado por España. Sigue Reino Unido, Alemania, Francia, Noruega, Portugal, Italia, Irlanda, Suiza, Finlandia y Países Bajos. El primer lab de medios europeos inició su actividad en la década del año 2000. Aunque en la primera década sólo se crearon 3, en la siguiente se pusieron en marcha 13, siendo 2012 el año en el que más labs surgieron. Entre los labs europeos, encontramos algunos de medios tan prestigiosos como AFP, BBC, The Guardian o la RAI. No obstante, algunos de ellos cerraron poco tiempo después. De los 17, 10 se mantienen abiertos. El de la RAI, por ejemplo, cerró un año después de su creación mientras que otros se han reestructurado y han ido probando distintas fórmulas. Pese al boom que experimentaron los labs en la década de 2010, posteriormente esta eclosión ha remitido o bien porque no han aparecido labs de nueva creación o bien porque los que había se han reestructurado llegando incluso a desaparecer.

    El fuerte compromiso con la innovación es, en efecto, uno de los rasgos centrales de todo lab, además de su razón de ser. Esta innovación se extiende a diferentes ámbitos, aunque el más habitual tiene que ver con el desarrollo de nuevas narrativas. Al mismo tiempo, esta apuesta por la innovación también se convierte en un reto ya que, en ocasiones, la innovación sobrepasa las expectativas y lleva a un fracaso que el medio debe asumir. En el lado más positivo, los labs de medios han logrado desarrollar diferentes narrativas como las infografías interactivas, las narrativas scroll, los documentales interactivos, otros especiales interactivos, los newsgames o los reportajes inmersivos con vídeo en 360º por citar algunas de las narrativas digitales que han resultado más habituales en los últimos años. Como parte del compromiso del lab con la innovación, éste no se limita a generarla, sino que procura extenderla al conjunto del medio hasta el punto ideal de que su existencia se hiciera innecesaria porque la cultura de la innovación haya sido asumida de un modo orgánico por toda la redacción.

    Otra de las señas de identidad de los labs es la autonomía con la que cuentan estos equipos multidisciplinares, una autonomía que permite atender dos e incluso tres velocidades de trabajo. En este sentido, los labs cuentan con dinámicas independientes del resto del medio lo que les aporta una mayor flexibilidad para adaptarse a los nuevos estándares de mercado y crear productos más atractivos y completos.

    Además, los labs se caracterizan por estimular el flujo de ideas y el desarrollo de proyectos colaborativos, con instalaciones configuradas físicamente para el empleo de metodologías eficientes y ágiles como el design thinking, la metodología lean startup o la metodología scrum, por citar algunas de las más habituales. En muchas ocasiones, se parte de productos mínimos viables con los que van ofreciendo propuestas de valor incrementales para hacer crecer estos productos o para pivotarlos e ir rectificando lo que sea necesario.

    En España, los dos labs más relevantes, por longevidad, pero también por compromiso con la innovación son los de RTVE y El Confidencial. Los de Vocento -cerrado en 2019-, El País y Expansión resultan experiencias más modestas, estas dos últimas creadas además en fechas más recientes. Los labs activos tienen similitudes en cuanto a su estructura y su apuesta por las narrativas digitales interactivas. Se diferencian, en cambio, por sus formas y flujos de trabajo, integración en la redacción, financiación, apuesta por diferentes narrativas digitales y aprovechamiento de las redes sociales.

    En cuanto a la visión de los expertos, éstos coinciden en que los labs son unidades de innovación. Otro de los rasgos mencionados es la finalidad evangelizadora que debe tener cualquier lab para evitar que sea el único lugar del medio en el que se innove, un riesgo mayor en el caso de las grandes cabeceras con estructuras abultadas en las que han convivido diferentes generaciones de periodistas, algunas de ellas más reacias y resistentes al cambio. Se apunta también a la necesidad de que sus profesionales puedan trabajar con cierta autonomía y libertad puesto que la creatividad es “la base de la innovación”. También parece clave que el laboratorio sea el resultado de una apuesta firme por parte de la dirección que diseñe una estrategia clara y ponga el frente a una persona líder que esté muy comprometida con la innovación, de modo que el lab sea una avanzadilla del medio. A juicio de los expertos, los labs tienen ventajas e inconvenientes lo que confirma su carácter instrumental pero también su condición no necesaria pero tampoco suficiente.

    Con respecto a las mejores prácticas para que una institución innove, se menciona una cuestión actitudinal, la necesidad de que los profesionales se formen en cuestiones -como modelo de negocio, usabilidad, programación, analítica, diseño de producto, etc.- que hoy son necesarias como nuevos requerimientos del mercado. Se habla también de la necesidad de contar con un liderazgo transformador, capaz de iniciar el proceso y de ver la innovación como un medio, apostando claramente por conocer al usuario, investigarlo, empatizar con él y conocer sus necesidades para pensar en posibles soluciones e integrarlas en las rutinas productivas de la redacción de forma que no se queden en experimentos aislados.

    Para todos los entrevistados resulta capital extender la innovación del lab al resto de la redacción. En cuanto a las buenas prácticas para hacerlo posible, se destaca la importancia de que exista una estrategia clara de transferencia que evite la improvisación y diseñe desde el comienzo cómo se va a hacer llegar los avances y las innovaciones al resto del medio, si se va impartir formación a las personas que están fuera del lab pero dentro del medio o cómo se va a colaborar en concreto con otros departamentos. Se habla también de que resulta conveniente convertir al lab de catalizador de innovaciones en irradiador de todo un espíritu y de una cultura. Otras fórmulas más concretas consisten en organizar seminarios que mezclen profesionales de los laboratorios con profesionales de la redacción, favorecer estancias breves de los redactores en el laboratorio para conocer las prácticas y viceversa, emplear a miembros del lab como “comandos” orientados a sembrar ideas y soluciones en equipos o secciones o documentar las prácticas que se van implementando en informes, newsletters, manuales o similar en los que se recomiende prácticas al resto del medio. Se recomienda también celebrar reuniones de planificación para llevar a cabo tormentas de ideas, establecer mucha comunicación horizontal entre el lab y la redacción, elaborar talleres y tutoriales, y llevar a cabo demostraciones prácticas en las que se haga evidente que los productos y servicios no se diseñan para una sección concreta sino para una necesidad específica que ha sido expresada por la audiencia. Finalmente, el futuro de los labs resulta incierto. Las respuestas se agrupan entre quienes creen que irán a menos, a más, entre quienes consideran que esto depende de diversos factores y entre quienes declaran directamente no conocer qué futuro les depara. De lo que nadie duda, como decíamos antes, es de la necesidad de innovar como la única manera de salir de la grave crisis multicausal que afecta hoy a los medios en general y al periodismo en particular.


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