Ayuda
Ir al contenido

Dialnet


Resumen de Evaluación de la discapacidad en personas con trastornos mentales desde la perspectiva de la enfermera de Salud Mental

Elena Hernando Merino

  • INTRODUCCIÓN Desde su inicio, la OMS ha incluido el bienestar mental dentro de la definición de salud y en la actualidad, los problemas de salud mental constituyen una prioridad para la salud pública mundial. Los datos más actuales muestran que entre el 10 y el 20% de la población mundial presenta algún trastorno mental (GBD, 2019; ENSE, 2017).

    Según el Estudio Europeo de Epidemiología de los Trastornos Mentales (ESEMeD), en los países occidentales, alrededor de un 40% de las personas presentan un trastorno mental en algún momento de su vida.

    Los trastornos mentales pueden clasificarse en trastornos mentales graves y comunes. Los trastornos mentales graves (TMG) son menos frecuentes que los comunes, pero de elevada complejidad y mayor riesgo de cronicidad (Grupo de Trabajo de la Guía de Práctica Clínica de Intervenciones Psicosociales en el Trastorno Mental Grave, 2009). En contraposición, los trastornos mentales comunes (TMC) se denominan así para distinguirse de los anteriores y son aquellos que no requieren habitualmente la intervención de más de un profesional. Mientras que las personas con TMG requieren una variedad de recursos del sistema sociosanitario para ser tratadas, aquellas con TMC no cuentan con esta variedad de recursos (National Institute for Health and Care Excellence, 2011).

    Globalmente los trastornos neuropsiquiátricos representan casi el 20% de la discapacidad atribuible a problemas de salud y los trastornos mentales son el principal motivo de años de vida ajustados por discapacidad (cerca del 40%) (ENSE, 2017).

    La evaluación de la funcionalidad fue seleccionada como una de las 25 principales prioridades de investigación para el campo de salud mental global (Thomas, 2016). Para su evaluación, la OMS desarrolló la escala de evaluación de la discapacidad 2.0 (WHODAS 2.0) (WHO, 2000). El instrumento ha demostrado ser útil para evaluar niveles de discapacidad en la población general y personas con enfermedades tanto físicas como mentales), facilita el diseño de intervenciones sanitarias y el seguimiento de su impacto (Koopmans, 2020). Está avalado por numerosos estudios como una medida útil del deterioro funcional en los trastornos psiquiátricos (Konecky, 2014). Sin embargo, no es habitual la evaluación sistemática de la funcionalidad de las personas en seguimiento en salud mental en el contexto clínico. Los enfermeros especialistas en Salud Mental ocupan un lugar estratégico en la red de salud mental para la evaluación de la discapacidad.

    Es de destacar la representación de los TMC en la carga global de enfermedad, pese a esto son pocos los estudios que investigan la discapacidad de los TMC y menos aun los que comparan la carga de discapacidad que suponen los TMC frente a los TMG.

    OBJETIVOS El objetivo general de esta Tesis Doctoral ha sido estudiar la discapacidad, medida mediante la escala WHODAS 2.0, en los pacientes atendidos a lo largo de un año en la consulta de la enfermera especialista en Salud Mental en el CSM del Hospital Infanta Elena de Valdemoro (Madrid). De forma específica, en este trabajo: - Se describe la discapacidad basal de estos pacientes y se compara en pacientes con trastorno mental grave y trastorno mental común, ajustando por otras posibles variables de confusión.

    - Se describen los cambios en las puntuaciones de WHODAS 2.0 en los pacientes, tras un año de seguimiento y se compara la evolución entre trastornos mentales graves y trastornos mentales comunes.

    - Se comparan las características basales de los participantes que completaron el seguimiento al año con la enfermera de Salud Mental y los que no lo hicieron.

    METODOLOGÍA Realizamos un estudio descriptivo longitudinal no experimental con diseño pre/post entre diciembre de 2017 y mayo de 2019 en condiciones reales de la consulta de enfermería de Salud Mental. Se invitó a participar a todos los pacientes atendidos por la enfermera desde diciembre de 2017 hasta mayo de 2018. Se incluyeron personas con cualquier diagnóstico psiquiátrico. Los criterios de inclusión fueron 1) edad mayor de 18 años y 2) consentimiento informado por escrito proporcionado por el paciente y los criterios de exclusión: 1) trastornos cognitivos codificados como F00-F09 según la clasificación CIE-10 (OMS, 1992); 2) descompensación clínica que afectase la cooperación o que implicase riesgo de suicidio; y 3) analfabetismo o falta de fluidez en el idioma español.

    De todos los pacientes que aceptaron participar, se recogieron los siguientes datos: información sociodemográfica, diagnóstico clínico según el sistema de clasificación CIE-10 y discapacidad en el momento del primer contacto enfermerapaciente y al año de seguimiento.

    La discapacidad se evaluó de acuerdo con la WHODAS 2.0 (Ustün, 2010; Vázquez-Barquero, 2006). Este cuestionario evalúa las dificultades de las personas durante los 30 días anteriores en seis dominios diferentes: a) comunicación y comprensión, b) movilidad, c) cuidado personal, d) relacionarse con otras personas, e) actividades de la vida diaria: responsabilidades domésticas, ocio, trabajo y escuela; y f) participación en la sociedad. Las puntuaciones varían entre 0 y 100, y las puntuaciones más altas indican una mayor discapacidad. La escala arroja dos puntuaciones totales, según la persona tenga o no actividad laboral.

    Todos los cuestionarios se han administrado en una versión electrónica integrada en la herramienta web multiplataforma MEmind (Barrigón, 2017) utilizada en el Departamento de Psiquiatría de la FJD desde mayo de 2014.

    Los análisis de datos se realizaron utilizando el paquete estadístico SPSS 23.

    En el análisis basal transversal, describimos la muestra en términos de características clínicas, demográficas y el nivel de discapacidad. Se dividió la muestra en dos grupos según el diagnóstico (TMG versus TMC) y se compararon las variables sociodemográficas y las puntuaciones en discapacidad (global y por dominios) según grupo, empleando los test Chi-cuadrado o t de Student según procediese. Además, se realizó un análisis multivariante para estudiar la influencia del diagnóstico y variables sociodemográficas en las diferencias en discapacidad para aquellos dominios en los que se hallaron diferencias entre los TMG y los TMC.

    En el análisis longitudinal, se compararon las puntuaciones de WHODAS 2.0 al inicio y al año de seguimiento en la muestra total, y comparamos pacientes con TMG y pacientes con TMC, mediante la prueba t de Student para muestras pareadas.

    Finalmente, comparamos las características basales de los pacientes que estaban bajo tratamiento de enfermería al año de seguimiento y los que no lo estaban, utilizando Chi cuadrado y t de Student cuando correspondía.

    RESULTADOS La muestra incluyó 133 pacientes (43 hombres y 90 mujeres). De estos, 52 (39,1%) fueron diagnosticados de TMG y 81 (60,9%) de TMC.

    En el momento del reclutamiento no encontramos diferencias en la puntuación total entre ambos grupos (31,13 ± 16,64 en TMG y 35,77 ± 17,15 en TMC; p= 0,12), siendo una muestra bastante funcional, con puntuaciones globales bajas. Los dominios más afectados en la muestra total fueron “Actividades domésticas” (41,50 ± 30,64) y “Participación en la sociedad” (43,30 ± 19,75). Por el contrario, el dominio mejor puntuado fue “Cuidado personal” (16,77 ± 19,56).

    Las puntuaciones de los dominios que fueron significativamente más altos en TMC con respecto a TMG, fueron el “Trabajo” (36,95 ± 39,75 en TMC frente a 17,17 ± 32,17 en TMG; p= 0,00) y “Participación en la sociedad” (46,19 ± 19,07 en TMC frente a 38,78 ± 20,12 en TMG; p=0,04).

    Para los dominios en los que encontramos diferencias en los dos grupos “Trabajo” y “Participación en la sociedad”) realizamos un análisis multivariante y observamos que para el dominio “Trabajo”, influyeron de forma significativa, el hecho de estar activo laboralmente y tener pareja. Sin embargo, en el dominio “Participación en la sociedad”, todas las variables tenidas en cuenta perdieron su significación.

    A lo largo del año de seguimiento, de los 133 participantes iniciales, 75 (56,4%) lo completaron y fueron evaluados de nuevo con la WHODAS 2.0. Entre los participantes que completaron el seguimiento, 47 tenían un diagnóstico de TMG y 28 de TMC. En ambos grupos hubo una mejoría significativa al año en la puntuación total de la WHODAS (24,38 ±15,30; p=0,00) y en todos los dominios, excepto en el dominio “Relacionarse con otras personas” (26,89± 22,24; p=0,49) y “Trabajo” (16,67 ± 30,88; p=0,11).

    Entre los que completaron el seguimiento y los que no lo hicieron, no hubo diferencias significativas en las puntuaciones para WHODAS (33,16 ± 17,42 frente a 34,99 ± 16,64; p=0,54). Se observó que dejan el seguimiento personas más jóvenes (40 ± 14,53 frente a 46,17 ± 12,79 años; p=0,012), que están activos laboralmente (72,4% frente a un 27,6%; p=0,00) y están diagnosticados de TMC (86,2% frente a un 13,8%; p=0,00), más frecuentemente.

    DISCUSIÓN En primer lugar, encontramos niveles de discapacidad global comparables entre TMG y TMC, e incluso algunos dominios como “Trabajo” y “Participación en la sociedad” más afectados en TMC. Estos resultados van en la misma línea de estudios como el europeo ESEMeD y el de Cotrena y cols. que muestran niveles de discapacidad comparables entre personas TMG y TMC e incluso más altos en estas últimas (Alonso, 2004; Cotrena, 2016), aunque también hay estudios poblacionales que encuentran que la discapacidad es mayor en personas con esquizofrenia seguidos de los trastornos de ansiedad, trastorno bipolar y trastorno depresivo mayor (Sjonnesen, 2016).

    En cuanto a la afectación específica por dominios, muchos son los estudios previos en TMG que coinciden con nuestros resultados, en los que los dominios más afectados son, como en nuestro trabajo, “Actividades domésticas” y “Participación en la sociedad” y el menos afectado, el “Cuidado personal” (Akinsulore, 2015; Holmberg, 2021; Roth, 2021). No hay tantos estudios sobre discapacidad en TMC, pero nuestros resultados van en la misma línea que los obtenidos en el estudio de Chiang y cols (Chiang , 2021).

    Entre nuestros pacientes, el porcentaje de desempleo en la muestra total fue de un 47,4% y entre los TMG del 76,9%. Las estimaciones de desempleo en personas con esquizofrenia en los países desarrollados oscilan entre 70 y 85% (Olagunju, 2016), En lo que respecta al estudio de seguimiento, encontramos una mejoría en las puntuaciones globales de WHODAS para la muestra total, Al estudiar por separado TMG y TMC, en ambos grupos hubo una mejoría significativa al año en la puntuación total de la WHODAS y en todos los dominios, excepto en el dominio “Relacionarse con otras personas” y “Trabajo” Con respecto a la evolución de las puntuaciones de discapacidad tras el año de seguimiento en pacientes con TMC, nuestros resultados coinciden con los resultados de de Chiang y cols. (Chiang , 2021); pero contrastan con otros estudios como el de Saragoussi y cols., que aunque usaron otro instrumento de evaluación, no obsevaron mejoría en la salud física de la muestra, (Saragoussi, 2018);o el de Thomas y cols. que observaron mejorías en los mismo dominios que en nuestro estudio, pero además en el dominio del “Trabajo” (Thomas, 2016).

    Otros estudios que evaluaron la discapacidad tras un seguimiento en personas con TMG han informado hallazgos similares a los nuestros (Kästner, 2015; Chen, 2020).

    A lo largo de este año de seguimiento, de los 133 participantes iniciales, 75 (56,4%) continuaban en seguimiento en la consulta de enfermería. Dentro de los pacientes con TMG que no completaron el seguimiento, los motivos fueron por traslado de zona o ciudad (3) o derivación a otro recurso de la red de salud mental (1) y tan solo un paciente (0,05%) abandonó el seguimiento. Mientras que entre los pacientes con un TMC, 35 fueron dados de alta por parte del servicio de psiquiatría antes de cumplir el año de seguimiento, 13 abandonaron el seguimiento en todas las consultas, incluidas psiquiatría y psicología, cuatro abandonaron las consultas de enfermería continuando con el resto y uno se derivó a otro recurso. En sentido estricto, esto representa una tasa de abandonos del 15% (20 de 133). Estas tasas de abandono son similares en otros estudios: un 10,9 % en un estudio en India (Chen, 2020), un 24,19%, en el caso del estudio de Valencia (Castañeda, 1997), muy similares a los del estudio de Alemania, con un 25,2% (Kästner, 2015), seguidos de unas cifras un poco mayores en Madrid, con un 33,2% (Reneses, 2009) o en Girona, con un 34,8% de abandonos (Calvo, 2018).

    Las personas que no completaron el seguimiento fueron principalmente más jóvenes, activos laboralmente y tenían un diagnóstico de TMC. Este perfil de pacientes es en parte similar a los encontrados por Thomas y cols. (Thomas, 2016), ya que en su estudio los que abandonaron tienden a ser más jóvenes y con menos diagnósticos de TMG, pero también encontraron más hombres; mientras que nosotros no encontramos diferencias significativas de género. En otro estudio realizado solo en personas con TMG, no se encontraron diferencias de género o edad entre los que abandonaron (Kästner, 2015).

    Nuestro estudio refleja la práctica habitual de las consultas ambulatorias de salud mental donde es frecuente que el seguimiento en los pacientes con TMG se prolongue a lo largo de la vida; sin embargo, las personas con TMC además de ser dadas de alta tienden a abandonar el tratamiento de forma no consensuada con el terapeuta. En estos casos, interpretamos que por lo general hay una mejora, pero esto no ha sido comprobado en nuestro estudio y habría sido de interés.

    La principal fortaleza de nuestro estudio es su realización en condiciones de práctica clínica real. Además, nuestro estudio es innovador, ya que realizamos una medición clínica, la funcionalidad, que actualmente no se realiza de manera sistemática en la práctica de enfermería de Salud Mental. Pese al interés de este estudio, tenemos que señalar algunas limitaciones. Por un lado, los resultados no son generalizables, para ello habríamos necesitado una muestra mayor y un diseño multicéntrico. Por otro lado, no validamos la discapacidad medida con la WHODAS con medidas objetivas, lo que puede haber introducido sesgos de respuesta. Además, algunas variables importantes como el apoyo familiar, la intensidad de síntomas, el tipo de intervención o la adherencia al tratamiento no se estudiaron. Por último, no hemos contado con un grupo control de población general.

    CONCLUSIONES Este artículo describe el perfil del paciente atendido en la práctica real de la enfermera de Salud Mental en un entorno comunitario así como su evolución, centrándonos en la discapacidad medida con WHODAS 2.0. Encontramos que la discapacidad de los pacientes con TMC es similar a la de los TMG y que en ambos casos se produce una mejoría a lo largo de un año de seguimiento. A la vista de nuestros resultados, recomendamos la valoración sistemática de la discapacidad de las personas que sufren trastornos mentales y proponemos que el profesional indicado para esta valoración es la enfermera de Salud Mental.


Fundación Dialnet

Dialnet Plus

  • Más información sobre Dialnet Plus