La reserva como factor de resiliencia en contextos de afrontamiento al estrés es la hipótesis de trabajo sobre la cual gira la presente tesis. A su vez, es la propuesta explicativa para la cuestión: ¿qué es lo que hace a la reserva cognitiva una variable protectora frente al daño cerebral? La reserva cognitiva se ha desarrollado como un constructo que explica las discrepancias daño cerebral – síntomas comportamentales manifiestos. Esto es, se han identificado pacientes que pese a presentar un daño cerebral muestran un comportamiento adaptativo “normativo”. Posteriormente, esta definición basada en la discrepancia daño-síntoma, ha ido incorporando el supuesto mecanismo que permite el desarrollo de dicha reserva cognitiva. así, se han incluido en la definición de esta a las actividades cognitivas, sociales y físicas estimulantes. Estas, en su diversidad, han sido recogidas por los instrumentos de medida (escalas y/o cuestionarios) que permiten obtener una puntación numérica de reserva.
Con esto, los investigadores del ámbito erraron al equiparar a la reserva cognitiva con las actividades estimulantes a través de las cuales se desarrolla. Así, se llegó a un “efecto techo” en el área de la reserva cognitiva, limitándose a: por un lado, incluir más variedad de actividades de tipo cognitivo, sociales y/o físico y, por otro, evaluar el efecto moderador de la reserva más allá de la demencia y el envejecimiento (por ej. aplicándola a los déficits cognitivos asociados al Parkinson, la esclerosis múltiple, el daño cerebral adquirido, los trastornos del comportamiento, etc.).
La tendencia humana a la clasificación, con el objetivo doble de ordenar su realidad y para disminuir la incertidumbre, llevó a que las actividades estimulantes a nivel cognitivo, social y físico se considerasen como áreas de actividad o compartimentos estancos que promueven el desarrollo de regiones cerebrales diferentes. Así, cada ámbito de actividad se considera diferencial y promotor de una serie de recursos diferentes para el sistema.
Sin embargo, la presente tesis es pionera en su propuesta explicativa, ya que permite superar la negligencia teórica de la corriente imperante actual y romper su efecto techo en la práctica. Así, para entender la reserva cognitiva como un factor de resiliencia en contextos de estrés debemos tomar consciencia de las perversiones del lenguaje. La expresión “actividades estimulantes a nivel cognitivo, social y/o físico”, y sus derivadas, nos induce a error.
En su lugar, debemos de afirmar “las actividades cognitivas, sociales y/o físicas estimulantes” al entender que todas ellas comparten el ser contextos de afrontamiento de estrés. Y, por tanto, les subyace un mecanismo transversal a las mismas que es potenciado de igual manera independientemente de la actividad estimulante que realices. Lo importante de esto es que seria este mecanismo transversal desarrollado en contextos estimulantes o desafiantes de afrontamiento al estrés el responsable de los efectos protectores de la reserva cognitiva frente al daño cerebral.
Por tanto, la presente tesis persigue ampliar o, mejor dicho, profundizar en la comprensión de la reserva cognitiva y del por qué o cómo de sus efectos protectores frente al daño cerebral. Para ello, se formuló una hipótesis de trabajo original sobre la reserva cognitiva entendida como una variable de resiliencia en contextos desafiantes o de afrontamiento de estrés.
Con el objetivo de comprobar si la reserva cognitiva moderaba las respuestas de estrés, a nivel endocrino y/o simpático, ante eventos estresantes de carácter psicológico se realizaron las siguientes accciones: 1) se seleccionaron dos paradigmas inductores de dicho tipo de estrés (el protocolo de condicionamiento observacional del miedo y una tarea ad hoc de altas demandas cognitivas y sociales); 2) se determinó el registro de la actividad electrodermal de los participantes durante la ejecución de los paradigmas, como indice de la actividad simpatica, y se obtuvieron muestras de saliva en momentos específicos de los protocolos para estudiar los niveles de cortisol, como indice de la actividad endocrina; 3) se establecieron los criterios de inclusión y exclusion de la muestra y se procedió a su captación. Ésta está compuesta por hombres sanos, de mediana edad, sin alteraciones relevantes en sus ritmos circadianos ni patologias que afecten a sus respuestas de estrés; 4) previamente a la aplicacion de los paradigmas inductores de estres, se le facilitaron a los participantes los siguientes instrumentos psicométricos: por un lado, la Escala de Reserva Cognitiva y, por otro, el Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo. Así, se obtuvieron las puntuaciones de las variables factor, como son la reserva cognitiva y la ansiedad-estado. La ansiedad-estado se incluyó debido a su posible influencia en los niveles de estrés ante la realización de los paradigmas y su posible afectación al rendimiento o la ejecución de los mismos; 5) finalmente, se trataron los datos obtenidos y se analizaron los modelos pleanteados para refutar la hipotesis nula.
Los resultados indican un efecto protector de la reserva cognitiva frente a las respuestas fasicas de cortisol tras el afrontamiento de un evento estresante de caracter psicológico, y dicho efecto es especialmente significativo en individuos con alta ansiedad. Junto a esta menor reactividad endocrina se observa que la reserva cognitiva se relaciona con una capacidad más eficiente de regulación simpatica, que se caracteriza por terminar los paradigmas de estres en valores de actividad electrodermal iguales o menores a los niveles basales. Además, se observa un efecto indirecto de la reserva cognitiva con la capacidad de aprendizaje emocional a traves de los niveles de ansiedad. Así, la reserva cognitiva permite el aprendizaje de contingencias a los individuos con alta ansiedad, la cual impide dicho aprendizaje.
En sintesis, pese a las limitaciones en la capacidad de generalización que tienen los resultados obtenidos en los estudios que componen esta tesis, se propone un mecanismo explicativo a nivel endocrino y simpático que postularía a la reserva cognitiva como un factor de resiliencia frente al estrés, que prevendria los efectos derivados de la carga alostática y permitiria una mayor capacidad plastica y de adaptación neuronal ante lesiones cerebrales de diverso tipo.
The current thesis aims to deepen the understanding of cognitive reserve basis and the mechanisms of his protective effect against brain damage. For this purpose, an original hypothesis was formulated on cognitive reserve understood as a variable of resilience in challenging contexts or stress coping.
To test whether cognitive reserve has an effect on stress responses in dealing with psychologically stressful events, the following actions were carried out: Firstly, two such stress-inducing paradigms were selected (the observational fear conditioning protocol and an ad hoc task of high cognitive and social demands); Secondly, the participants' electrodermal activity was recorded during paradigms execution and salivary samples were obtained at specific moments of the protocols to study cortisol levels; Thirdly, the inclusion and exclusion criteria were established and the sample was recruited. The sample was composed of healthy, middle-aged men, without pathologies that affect their stress responses; Fourthly, previously to the application of the stress-inducing paradigms, the participants were provided with the following psychometric instruments: firstly, the Cognitive Reserve Scale and, secondly, the State-Trait Anxiety Inventory. Therefore, scores were determined for the factor variables, such as cognitive reserve and state-anxiety. State-anxiety was included because of its potential influence on the stress levels when performing the paradigms and its possible effect on the paradigm performance;
Finally, the data obtained were processed and the models used were analysed to refute the null hypothesis.
The results indicate a protective effect of cognitive reserve against phasic cortisol responses after a stressful psychological event. This effect is especially significant in individuals with high anxiety. In conjunction with this reduced endocrine reactivity, it is observed that cognitive reserve is associated with a more efficient capacity for sympathetic regulation. It is characterized by ending stress paradigms at electrodermal activity values equal to or lower than basal levels. In addition, an indirect relationship between cognitive reserve and emotional learning capacity is observed through anxiety levels. In this way, cognitive reserve facilitates contingency learning in individuals with high anxiety, which hinders such learning.
Despite the limitations in the generalizability of the results obtained in the studies included in the current thesis, we propose an explanatory mechanism for cognitive reserve at the endocrine and sympathetic level. This postulates the cognitive reserve as a factor of resilience in the face of stress, which would allow a greater plastic capacity and neuronal adaptation to brain damage.
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