El presente trabajo de investigación se propone profundizar en el estudio de la estética del aburrimiento en la narrativa contemporánea. Con una perspectiva comparatista y transversal, la investigación reflexiona sobre el uso del aburrimiento como recurso estético en la novela contemporánea; cómo, mediante una serie de estrategias, los autores despiertan durante el proceso de lectura unos síntomas asociados históricamente con el aburrimiento, ya sea el hastío, la fatiga o la confusión. Nos preguntamos si es posible que ese tedio que surge durante la lectura puede llegar a derivar en un extrañamiento que obliga a mirar el texto de una forma diferente a la habitual y demanda una atención interpretativa que, incluso, pudiera llegar a ser autorreflexiva.
A partir de la pregunta sobre qué es el aburrimiento, en la primera parte de la investigación nos remontamos hasta la Antigüedad con el ánimo de detectar los síntomas que históricamente se han asociado con este malestar subjetivo. En el camino descubrimos el apasionante debate sobre si es posible hablar de un aburrimiento inherente a la condición humana o si, por el contrario, es una consecuencia de la modernidad. Decidimos entonces, basándonos en la literatura, pero también en textos filosóficos y sociológicos, identificar los rasgos que estructuralmente se han atribuido a los fenómenos de la acedia, el taedium vitae, el ennui o el esplín y constatar cómo son también atribuibles a lo que hoy consideramos y denominamos aburrimiento.
Tratando de responder a la pregunta de por qué querría un autor aburrir a sus lectores y cómo lo consigue, en la segunda parte nos apoyamos en investigaciones pertenecientes al ámbito de las artes visuales que, a raíz del surgimiento de los movimientos artísticos minimalistas, el fluxus o el arte pop, se cuestionaron la paradoja de este fenómeno: cómo puede ser interesante lo que no comunica, lo que solo transmite vacío y, por tanto (¿por tanto?), aburre. De la mano de Jonathan Culler o Fredric Jameson, entre otros muchos pensadores que defienden el carácter de apertura del aburrimiento, llegamos a la conclusión de que el interés que se siente ante estas obras puede derivar, precisamente, de su carácter hermenéutico: el texto se vuelve, paradójicamente, interesante al motivar la pregunta por qué y cómo es que nos aburre lo que supuestamente debería entretener o emocionar. Tomando como referencia un corpus narrativo que consideramos representativo de esta estética del aburrimiento, estudiamos por qué algunas estrategias narrativas pueden llegar a generar una sensación de aburrimiento en el lector, ya sea porque apelan a gestos o hechos cotidianos que no resultan llamativos ni despiertan curiosidad o interés; por suponer una dificultad que entorpece la comprensión del texto o de la trama (cuando la hay); o porque juegan con la duración del tiempo suspendiendo o anulando la tensión narrativa y, consecuentemente, desinteresando/aburriendo al lector.
Llegamos a la conclusión de que, efectivamente, hay en el aburrimiento un componente lúdico, explorado, entre otros, por las vanguardias históricas, especialmente los dadaístas, que nos llevó a confirmar la intencionalidad de su uso y, por tanto, su artificio. En ese sentido, al carácter hermenéutico sumamos la idea barthesiana de que el placer del texto no tiene por qué ser siempre triunfante o heroico y defendemos que también es posible que durante la lectura se produzca lo que decidimos denominar un "gozo del aburrimiento", el gozo, por ejemplo, de perderse en la lectura de las divagaciones de Leopold Bloom o Stephen Dedalus, en Ulises, de James Joyce, en la incertidumbre de Molloy, de Samuel Beckett; el gozo de esperar y desesperar junto al protagonista de Dino Buzzati en El desierto de los tártaros, de avanzar viscosamente junto al narrador de La ciénaga definitiva, de Giorgio Manganelli; tropezar y retroceder sólo para volver a reiniciar el camino en el estilo absorbente de Gertrude Stein, en el de Becket, y más tarde en el de Thomas Bernhard o en el de David Foster Wallace; o detenerse y simplemente observar, como proponen en algunas de sus obras Alain Robbe-Grillet, Georges Perec o Juan José Saer.
A modo de epílogo dejamos abierta la pregunta por la ética de la estética del aburrimiento con el ánimo de incitar nuevas reflexiones: ¿es necesario un planteamiento ético sobre el uso del aburrimiento?, ¿qué valores refuerza la estética del aburrimiento?, ¿el valor del aburrimiento? ¿Nos aburriremos de un modo diferente después de leer estas obras? ¿Aprenderemos a aburrirnos mejor? ¿Nos aburriremos menos? Realmente, como se propone en este trabajo, esa sensación de extrañamiento durante la experiencia lectora, ¿nos motiva a recapacitar sobre la experiencia propia del aburrimiento, sobre por qué y cómo nos aburrimos, sobre qué nos dice eso de nosotros mismos y de la sociedad de la que somos parte? El aparato bibliográfico de este trabajo se ajusta al carácter transversal del estudio y responde a un deseo de abarcar el fenómeno del aburrimiento desde una visión lo más humanista posible, por lo que incluye referencias filosóficas, sociológicas y, fundamentalmente, literarias, para lo que se han consultado fuentes de teoría literaria, narratología y literatura comparada, destacando las obras del director de la investigación.
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