Alentados por el estímulo de tratar de comprender la realidad y las formas organizadas que proliferan en ella emergiendo de forma inteligible y bella en la arquitectura, emprenderemos con la elaboración de esta tesis, la búsqueda de una teoría de la forma que justifique su origen y progreso.
Partiendo de la lógica ontológica, de que lo que existe, existe porque ha superado alguna clase de selección. Y superar una selección equivale a superar una prueba de compatibilidad con el resto de la realidad. Puesto que, sólo se puede permanecer si primero se emerge. Y, en otras palabras, de lo que accede a la realidad se (re)selecciona continuamente aquello que puede permanecer, con el fin de proyectar este esquema conceptual, comenzaremos eligiendo la definición de conceptos idóneos como el de función, que en el sentido amplio de ganancia, nos ayuden a justificar la emergencia y perseverancia de las formas ordenadas en la naturaleza, para así poder afirmar que, como seres cultos que formamos parte de la cadena evolutiva emergemos como individuos complejos dotados de pensamiento abstracto observando y creando la realidad. Nos autoorganizamos anticipando la incertidumbre del entorno del que formamos parte seleccionando perceptivamente formas frecuentes que adoptan configuraciones ordenadas geométricamente por su idoneidad funcional, y aplicándolas en evocadoras e improbables formas arquitectónicas, disipamos, en un flujo no-lineal, eficazmente entropía. De modo que, siguiendo este patrón hologramático que ordena el mundo, logramos eficazmente permanecer y perseverar.
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