El objetivo de esta tesis es analizar el papel de la cultura y de la contracultura en la transición a la democracia en España. Desde mediados de los años setenta, en el ámbito contracultural (entendido a la manera de Theodore Roszak, aunque con matices), también se construyó una idea de democracia, no desde arriba ni desde abajo, sino desde los márgenes y que permitía imaginar un país completamente diferente tras cuarenta años de dictadura.
En ese espacio contracultural, la prensa alternativa jugó un papel fundamental porque sirvió de medio de comunicación para una generación que estaba viviendo un cambio fundamental en España. Entre esa prensa, la revista Ajoblanco es la más importante y, sin duda, la revista contracultural más leída España en ese momento si atendemos a los números de tirada. Esta publicación nació en octubre de 1974, trece meses antes de la muerte del dictador, y cerraba sus páginas en mayo de 1980, cuando lo que entendemos por Transición está consolidándose de manera definitiva. En esos años, el equipo de redacción de Ajoblanco proyectó a través de sus páginas el país que soñaban debía llegar a ser España Aunque es difícil elaborar estudios sobre la recepción de la revista, está claro qué es lo que recibían los lectores: una imagen absolutamente underground y contracultural de la España postfranquista.
Así lo muestran las secciones de Literatura, Cómic, Música, Cine, Arte pictórico y gráfico o Teatro. Los referentes fueron, en principio, estadounidenses. Luego, la mirada se vuelve a Europa, al 68 francés, pero sobre todo al 77 italiano. En un momento de revitalización social, política y cultural, a pesar de las dificultades, la utopía de la contracultura fue viable como lo demuestra un revista puramente cultural como Ajoblanco, pero también es verdad que sufrió una evolución interesante. En los años de la Transición, cuando la revista chocó con una realidad política y social que no permitió su desarrollo dentro del juego político establecido, tuvo que buscar alternativas posibles: un libertarismo que la conectaba directamente con la política.
También en España, reflexionar sobre los nuevos movimientos sociales en los años de la Transición supone recurrir a fuentes que no habían sido tenido en cuenta La contracultura en España: la revista Ajoblanco (1974-1980) previamente. La prensa contracultural y, dentro de ella, la revista Ajoblanco proporcionaron una plataforma para la expresión, la afirmación y el diálogo de estos movimientos emergentes.
Así, la publicación mostró las versiones más radicales del ambientalismo, el movimiento gay y el feminismo, pero también las ambigüedades –y de ahí la riqueza–, principalmente por el contexto de su aparición.
Por tanto, Ajoblanco evolucionó al ritmo de los acontecimientos, desde un enfoque estrictamente cultural a una demanda claramente política, ligada al surgimiento de los nuevos movimientos sociales en la sociedad española de la segunda mitad de los setenta. Sin embargo, la década siguiente no será tan favorable para los movimientos sociales ni para la revista. El llamado “desencanto” –la decepción por la moderación de las reformas democráticas y la ausencia de un deseo claro de romper con el pasado franquista– tuvo un gran impacto sobre ellos.
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