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Resumen de Diritto e retorica nelle tetralogie di Antifonte

Stefania Giombini

  • La presente tesis doctoral se centra en la obra Tetralogías de Antifonte, sofista y orador, que vivió en Atenas en el siglo V a.C. Las Tetralogías se componen de tres casos judiciales o dicánicos que a su vez están constituidos por cuatro partes: dos discursos de acusación alternados con dos discursos de defensa. Los tres casos tienen naturaleza penal y, en particular, versan sobre casos de homicidio perpetrados en diferentes ámbitos y contextos, aunque con un enfoque común alrededor del problema de la responsabilidad y de la voluntariedad de las acciones.

    El primer capítulo se ofrece como una introducción al derecho griego antiguo: su historia (desde la Época Arcaica – s. XVII a.C. – hasta su fin, entre la época helenística y la Constitutio Antoniana, según la mayoría de los estudiosos), sus pasajes fundamentales y su progresión, seguida por un paréntesis sobre el léxico fundamental. En este apartado lexicográfico se presta particular atención a los términos thesmos, nomos y psephisma que dan cuenta del progresivo desarrollo del derecho griego en el sentido de normas, leyes y decretos. También se abordan los términos justicia y epieikeia, que marcan un refinamiento del concepto de ‘justo’ e ‘injusto’ orientado hacia el sentido de equidad; un concepto, este último, que es entendido como justicia verdadera materializada solo gracias a la decisión final del jurado y por la posibilidad de aplicar las leyes naturalmente genéricas a los casos particulares. El paso siguiente viene dictado por la necesidad de delimitar el derecho griego no solo temporalmente, sino también en su dimensión espacial. La Grecia antigua no es una realidad única: si, por un lado, cultura y religión son elementos comunes en todo el territorio helénico, por el otro, la fragmentada realidad de las ciudades, poleis, proporciona un cuadro diferenciado y variado. Habida cuenta de la naturaleza de las poleis, se ha producido un debate terminológico sobre la posibilidad de hablar de ‘derecho griego antiguo’, en singular, o de ‘derechos griegos antiguos’, en plural (tantos derechos como ciudades había). Dicha discusión tiende a madurar en la idea de que solo teniendo claro el presupuesto y el reconocimiento de la diversidad es posible utilizar el singular para designar los elementos comunes y fundamentales. Aclarado este aspecto, es posible entrar en el tema de las fuentes, es decir, dónde y en qué forma se encuentra el derecho de la Antigüedad y cómo es posible conocerlo. En este punto, la lista de las fuentes que se expone tiene la función no solo de individuarlas, sino también de introducir el lector en la idea de que las fuentes del derecho griego antiguo, sobre todo las del siglo V a.C., tienen naturaleza literaria. Son, pues, no estrictamente jurídicas: se trata de encontrar derecho en textos que no son de derecho y que normalmente hacen un elevado uso de medios retóricos y narrativos. La cuestión se torna aún más compleja cuando se considera que la Grecia antigua carecía de una verdadera cultura jurídica pues falta la figura del jurista, no existe esa categoría de expertos que especulan sobre cuestiones que se presentan en la vida judicial y cuya opinión es tenida como herramienta útil para la elaboración del derecho o sus aplicaciones prácticas.

    Para marcar un límite a la exposición, con la intención de ayudar al lector a comprender mejor el contexto de la Tetralogías, el trabajo prosigue centrándose sobre el caso ateniense. Atenas es un punto de vista privilegiado porque es la ciudad que conocemos mejor y de la que tenemos mayores fuentes de información, así que es fácil convertirla en un ‘modelo’ para aproximarse al derecho griego. Se presentan tanto las instituciones de la Boulē y de la Ekklēsia, el Consejo y la Asamblea de los ciudadanos, como también los tribunales, sus tipologías y funciones, para seguir con los magistrados y sus funciones.

    A continuación, se trata sobre el proceso, cuestión imprescindible para entender la situación en la que se desarrollan los discursos de las Tetralogías. Se proporciona un cuadro general de los procesos y, de manera particular, se apuntan las peculiaridades del proceso penal que es el que aquí nos interesa (para hacerlo nos valemos de la información que nos llegan a través de las fuentes del siglo IV que nos permiten completar fielmente algunos vacíos que dejan las fuentes del siglo anterior). El proceso penal tenía naturaleza privada y se caracterizaba por el aspecto religioso-moral del miasma, la contaminación, o sea la venganza que el muerto requiere éticamente a la ciudad y a los ciudadanos y la posibilidad de pedir una consulta a los exēgētai, es decir, los oficiales religiosos.

    El primer capítulo se cierra con la tentativa de dibujar las conexiones del derecho griego con el derecho romano y el derecho bizantino. En perspectiva comparada es posible demonstrar que el derecho griego no quedó en ‘letra muerta’ y que se encuentran correspondencias con la cultura romana (pre-jurídica) y alientos en el derecho bizantino posterior.

    Una vez planteado este marco de nociones, paradigmas y fuentes, se antoja más sencillo acercarse al tema propio del presente trabajo, o sea las Tetralogías de Antifonte, un personaje este último que ha estado bajo la atención de la literatura crítica también por un problema puramente historiográfico: individuar, más allá de los epítetos, si estamos frente a un único Antifonte o si el nombre Antifonte se refiere a dos personajes distintos, el primero sofista y el segundo orador. El presente trabajo acepta la teoría unitarista, de modo que consideraremos que es a un único autor, Antifonte sofista y orador, al que se pueden atribuir obras diferentes que son, por cierto, un testimonio importante de su carácter poliédrico, el de un polymathes interesado en una pluralidad de asuntos (entre los cuales también numerosas disciplinas científicas) en línea con la impronta de los investigadores presocráticos. Así que Antifonte se presenta como un intelectual del siglo V a.C. todavía conectado con la metodología filosófica anterior y que también se muestra hábil en el uso de la lógica, disciplina que efectivamente será un elemento relevante en su obra antilógica que son, precisamente, las Tetralogías.

    Después de haber presentado todo lo que nos ha llegado de la producción de Antifonte, el foco se moverá hasta las Tetralogías con la exposición de un resumen de los casos presentados en estos discursos. La Tetralogía A es un caso de homicidio de un hombre rico y de su esclavo perpetrado en una calle de Atenas por la noche. Es un caso en el que, por prueba indiciaria, viene acusado un enemigo histórico del hombre rico. Siendo una acusación basada sobre indicios, acusación y defensa sustentan sus tesis en lo que es verosímil, en lo que puede ser aceptado por el jurado como válido. A través de varias posibilidades argumentativas y lógicas, de los discursos resulta claro que las dos posiciones son más o menos equivalentes, es decir, se respeta la estructura antilógica por la cual, aunque dos discursos son contrarios, ambos son válidos. La Tetralogía B es un caso de homicidio emblemático porque figura también en otras fuentes griegas, es decir, que se trata de un topos. Es el caso de un homicidio de un joven en un gimnasio golpeado mortalmente por una jabalina lanzada por un compañero de entrenamiento. Acusación y defensa se enfrentan respectivamente al tema de la responsabilidad y de la voluntariedad intentando aclarar la dinámica del evento y la atribución de la culpabilidad. La última Tetralogía, la Γ, contempla el caso de un homicidio en una riña que se produce entre un hombre mayor y otro joven. Los discursos se ocupan de individuar la responsabilidad, la naturaleza del golpe mortal, quién tiene la responsabilidad definitiva por el golpe y las motivaciones de las actitudes de ambos según su propia edad y carácter. Las tres Tetralogías tocan temas importantes del derecho penal en la Antigüedad: el problema testimonial (con especial atención al testimonio de los esclavos), la relación con la tradición y las costumbres, la tutela de la comunidad, y otros factores que se revelan en el curso del análisis de los textos. Después de haber dado cuenta de los contenidos de estos textos es un pasaje obligado analizar su naturaleza general para comprender, sobre todo, como la literatura critica se ha enfrentado a ellos.

    La segunda parte de la tesis entra de lleno en los textos. Se presentan las tres Tetralogías en su original griego (desde la edición establecida por Gernet en 1954), la traducción y comentarios a los pasos singulares de cada discurso. Así pues, de cada discurso se podrá encontrar el original, la traducción, los comentarios y, al final de cada discurso, un capítulo para discutir los temas más relevantes tratados en el transcurso de dichos comentarios. La elección de preparar una nueva traducción, que ha supuesto el empleo de un tiempo adicional al propio de una investigación doctoral, ha sido motivada por la necesidad de entender profundamente los textos, el léxico, las ideas en la forma como el mismo Antifonte los expresó. Las Tetralogías han demostrado ser un texto muy complejo, con un lenguaje peculiar y estructuras muy personales del autor: la traducción ha requerido un alto grado de interpretación, aunque se ha intentado proponer una forma muy fiel al original, dejando a un lado la posibilidad de un texto menos apegado al original, pero retóricamente más fascinante.

    Cada parte del texto original traducido está acompañada por comentarios y los capítulos finales de cada sección contienen reflexiones y análisis del contenido.

    Las Tetralogías recogen informaciones importantes sobre la praxis judicial de la época, y en particular de los testimonios de los esclavos. Los esclavos, clase de personas necesarias para el sistema político y social griego en la Antigüedad, eran propiedad del señor que los habían comprado o adquirido de otra manera. En cuanto tales, era admitido su testimonio en procesos de naturaleza penal cuando obraba favor del propio señor. La tradición, y parte de la crítica, aceptan la idea que un esclavo podía dar su testimonio solo bajo tortura física, la así llamada basanos. Las Tetralogías citan la basanos y no solo esto, se trata de una obra referente sobre el tema. Pero lo que nos transmite no queda claro. Efectivamente, no hay una manera cierta de entender las informaciones que encontramos en los textos y el lector moderno puede solo razonar sobre un hecho: si la basanos era solo una ‘puesta en escena’, una ficción, habría sido aplicada sin problemas y siempre, no discutida como hemos visto se hace en estas tetralogías. A través de la literatura crítica, lo que parece más posible es que la basanos fue una práctica física, pero no se puede llegar a entender cuán presente estaba en el contexto judicial y por cuanto tiempo y de qué forma perduró; de hecho, no hay fuentes suficientes para lograr entender este aspecto de manera definitiva. Tampoco Antifonte es una fuente completa y exhaustiva para añadir conocimientos sobre el tema, aunque nos da la posibilidad de reflexionar sobre el asunto con estímulos significativos.

    Respecto a los elementos de derecho en conexión con el entorno judicial del tiempo dos han requerido atención: el tema de la relación con las costumbres y la persistencia de la dimensión religiosa en los discursos, en la perspectiva mental y ética de los autores del tiempo y en el concreto desarrollo de los tribunales.

    En su tratamiento del miasma y de los elementos religiosos, Decleva Caizzi ha observado que estos son fundamentales para los argumentos judiciales y su correcta recepción por parte del jurado y del publico/lector. Si el elemento religioso en un primer análisis nos parecía débil, o presente solo por exigencias retoricas, al final se ha demostrado un factor con cierta fuerza persuasiva. Esto ha significado repensar el hecho de que para el jurado y el público los temas conectados con la religiosidad son por cierto una herramienta retórica, pero son también temas todavía significativos y con cierto valor argumentativo en los procesos. Así que a una primera finalidad exclusivamente retórica hemos tenido que añadir un valor ‘probatorio’ que al empezar la investigación no habíamos tenido en cuenta. Evidentemente en la Atenas del siglo V la reflexión religiosa, y con esta la ética, tiene un valor por sí misma que no se puede obviar.

    Hemos notado, además, que Antifonte parece ser crítico con alguna praxis procesal de la época: el tiempo de los juicios, la estructura de los procesos (el uso de los testigos, por ejemplo) no acaban de convencer el autor que en pequeños pasajes de la obra parece insinuar dudas sobre la efectiva validez de dichos procedimientos. Esto no debe extrañar si entendemos estos paréntesis como elementos de reflexiones presentes no solo en Antifonte, sino también en otros autores de la época (desde dramaturgos hasta oradores). Tenemos que imaginar que este intelectual poseía sabiduría y capacidad crítica para poner en análisis las praxis procesales, cuestión que también se observa en otros sofistas, como Gorgias, y en los tragediógrafos como Eurípides. Se trata, pues, de un intelectual completamente conectado con su realidad social y política que no elude analizar los límites de su sociedad.

    Las Tetralogías incluyen, además, elementos que podemos clasificar como filosóficos. En particular, el tratamiento de las relaciones verdad-verosimilitud, derecho positivo y derecho natural, verdad-creencia, se conectan con una especulación y una investigación intensa que en la época se realizaba ampliamente, sobre todo por los autores de la así llamada ‘sofistica’. Lo que hemos concluido es que Antifonte no desarrolla una teoría univoca, si no que adapta versiones contrarias de estas categorías según el discurso que está desarrollando. Siendo las Tetralogías tres obras antilógicas, parece evidente que las dos tesis contrarias se oponen a partir también del uso de perspectivas filosóficas contrarias. Antifonte, sin embargo, no elabora unas teorías filosóficas, sino que las utiliza adquiriendo las dos versiones contrarias de cada teoría (o perspectiva) y asignándolas a las dos perspectivas de los oradores que proponen los discursos en los procesos. También por este factor es peligroso acudir a autores como Aristóteles para entender las reflexiones de Antifonte: Aristóteles elabora teorías que no se pueden utilizar, sino como punto de referencia posterior, para entender el tratamiento argumentativo de Antifonte.

    El elemento antilógico es fundamental. Si no se considera este tipo de estructura binaria de tesis contrarias no se puede acabar de entender profundamente la pretensión argumentativa del sofista. Pensar en llegar a una visión filosófica univoca en Antifonte significa no reconocer la naturaleza concreta de su obra. La estructura antilógica ha sido analizada en todos los pasos en que se realizaba. Este tipo de investigación nos ha ayudado a individuar elementos relevantes, y novedosos, que hemos intentado analizar, contextualizar y al final evaluar. Argumentos y técnicas de demonstración conectadas con la sabiduría matemática y médica de la época; el uso del principio de no contradicción, la elaboración del corax y, sobre todo, de un anti-corax (elemento este último que no se había advertido anteriormente) han sido elementos concretos para demonstrar que Antifonte era un hábil lógico y un profundo conocedor de las herramientas retóricas de la época. Cada uno de estos aspectos han estado tratados singularmente para, al final, restituir una imagen compleja de un autor caracterizado por tener un nivel muy alto de capacidad lógico-argumentativa. Sin olvidar su capacidad oratoria y retorica: las Tetralogías son textos de un atractivo indiscutible, el lector no puede dejar de apreciar ni evitar entrar en el ‘juego’ de las argumentaciones hasta caer preso de la duda; y esta es la finalidad primaria de una antilogía, es decir, no hacer fácil el proceso de arribar a una conclusión y a una sentencia por parte del jurado. Los dos oradores de cada tetralogía, con sus dos discursos, proponen perspectivas válidas, igualmente aceptables y ese carácter contradictorio no se extingue sino hasta el momento en que los jurados toman una decisión.

    El tema más difícil de tratar ha sido la individuación, o tipificación de los delitos. La pregunta a la que hemos intentado contestar se refiere a si Antifonte elabora o no una analítica de los hechos delictivos. A partir de la distinción entre acto voluntario e involuntario, y pasando por el tema de la premeditación que se puede encontrar, también lexicalmente, en la obra, la literatura crítica ha intentado mostrar como en Antifonte la discusión sobre la tipología de las acciones está todavía abierta, en desarrollo. Antifonte parece separar el acto voluntario del involuntario, añadiendo diferencias a partir de la presencia del error y del tiempo que pasa entre una acción y su resultado delictuoso, pero no llega a una categorización estrictamente definida. Por un lado, esta podría ser entendida como una necesidad retórica y por el otro, como una reflexión no definitiva sobre el tema. La idea que se deriva de la lectura de su obra es que Antifonte se coloca en una fase de reflexión sobre la categorización y definición de delitos, agravantes y atenuantes y elementos de corresponsabilidad, pero no alcanza a proponer una teoría o una visión unitaria de estos temas. La suya es, al decir de Pepe, una reflexión sobre el tema de la responsabilidad en todos sus aspectos, pero sin llegar a una definición ni definitiva ni clara, y que bien podría colocarse en el rastro de la perspectiva draconiana, aunque sin mostrar una línea univoca. Antifonte reconoce que cada situación contempla la posibilidad de poner de relieve elementos peculiares que la caracterizan, pero el tema más tratado es una manera de ‘mover’ la responsabilidad de una acción a terceras partes: se trata de técnicas de des-responsabilización. La des-responsabilización, que los griegos siempre utilizan a partir de sus tradiciones cuando los culpables resultan ser a menudo los dioses o su voluntad, ahora se traslada a un sujeto que se coloca a latere de la acción homicida (sujetos desconocidos, el maestro del gimnasio, el medico) y la habilidad del orador consiste en hacer plausibles esta opción.

    La finalidad de esta investigación era la de individuar y hacer un balance de los elementos de la retórica y la presencia del derecho en las Tetralogías de Antifonte.

    El aspecto retorico es un aspecto fundamental de los discursos: la habilidad oratoria, técnicamente comprobada durante la lectura de las obras, es constantemente visible. Antifonte no se priva de utilizar todos los recursos ofrecidos por la retórica de su tiempo: a nivel micro-retórico el uso de términos adecuados, específicos y al mismo tiempo semánticamente ‘abiertos’ le dan la posibilidad de construir textos complejos con un alto nivel de capacidad persuasiva. A nivel macro-retórico, el uso de la lógica, de argumentos bien construidos y orientados al resultado que el orador intenta conseguir, demuestra que no se trata de una retórica solo estéticamente funcional, sino de una retórica guiada por la finalidad de persuadir según lo que parece lógicamente aceptable para el auditorio.

    Desde el punto de vista del contenido, lo que parece haber utilizado Antifonte es el marco de la vida judicial de su época. Las referencias a la praxis de los tribunales, la conformación de los discursos, la apelación a ley (nomoi) y a las costumbres (nomima), el complejo tema de los testigos (en particular esclavos), el tema de la responsabilidad, de la posibilidad de defenderse de ataques, la persistencia de los elementos religiosos (como, al menos, elementos de argumentación) resultan inteligibles si son contextualizados en un momento dado del desarrollo del derecho de la época. Al mismo tiempo, nos dan la posibilidad de tener informaciones que, conectadas con lo que sabemos por otros autores, desvelan cierta posibilidad de conocer mejor el derecho ateniense clásico. Antifonte conoce muy bien el ambiente judicial de su época, lo maneja, en el aspecto lexicológico y procedimental, de modo que sus indicaciones se convierten en fuentes de conocimiento para nosotros. Al mismo tiempo, hay elementos que nos llevan a pensar que las Tetralogías son obras ‘paradójicas’, es decir, obras que, partiendo de situaciones típicas (topoi) y fácilmente detectables en la realidad, se elevan a modelo. El primer caso es un homicidio que presenta el tema de un asesinato nocturno por las calles de Atenas. Un caso en el cual no se conoce el asesino, sino construyendo hipótesis y dando fuerza a testimonios débiles e indirectos. Es una situación de violencia que se podía presentar en Atenas y sobre la cual no hay ninguna posibilidad de encontrar pruebas definitivas. El segundo es el caso de un homicidio en el gimnasio, ya presente en el imaginario griego (véase la conexión con el mismo caso analizado por Pericles y Protágoras) y bien conocido por todos, tanto que se podría considerar emblemático. El tercero es un caso de riña en público entre dos personas físicamente diferentes dada su diferencia de edad, y que acaba con la muerte del mayor. En suma, se trata de casos-modelo que tocan la mentalidad griega y que son no solo comprensibles, sino también adaptados a los referentes de un auditorio corriente de la época. No obstante, lo que caracteriza los discurso antifonteo es llegar a componer estos tres casos en su ‘peor’ forma posible; es decir, los presenta en las peores condiciones que un orador pueda encontrar. Son casos ‘difíciles’ porque faltan pruebas, porqué pueden incluir aspectos filosóficos y conceptuales manejados por las dos partes contrarias. La introducción de la ley, inexistente (en la segunda y en la tercera tetralogía), que prohíbe matar en cualquier condición, justamente e injustamente, demuestra como un orador puede intentar superar una ley absoluta y como de una situación argumentativamente ‘imposible’ se puede salir a través de argumentos lógicamente válidos.

    Así pues, los de las Tetralogías, son casos al límite que necesitan de la fuerza argumentativa para superar el impasse. Gran parte de la obra se centra en el problema de la voluntariedad: Antifonte no parece encontrar una definición final del tema, prueba razonamientos, no hay una tesis definitiva, ni tampoco filosófica, sobre el tema, pero el orador intenta una clasificación que se mueve, teoréticamente, entre la ley de Dacrón y las contemporáneas reflexiones sobre el tema.

    Para estos y los multíplices argumentos encontrados durante la lectura detenida de la obra, se antoja posible considerar las Tetralogías como una prueba oratoria, el intento de escribir discursos que son modelos de casos que un orador puede temer si no se enfrenta a ellos con herramientas precisas capaces de dar nuevas direcciones a los razonamientos. Que Antifonte los haya escrito como ejercicio o como textos epidícticos es incierto, pero las dificultades que los textos presentan, a todos los niveles, nos dan indicios de que tanta complejidad no puede haber servido para enseñar, pues los textos están hechos de tal manera y su nivel de dificultad es tan alto, que solo un experto podría haberlos utilizado y comprendido técnicamente.

    La presente tesis es bilingüe: introducción y conclusiones son en castellano; el cuerpo del trabajo en italiano. Esta elección tiene una motivación: la tesis se funda sobre la traducción del texto griego que hemos preferido plasmar en nuestro idioma nativo; desde allí, en consecuencia, se ha desarrollado y ha crecido el resto del trabajo.


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