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Essays in family economics

  • Autores: Francisco Javier Rodríguez Román
  • Directores de la Tesis: Matthias Kredler (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad Carlos III de Madrid ( España ) en 2021
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Nezih Guner (presid.), Zoe Kuehn (secret.), John Knowles (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Economía de la Empresa y Métodos Cuantitativos por la Universidad Carlos III de Madrid
  • Materias:
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  • Resumen
    • Esta tesis estudia el efecto que tienen algunos fenómenos demográficos y políticas públicas sobre las decisiones económicas, familiares y reproductivas de los hogares. Las variables de interés son a nivel agregado, y los métodos empleados son típicos en macroeconomía cuantitativa.

      El primer capítulo estudia la importancia que tienen los cambios en la proporción relativa de hombres a mujeres en la población sobre el tipo de hogares que se forman según el nivel educativo de las parejas, así como sobre la asignación del tiempo entre trabajo remunerado, trabajo doméstico y ocio una vez formada la unión. La proporción de hombres a mujeres en edad de matrimonio afecta la probabilidad de encontrar pareja y el valor relativo de casarse. Cuando la proporción de hombres aumenta, es más fácil para una mujer conocer potenciales parejas, mientras que lo opuesto ocurre para los hombres. Esto implica que las mujeres pueden ser más selectivas a la hora de casarse (en cuanto al nivel educativo de la potencial pareja), y además que la posición de las mujeres se fortalece a la hora de negociar la asignación de recursos en el hogar si la unión se lleva a cabo. A pesar de que el segundo mecanismo es conocido a nivel teórico, en macroeconomía el estándar sigue siendo modelar hogares unitarios, sin tomar en cuenta la negociación que sucede internamente.

      China ofrece una oportunidad para estudiar la importancia de la negociación a lo interno de los hogares sobre variables a nivel agregado. Desde 1980, este país ha experimentado un aumento en el número relativo de nacimientos de niños con respecto a niñas. Ello implica que hacia 2010 entre los cohortes que llegan a edad de casarse hay un exceso de hombres. En concreto, entre estos cohortes hay alrededor de 1.1 hombres por mujer. Con datos de la China Health and Nutrition Survey (Encuesta de salud y nutrición de China), que contiene un módulo de uso del tiempo, se documenta que el número promedio de horas semanales dedicadas tanto al trabajo remunerado como al trabajo doméstico han caído para las mujeres casadas en China entre 1990 y 2010. Para los hombres casados, el tiempo empleado en trabajo remunerado ha aumentado ligeramente, mientras que el trabajo doméstico se ha mantenido constante. Tomando como ocio el tiempo restante, se concluye que las mujeres casadas disfrutaban de más ocio respecto a los hombres casados en 2010 que en 1990. El mismo análisis repetido para personas solteras encuentra que el ocio relativo no ha cambiado entre ellas durante el mismo periodo. Con el fin de racionalizar estos hallazgos, se desarrolla un modelo de matrimonio, negociación y asignación del tiempo dentro del hogar. Se asume un flujo exógeno de hombres y mujeres de tres niveles educativos (bajo o primaria, intermedio o secundaria y alto o estudios universitarios) que entran al grupo de personas solteras en busca de pareja en cada período. Para evitar ciertos problemas descritos en la literatura de modelos de búsqueda y emparejamiento bilaterales con heterogeneidad, se asume una estructura de emparejamiento que implica que las personas solteras solo pueden conocer solteros de otros niveles educativos en el primer periodo de vida. Posteriormente, en los otros periodos solo pueden conocer personas de su mismo nivel educativo. El número relativo de hombres determina la probabilidad de conocer a una potencial pareja para hombres y mujeres.

      Las personas derivan utilidad del consumo de bienes y servicios tanto comprados en el mercado como producidos en el hogar, y del ocio. Para ello deben decidir cuánto tiempo dedicar a trabajo remunerado (que permite comprar bienes y servicios en el mercado), trabajo doméstico (que produce bienes y servicios domésticos) y al ocio (que produce utilidad en sí mismo). El matrimonio genera un excedente porque con el mismo ingreso dos personas viviendo juntas pueden consumir más (hay economías de escala en el consumo doméstico), porque los bienes y servicios domésticos son públicos a nivel del hogar, y porque las personas derivan utilidad adicional de la compañía de sus parejas. Asimismo, las personas prefieren parejas con niveles educativos altos porque tienen ingresos más altos por hora trabajada.

      Con un exceso de hombres, el reparto del excedente que genera una potencial unión tiende a favorecer a la mujer. Las parejas casadas deben decidir cómo asignar el tiempo de cada uno de los miembros entre trabajo remunerado, trabajo doméstico y ocio. El mecanismo para compensar a la mujer cuando su posición negociadora se fortalece opera mediante la reducción del tiempo que ésta trabaja, ya sea fuera como dentro del hogar. El modelo de negociación empleado es la negociación igualitaria o Kalai-Smorodinsky. Matemáticamente, el hogar maximiza un suma ponderada de las utilidades de sus miembros, donde los ponderadores se ajustan para igualar el excedente obtenido por ambos miembros.

      El modelo anteriormente descrito se calibra para reproducir en estado estacionario el nivel de emparejamiento selectivo y la asignación del tiempo agregada observada en China en 1990. Posteriormente, se cambian los factores exógenos en el modelo, los cuales son la distribución de la población según nivel educativo, la estructura de ingresos según nivel educativo, los parámetros asociados a la productividad de la producción doméstica y la proporción relativa de sexos, y se calcula un nuevo estado estacionario que refleja la situación en 2010. Los cambios en las variables endógenas del modelo, la asignación del tiempo y el emparejamiento selectivo, son cualitativamente similares a los cambios ocurridos en la realidad: el emparejamiento selectivo aumenta, las horas de ocio entre las mujeres casadas aumentan, mientras que la asignación del tiempo no cambia mucho para los hombres casados.

      Para aislar el efecto del cambio de la proporción de hombres a mujeres, se realiza un ejercicio de descomposición, el cual consiste en cambiar uno por uno los factores exógenos del modelo y observar la diferencia en las variables endógenas. Éste ejercicio revela 38%-52% de la caída en las horas remuneradas trabajadas por semana, y 26%-47% del incremento en el ocio se deben al incremento en la proporción de hombres. Asimismo, este factor explica entre el 18% y el 61% del incremento en el grado de emparejamiento selectivo. Adicionalmente, una descomposición del efecto del incremento del número relativo de hombres a mujeres revela que la mayor parte del efecto de éste sobre la asignación del tiempo opera mediante el mecanismo de negociación interna del hogar, en contraposición de a través de los cambios en el emparejamiento selectivo. El modelo unitario del hogar es capaz de capturar cambios en el agregado de horas trabajadas a través de cambios en la composición de los hogares inducidos por variaciones en el número relativo de hombres, siempre que admita heterogeneidad a nivel educativo, pero no es capaz de capturar el efecto a través de la negociación interna en el hogar. El hecho de que el principal mecanismo sea el segundo implica que el modelo unitario subestimaría el efecto de los cambios en la proporción de relativa de hombres a mujeres sobre la asignación del tiempo a nivel agregado.

      Aparte de la descomposición anteriormente descrita, se realizan dos ejercicios cuantitativos adicionales. En 2010, la proporción de hombres no había alcanzado aún su nivel más alto, ya que el número de nacimientos de niños siguió incrementándose hasta 2017. En los próximos años, podrían haber hasta 1.2 hombres por mujer en algunos cohortes en China. Aumentando la proporción de hombres hasta ese nivel, el modelo predice que el número de horas semanales de trabajo remunerado para las mujeres casadas caería un 8.9% adicional. Para dimensionar este número, se realiza un ejercicio adicional que consiste en eliminar la diferencia entre el salario por unidad de tiempo obtenido por los hombres y el obtenido por las mujeres. La magnitud del aumento en las horas trabajadas por las mujeres casadas en este contrafactual es de 8.45%, similar a la caída predicha por el modelo debida al incremento esperado en la proporción de hombres.

      El segundo capítulo estudia el efecto de los subsidios al cuidado infantil sobre la seguridad social. La participación laboral femenina y los niveles de fertilidad tienen un impacto directo sobre la seguridad social, especialmente cuando está basada en un sistema de reparto, es decir, cuando las pensiones de los jubilados se financian con las contribuciones de los trabajadores. El incremento en la participación laboral femenina implica mayores contribuciones en el corto plazo. En el futuro, el gasto aumenta también, cuando estas mujeres alcanzan la edad de retiro, dejan de contribuir y comienzan a cobrar pensión. La caída en los niveles de fertilidad implica que, en ausencia de flujos netos positivos de migración, la ratio de dependencia (el número de jubilados entre el número de trabajadores) necesariamente aumenta en el futuro. La participación laboral de las mujeres y la fertilidad están íntimamente relacionados. Una política como los subsidios al cuidado infantil tiene efectos potenciales sobre la decisión conjunta de participación laboral y número de hijos, y por ende sobre las finanzas de la seguridad social.

      En este capítulo primeramente se provee evidencia que sugiere que políticas de cuidado infantil podrían incrementar la fertilidad y fortalecer la participación laboral de las madres en España. Este afirmación se basa en varios hallazgos, obtenidos a partir de datos de la Encuesta de Condiciones de Vida y de la Encuesta de Fecundidad del Instituto Nacional de Estadística. En primer lugar, como en el resto de países desarrollados, las mujeres con hijos en España tienen una tasa de participación más baja que las mujeres sin hijos, y son más propensas a trabajar a tiempo parcial. En segundo lugar, mientras que el gobierno español provee de educación preescolar universal para los niños de 3 a 6 años, y las familias la utilizan ampliamente, el cuidado infantil para niños de 0 a 3 años es pagado principalmente por los hogares y tiene una utilización mucho menor. Finalmente, hay una brecha entre el número de hijos deseado y el número de hijos efectivo. En otras palabras, las mujeres en España desearían tener más hijos de los que acaban teniendo. La razón principal según las mismas mujeres es la dificultad para compatibilizar el trabajo y la familia. Con base en esta evidencia, se propone la hipótesis de que la introducción de una política de subsidios al cuidado infantil para niños de 0 a 3 años podría mejorar el balance financiero de la seguridad social al estimular la participación laboral femenina y aumentar la fertilidad.

      Para cuantificar el efecto de esta política, se desarrolla un modelo de generaciones solapadas en el que las hogares eligen el número de hijos y su participación laboral a lo largo de su ciclo vital. Asimismo, en caso de tener hijos pequeños, el hogar debe asignar la distribución de cuidado infantil entre varias alternativas. Se consideran tres posibles fuentes de cuidado infantil: aquel que provee la madre directamente con su tiempo, cuidado informal no remunerado por parte de otras personas tales como el padre, abuelos u otros familiares y cuidado remunerado. Los hogares incluyen un hombre que trabaja tiempo completo y aporta una cierta cantidad de horas de cuidado infantil, pero debido a que el interés se centra sobre las decisiones laborales de las mujeres, el modelo es desarrollado desde el punto de vista de ellas. Las mujeres derivan utilidad del consumo, ocio, y del tiempo que pasan con sus hijos pequeños, de tal manera que deben balancear la utilidad obtenida por el consumo adicional que pueden obtener mediante el trabajo remunerado, la utilidad del ocio, la utilidad de cuidar de sus hijos pequeños y el consumo adicional que pueden obtener cuando emplean fuentes de cuidado infantil no remuneradas. Asimismo, la acumulación de experiencia en el mercado laboral incrementa los potenciales ingresos futuros, lo cual es tomado en cuenta a la hora de tomar las decisiones. El modelo no incluye la posibilidad de ahorrar, pero existe un gobierno que cobra impuestos sobre el ingreso de los hogares y paga pensión de jubilación a los hogares jubilados. La pensión que cobran éstos depende de los ingresos obtenidos mientras estuvieron en la fuerza laboral.

      El modelo se calibra de tal manera que reproduzca datos de España en cuanto a participación laboral femenina y fertilidad. Para calibrar la decisión de fertilidad, se utilizan datos de fertilidad deseada, lo cual constituye una innovación respecto a la literatura. Los parámetros de la seguridad social empleados intentan reproducir de manera fiel las disposiciones del Régimen General de la Seguridad Social. Posteriormente, el modelo se utiliza para llevar a cabo una serie de experimentos cuantitativos. En primer lugar, se introducen en el modelo dos políticas públicas llevadas a cabo en el pasado. La primera de ellas es la universalización de la educación preescolar para niños entre 3 y 6 años que fue impulsada a finales de los años noventa. La segunda es la política conocida como “cheque bebé”, que consiste en una transferencia de 2500 euros por nacimiento y que estuvo vigente entre 2007 y 2010. Ambas políticas han sido evaluadas con anterioridad por otros autores de manera empírica. El objetivo de implementarlas en el modelo es contrastar los resultados obtenidos mediante el modelo con los resultados empíricos.

      El modelo arroja resultados cualitativos similares a los obtenidos empíricamente. En el caso de la universalización de la educación preescolar para niños entre 3 y 6 años, se obtiene que ésta incrementa la participación laboral de las madres, con mayor énfasis en aquellas de mayor edad. Asimismo, no se encuentran efectos significativos sobre la fertilidad. El cheque bebé implementado en el modelo induce a las madres de mayor edad a desplazarse hacia empleo a tiempo parcial, e induce un pequeño aumento en la fertilidad.

      El experimento principal consiste en la implementación de subsidios parciales (50%) y totales (100%) sobre el coste del cuidado infantil para niños entre 0 y 3 años. Los resultados obtenidos indican que esta política induce un pequeño incremento en la participación laboral de las madres con niños en estas edades, aunque también induce a un desplazamiento hacia el empleo a tiempo parcial. Asimismo, la fertilidad total aumenta ligeramente.

      El efecto combinado de los subsidios sobre la participación laboral femenina y la fertilidad desmejora el resultado financiero de la seguridad social en todos los períodos futuros tanto con subsidios parciales como con subsidios totales, lo cual conlleva a una disminución en el valor presente de éstos flujos. En otras palabras, el efecto de los subsidios sobre la participación laboral femenina y la fertilidad es demasiado pequeño para compensar su coste.

      Los resultados obtenidos por el modelo reflejan las preferencias obtenidas en la calibración. Los subsidios inducen un efecto renta y un efecto sustitución. El efecto renta implica que los hogares, en particular aquellos que utilizaban cuidado infantil remunerado antes de los subsidios, puedan consumir más de todos los bienes, incluido el tiempo materno con los niños pequeños. El efecto sustitución implica que el consumo y el ocio se hacen más baratos relativamente, mientras que el tiempo materno se hace más caro. Dado que los subsidios inducen un aumento en el tiempo materno con los niños, el efecto renta domina. En otras palabras, las mujeres prefieren incrementar el tiempo que pasan con sus hijos que utilizar la posibilidad de trabajar más horas e incrementar el consumo del hogar.

      A pesar de que los resultados con respecto al efecto de los subsidios al cuidado infantil sobre la seguridad social indican que éstos no son una opción para mejorar la sostenibilidad del régimen, es posible que los beneficios en otros aspectos como desarrollo infantil sí que sean superiores al coste de los subsidios.


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