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Resumen de Eficacia de la terapia manual en pacientes con migraña

Elena Muñoz Gómez

  • La migraña es una cefalea primaria, de acuerdo con la clasificación de la Sociedad Internacional de las Cefaleas (IHS). La Organización Mundial de la Salud (OMS) muestra que entre el 50 y el 75% de la población adulta ha sufrido algún tipo de cefalea primaria en el último año, siendo de tipo migrañoso el 30%. Además, la migraña es la segunda causa de discapacidad a nivel mundial, sobre todo entre adultos de 15 a 49 años, considerado el grupo de edad más productivo a nivel laboral. De hecho, la migraña favorece el absentismo laboral y escolar, disminuye el rendimiento físico e intelectual, e interfiere con las relaciones familiares. También se ha demostrado una relación con trastornos emocionales, como ansiedad y depresión. En consecuencia, la migraña tiene un gran impacto en la calidad de vida del paciente que la sufre. El tratamiento más habitual para la migraña es el farmacológico, de forma preventiva y sintomática. No obstante, este puede provocar efectos secundarios gastrointestinales, cardiovasculares y neurológicos. Así pues, se han propuesto otros tratamientos no farmacológicos como la fisioterapia basada en la terapia manual. Sin embargo, la mayoría de los estudios analizados carecen de una descripción explícita de las técnicas utilizadas, lo cual impide la replicación. Es por esto por lo que se considera necesaria la elaboración de un protocolo de intervención de terapia manual que incluya técnicas evidenciadas con la finalidad de mejorar los aspectos relacionados con la migraña y, por ende, mejorar la calidad de vida del paciente.

    El objetivo de esta tesis doctoral fue evaluar la eficacia de un tratamiento de fisioterapia basado en técnicas manuales de tejido blando y articulatorias en la intensidad y severidad del dolor, la frecuencia de aparición, la discapacidad e impacto asociado a la migraña, la depresión y ansiedad, la ingesta de medicación y la calidad de vida en pacientes con migraña, y observar si los cambios se mantenían pasado un mes de la intervención.

    Para ello, se llevó a cabo un ensayo controlado aleatorizado. La muestra estuvo formada por 100 participantes (78% mujeres y 22% hombres) con una edad media de 38,67 años (desviación estándar, DE = 9,66) con diagnóstico de migraña de acuerdo a los criterios establecidos por la IHS, con cuatro o más episodios al mes y una historia de evolución de más de un año. La muestra fue dividida en cuatro grupos: a) grupo 1, aplicación de un protocolo de terapia manual basado en técnicas de tejido blando y craneales (GTB) (n=25); b) grupo 2, aplicación de un protocolo de terapia manual basado en técnicas articulatorias (GA) (n=25); c) grupo 3, aplicación de la combinación de los dos anteriores (GTB+A) (n=25); d) grupo 4, grupo control placebo (GP) (n=25). Todos los tratamientos tuvieron una duración de cuatro semanas, una sesión por semana (con un intervalo de siete a diez días entre ellas).

    Se realizaron tres evaluaciones: pre-intervención (T1), post-intervención (T2) y seguimiento tras un mes (T3). Las evaluaciones estuvieron formadas por las siguientes escalas y cuestionarios: Escala Visual Analógica (EVA), Escala de Discapacidad por Cefaleas (HDI), Cuestionario de Discapacidad de las Migrañas (MIDAS), Test del Impacto de las Cefaleas (HIT-6), Cuestionario de Salud SF-36, Índice de Depresión Beck II (BDI-II) y Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo (STAI). Una vez finalizada la intervención, también se registró el cambio en la ingesta de la medicación sintomática y la Escala de Impresión Global de Cambio del Paciente (PGICS) (en T2 y T3).

    Tras el tratamiento (T2), se produjo una mejora estadísticamente significativa en la mayoría de las variables (i. e. intensidad del dolor, frecuencia de aparición, discapacidad funcional, discapacidad debido a la cefalea en general, discapacidad en el trabajo y las tareas domésticas, impacto de la cefalea, calidad de vida en el componente físico, calidad de vida en el componente mental y calidad de vida en general) (p < 0,05), excepto en los niveles de depresión y ansiedad (p > 0,05), en los grupos GTB, GA y GTB+A. Además el GTB y el GTB+A mejoraron en la discapacidad emocional (p < 0,05). En T3, las mejoras se mantuvieron respecto a T1 en dichas variables, e incluso mejoró la ansiedad de forma significativa (p < 0,01) en el GTB, GA y GTB+A. Además, destacó el GTB+A como el grupo que mayor cambio presentó en todas las variables.

    En las comparaciones entre grupos, en T2 hubo diferencias estadísticamente significativas entre los tres grupos experimentales (i. e. GTB, GA y GTB+A) con respecto al GP en la intensidad del dolor, la frecuencia de aparición, la discapacidad funcional, la calidad de vida en el componente físico, la ingesta de medicación y la percepción global de cambio del paciente (p < 0,05). Los grupos GTB y GTB+A también mejoraron la calidad de vida en general con respecto al GP (p < 0,05). En dichas variables, el GTB+A fue el grupo que mostró mayores cambios. El GTB+A, además, mostró una mejora significativa en la discapacidad debido a la cefalea y el impacto de la cefalea (p < 0,05) en comparación con el GP. Los resultados se mantuvieron en T3 para la intensidad del dolor, la frecuencia de aparición y la percepción global de cambio del paciente (p < 0,05) en los grupos GTB, GA y GTB+A respecto al GP, y en la ingesta de medicación para el GA y el GTB+A (p < 0,05). Además, se mantuvieron en la discapacidad funcional, la discapacidad debido a la cefalea en general, el impacto de la cefalea, y la discapacidad en el trabajo y tareas domésticas (p < 0,05) en el GTB+A respecto al GP. No hubo diferencias estadísticamente significativas entre grupos en la calidad de vida en el componente mental ni en los niveles de depresión y ansiedad (p > 0,05) ni en T2 ni en T3.

    En conclusión, la aplicación de un protocolo de terapia manual ya esté compuesto por técnicas de tejido blando y craneales, o por técnicas articulatorias, disminuye la intensidad del dolor, la frecuencia de aparición, la discapacidad y el impacto asociado a la migraña, la ingesta de medicación sintomática y mejora la calidad de vida en individuos con migraña. Además, cuando se combinaron ambos protocolos, los efectos fueron mayores y más duraderos. Por tanto, este protocolo combinado de terapia manual, que incluye técnicas de tejido blando, craneales y técnicas articulatorias, podría ser considerado como un abordaje terapéutico adecuado en pacientes con migraña.


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