Francisco José Aranda Guerrero
El terrorismo y el crimen organizado son en sentido práctico, dos de los problemas más acuciantes y constantes que la humanidad viene padeciendo prácticamente desde sus orígenes. En este contexto y desde la perspectiva de la conducta humana tanto individual como colectiva, sus consecuencias, vienen sucediéndose daños ingentes para personas y sociedades, que además de condicionar la vida humana en lo más cercano y directo del día a día, lo hace también y simultáneamente en el ámbito continental y mundial.
Los hechos repercuten en todos los campos, desde el económico al político y especialmente en el humanitario cobrándose vidas, bienes materiales, vestigios históricos y arqueológicos junto a un largo etc de daños directos y colaterales derivados de la situación.
Es por ello que abordar esta materia plantea un ejercicio de reflexión y de voluntad constructiva, especialmente para quienes venimos dedicando nuestra vida profesional a la temática. La magnitud de los dramas humanos que se generan como fruto de las actividades de las organizaciones criminales y terroristas, impresionan en el mayor sentido del término especialmente cuando se está cercano a ellas, a lo que se une la percepción real y en detalle de la amenaza que representan para el conjunto de la humanidad, al igual que el desconocimiento, manipulación y errores que en la numerosa información circulante están presentes de forma evidente o subliminal.
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