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Plectomodernidad: el mundo como artefacto cultural

  • Autores: Juan Carlos Hernández González
  • Directores de la Tesis: Beatriz de las Heras Herrero (dir. tes.), Antonio Rodríguez de las Heras Pérez (codir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad Carlos III de Madrid ( España ) en 2020
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Fernando Broncano (presid.), Antonio Pantoja Chaves (secret.), Bernardo Riego Amézaga (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid
  • Materias:
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  • Resumen
    • Es la convergencia de las concepciones de mundo y de planeta es donde reside el núcleo de la condición biocultural de la humanidad, ya que el mundo como artefacto cultural fue edificado dentro del planeta Tierra y el ser humano es el núcleo fundamental de esta relación, es la única especie que analiza, representa, historia, proyecta, mitifica, falsea, problematiza e idealiza su propia condición.

      En el presente todas las resoluciones, modelos y semántica cultural son convergencia y distancia, están activas y confrontadas, son colindancia, ramificación, contradicción y mezcla, por ello conforman una complejidad cultural en lo físico y material como en lo virtual, ambas dos, dimensiones que igualmente están vinculadas en el ser humano. Quien es el operador del mundo como un artefacto cultural que tiene como adición más novedosa al desarrollo de la humanidad la creación, apertura, activación y dinamización de un territorio virtual que determinó a la sociedad actual.

      Las dimensiones física, material y virtual son habitadas por una misma humanidad y esa convergencia del mundo requiere de la evolución cognitiva del ser humano, esa es la base para evolucionar a la cultura y con ello edificar civilización.

      El desarrollo del conocimiento es la empresa fundamental de la actividad intelectual, para lograr esa meta se realiza el análisis reflexivo de la cultura del mundo contemporáneo para aportar inteligibilidad sobre su dinámica actual y la forma de lograrlo es con la edificación, argumentación y justificación de una plataforma analítica surgida de la convergencia actual de todos los núcleos culturales en el ciberespacio y que es la concepción de plectomodernidad.

      La plectomodernidad como definición de época es una plataforma intelectual para el análisis de la actualidad, con base en ella es posible exponer, argumentar y reflexionar cual es la estructura, condición e interacción de todos los elementos, núcleos y dimensiones materiales e inmateriales que conforman de la sociedad contemporánea. Lo que incluye lo corpóreo, lo virtual, la historia, la tecnología, la economía, el objeto, el dinero, lo mediático y fundamentalmente lo humanista, porque es la dimensión que fue rebasada por el sistema de ordenación social cibernético posthumano.

      La plectomodernidad no está regida por un núcleo definitorio único, no la define la tecnología, sino la convergencia, no es la informática sino la simultaneidad, no es la información sino su urdimbre. Por ello la plectomodernidad define la urdida convergencia que se generó en la cultura con toda la vastedad mítica, ideológica, política, doctrinal, dogmática que al mutar en bases de datos quedaron expuestas en toda su inoperancia histórica para ser resolutivas como para edificar inteligibilidad y organicidad.

      El concepto de plectomodernidad constituye una plataforma intelectual de operación analítica para superar opacidades, confusiones, divagaciones y digresiones que limitan el análisis de la complejidad cultural del mundo actual, en el cual se mezcla la condición biológica, cultural y tecnocientífica, que generó un núcleo de revuelta y confusión que únicamente se desarrollará positivamente a un estadio civilizado mediante la evolución cognitiva del ser humano.

      La época actual es la plectomodernidad, su núcleo es la realidad múltiple y su plataforma es la cibercultura, con esa base la empresa primordial para la generación actual es la construcción de un proceso civilizatorio que privilegie el desarrollo del conocimiento a través del caótico universo de la cibercultura que se extiende hasta lo físico material y viceversa.

      Si la meta no es potenciar el ser humano mediante una formación integral que no lo excluya de ninguna dimensión del conocimiento entonces los flancos que no realizaron esa empresa educativa de pacificación y desarrollo ya consiguieron sus objetivos de establecer opacidad como norma y oscuridad como destino.

      Si la evolución cognitiva del ser humano no es la empresa fundamental de la plectomodernidad entonces ya se logró que los sistemas cibernéticos, económicos, financieros y tecnológicos operen, funcionen y lideren en hegemonía. Ya que ninguna otra dimensión social fundamentada en lirismo, fantasía, ficción, relatos, anhelos, ideales, deidades, espíritus y sueños logró esa condición pese a que tuvieran miles, millones de afiliados, militantes, feligreses, defensores, adoradores de símbolos y figuras o practicantes de rituales, ceremonias y procesiones gestadas cientos o miles de años en el pasado. El objetivo concreto es evolucionar cognitivamente porque todo lo demás ya existe a granel, es masa, latría, legión, paroxismo, historia, memoria, replicación, herencia y ejecución diaria. Si esa era la cima a alcanzar ya está excedidamente conseguida, por lo que desde cualquier otro flanco distinto al dominante no habría nada que modificar, ni analizar, ni reflexionar, ni construir ya que no se requeriría dimensión alguna que sea opuesta a lo circundante y que en su edificación altere el orden establecido de los agentes triunfantes de la plectomodernidad que no son humanistas. En la dinámica mundial lo que se identifica como faltante es el desarrollo social, todo lo demás ya existe y funciona, ya están cumplidas las metas del poder y la economía, como las de la ignorancia y la involución.

      Si esa era la meta a alcanzar entonces ya se ha conseguido, de no serlo, entonces la empresa es clara y consiste en evolucionar cognitivamente al ser humano, ya que no es posible articular desde el fanatismo y la ignorancia una oposición racional y humanista a la paz para que el belicismo esté siempre justificado. Como tampoco es posible justificar racional, sensata y verazmente desde una plataforma ideológica el rechazo rotundo de la universalidad de la especie, la preservación de la naturaleza, de la humanidad y de la estabilidad geopolítica para que el caos, la confrontación y la beligerancia sean legítimas en toda latitud terrestre.

      Si la evolución no es la meta primordial y la empresa prioritaria del ser humano dentro del mundo actual entonces lo que ya se logró, ya funciona y está asimilado es el triunfo de la opresión en todos sus calibres y la rectoría del único núcleo que nunca puede ser humanista que es el poder, el cual no tiene que evolucionar porque tiene fuerza, no requiere verdad porque tiene imposición, por ello siempre llega completo al futuro, para arribar a otra época no requiere evolución sino fuerza y autoridad.

      Si germinar seres humanos saludables, inteligentes y libres no es la empresa por la cual se genera conocimiento entonces las más altas cúspides de la barbarie ya se consiguieron, reinan, lideran y estructuran a la sociedad. De ser así, el humanismo es sólo un necio barbarismo que reverbera en sentido opuesto a los logros espectaculares de la tecnología informática, el artefacto comercial, el espectáculo mediático y la primordialidad del dinero, que en conjunto conforman el sistema de ordenación social cibernético posthumano.


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