Se ha analizado la necesidad de realizar modelos Energía, Economía, Ecología ricos en realimentaciones entre los tres sistemas y se ha defendido la Dinámica de Sistemas como una de las herramientas metodológicas utilizables para este fin.
Se ha desarrollado un análisis de la cantidad de recursos energéticos extraíbles no renovales y de la tasa o flujo de extracción anual y máxima, tanto de fuentes energéticas no renovables como renovables.
Se ha creado el concepto de esfuerzo extractivo (EE) para dar cuenta de la hipótesis fundamental de la teoría de Hubbert.
Se ha profundizado en la teoría de Hubbert sobre el pico de un recurso energético no renovable y se ha obtenido, mediante modelos de dinámica de sistemas que usan dicha teoría y nuestro concepto de esfuerzo extractivo, buenos ajustes a las curvas de descubrimientos y de extracción para el caso de Estados Unidos continental sin Alaska. Por primera vez desde 1956 se obtienen curvas teóricas sin hacer hipótesis previas de qué tipo de ajuste es el adecuado para los datos experimentales y siguiendo la teoría de Hubbert.
Se ha analizado la relación entre el consumo energético y la economía, concluyendo que esta relación es fuerte y de causalidad bidireccional de acuerdo a las hipótesis habituales de la economía ecológica. Esto ha permitido incorporar una realimentación dinámica entre los sistemas energía-economía mundiales de forma simple pero que lleva a resultados novedosos.
Se ha hecho un estudio del concepto de Tasa de Retorno Energético (TRE) y de la energía utilizada para obtener energía (Ep) y se ha obtenido un método experimental indirecto y un primer método teórico aproximado para calcularlos. Se concluye que la tasa de retorno energético y su evolución futura es un factor importante a tener en cuenta en cualquier análisis del sistema energético mundial. La evolución de la TRE del petróleo convencional tiende a decrecer rápidamente y la sustitución de éste combustible por otros traería como consecuencia una disminución brusca de la TRE (por ejemplo para el caso del petróleo no convencional), con lo que la extracción total de éstos combustibles debería ser proporcionalmente mayor para que puedan dar lugar a la misma energía útil a la sociedad.
Se han construido escenarios y modelos que han permitido depurar las relaciones más importantes entre los recursos energéticos y su extracción y producción con la economía y otros factores como la innovación tecnológica y el llamado aquí esfuerzo extractivo.
Se concluye, bajo las hipótesis de nuestros escenarios, que el petróleo no convencional no puede evitar creíblemente el pico de producción de combustibles líquidos. Además, estos combustibles tienen unas emisiones de gases de efecto invernadero mayores que el petróleo convencional por unidad de energía neta producida.
Se concluye, bajo las hipótesis de recursos no renovables empleadas, que es inevitable un pico y posterior descenso en la extracción de estos recursos antes del año 2025 al margen de posibles realimentaciones en la economía y, que cuando se realimenta a ésta, el pico se podría dar incluso antes del año 2015.
Se han elaborado modelos globales con todas las fuentes de energía no renovable y renovable existentes y se han hecho diversas hipótesis sobre éstas últimas, concluyendo que en el mejor de los casos es inevitable un estancamiento de la producción de energía y de la economía (bajo el criterio de renta per cápita mundial) durante las próximas dos décadas. Teniendo esto en cuenta, se concluye que el sistema económico mundial va a estar sometido a una tensión inmediata y duradera sin precedentes históricos. Además, las emisiones de gases de efecto invernadero, aunque entre los escenarios más bajos que maneja el IPCC no serían despreciables y podrían implicar un cambio climático considerable que generaría a su vez realimentaciones sobre el sistema energía-economía modelado.
Se ha obtenido un abanico de escenarios muy amplio entre los modelos caracterizados como optimista y pesimista, y se concluye que el sistema Energía-Economía se encuentra en un punto que en analogía con el lenguaje de la Teoría del Caos denominaríamos de bifurcación donde a partir de él el sistema se hace en la práctica caótico y por tanto de difícil, sino imposible, predicción.
Los escenarios encontrados aquí tanto para la producción energética como para la renta per cápita mundial caen todos muy por debajo de las previsiones de los modelos que se desarrollan en [WEC2004, 2007, IEA 2004, 2007, EIA 2004, 2005, 2006, 2007, IPCC2001] e incluso sólo los modelos más optimistas desarrollados entrarían en acuerdo con modelos que usan parecidas limitaciones en los recursos energéticos tales como [Lahèrrere2005, Cambell1998, EWG2006, 2007a, 2007b, ASPO2008]. Este trabajo pues pone en duda la mayoría de los modelos citados. Sin embargo, las políticas energéticas y económicas se vienen haciendo en base a los escenarios contemplados en el primer grupo de modelos con lo que, si nuestros modelos fueran correctos, se estarían aplicando de forma equivocada.
Se consideran sólo preliminares estos modelos. No se considera ni se cree que el sistema Energía, Economía, Ecología mundiales una vez transcurridos años después del punto de bifurcación o inestabilidad, y sobre todo en los escenarios que se dirigen hacia el colapso, vaya a continuar necesariamente por las curvas que describen las simulaciones, pues las relaciones Energía, Economía podrían cambiar precisamente por la tensión que conlleva en los sistemas analizados el tipo de resultado encontrado. Sin embargo, aunque no puedan tenerse por ciertos los modelos aquí presentados sí se considera y se cree que los modelos citados anteriormente no sólo son erróneos, sino que pueden resultar inadecuados para hacer políticas energéticas y económicas correctas, en especial para resolver las crisis ya en marcha.
Si recordamos de nuevo las palabras del Secretario General de las Naciones Unidas (dic 2008): We face a global financial crisis. A global energy crisis. A global food crisis. Climate change ever more clearly threatens our planet.
Esta tesis no hace más que confirmar que los análisis de las distintas crisis que el mundo hoy tiene deben incorporar la visión en conjunto de las mismas. Además, dadas las interacciones entre las distintas esferas: economía, energía, alimentación, clima; se hacen imprescindibles estudios que elaboren estas relaciones de forma realimentada y dinámica. Las políticas que solo miran uno a uno los anteriores aspectos están abocadas al fracaso. Es más, además de resultar inútiles este tipo de políticas pueden incluso ser peligrosas. Si, por ejemplo, pensamos que la crisis financiera mundial tiene solo causas internas a ella y sus efectos se quedan solo en el mundo económico-financiero, habilitaremos políticas que pueden llevarnos a tratar de resolver el problema estimulando las economías con inversiones en sectores como las infraestructuras, la automoción, la construcción de viviendas protegidas, etc. Medidas en sectores que son muy intensivos en energía y que ignoran pues la crisis de recursos energéticos que también tenemos. Si, por ejemplo, tratamos de resolver el problema del acceso al petróleo barato como si fuera un problema independiente de los demás, aplicaremos medidas políticas que tratarán de promover el petróleo no convencional y los biocombustibles. Medidas que exacerbarán el problema del Cambio Climático o la carestía de los alimentos, y por tanto la crisis alimentaria. Aún viendo el conjunto de problemas, no enfocaremos bien las posibles soluciones si ignoramos las realimentaciones, si no somos capaces de razonar que la crisis financiera y alimentaria son en buena medida causadas por la crisis energética y que estas crisis a su vez van a influir en la propia evolución de la crisis energética.
Definitivamente ha llegado el momento de enfrentar el problema de la sostenibilidad de nuestra civilización y, hacerlo de forma sincera, supone reconocer primero la posibilidad real de que actuar como hemos venido haciendo en el pasado lleva al colapso de la civilización. Es más, son tantas las esferas y las relaciones entre ellas que la tarea es enorme y supondrá inevitablemente un cambio radical en todos los sistemas humanos: el energético, el económico y seguramente el político y el social. La tarea pues debería ser cómo hacer esa transformación de la forma menos traumática posible para la humanidad.
Si nos empeñamos en seguir sin ver las consecuencias de lo que se ha visto a lo largo de este trabajo, y si aún viéndolas seguimos pensando que bastan parches para solucionar un mal que es sistémico, estamos avocados al colapso traumático (catástrofe humana). Es más, dado que los sistemas complejos y fuertemente realimentados poseen ciertas inercias inevitables (como ignorar sistemáticamente tesis como esta), puede que ya sea demasiado tarde.
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