La tesis analiza el papel desarrollado por el Papado durante la Guerra de Sucesión española. Como un ente con una condición tanto espiritual como temporal, la Santa Sede quiso imponer esa primera faceta en sus relaciones internacionales, como forma de frenar la pérdida de centralidad que había acusado Roma desde 1648. El conflicto sucesorio fue visto como una de las últimas oportunidades para que el Papado alterase esa tendencia. Clemente XI, pontífice durante los años de la contienda, planteó su relación con Austrias y Borbones desde la superioridad que moralmente le confería ser el "Padre Común" de la Europa católica. Sin embargo, pronto comprobaría que no estaba en grado de ejercer esa función.
El estudio profundiza, así, en el impacto que la guerra, que no pudo evitar el papa, tuvo en la Santa Sede a nivel diplomático, pero también en las calles y palacios de la ciudad de Roma, considerada por los contendientes un particular escenario del conflicto sucesorio, con una capacidad de difusión de lo que en él acontecía, en ocasiones, superior a lo sucedido en los campos de batalla.
Por último la investigación se ocupa de la influencia que la Guerra de Sucesión española tuvo en las relaciones Iglesia-Estado, fundamentalmente en España, donde la excepcionalidad del momento propició un significativo avance de las administraciones borbónica y austracista frente a los privilegios que la Iglesia tenía en el país.
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